La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria Malu Belén.
Puede que el problema no sea la cantidad de bacterias que crecen en el intestino delgado, sino el tipo de bacterias, y esto se puede corregir con la dieta.
Los investigadores examinaron a más de mil pacientes que, durante más de seis meses, habían tenido los síntomas típicos del síndrome del intestino irritable (SII), p. ej., exceso de gases, inflamación, diarrea y dolor abdominal. Pero estas personas no parecían tener nada de mayor gravedad, como la enfermedad inflamatoria intestinal. Así descubrieron que un porcentaje significativo sufría de intolerancia a la lactosa (intolerancia al azúcar de la leche). Mientras somos lactantes, en el intestino delgado tenemos una enzima llamada lactosa que digiere el azúcar de la leche. Lógicamente, la mayoría de nosotros la perdemos después de finalizar la lactancia. “Aunque la mutación genética ha provocado la persistencia de la lactosa en adultos, aproximadamente el 75 % de la población mundial absorbe mal la lactosa después de los 30 años” y tiene intolerancia a esta enzima. No obstante, a un tercio de los pacientes se les diagnosticó sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO).
“[L]a evidencia relacionada con el SIBO y el síndrome del intestino irritable (SII) está rodeada de controversia, principalmente debido al hecho de que las pruebas [de aliento] utilizadas en la práctica clínica para diagnosticar el SIBO no son válidas”, como he investigado antes. Además, las consecuencias de tener más o menos bacterias creciendo en el intestino delgado no están claras, ya que el número no parece correlacionarse con los síntomas. Resulta que no es la cantidad de bacterias que crecen en el intestino delgado, sino el tipo de bacterias. Entonces, es la “disbiosis microbiana del intestino delgado” (no un crecimiento excesivo en general, sino el tipo incorrecto de crecimiento) lo que parece sustentar los síntomas asociados con trastornos gastrointestinales funcionales, como el SII.
¿Cómo podemos evitar que esto suceda? Los síntomas parecen estar relacionados con una caída significativa del número de Prevotella. ¿La recuerdan? La Prevotella consume la fibra saludable, “lo que sugiere una mayor ingesta de fibra en las personas saludables”, mientras que las bacterias que se encontraron en mayor cantidad en pacientes sintomáticos comían azúcar, lo que “puede reflejar un consumo más alto de azúcares simples”. Sin embargo, que haya una correlación no significa que exista una causalidad. Para demostrar la relación de causa y efecto, tenemos que ponerlo a prueba, que es exactamente lo que hicieron los investigadores.
“Cambiar un grupo de personas sanas que habitualmente consumían una dieta con alto contenido de fibras (>11 g cada 1000 calorías) a una dieta baja en fibras (<10 g por día), con una alta concentración de azúcares simples, durante 7 días, produjo resultados sorprendentes. En primer lugar, el 80 % presentó síntomas gastrointestinales de novo [nuevos], como distensión y dolor abdominal, que se resolvieron al reanudar su dieta habitual rica en fibra. En segundo lugar, los cambios relacionados con la dieta en el microbioma del intestino delgado fueron predictivos de síntomas (como distensión y malestar abdominal) y se vincularon a una alteración en la permeabilidad duodenal [intestinal]”. En otras palabras, en siete días, el intestino se tornó permeable. Y aunque algunos pasaron de SIBO positivo a SIBO negativo, y otros de SIBO negativo a SIBO positivo, no fue relevante, porque el número de bacterias que se desarrollaron no era correlativo con los síntomas. Era el tipo de bacteria en crecimiento, como puedes ver a continuación y en el minuto 3:12 de mi video Una comparación entre la fibra y la dieta baja en FODMAP para los síntomas de la hiperproliferación bacteriana intestinal.
No es de extrañar que los intestinos se hayan tornado permeables. Los niveles de ácidos grasos de cadena corta se desplomaron. Esos son los subproductos mágicos que nuestras bacterias intestinales beneficiosas producen a partir de la fibra, que “juegan un papel importante en la integridad de la barrera epitelial [intestinal]”, lo que significa que evitan que nuestro intestino sea permeable.
Entonces, a pesar de que no tenemos datos fiables que sugieran que algo como una dieta baja en oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables (FODMAP), o sea con un bajo contenido de carbohidratos fermentables de cadena corta, tiene algún beneficio para los pacientes con síntomas de SIBO, se han realizado más de una docena de ensayos controlados aleatorios que ponen la fibra a prueba. En general, los investigadores descubrieron que hubo una mejora significativa de los síntomas entre las personas que aumentaron su consumo de fibra de forma aleatoria. Eso podría contribuir a explicar por qué “las dietas ricas en fibra y basadas en plantas pueden prevenir muchas enfermedades comunes en las sociedades industrializadas”. Estas dietas tienen este efecto “sobre la composición y la actividad metabólica de la microbiota colónica”. Nuestras bacterias intestinales beneficiosas toman residuos vegetales, p. ej., la fibra, y producen “metabolitos que promueven la salud y suprimen el cáncer”, como los ácidos grasos de cadena corta “que tienen grandes propiedades antiinflamatorias”. “Toda la evidencia apunta a una necesidad fisiológica de unos 50 g de fibra al día, que es la cantidad contenida en la dieta africana tradicional y asociada con la prevención de enfermedades propias de occidente”. Esto es aproximadamente el doble de la recomendación típica y tres veces más de lo que la mayoría de las personas consumen a diario. Quizás no debería sorprendernos que necesitemos tanto. Aunque nos separamos de los chimpancés hace millones de años, hasta el día de hoy “todavía existe una amplia congruencia” en la composición de nuestros respectivos microbiomas. Mientras ellos aún consumen una dieta basada en plantas (entre un 98 y un 99 por ciento) para alimentar su flora intestinal con fibra, nosotros hemos eliminado en gran medida los alimentos ricos en fibra de nuestro consumo de alimentos.