Friday Favorites: Los suplementos de licopeno y la salsa de tomate para el cáncer de próstata

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Se puso a prueba altas dosis de licopeno (el pigmento rojo en los tomates) para ver si podían evitar que las lesiones precancerosas de próstata se convirtieran en cáncer en estado avanzado. ¿Qué sucedió cuando a los pacientes con cáncer se les dio a diario 3/4 de taza de salsa de tomate en lata durante tres semanas?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.

El licopeno es un fitonutriente que da a los tomates el color rojo brillante. Es uno de los antioxidantes carotenoides más potentes. ¿Qué sucedió cuando los investigadores probaron el licopeno y los tomates enteros contra el cáncer de próstata? Descúbrelo a continuación.

En los años 80, el Adventist Health Study (Estudio de Salud Adventista) encontró “estrechas relaciones de protección” contra el cáncer de próstata a medida que se aumentaba el consumo de legumbres, cítricos, fruta deshidratada, frutos secos y tomates. En los años 90, un estudio de Harvard se centró en los tomates, que parecían ser “especialmente beneficiosos” en cuanto al riesgo de padecer este tipo de cáncer. Los investigadores tenían la sospecha de que el pigmento rojo que da color a los tomates, llamado licopeno, podría ser la causa, ya que tiene un mayor poder antioxidante que otros pigmentos, como el pigmento naranja betacaroteno que se encuentra en zanahorias y melones. Se vio en una placa Petri que el licopeno mata por completo las células cancerosas de la próstata, incluso en niveles en el torrente sanguíneo considerados normales tras haber comido tomates. Así que no es de extrañar que la compañía de catsup Heinz, junto con algunos fabricantes de suplementos de licopeno, pidieran a la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) que les permitiera añadir en sus productos impresos con propiedades saludables.

Básicamente no se lo permitieron. La FDA dijo que la evidencia era “preliminar y muy limitada”, y no se aprobó para el catsup ni los suplementos. Para entonces, otros estudios adicionales habían puesto en duda la teoría del licopeno. Después de todo, las personas con altas ingestas dietéticas de licopeno no parecían tener tasas más bajas de cáncer. Pero ¿quiénes tienen altas ingestas dietéticas de licopeno? Aquellos que más comen pizza. Así que tal vez no es ninguna sorpresa que haya resultados desiguales. Lo que es necesario es poner a prueba el licopeno.

Esto empezó con un caso práctico de un hombre de 62 años con cáncer terminal de próstata. La cirugía y la quimioterapia no le habían funcionado. Tenía metástasis en todo el cuerpo, el cáncer incluso se extendió a los huesos y fue enviado a morir a una residencia de ancianos. De modo que se encargó él mismo de iniciar la “fitoterapia”, es decir, una dieta a base de plantas, comiendo todos los días la cantidad de licopeno que se encuentra en un cuarto de taza de salsa de tomate o en una cucharada de pasta de tomate. Su PSA (antígeno prostático específico), un tipo de medida de masa tumoral, comenzó siendo de 365, se redujo a 140 al mes siguiente y después bajó a 8. La metástasis comenzó a desaparecer y, desde su última revisión, parece estar viviendo felizmente.

Cuando se administra en forma de píldora con una dosis más alta, parece que el licopeno no funciona. En 2013, un estudio sobre todos los ensayos de suplementos de licopeno no logró respaldar el “optimismo” inicial. De hecho, se alegraron de que las píldoras de licopeno no terminasen causando más cáncer, como fue el caso de las píldoras de betacaroteno. Pero luego vino el 2014.

Los investigadores en Italia habían estado dando las mayores dosis posibles de licopeno, selenio y compuestos aislados de té verde a hombres con lesiones prostáticas precancerosas, con la esperanza de que pudieran evitar que el cáncer pasase a un estado avanzado. Pero en 2014 se publicaron los resultados ampliados de un ensayo similar en el que los suplementos de selenio y vitamina E acabaron empeorando el cáncer. ¡Vaya! Así que estos investigadores detuvieron su ensayo y se saltaron el código para revelar los resultados. Y, efectivamente, aquellos que estaban tomando altas dosis de licopeno, catequinas de té verde y selenio parecían tener más cáncer que aquellos que solo tomaron el placebo.

“Las posibles consecuencias son impresionantes”, dijo el investigador jefe, “dado el actual uso masivo de tales compuestos como presuntos suplementos preventivos para el cáncer de próstata y otros cánceres a nivel mundial”. ¿Qué salió mal?

Bueno, después del desastre de la píldora de betacaroteno, los investigadores midieron el daño celular en diferentes dosis naturales y no naturales de betacaroteno. En dosis dietéticas, el betacaroteno suprime el daño celular, pero, en dosis suplementarias, que son dosis más altas, no es que deje de funcionar, sino que causa más daño. Y lo mismo pasa con el licopeno. “Tanto el licopeno como el betacaroteno proporcionaron protección contra el daño al ADN… en niveles relativamente bajos”. Niveles propios de personas que comen bastantes tomates o batatas. Lo que significa que “estos niveles son comparables a los observados en la sangre de individuos que consumen una dieta sana rica en carotenoides”. Sin embargo en el tipo de concentraciones en sangre que uno puede obtener al tomar pastillas, “la capacidad de proteger a las células contra el daño oxidativo (radicales libres) se perdió rápidamente. De hecho, la presencia de altos niveles de betacaroteno y licopeno puede servir para aumentar la magnitud del daño al ADN”. Así que no es de extrañar que las píldoras con una alta dosis de licopeno no hayan funcionado.

Los fitoquímicos pueden ser “aliados de nuestra salud”, pero el consumo seguro de extractos concentrados es desconocido. “La mejor forma de obtener los beneficios protectores de una dieta rica en fitoquímicos es a través de alimentos integrales vegetales”. Sin embargo, la industria alimentaria piensa de otra forma. Según un artículo de la revista Food Technology, puede que pronto haya tocino, Martinis y helados con fitoquímicos. Si pueden encontrar la combinación correcta de compuestos vegetales, “se concibe que los alimentos que una vez contribuyeron a causar enfermedades y dolencias puedan ser reconstruidos para que ofrezcan beneficios significativos para la salud”.

“De vez en cuando… suceden cosas positivas en el campo de la ciencia de la prevención del cáncer con alimentos populares de buen sabor”. Las verduras crucíferas como el brócoli son maravillosas, pero pueden ser “un alimento difícil de consumir para el público”. En cambio, ¿a quién no le gustan los tomates?

Como mencioné en otras ocasiones, los estudios que utilizaron suplementos de alta dosis de licopeno, el pigmento rojo antioxidante de los tomates que se cree que es el ingrediente activo contra el cáncer, fracasaron una y otra vez para prevenirlo o tratarlo. De hecho, incluso podría promoverlo, ya que el licopeno en niveles tan altos como los que encontramos en suplementos podría actuar como prooxidante. Tampoco parece ser eficaz en dosis bajas. “Existe una fuerte correlación [protectora] inversa entre la ingesta de frutas y verduras y la incidencia de ciertos cánceres”. Sin embargo, cuando se administra un solo compuesto aislado en forma de píldora, se podría alterar el equilibrio natural y saludable de los antioxidantes.

Parece ser una arrogancia humana pensar que se pueden reproducir los efectos beneficiosos de consumir frutas y verduras enteras con suplementos de un solo fitoquímico, cuando en realidad en la matriz natural que la Madre Naturaleza proporciona interactúan con miles de otros compuestos. “Además del licopeno, [otros] carotenoides conocidos en tomates y productos a base de tomate incluyen β-caroteno, γ-caroteno, ζ-caroteno, fitoflueno y fitoeno, todos los cuales… se ha encontrado que se acumulan en el tejido prostático humano”. También existen numerosos compuestos no carotenoides en los tomates que podrían tener actividad anticancerígena, sin mencionar todos los que aún falta caracterizar.

Sin embargo, no se trata de encontrar la única fórmula mágica. Como dice el título de un estudio, “Los efectos anticancerígenos de los carotenoides y otros fitonutrientes residen en su actividad combinada”. Por ejemplo, en el minuto 1:52 en mi video Salsa de tomate contra el cáncer de próstata muestro cómo las concentraciones bajas de los compuestos de tomate fitoeno, fitoflueno y licopeno que se encuentran en la mayoría de las personas que comen cantidades normales de tomates tienen muy poco efecto sobre el crecimiento de células cancerosas in vitro cuando se prueban por separado. Pero, cuando se combinan, una dosis no eficaz de fitoeno y fitoflueno sumadas a una dosis no eficaz de licopeno suprimen de forma significativa el crecimiento de las células del cáncer de próstata. La misma sinergia se puede observar en los alimentos. La curcumina, el pigmento amarillo de la cúrcuma, y el curry en polvo, los extractos de tomate y la vitamina E que se encuentra en los frutos secos y las semillas hacen poco de forma individual para inhibir la señalización a favor del crecimiento de las células del cáncer de próstata (menos del 10 %), pero los tres juntos la suprimen en más del 70%. El todo es mayor que la suma de sus partes.

Entonces, en lugar de administrar pastillas de licopeno a los pacientes con cáncer, ¿qué pasaría si les diéramos salsa de tomate? Los investigadores les administraron a 32 pacientes con cáncer de próstata localizado 3/4 de taza de salsa de tomate en lata todos los días durante tres semanas antes de la prostatectomía radical programada. En su torrente sanguíneo, los niveles de PSA se redujeron en un 17,5%. El PSA, antígeno prostático específico por sus siglas en inglés, es una proteína producida por las células de la glándula prostática, cuyos niveles elevados en sangre se utilizan de forma rutinaria para controlar el éxito del tratamiento del cáncer. “Fue sorprendente encontrar que la intervención dietética basada en salsa de tomate durante tres semanas” podría disminuir las concentraciones de PSA en hombres con cáncer de próstata. Además, el daño de los radicales libres del ADN en sus glóbulos blancos se redujo en un 21%. ¡Imagínate cuán pobre en antioxidantes debía haber sido su dieta anterior si menos de una taza de salsa de tomate al día redujo el daño del ADN en más de una quinta parte!

Pero, ¿qué encontraron en sus próstatas? Se cree que el tejido prostático humano es “vulnerable al daño oxidativo del ADN por los radicales libres, que al parecer desempeñan un papel crítico en todas las etapas de la carcinogénesis”, es decir, de la formación del cáncer. Esto puede deberse a varias razones, incluida la menor cantidad de enzimas reparadoras del ADN. Los investigadores tomaron muestras de tejido de biopsias antes del régimen de salsa de tomate y después de tres semanas. Los resultados mostraron que los pacientes suplementados con salsa tuvieron un 28% menos de daño por radicales libre. En el minuto 4:18 muestro un gráfico del daño del ADN en la próstata antes y después de 20 días de salsa de tomate, donde se ve muy claro la disminución. Lo interesante es que no hubo asociación entre el nivel de licopeno en la próstata y los efectos protectores. Los tomates contienen un montón de elementos beneficiosos, algunos de los cuales podrían ser incluso más poderosos que el licopeno.

Para ver si el licopeno desempeña algún papel protector, se tendría que poder comparar contra un tomate sin licopeno, en otras palabras, un tomate amarillo. Entonces, ¿qué pasaría si se compararan los tomates rojos con los amarillos, contra licopeno puro en una pastilla? Los investigadores hicieron un estudio donde les daban a las personas pasta de tomate rojo, pasta de tomate amarillo, pastillas de licopeno o pastillas de placebo, y luego gotearon su sangre sobre las células de cáncer de próstata en una placa de Petri. El suero de tomate rojo (la sangre de quienes comieron pasta de tomate rojo) disminuyó de forma significativa la expresión de las células cancerosas de próstata de un gen promotor del crecimiento llamado ciclina D1, en comparación con aquellas que no ingirieron nada. Esta regulación a la baja del gen por el consumo de tomate rojo “podría contribuir a reducir el riesgo de cáncer de próstata al limitar la proliferación celular”. El tomate rojo pareció funcionar mejor que el tomate amarillo, así que quizás el licopeno tuvo que ver, pero no en forma de pastilla. Este gen “no fue regulado” por el suero de la pastilla de licopeno, por el contrario, lo que hizo fue incrementar los genes procarcinogénicos. “Por tanto, se puede afirmar que el consumo de tomate podría ser preferible al licopeno puro…”.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera? Una mujer le escribió al editor de Harvard Men’s Health Watch, diciendo que su esposo quería comer pizza para su próstata, pero que no creía que fuera un alimento saludable. El médico respondió con la sugerencia de una “pizza sin queso (con brócoli en lugar de pepperoni, por favor)” o simplemente un poco de “jugo de tomate”.

 

Íconos de Aetem Kovyazin, Alina Oleynik, Aleksandr Vector, Juraj Sedlák, y Setyo Ari Wibowo de The Noun Project.

Image credits: Kristina DeMuth and Daniel Means. Images have been modified.

Motion graphics by Avocado Video.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.

El licopeno es un fitonutriente que da a los tomates el color rojo brillante. Es uno de los antioxidantes carotenoides más potentes. ¿Qué sucedió cuando los investigadores probaron el licopeno y los tomates enteros contra el cáncer de próstata? Descúbrelo a continuación.

En los años 80, el Adventist Health Study (Estudio de Salud Adventista) encontró “estrechas relaciones de protección” contra el cáncer de próstata a medida que se aumentaba el consumo de legumbres, cítricos, fruta deshidratada, frutos secos y tomates. En los años 90, un estudio de Harvard se centró en los tomates, que parecían ser “especialmente beneficiosos” en cuanto al riesgo de padecer este tipo de cáncer. Los investigadores tenían la sospecha de que el pigmento rojo que da color a los tomates, llamado licopeno, podría ser la causa, ya que tiene un mayor poder antioxidante que otros pigmentos, como el pigmento naranja betacaroteno que se encuentra en zanahorias y melones. Se vio en una placa Petri que el licopeno mata por completo las células cancerosas de la próstata, incluso en niveles en el torrente sanguíneo considerados normales tras haber comido tomates. Así que no es de extrañar que la compañía de catsup Heinz, junto con algunos fabricantes de suplementos de licopeno, pidieran a la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) que les permitiera añadir en sus productos impresos con propiedades saludables.

Básicamente no se lo permitieron. La FDA dijo que la evidencia era “preliminar y muy limitada”, y no se aprobó para el catsup ni los suplementos. Para entonces, otros estudios adicionales habían puesto en duda la teoría del licopeno. Después de todo, las personas con altas ingestas dietéticas de licopeno no parecían tener tasas más bajas de cáncer. Pero ¿quiénes tienen altas ingestas dietéticas de licopeno? Aquellos que más comen pizza. Así que tal vez no es ninguna sorpresa que haya resultados desiguales. Lo que es necesario es poner a prueba el licopeno.

Esto empezó con un caso práctico de un hombre de 62 años con cáncer terminal de próstata. La cirugía y la quimioterapia no le habían funcionado. Tenía metástasis en todo el cuerpo, el cáncer incluso se extendió a los huesos y fue enviado a morir a una residencia de ancianos. De modo que se encargó él mismo de iniciar la “fitoterapia”, es decir, una dieta a base de plantas, comiendo todos los días la cantidad de licopeno que se encuentra en un cuarto de taza de salsa de tomate o en una cucharada de pasta de tomate. Su PSA (antígeno prostático específico), un tipo de medida de masa tumoral, comenzó siendo de 365, se redujo a 140 al mes siguiente y después bajó a 8. La metástasis comenzó a desaparecer y, desde su última revisión, parece estar viviendo felizmente.

Cuando se administra en forma de píldora con una dosis más alta, parece que el licopeno no funciona. En 2013, un estudio sobre todos los ensayos de suplementos de licopeno no logró respaldar el “optimismo” inicial. De hecho, se alegraron de que las píldoras de licopeno no terminasen causando más cáncer, como fue el caso de las píldoras de betacaroteno. Pero luego vino el 2014.

Los investigadores en Italia habían estado dando las mayores dosis posibles de licopeno, selenio y compuestos aislados de té verde a hombres con lesiones prostáticas precancerosas, con la esperanza de que pudieran evitar que el cáncer pasase a un estado avanzado. Pero en 2014 se publicaron los resultados ampliados de un ensayo similar en el que los suplementos de selenio y vitamina E acabaron empeorando el cáncer. ¡Vaya! Así que estos investigadores detuvieron su ensayo y se saltaron el código para revelar los resultados. Y, efectivamente, aquellos que estaban tomando altas dosis de licopeno, catequinas de té verde y selenio parecían tener más cáncer que aquellos que solo tomaron el placebo.

“Las posibles consecuencias son impresionantes”, dijo el investigador jefe, “dado el actual uso masivo de tales compuestos como presuntos suplementos preventivos para el cáncer de próstata y otros cánceres a nivel mundial”. ¿Qué salió mal?

Bueno, después del desastre de la píldora de betacaroteno, los investigadores midieron el daño celular en diferentes dosis naturales y no naturales de betacaroteno. En dosis dietéticas, el betacaroteno suprime el daño celular, pero, en dosis suplementarias, que son dosis más altas, no es que deje de funcionar, sino que causa más daño. Y lo mismo pasa con el licopeno. “Tanto el licopeno como el betacaroteno proporcionaron protección contra el daño al ADN… en niveles relativamente bajos”. Niveles propios de personas que comen bastantes tomates o batatas. Lo que significa que “estos niveles son comparables a los observados en la sangre de individuos que consumen una dieta sana rica en carotenoides”. Sin embargo en el tipo de concentraciones en sangre que uno puede obtener al tomar pastillas, “la capacidad de proteger a las células contra el daño oxidativo (radicales libres) se perdió rápidamente. De hecho, la presencia de altos niveles de betacaroteno y licopeno puede servir para aumentar la magnitud del daño al ADN”. Así que no es de extrañar que las píldoras con una alta dosis de licopeno no hayan funcionado.

Los fitoquímicos pueden ser “aliados de nuestra salud”, pero el consumo seguro de extractos concentrados es desconocido. “La mejor forma de obtener los beneficios protectores de una dieta rica en fitoquímicos es a través de alimentos integrales vegetales”. Sin embargo, la industria alimentaria piensa de otra forma. Según un artículo de la revista Food Technology, puede que pronto haya tocino, Martinis y helados con fitoquímicos. Si pueden encontrar la combinación correcta de compuestos vegetales, “se concibe que los alimentos que una vez contribuyeron a causar enfermedades y dolencias puedan ser reconstruidos para que ofrezcan beneficios significativos para la salud”.

“De vez en cuando… suceden cosas positivas en el campo de la ciencia de la prevención del cáncer con alimentos populares de buen sabor”. Las verduras crucíferas como el brócoli son maravillosas, pero pueden ser “un alimento difícil de consumir para el público”. En cambio, ¿a quién no le gustan los tomates?

Como mencioné en otras ocasiones, los estudios que utilizaron suplementos de alta dosis de licopeno, el pigmento rojo antioxidante de los tomates que se cree que es el ingrediente activo contra el cáncer, fracasaron una y otra vez para prevenirlo o tratarlo. De hecho, incluso podría promoverlo, ya que el licopeno en niveles tan altos como los que encontramos en suplementos podría actuar como prooxidante. Tampoco parece ser eficaz en dosis bajas. “Existe una fuerte correlación [protectora] inversa entre la ingesta de frutas y verduras y la incidencia de ciertos cánceres”. Sin embargo, cuando se administra un solo compuesto aislado en forma de píldora, se podría alterar el equilibrio natural y saludable de los antioxidantes.

Parece ser una arrogancia humana pensar que se pueden reproducir los efectos beneficiosos de consumir frutas y verduras enteras con suplementos de un solo fitoquímico, cuando en realidad en la matriz natural que la Madre Naturaleza proporciona interactúan con miles de otros compuestos. “Además del licopeno, [otros] carotenoides conocidos en tomates y productos a base de tomate incluyen β-caroteno, γ-caroteno, ζ-caroteno, fitoflueno y fitoeno, todos los cuales… se ha encontrado que se acumulan en el tejido prostático humano”. También existen numerosos compuestos no carotenoides en los tomates que podrían tener actividad anticancerígena, sin mencionar todos los que aún falta caracterizar.

Sin embargo, no se trata de encontrar la única fórmula mágica. Como dice el título de un estudio, “Los efectos anticancerígenos de los carotenoides y otros fitonutrientes residen en su actividad combinada”. Por ejemplo, en el minuto 1:52 en mi video Salsa de tomate contra el cáncer de próstata muestro cómo las concentraciones bajas de los compuestos de tomate fitoeno, fitoflueno y licopeno que se encuentran en la mayoría de las personas que comen cantidades normales de tomates tienen muy poco efecto sobre el crecimiento de células cancerosas in vitro cuando se prueban por separado. Pero, cuando se combinan, una dosis no eficaz de fitoeno y fitoflueno sumadas a una dosis no eficaz de licopeno suprimen de forma significativa el crecimiento de las células del cáncer de próstata. La misma sinergia se puede observar en los alimentos. La curcumina, el pigmento amarillo de la cúrcuma, y el curry en polvo, los extractos de tomate y la vitamina E que se encuentra en los frutos secos y las semillas hacen poco de forma individual para inhibir la señalización a favor del crecimiento de las células del cáncer de próstata (menos del 10 %), pero los tres juntos la suprimen en más del 70%. El todo es mayor que la suma de sus partes.

Entonces, en lugar de administrar pastillas de licopeno a los pacientes con cáncer, ¿qué pasaría si les diéramos salsa de tomate? Los investigadores les administraron a 32 pacientes con cáncer de próstata localizado 3/4 de taza de salsa de tomate en lata todos los días durante tres semanas antes de la prostatectomía radical programada. En su torrente sanguíneo, los niveles de PSA se redujeron en un 17,5%. El PSA, antígeno prostático específico por sus siglas en inglés, es una proteína producida por las células de la glándula prostática, cuyos niveles elevados en sangre se utilizan de forma rutinaria para controlar el éxito del tratamiento del cáncer. “Fue sorprendente encontrar que la intervención dietética basada en salsa de tomate durante tres semanas” podría disminuir las concentraciones de PSA en hombres con cáncer de próstata. Además, el daño de los radicales libres del ADN en sus glóbulos blancos se redujo en un 21%. ¡Imagínate cuán pobre en antioxidantes debía haber sido su dieta anterior si menos de una taza de salsa de tomate al día redujo el daño del ADN en más de una quinta parte!

Pero, ¿qué encontraron en sus próstatas? Se cree que el tejido prostático humano es “vulnerable al daño oxidativo del ADN por los radicales libres, que al parecer desempeñan un papel crítico en todas las etapas de la carcinogénesis”, es decir, de la formación del cáncer. Esto puede deberse a varias razones, incluida la menor cantidad de enzimas reparadoras del ADN. Los investigadores tomaron muestras de tejido de biopsias antes del régimen de salsa de tomate y después de tres semanas. Los resultados mostraron que los pacientes suplementados con salsa tuvieron un 28% menos de daño por radicales libre. En el minuto 4:18 muestro un gráfico del daño del ADN en la próstata antes y después de 20 días de salsa de tomate, donde se ve muy claro la disminución. Lo interesante es que no hubo asociación entre el nivel de licopeno en la próstata y los efectos protectores. Los tomates contienen un montón de elementos beneficiosos, algunos de los cuales podrían ser incluso más poderosos que el licopeno.

Para ver si el licopeno desempeña algún papel protector, se tendría que poder comparar contra un tomate sin licopeno, en otras palabras, un tomate amarillo. Entonces, ¿qué pasaría si se compararan los tomates rojos con los amarillos, contra licopeno puro en una pastilla? Los investigadores hicieron un estudio donde les daban a las personas pasta de tomate rojo, pasta de tomate amarillo, pastillas de licopeno o pastillas de placebo, y luego gotearon su sangre sobre las células de cáncer de próstata en una placa de Petri. El suero de tomate rojo (la sangre de quienes comieron pasta de tomate rojo) disminuyó de forma significativa la expresión de las células cancerosas de próstata de un gen promotor del crecimiento llamado ciclina D1, en comparación con aquellas que no ingirieron nada. Esta regulación a la baja del gen por el consumo de tomate rojo “podría contribuir a reducir el riesgo de cáncer de próstata al limitar la proliferación celular”. El tomate rojo pareció funcionar mejor que el tomate amarillo, así que quizás el licopeno tuvo que ver, pero no en forma de pastilla. Este gen “no fue regulado” por el suero de la pastilla de licopeno, por el contrario, lo que hizo fue incrementar los genes procarcinogénicos. “Por tanto, se puede afirmar que el consumo de tomate podría ser preferible al licopeno puro…”.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera? Una mujer le escribió al editor de Harvard Men’s Health Watch, diciendo que su esposo quería comer pizza para su próstata, pero que no creía que fuera un alimento saludable. El médico respondió con la sugerencia de una “pizza sin queso (con brócoli en lugar de pepperoni, por favor)” o simplemente un poco de “jugo de tomate”.

 

Íconos de Aetem Kovyazin, Alina Oleynik, Aleksandr Vector, Juraj Sedlák, y Setyo Ari Wibowo de The Noun Project.

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Nota del Doctor

Entonces, ¿cuáles son los mejores suplementos para el cáncer de próstata? No te pierdas el video para enterarte.

Si quieres saber más sobre los tratamientos naturales para el cáncer de próstata:

¿Deberíamos evitar algunos alimentos? Ve Supervivencia al cáncer de próstata: la relación A/VCómo nuestras bacterias intestinales pueden usar los huevos para acelerar el cáncer.

Podríamos prevenir el cáncer e incluso revertir su progreso solo con la alimentación. Ve por ejemplo:

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El video fue publicado originalmente el 1 y 3 de noviembre de 2017.

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