La industria alimentaria usa las tácticas de la industria tabacalera

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La industria de alimentos procesados utiliza ahora tácticas similares a las de las compañías tabacaleras para desestimar las intervenciones de salud pública.

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En 1954, la industria tabacalera pagó para publicar “Frank Statement to Cigarette Smokers” (declaración franca para fumadores) en cientos de periódicos de Estados Unidos. En esta se declaraba que la salud de la población era la mayor preocupación de la industria y prometieron una variedad de cambios de buena fe. Esa declaración fue una farsa, el primer paso en una campaña concertada que duró medio siglo, para engañar a los estadounidenses acerca de los efectos catastróficos de fumar y evadir la política pública que pudiera perjudicar las ventas. Lo que siguió fueron décadas de engaño y acciones que costaron millones de vidas. Con la esperanza de que la historia de la industria alimentaria se escriba de otra manera, estos investigadores resaltan lecciones importantes que podemos aprender de la experiencia con el tabaco.

La industria de alimentos procesados utiliza tácticas similares a las usadas por las compañías tabacaleras para desestimar las intervenciones de salud pública. Lo hacen al distorsionar hallazgos en investigaciones, al cooptar formuladores de políticas y profesionales de la salud y presionando a políticos y oficiales públicos. En su libro acerca de su lucha contra la industria del tabaco, el excomisionado de la FDA, David Kessler, describió tácticas similares de la industria cárnica para intentar aplastar las regulaciones nutricionales.

La decisión Citizens United (ciudadanos unidos) de la Corte Suprema de permitirles a las corporaciones gastar cantidades ilimitadas en propaganda política durante las campañas para elecciones podría empeorar las cosas, al actuar en contra de candidatos que apoyan las posiciones a favor de la salud pública.

Otra similitud entre las tabacaleras y la industria alimentaria es la introducción y agresiva promoción de productos “más seguros” o “más saludables”. Cuando bajaron las ventas de cigarrillos, debido a la preocupación por la salud, la industria lanzó cigarrillos filtrados ”más saludables” que les daban a los fumadores preocupados por su salud una alternativa a dejar el hábito y las ventas se volvieron a disparar. Irónicamente, los filtros originalmente contenían asbesto.

Menos nicotina, menos alquitrán y ¡ahora con reducción de carcinógenos! Y, ¿cómo podría algo ser malo para la salud si es 100% orgánico? ¿Suena familiar?

Actualmente, la carne de cerdo magra o los huevos con menos colesterol podrían ser los cigarrillos filtrados bajos en alquitrán de la industria alimentaria. Una campaña publicitaria de KFC representó a una familia afroamericana en la cual la madre le decía al padre que “KFC ahora tiene cero gramos de grasa trans”. El padre, en presencia de los niños, grita: “¡Sí, cariño! ¡Hurra!” y empieza a comer cubetas de pollo frito.

O las compañías de cereales ofreciendo granos integrales en sus cereales de brownie crujiente soplado. Los Fruit Loops ahora proveen fibra.

Un juez distrital estadounidense a cargo de un caso de la industria del tabaco lo expresó de manera adecuada: “muy a menudo, en la elección entre la salud física de los consumidores y el bienestar financiero de las empresas, se escoge el encubrimiento por encima de la divulgación, las ventas por encima de la seguridad y el dinero por encima de la moralidad. ¿Quiénes son estas personas que a sabiendas y secretamente deciden poner a los consumidores en riesgo, solo con el propósito de generar ganancias y que creen que la enfermedad y muerte son un costo aparente de su propia prosperidad? Sobre todo, la experiencia del tabaco muestra cuan poderosas son las ganancias como motivación, incluso a expensas de la vida de millones y un sufrimiento indecible.

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Katie Schloer. 

La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Daniela Wiegrebe y Viviana Garcia.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

En 1954, la industria tabacalera pagó para publicar “Frank Statement to Cigarette Smokers” (declaración franca para fumadores) en cientos de periódicos de Estados Unidos. En esta se declaraba que la salud de la población era la mayor preocupación de la industria y prometieron una variedad de cambios de buena fe. Esa declaración fue una farsa, el primer paso en una campaña concertada que duró medio siglo, para engañar a los estadounidenses acerca de los efectos catastróficos de fumar y evadir la política pública que pudiera perjudicar las ventas. Lo que siguió fueron décadas de engaño y acciones que costaron millones de vidas. Con la esperanza de que la historia de la industria alimentaria se escriba de otra manera, estos investigadores resaltan lecciones importantes que podemos aprender de la experiencia con el tabaco.

La industria de alimentos procesados utiliza tácticas similares a las usadas por las compañías tabacaleras para desestimar las intervenciones de salud pública. Lo hacen al distorsionar hallazgos en investigaciones, al cooptar formuladores de políticas y profesionales de la salud y presionando a políticos y oficiales públicos. En su libro acerca de su lucha contra la industria del tabaco, el excomisionado de la FDA, David Kessler, describió tácticas similares de la industria cárnica para intentar aplastar las regulaciones nutricionales.

La decisión Citizens United (ciudadanos unidos) de la Corte Suprema de permitirles a las corporaciones gastar cantidades ilimitadas en propaganda política durante las campañas para elecciones podría empeorar las cosas, al actuar en contra de candidatos que apoyan las posiciones a favor de la salud pública.

Otra similitud entre las tabacaleras y la industria alimentaria es la introducción y agresiva promoción de productos “más seguros” o “más saludables”. Cuando bajaron las ventas de cigarrillos, debido a la preocupación por la salud, la industria lanzó cigarrillos filtrados ”más saludables” que les daban a los fumadores preocupados por su salud una alternativa a dejar el hábito y las ventas se volvieron a disparar. Irónicamente, los filtros originalmente contenían asbesto.

Menos nicotina, menos alquitrán y ¡ahora con reducción de carcinógenos! Y, ¿cómo podría algo ser malo para la salud si es 100% orgánico? ¿Suena familiar?

Actualmente, la carne de cerdo magra o los huevos con menos colesterol podrían ser los cigarrillos filtrados bajos en alquitrán de la industria alimentaria. Una campaña publicitaria de KFC representó a una familia afroamericana en la cual la madre le decía al padre que “KFC ahora tiene cero gramos de grasa trans”. El padre, en presencia de los niños, grita: “¡Sí, cariño! ¡Hurra!” y empieza a comer cubetas de pollo frito.

O las compañías de cereales ofreciendo granos integrales en sus cereales de brownie crujiente soplado. Los Fruit Loops ahora proveen fibra.

Un juez distrital estadounidense a cargo de un caso de la industria del tabaco lo expresó de manera adecuada: “muy a menudo, en la elección entre la salud física de los consumidores y el bienestar financiero de las empresas, se escoge el encubrimiento por encima de la divulgación, las ventas por encima de la seguridad y el dinero por encima de la moralidad. ¿Quiénes son estas personas que a sabiendas y secretamente deciden poner a los consumidores en riesgo, solo con el propósito de generar ganancias y que creen que la enfermedad y muerte son un costo aparente de su propia prosperidad? Sobre todo, la experiencia del tabaco muestra cuan poderosas son las ganancias como motivación, incluso a expensas de la vida de millones y un sufrimiento indecible.

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Katie Schloer. 

La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Daniela Wiegrebe y Viviana Garcia.

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Nota del Doctor

Sé que a algunos no les gustan mi vídeos “políticos” y quisiera solo limitarme a la ciencia, pero es imposible entender la desconexión entre el equilibrio de la evidencia y las recomendaciones alimentarias, sin comprender el impacto de la influencia comercial. Ve, por ejemplo:

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