¿La dieta cetogénica lucha contra el cáncer?

La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria María José.

¿Qué dice la ciencia sobre el uso clínico de las dietas cetogénicas para la epilepsia y el cáncer?  

El azúcar en sangre, también conocido como glucosa en sangre, es el combustible universal al que recurren las células de todo nuestro cuerpo. Nuestro cerebro quema casi 115 g de azúcar al día porque “la glucosa es el combustible metabólico preferido”. Podemos descomponer las proteínas y fabricar glucosa desde cero, pero la mayor parte procede de nuestra dieta en forma de azúcares y almidones. Si dejamos de comer hidratos de carbono (o si dejamos de comer del todo), la mayoría de nuestras células pasan a quemar grasa. Sin embargo, para la grasa es difícil atravesar la barrera hematoencefálica, y nuestro cerebro tiene una necesidad constante y enorme de combustible. Este órgano representa hasta la mitad de nuestras necesidades energéticas por sí solo. Sin él, las luces se apagan… de forma permanente. 

Para producir esa cantidad de azúcar desde cero, nuestro cuerpo necesitaría descomponer más de 225 g de proteína al día. Eso significa que nos canibalizaríamos hasta morir en dos semanas, pero la gente puede ayunar durante meses. ¿Qué sucede? La respuesta al enigma se descubrió en 1967. Unos investigadores de Harvard introdujeron catéteres en el cerebro de sujetos obesos que habían ayunado durante más de un mes y descubrieron que las cetonas habían sustituido a la glucosa como combustible preferido del cerebro. Nuestro hígado puede convertir la grasa en cetonas, que pueden atravesar la barrera hematoencefálica y alimentar el cerebro si no ingerimos suficientes hidratos de carbono. El cambio de combustible tiene tal efecto sobre la actividad cerebral que se ha utilizado para tratar la epilepsia desde la antigüedad. 

De hecho, la prescripción del ayuno para el tratamiento de los ataques epilépticos se remonta a Hipócrates. En la Biblia, incluso Jesús parece haber estado de acuerdo. A día de hoy, no está claro por qué cambiar el azúcar en sangre a cetonas como fuente primaria de combustible tiene semejante efecto amortiguador sobre la hiperactividad cerebral. ¿Cuánto tiempo se puede ayunar? Para prolongar la terapia de ayuno, en 1921, un distinguido médico científico de la Clínica Mayo sugirió probar lo que denominó “dietas cetogénicas”, dietas ricas en grasas diseñadas para ser tan deficientes en carbohidratos que pudieran imitar eficazmente el estado de ayuno. La primera vez que se pusieron a prueba se observó una “notable mejoría”, y su eficacia, que se confirmó posteriormente en ensayos aleatorios controlados. Las dietas cetogénicas empezaron a perder popularidad en 1938 con el descubrimiento del fármaco anticonvulsivo que se conocería como Dilantin en Estados Unidos, pero hoy en día se siguen empleando como tratamiento de tercera o cuarta línea para la epilepsia refractaria a fármacos en niños. 

Curiosamente, parece que los defensores de la dieta cetogénica confunden el éxito de estas dietas contra la epilepsia pediátrica con la sugerencia de que una dieta cetogénica es beneficiosa para todos ¿Sabes qué más funciona a veces para la epilepsia intratable? La cirugía cerebral, pero no oigo a la gente pidiendo que les abran el cráneo. ¿Desde cuándo las terapias médicas se traducen en estilos de vida saludables? Revolver la actividad cerebral con terapia de electrochoque puede ser útil en algunos casos de depresión grave, así que ¿deberíamos sacar los electrodos? También se están probando dietas cetogénicas para ver si pueden ralentizar el crecimiento de ciertos tumores cerebrales. Incluso si funcionan, ¿sabe qué otra cosa puede ayudar a ralentizar el crecimiento del cáncer? La quimioterapia. Así que ¿por qué hacer dieta cetogénica cuando se puede hacer quimioterapia? 

Los promotores de las dietas cetogénicas para el cáncer están pagados por las llamadas empresas de tecnología de las cetonas que se ofrecen a enviarte caldo de huesos en polvo de caramelo salado a cien pavos el medio kilo o empresas que comercializan comidas cetogénicas e informan de respuestas anecdóticas “extraordinarias” en algunos pacientes con cáncer. Pero simplemente faltan, pruebas más concretas, e incluso los fundamentos teóricos pueden ser cuestionables. Una cantinela habitual es “el cáncer se alimenta de azúcar”. Pero todas las células se alimentan de azúcar. Defender las dietas cetogénicas para el cáncer es como decir que Hitler respiraba aire, así que deberíamos boicotear el oxígeno. 

El cáncer también puede alimentarse de cetonas. Se ha descubierto que las cetonas estimulan el crecimiento del cáncer de mama humano e impulsan la metástasis en un modelo experimental, en el que multiplican por más de dos el crecimiento del tumor. Algunos incluso han especulado con que esta puede ser la razón por la que el cáncer de mama a menudo hace metástasis en el hígado, el principal lugar de producción de cetonas. Como se puede ver a continuación y en el punto 4:59 de mi video ¿Es realmente efectiva la dieta cetogénica contra el cáncer?, si vas poniendo gotas de cetonas directamente sobre las células de cáncer de mama en una placa de Petri, los genes que se activan y desactivan hacen que el cáncer sea mucho más agresivo, y se asocia con una supervivencia significativamente menor a cinco años en pacientes con cáncer de mama, como se puede ver en el gráfico a continuación y en el punto 5:05 de mi video. Los investigadores están estudiando incluso la posibilidad de diseñar fármacos que bloqueen la cetona para evitar que el cáncer siga creciendo al detener la producción de cetonas.  

Pensemos también en lo que puede suponer seguir una dieta cetogénica. El consumo elevado de grasa animal puede aumentar el riesgo de mortalidad entre las supervivientes de cáncer de mama y, potencialmente, desempeñar un papel en el desarrollo del cáncer de mama en primer lugar a través del estrés oxidativo, la alteración hormonal o la inflamación. Esto también se aplica a los hombres. Se ha encontrado “una estrecha asociación” “entre el consumo de grasas saturadas y la progresión y supervivencia del cáncer de próstata”. Aquellos que se encuentran en el tercio superior del consumo de este tipo de alimentos de origen animal ricos en grasa parecían triplicar su riesgo de morir de cáncer de próstata. Tampoco se trata necesariamente de la grasa en general. No se han encontrado diferencias en las tasas de mortalidad por cáncer de mama en función de la ingesta total de grasas. Sin embargo, la ingesta específica de grasas saturadas puede afectar negativamente a la supervivencia del cáncer de mama y aumentar el riesgo de morir por esta causa en un 50 %. Hay una razón por la cual la guía oficial de cuidados para los supervivientes de cáncer de mama de la American Cancer Society y la American Society of Clinical Oncology, las sociedades contra el cáncer y de oncología clínica estadounidenses, recomienda un patrón dietético para pacientes con cáncer de mama que es esencialmente lo contrario de una dieta cetogénica. Se trata de una dieta “rica en verduras, frutas, cereales integrales y legumbres [alubias, guisantes, garbanzos y lentejas], baja en grasas saturadas y con un consumo limitado de alcohol”. 

“Hasta la fecha, ni un solo estudio clínico ha demostrado un beneficio medible de una dieta cetogénica en un cáncer humano”. Sin embargo, actualmente hay al menos una docena de ensayos en marcha, y la esperanza es que al menos algunos tipos de cáncer respondan. Aun así, incluso entonces, eso no serviría como base para recomendar dietas cetogénicas para la población en general más que recomendar a todo el mundo que se someta a radiación, cirugía y quimioterapia porque sí. 

“Cetogénico” ha sido la palabra clave más buscada en NutritionFacts.org durante meses, y yo no tenía mucha información específica que ofrecer… hasta ahora. Échales un vistazo a mis otros videos sobre el tema en videos relacionados a continuación.  

 Para una visión general de mi trabajo sobre el cáncer, consulta Cómo no morir de cáncer

Key Takeaways

    • El combustible universal para las células de nuestro cuerpo es el azúcar en sangre (también conocido como glucosa en sangre).
    • Aunque podemos fabricar glucosa descomponiendo proteínas, la mayor parte proviene de nuestra dieta en forma de azúcares y almidones.
    • Cuando dejamos de comer hidratos de carbono (o dejamos de comer del todo), la mayoría de nuestras células pasan de quemar azúcar a quemar grasa. Sin embargo, la grasa tiene problemas para atravesar la barrera hematoencefálica.
    • En 1967, investigadores de Harvard descubrieron que las cetonas sustituyen a la glucosa como combustible preferido del cerebro tras un mes de ayuno. Nuestro hígado es capaz de convertir la grasa en cetonas, que pueden atravesar la barrera hematoencefálica y alimentar nuestro cerebro si no ingerimos suficientes carbohidratos.
    • El cambio de combustibles se ha utilizado para tratar la epilepsia desde la antigüedad, y la prescripción del ayuno para tratar los ataques epilépticos se remonta a Hipócrates.
    • A día de hoy, no está claro por qué cambiar el azúcar en sangre a cetonas como fuente primaria de combustible tiene semejante efecto amortiguador sobre la hiperactividad cerebral.
    • En 1921, un médico científico de la Clínica Mayo propuso lo que denominó “dietas cetogénicas” patrones alimentarios ricas en grasas diseñadas para ser tan deficientes en carbohidratos que pudieran imitar eficazmente el estado de ayuno.
    • En muchos ensayos se observó su eficacia, pero las dietas cetogénicas empezaron a perder popularidad en 1938 con el descubrimiento de lo que hoy se conoce en Estados Unidos como Dilantin, aunque todavía se utilizan como tratamiento de tercera o cuarta línea para la epilepsia refractaria a los fármacos en niños.
    • Algunos defensores de la dieta cetogénica sugieren que es útil para todos, no solo para los que padecen epilepsia pediátrica.
    • Se ha promovido a as dietas cetogénicas para el cáncer, pero faltan pruebas concretas y los fundamentos teóricos pueden ser cuestionables.  
    • El cáncer se puede alimentar de cetonas, que estimulan el crecimiento del cáncer de mama humano e impulsan la metástasis en un modelo experimental, en el que multiplican por más de dos el crecimiento del tumor.
    • Los investigadores están estudiando la posibilidad de desarrollar fármacos que bloqueen las cetonas para evitar que el cáncer siga creciendo al detener su producción.
    • Una dieta cetogénica puede incluir un elevado consumo de grasa animal, que puede aumentar el riesgo de mortalidad entre los supervivientes de cáncer de mama y desempeñar un papel potencial en el desarrollo inicial de ese cáncer, y se ha encontrado una estrecha relación entre el consumo de grasas saturadas y la progresión y la supervivencia del cáncer de próstata.

     

    • La ingesta de grasas saturadas puede influir negativamente en la supervivencia del cáncer de mama, y aumentar el riesgo de morir por esta causa en un 50 %, y los hombres situados en el tercio superior del consumo de alimentos de origen animal ricos en grasas parecen triplicar el riesgo de morir por cáncer de próstata.
    • La guía de cuidados para supervivientes de cáncer de mama de la American Cancer Society y la American Society of Clinical Oncology recomiendan a las pacientes con cáncer de mama seguir una dieta que es esencialmente lo contrario de una dieta cetogénica, esto es, una que sea alta en alimentos vegetales integrales, baja en grasas saturadas y con alcohol limitado.
    • Hasta la fecha, ni un solo estudio clínico ha demostrado “un beneficio medible de una dieta cetogénica en un cáncer humano”.

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