Tuvimos el placer de charlar con Ale Graf sobre su trabajo, la comida y el National Hispanic Heritage Month. Esperemos que te guste la entrevista y su receta de chamoy de hibisco. | ![]() |
Como creadora de recetas vegetales mexicanas, ¿de qué manera es la comida una parte importante de tu cultura y cómo compartes tu cultura con otras personas?
La comida es mucho más que solo nutrición: es una forma de amar, de conectar y de recordar quiénes somos. Para los mexicanos, la comida es verdaderamente parte de nuestro ADN. Desde tiempos inmemoriales, cuando nuestros antepasados ofrecían alimentos a los dioses, hasta las sobremesas modernas con familia y amistades, compartir comida es nuestra manera de expresar amor. Crecí rodeada de mujeres que hablaban de recetas como otros hablan de sueños. Mi madre, mi abuela y mis tías siempre estaban planeando la próxima comida o descubriendo un nuevo platillo. Ahora hago lo mismo con mis hermanos. Aunque hoy mi alimentación es mayormente vegetal, su esencia sigue siendo la misma: el reunir a personas. A través de mis recetas, quiero recrear ese sentido de pertenencia, de siempre tener suficiente para compartir y siempre dejar espacio para uno más en la mesa. Eso es lo que significa Comemos para mí. No se trata de nostalgia; se trata de mostrar cómo se ve y a qué sabe ser mexicano hoy.
¿Cuándo empezaste a preparar y desarrollar tus propias recetas? ¿Cómo educas a otras personas sobre preparar comida mexicana con ingredientes vegetales? ¿La gente se sorprende al descubrir que tus recetas son vegetales?
Comencé hace 23 años, justo después de que a mi hijo le diagnosticaran una alergia a los lácteos. Ese momento lo cambió todo, porque tuve que reaprender a cocinar. Me apoyé en las especias, exploré nuevas verduras y descubrí diferentes técnicas de cocina. Lo que empezó como una necesidad pronto se convirtió en una pasión. Incluso me inscribí en un curso en línea para certificarme como cocinera vegetal. A medida que mis hijos crecían, también lo hacían mi curiosidad y creatividad en la cocina. Siempre me ha divertido enseñar a los demás. No empiezo la conversación hablando de “alimentación vegetal” o “vegana”; empiezo hablando de sabor. Le sirvo a alguien un tazón de sopa de frijoles y, después de que se lo devore, le sonrío y le digo: “Felicidades, acabas de comer tu primer platillo vegano”. Siempre es una sorpresa para ellos, y esa es la magia: mostrar lo hermosa, satisfactoria y profundamente mexicana que puede ser la comida vegetal.
¿Qué ingredientes o platos vegetales te gusta resaltar como parte de la tradición culinaria mexicana? ¿Hay algo que te gustaría que todos supieran sobre estos alimentos?
Sin duda alguna, la masa. Es el alma de muchísimos platillos mexicanos queridos, como sopes, huaraches, tlacoyos, y, además, es naturalmente vegetal. Lo que más me encanta es lo versátil que es. Puedes moldearla en antojitos, pero también usarla para hacer dumplings, pasteles o ponerte creativo y reinterpretar platillos de todo el mundo con un toque mexicano. Toma un buen sope y ponle una capa de puré de papa o frijoles refritos cremosos, agrégale salsa, guacamole, lechuga rallada, cebolla encurtida… lo que más te guste. Esa es la belleza de la comida mexicana, que se puede personalizar infinitamente. Puedes preparar una mesa con todo tipo de ingredientes y dejar que cada quien arme su propio platillo. No solo es deliciosa, sino que también es inclusiva, alegre y está profundamente arraigada en el acto de compartir.
¿Cuál crees que es la mejor manera de animar a que la gente coma más frutas y verduras y retome patrones de alimentación hispanos más tradicionales?
Creo que la mayor barrera son las etiquetas y los absolutos. Cuando presentamos los hábitos alimentarios como algo de todo o nada, la gente desconecta. Pero, si nos enfocamos en una sola comida saludable y vibrante de cada vez (una llena de frutas y verduras coloridas que aporten textura, sabor y alegría), entonces se vuelve algo más accesible y emocionante. La comida tradicional hispana ya celebra ingredientes de origen vegetal como los chiles, los tomates, las calabazas, los frijoles y el elote. Si volvemos a darle a estos alimentos una posición central en el plato, de manera que se sienta natural y no forzada, la gente volverá a conectar con ellos. Se trata de mostrar lo hermosas y deliciosas que pueden ser estas comidas, no de sermonear sobre lo que “deberían” comer.
¿Qué significa para ti el National Hispanic Heritage Month?
Para mí, el National Hispanic Heritage Month es una oportunidad para aprender, crecer y abrir nuestro corazón a otras culturas. Es un recordatorio de que la comunidad hispana no es homogénea. Venimos de muchos países, regiones y tradiciones diferentes, cada uno con sus propias historias, sabores y ritmos. Este mes se trata de reconocer esa riqueza y también de abrazar todo lo que podemos aprender unos de los otros. Es un momento para celebrar nuestros valores compartidos y nuestras diferencias, y, en última instancia, para destacar cuánto más tenemos en común de lo que muchas veces pensamos.
Háblanos un poco sobre tu trayectoria profesional.
Soy autora de recetarios y bloguera de comida; una apasionada de la creación de recetas saludables, fundamentalmente vegetales y a veces mexicanas con la meta de crear comunidad. Todo esto comenzó hace 23 años, cuando le diagnosticaron una alergia a los lácteos a mi hijo. Esa experiencia me hizo explorar la cocina vegetal, sacarme un certificado y acabar lanzando el blog Piloncillo & Vanilla en el 2013, seguido de Ale Cooks en inglés.
Vivo en Houston con mi familia, donde sigo cocinando, creando y celebrando lo fundamental de la comida como esencia para conectar.
Chamoy de hibisco
Publicado originalmente aquí. Ingredientes 2 tazas de flores de hibisco (flor de Jamaica) hidratadas 1 taza de cerezas deshidratadas o arándanos rojos deshidratados 3 cucharadas de chile ancho en polvo o cualquier otro chile en polvo (al gusto) 1 cucharada de jarabe de dátiles o azúcar de dátil 1 taza de agua o agua de hibisco ¼ taza de jugo de lima (o al gusto) Una pizca de tajín (opcional) |
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Preparación
Añadir las flores, la fruta deshidratada, el chile en polvo y el jarabe de dátil a una licuadora, seguidos de una taza de agua hirviendo (puedes usar un cuenco de cristal o acero inoxidable). Procesar hasta obtener una textura sin grumos. Si es necesario, añadir ¼ de taza de agua extra para aligerar la textura. Rematar con el jugo de lima y, si te apetece, una pizca de tajín. Guardar en un bote de cristal limpio, con cierre hermético, en el refrigerador. Dura un mes, así que tendrás tiempo de sobra para experimentar con esta salsa en diferentes platillos.
Encontrarás a Ale en su blog piloncilloyvainilla.com, Instagram, Facebook y Pinterest.