Cómo alimentarse para reducir el riesgo de cáncer

La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria María José.

¿Qué dicen los mejores datos disponibles ahora mismo sobre qué comer y qué evitar para reducir el riesgo de cáncer? 

En 1982, la National Academy of Sciences (la academia nacional de las ciencias estadounidense) publicó un informe histórico sobre la dieta, la nutrición y el cáncer. Fue “el primer informe importante, institucional y de base científica sobre este tema”. El informe comenzaba diciendo que “los científicos deben ser especialmente cuidadosos en la elección de sus palabras cuando no estén totalmente seguros de sus conclusiones”. Por ejemplo, para entonces, había quedado “absolutamente claro” que los cigarrillos estaban matando a la gente. “Si se hubiera convencido a la población de que dejara de fumar cuando se informó por primera vez de su relación con el cáncer de pulmón, estas muertes por cáncer no se producirían”. Si se espera a tener una certeza absoluta, millones de personas podrían morir mientras tanto, por lo que, a veces, hay que invocar el principio de cautela.

Un ejemplo es el hecho de “enfatizar las frutas y verduras para reducir el riesgo de varias formas comunes de cáncer”. No estamos seguros del todo, pero hay buenas pruebas, y ¿cuál es el inconveniente? “No hay desventajas para las personas sanas que comen más frutas y verduras”, como comento en mi video Los mejores consejos sobre la alimentación y el cáncer.

El informe de 1982 de la National Academy of Sciences indicaba a continuación: “El público se pregunta ahora sobre por las causas de los cánceres que no están asociados con el tabaquismo. ¿Cuáles son estas causas y cómo se pueden evitar estos cánceres? Por desgracia, todavía no es posible hacer pronunciamientos científicos firmes sobre la asociación entre la dieta y el cáncer. Estamos en una etapa intermedia de conocimiento similar a la que existía con los cigarrillos hace 20 años. Por lo tanto, a juicio del comité, ahora es el momento de ofrecer algunas directrices provisionales sobre la dieta y el cáncer”.

El comité expresó su preocupación por las carnes procesadas, por ejemplo, y, 30 años más tarde, se confirmó esa preocupación. La carne procesada fue declarada oficialmente “carcinogénica para los seres humanos”. Tal vez si hubiéramos escuchado a principios de los años 80, cuando empezó a ondear la bandera roja, nos habríamos ahorrado unos cuantos paquetitos de galletas y fiambres, como los Lunchables estadounidenses, sobre los que un director ejecutivo de Philip Morris dijo: “Un artículo decía algo así como que ‘Si desmontas los Lunchables, el artículo más saludable es la servilleta’”.

Las conclusiones de este histórico informe sobre la dieta y el cáncer de 1982 “generaron un sorprendente nivel de incredulidad por parte de la comunidad oncológica y directamente hostilidad por parte de las personas cuyo sustento dependía de los alimentos en cuestión y de la industria alimentaria cuyos productos se estaban poniendo en cuestión”. De hecho, uno de los autores del informe fue “acusado de ‘matar a más personas que a las que salvaba’”, y se organizaron formalmente peticiones para expulsar a los investigadores de sus sociedades profesionales. “[C]laramente se tocó un tema muy sensible”.

La American Meat Science Association (la asociación estadounidense de ciencias de la carne) y otros miembros del Council for Agricultural Science and Technology (el consejo de ciencia y tecnología agrícolas) criticaron el informe y publicaron “Diet, Nutrition, and Cancer: A Critique”, una crítica sobre dieta, nutrición y cáncer, en 1982. Estaban de acuerdo en que tal vez se salvarían vidas, pero argumentaban que las “reducciones en el consumo de carne [recomendadas] reducirían de forma significativa los ingresos de las industrias ganadera y de procesado de carne… Las industrias de frutas y verduras se beneficiarían claramente de la mayor demanda de sus productos si los consumidores aplicaran las directrices. Sin embargo, las frutas y verduras representan menos del 15 % de los ingresos de dinero para la agricultura estadounidense”. La mayor parte del dinero está en “ganado vacuno, cerdos, productos avícolas, cereales forrajeros y cultivos oleaginosos”. Esto me recuerda a la nota sobre la industria tabacalera en la que Philip Morris hablaba de la quiebra de la industria del tabaco.

Tal vez no sea la carne la que está causando el cáncer, continuaba la crítica de la industria, sino toda la marihuana que la gente fuma estos días. “¿Cómo se puede argumentar entonces que una dieta tan abundante causa cáncer? O se trata solo de un ataque de celos por la bondad de nuestra dieta, como el del reverendo Jonathan Edwards en tiempos de los puritanos, que condenó el cebo de los osos, no por el dolor que sufría el oso, sino por el placer de los espectadores”. No nos pueden decir que reduzcamos el consumo de carne, argumentaban, “uno de los pocos placeres que le quedan a la humanidad es el de la mesa”.

El día en que se publicó el histórico informe de la National Academy of Sciences fue “El día en que la comida quedó declarada como veneno”, según Thomas Jukes, el tipo que descubrió que se podía acelerar el crecimiento de los pollos alimentándolos con antibióticos. ¿Cómo se atreve la National Academy of Sciences a recomendar a la gente comer frutas, verduras y granos integrales diariamente, que se decía que contenían “compuestos aún no identificados que pueden protegernos contra ciertos cánceres? ¿Cómo se pueden seleccionar alimentos que contienen compuestos no identificados? Esto no es una recomendación científica; suena a literatura de una ‘tienda de alimentos saludables’”.

Mi crítica favorita, sin embargo, nos decía que pensáramos en el seno humano. ¿Cómo puede la grasa animal ser mala para nosotros si las mujeres que amamantan crean tanta? Las mujeres son animales y sus glándulas mamarias producen grasa para la leche materna. Por lo tanto, no deberíamos tener que reducir el consumo de hamburguesas. ¿Cómo?

Ya está bien. ¿Qué nos dice la ciencia más reciente sobre la nutrición y el cáncer? Acabo de hablar de comer más frutas y verduras. ¿Cuáles son las otras cinco recomendaciones que invocan el principio de cautela? El consumo de productos de soja puede no solo reducir el riesgo de padecer cáncer de mama, sino también aumentar las posibilidades de sobrevivir a este cáncer. En cuanto a las sugerencias de orientación dietética sobre los alimentos que se deben reducir, cuando las pruebas son suficientemente convincentes, las recomendaciones incluían “limitar o evitar los productos lácteos para reducir el riesgo de cáncer de próstata; limitar o evitar el alcohol para reducir el riesgo de cáncer de boca, faringe [garganta], laringe, esófago, colon, recto y mama; evitar la carne roja y procesada para reducir el riesgo de cánceres de colon y recto; [y] evitar carnes a la parrilla, fritas y asadas para reducir el riesgo de cánceres de colon, recto, mama, próstata, riñón, y páncreas”. En este contexto, los investigadores hablan de toda la carne, incluidas las aves y el pescado.

Mira, todos tenemos que tomar decisiones dietéticas cada día y “no podemos esperar a la evolución del consenso científico”. Hasta que sepamos más, todo lo que podemos hacer para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias es “actuar según las mejores pruebas disponibles” que tenemos ahora.

El nivel de prueba requerido para tomar decisiones depende del nivel de riesgo. Si estamos hablando de un medicamento nuevo, por ejemplo, dado el hecho de que los medicamentos matan a más de cien mil estadounidenses al año, hay que estar completamente seguro de que los beneficios superan los riesgos antes de recetar o tomar un medicamento. Pero, ¿qué nivel de prueba se necesita para comer brócoli? ¿Hacen falta ensayos aleatorios, doble ciego y controlados con placebo? (¿Cómo diseñarías un placebo vegetal?) Incluso si todas las pruebas que sugieren lo poderoso que es el brócoli resultaran ser una loca conspiración de las crucíferas, ¿cuál es lo peor que podría haber pasado? ¡Es saludable de todos modos! Esa es la belleza de las soluciones seguras, sencillas y sin efectos secundarios que ofrece el enfoque de la medicina del estilo de vida. Solo pueden ayudar.

Tengo muchos más videos sobre la dieta y el cáncer. Cómo no morir de cáncer puede ser un buen lugar para comenzar antes de ver otros videos relacionados.

Key Takeaways

  • Esperar a tener una certeza científica absoluta puede resultar en una enfermedad evitable e incluso la muerte. Por ejemplo, si los esfuerzos para no fumar se hubieran activado cuando se informó por primera vez de la relación entre el tabaco y cáncer de pulmón, en lugar de esperar a que el vínculo estuviera “absolutamente claro”, se podrían haber salvado vidas.

  • La National Academy of Sciences publicó un informe histórico sobre la dieta, la nutrición y el cáncer en 1982, que incluía orientaciones provisionales.

  • Se plantearon preocupaciones acerca de las carnes procesadas, que se confirmaron tres décadas más tarde. La carne procesada ha sido declarada oficialmente “carcinogénica para los seres humanos”.

  • Las conclusiones del informe de 1982 “generaron un sorprendente nivel de incredulidad por parte de la comunidad oncológica y directamente hostilidad por parte de las personas cuyo sustento dependía de los alimentos en cuestión y de la industria alimentaria cuyos productos se estaban poniendo en cuestión”.

  • Invocando el principio de cautela, la ciencia más reciente nos dice que debemos comer más frutas y verduras, consumir productos de soja para reducir el riesgo de cáncer de mama y aumentar las posibilidades de supervivencia, y anima a “limitar o evitar los productos lácteos para reducir el riesgo de cáncer de próstata; limitar o evitar el consumo de alcohol para reducir el riesgo de cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, colon, recto y mama; evitar la carne roja y procesada para reducir el riesgo de cáncer de colon y recto; [y] evitar carnes a la parrilla, fritas y asadas para reducir el riesgo de cáncer de colon, recto, mama, próstata, riñón, y páncreas”. En este contexto, los investigadores se refieren a toda la carne, incluidas las aves y el pescado.

  • No tenemos que esperar, ni deberíamos esperar, a un consenso científico. Podemos y debemos “actuar basándonos en las mejores pruebas disponibles” que tenemos ahora mismo.

  • La belleza de las soluciones seguras, sencillas y sin efectos secundarios que ofrece el enfoque de la medicina del estilo de vida es que solo pueden ayudar.


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