¡Tu ayuda nos mantiene a flote!

Mi marido aceptó el cambio sin problemas, y fue un cambio verdaderamente enorme, porque veníamos de la dieta estándar estadounidense. Lo hicimos de un día para el otro, al 100%. El cáncer te motiva y te mantiene en tu línea. En cuatro meses, sus niveles de PSA pasaron de 9,5 a 2,4 y su médico no se lo podía creer. Pero no fue solo eso. En unas semanas empecé a notar que me quedaban flojos los pantalones. No se me había ocurrido que perderíamos peso, porque nunca pasamos hambre y comíamos hasta llenarnos, simplemente con una alimentación vegetal integral. La meta era el cáncer, pero se volvió evidente que nos estaba ayudando de muchas maneras. Mi marido perdió 25 kg y consiguió tener un IMC normal. Ambos pasamos de tener colesterol alto a tenerlo bajo, y bajamos también los niveles de glucosa. Yo bajé la tensión tanto que pude dejar los medicamentos. No sé cuánto peso perdí porque nunca me quería pesar cuando estaba en mi peor momento, pero sé que perdí por lo menos 50 kg, si no fueron 60. Además, ambos hacemos ejercicio a diario y tenemos mucha más energía. Dejé de tener tantos dolores de cabeza y dolor en las rodillas. Ya no tengo reflujo ni estoy estreñida. Me siento como nueva. Y cuando hicimos este cambio mi marido tenía 70 años y yo tenía 60. ¡Nunca es demasiado tarde! Ambos decimos que hizo falta que él tuviera cáncer para que hiciéramos este cambio y mejorásemos nuestra salud. A mi marido le va bien y el cáncer se ha frenado en un grado bajo sin intervenciones médicas. Le agradezco de todo corazón al Dr. Greger el que escribiera su libro salvavidas, porque nos dio una vida nueva. Siempre le estaremos agradecidos.