¿Es realmente efectiva la dieta cetogénica contra el cáncer?

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El uso clínico de las dietas cetogénicas para la epilepsia y el cáncer: ¿qué dice la ciencia?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Leonardo Alanís y Leslie Salas voluntarios activos en NutritionFacts.org.

El azúcar en la sangre, también conocido como glucosa en la sangre, es el combustible universal para las células en todo nuestro cuerpo. Nuestro cerebro quema más de 100 gramos de azúcar al día: es su combustible metabólico preferido. Nuestro cuerpo puede descomponer proteínas y producir glucosa desde cero, pero la mayoría proviene de lo que comemos en forma de azúcares y almidones. Si dejamos de comer carbohidratos o dejamos de comer por completo, la mayoría de nuestras células cambian su metabolismo y comienzan a quemar grasa, pero la grasa tiene dificultad atravesando la barrera hematoencefálica. Nuestro cerebro tiene una necesidad masiva de combustible de forma continua; es un órgano que representa hasta la mitad de nuestras necesidades energéticas. Por eso sin azúcar, las luces se apagan… permanentemente.

Para generar tanta azúcar desde cero, nuestro cuerpo necesitaría descomponer alrededor de 250 gramos de proteína al día. Eso significa que nos canibalizaríamos hasta la muerte en dos semanas, pero la gente puede ayunar por meses. La respuesta a este misterio fue descubierta en 1967. Investigadores de Harvard realizaron el famoso injerto de catéteres en el cerebro de pacientes con obesidad que habían estado ayunando durante más de un mes y descubrieron que las cetonas habían reemplazado a la glucosa como el principal combustible del cerebro. Tu hígado puede convertir la grasa en cetonas, las cuales son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica y mantener a tu cerebro cuando no estás obteniendo suficientes carbohidratos. Este cambio de combustible tiene tal efecto en la actividad cerebral que se ha utilizado para tratar la epilepsia desde la antigüedad. 

La prescripción de ayunar para el tratamiento de las convulsiones epilépticas se remonta a Hipócrates. En la Biblia, Jesús parece haber estado de acuerdo… Sin embargo, en la actualidad aún no está claro por qué cambiar del azúcar a las cetonas como fuente primaria de combustible tiene un efecto tranquilizante en la hiperactividad del cerebro. Pero, ¿cuánto tiempo puedes ayunar? En 1921, un distinguido médico e investigador de la Clínica Mayo sugirió intentar lo que él llamó una “dieta cetogénica” para prolongar la terapia de ayuno, una dieta alta en grasas diseñada para ser tan deficiente en carbohidratos, que podía efectivamente imitar el estado de ayuno. La primera vez que se puso a prueba se reportó una “mejoría notable” y su eficacia se confirmó luego en ensayos aleatorizados y controlados. Pero, las dietas cetogénicas comenzaron a caer en el olvido en 1938 con el descubrimiento de una droga anticonvulsiva que se conocería como Dilantin; sin embargo, todavía están en uso hoy en día como un tratamiento de  tercera o cuarta línea para la epilepsia refractaria a fármacos en niños. 

Curiosamente, el éxito de las dietas cetogénicas contra la epilepsia pediátrica parece confundir a los proponentes de la “dieta ceto”, quienes sugieren que una dieta cetogénica es beneficiosa para todos. Pero, ¿sabes qué otra cosa a veces funciona para la epilepsia intratable? La cirugía cerebral. Sin embargo, no escucho a la gente en el gimnasio emocionada porque les abran la cabeza. ¿Desde cuándo las terapias médicas se traducen en opciones de estilo de vida saludables? Alterar la actividad cerebral con terapia de electroshock puede ser útil en algunos casos de depresión severa. Entonces, ¿nos deberían de poner electrodos a todos? Las dietas cetogénicas también se están probando para ver si pueden ralentizar el crecimiento de ciertos tumores cerebrales. Incluso si eso funciona, ¿sabes qué más puede ayudarte a retardar el crecimiento del cáncer? La quimioterapia. Entonces, ¿por qué hacer la ceto cuando puedes hacer la quimio? 

Los promotores de las dietas cetogénicas para el cáncer, pagados por las supuestas empresas de la “tecnología de cetonas” que te envían caldo de polvo de huesos de caramelo salado por cien dólares el medio kilo o por empresas que comercializan comidas cetogénicas, reportan respuestas anecdóticas “extraordinarias” en algunos pacientes con cáncer. Pero simplemente faltan pruebas más concretas. Incluso los fundamentos teóricos pueden ser cuestionables. Ya sabes, se dice comúnmente que “el cáncer se alimenta de azúcar.” Sin embargo, todas las células se alimentan de azúcar. Promover las dietas cetogénicas para el cáncer es como decir que Hitler respiraba aire: así que hay que boicotear el oxígeno. 

El cáncer puede alimentarse de cetonas también. Se ha encontrado que las cetonas estimulan el crecimiento del cáncer de mama humano y que pueden promover la metástasis en un modelo experimental, más que duplicando el crecimiento tumoral. Algunos incluso han especulado que esta puede ser la razón por la cual el cáncer de mama a menudo hace metástasis al hígado, que es el sitio principal de producción de cetonas. Si administras cetonas a células de cáncer de mama en una placa de Petri, los genes que se activan y desactivan hacen que el cáncer sea mucho más agresivo, asociándose significativamente con una supervivencia cinco años menor en pacientes con cáncer de mama. Los investigadores incluso están considerando diseñar fármacos que bloqueen las cetonas para detener su producción y prevenir un mayor crecimiento del cáncer. 

Y piensa lo que podría implicar comer una dieta cetogénica. La alta ingesta de grasas animales puede aumentar el riesgo de mortalidad entre los sobrevivientes de cáncer de mama y potencialmente desempeñar un papel en su desarrollo a través del estrés oxidativo, interrupción hormonal o inflamación. Esto también puede ocurrirle a los hombres. Se ha encontrado una asociación fuerte entre la ingesta de grasas saturadas y la progresión del cáncer de próstata. Aquellos que se encuentran en el tercio de consumo superior de este tipo de alimentos animales ricos en grasa parecieron triplicar su riesgo de morir de cáncer de próstata. Y no se trata necesariamente de la grasa en general. No hay diferencia en las tasas de mortalidad del cáncer de mama basadas en la ingesta de grasa total, pero la ingesta de grasas saturadas puede tener un impacto negativo en la supervivencia del cáncer de mama, un aumento de 50% de riesgo mayor de morir de cáncer de mama. Hay una razón por la que las Pautas oficiales para el cuidado de la supervivencia del cáncer de mama de la Sociedad Americana del Cáncer y de la Sociedad Americana de Oncología Clínica recomiendan un modelo alimenticio para pacientes con cáncer de mama que es esencialmente lo contrario a una dieta cetogénica: “abundantes verduras, frutas, granos enteros y legumbres (o sea frijoles, chícharos, garbanzos y lentejas) y muy pocas grasas saturadas.” 

Hasta el momento, ni un solo estudio clínico ha demostrado un beneficio medible de una dieta cetogénica para cualquier cáncer humano. Sin embargo, actualmente hay al menos una docena de ensayos en curso y la esperanza es que al menos se observe una respuesta positiva para al menos algunos tipos de cáncer. Aún así, incluso eso no serviría como base para recomendar dietas cetogénicas a la población general, más de lo podría recomendarse someterse a radiación, cirugía y quimio solo porque sí.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Créditos de la imagen: Ted Eytan vía flickr. La imagen ha sido modificada.

Gráficos de Avocado Video

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El azúcar en la sangre, también conocido como glucosa en la sangre, es el combustible universal para las células en todo nuestro cuerpo. Nuestro cerebro quema más de 100 gramos de azúcar al día: es su combustible metabólico preferido. Nuestro cuerpo puede descomponer proteínas y producir glucosa desde cero, pero la mayoría proviene de lo que comemos en forma de azúcares y almidones. Si dejamos de comer carbohidratos o dejamos de comer por completo, la mayoría de nuestras células cambian su metabolismo y comienzan a quemar grasa, pero la grasa tiene dificultad atravesando la barrera hematoencefálica. Nuestro cerebro tiene una necesidad masiva de combustible de forma continua; es un órgano que representa hasta la mitad de nuestras necesidades energéticas. Por eso sin azúcar, las luces se apagan… permanentemente.

Para generar tanta azúcar desde cero, nuestro cuerpo necesitaría descomponer alrededor de 250 gramos de proteína al día. Eso significa que nos canibalizaríamos hasta la muerte en dos semanas, pero la gente puede ayunar por meses. La respuesta a este misterio fue descubierta en 1967. Investigadores de Harvard realizaron el famoso injerto de catéteres en el cerebro de pacientes con obesidad que habían estado ayunando durante más de un mes y descubrieron que las cetonas habían reemplazado a la glucosa como el principal combustible del cerebro. Tu hígado puede convertir la grasa en cetonas, las cuales son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica y mantener a tu cerebro cuando no estás obteniendo suficientes carbohidratos. Este cambio de combustible tiene tal efecto en la actividad cerebral que se ha utilizado para tratar la epilepsia desde la antigüedad. 

La prescripción de ayunar para el tratamiento de las convulsiones epilépticas se remonta a Hipócrates. En la Biblia, Jesús parece haber estado de acuerdo… Sin embargo, en la actualidad aún no está claro por qué cambiar del azúcar a las cetonas como fuente primaria de combustible tiene un efecto tranquilizante en la hiperactividad del cerebro. Pero, ¿cuánto tiempo puedes ayunar? En 1921, un distinguido médico e investigador de la Clínica Mayo sugirió intentar lo que él llamó una “dieta cetogénica” para prolongar la terapia de ayuno, una dieta alta en grasas diseñada para ser tan deficiente en carbohidratos, que podía efectivamente imitar el estado de ayuno. La primera vez que se puso a prueba se reportó una “mejoría notable” y su eficacia se confirmó luego en ensayos aleatorizados y controlados. Pero, las dietas cetogénicas comenzaron a caer en el olvido en 1938 con el descubrimiento de una droga anticonvulsiva que se conocería como Dilantin; sin embargo, todavía están en uso hoy en día como un tratamiento de  tercera o cuarta línea para la epilepsia refractaria a fármacos en niños. 

Curiosamente, el éxito de las dietas cetogénicas contra la epilepsia pediátrica parece confundir a los proponentes de la “dieta ceto”, quienes sugieren que una dieta cetogénica es beneficiosa para todos. Pero, ¿sabes qué otra cosa a veces funciona para la epilepsia intratable? La cirugía cerebral. Sin embargo, no escucho a la gente en el gimnasio emocionada porque les abran la cabeza. ¿Desde cuándo las terapias médicas se traducen en opciones de estilo de vida saludables? Alterar la actividad cerebral con terapia de electroshock puede ser útil en algunos casos de depresión severa. Entonces, ¿nos deberían de poner electrodos a todos? Las dietas cetogénicas también se están probando para ver si pueden ralentizar el crecimiento de ciertos tumores cerebrales. Incluso si eso funciona, ¿sabes qué más puede ayudarte a retardar el crecimiento del cáncer? La quimioterapia. Entonces, ¿por qué hacer la ceto cuando puedes hacer la quimio? 

Los promotores de las dietas cetogénicas para el cáncer, pagados por las supuestas empresas de la “tecnología de cetonas” que te envían caldo de polvo de huesos de caramelo salado por cien dólares el medio kilo o por empresas que comercializan comidas cetogénicas, reportan respuestas anecdóticas “extraordinarias” en algunos pacientes con cáncer. Pero simplemente faltan pruebas más concretas. Incluso los fundamentos teóricos pueden ser cuestionables. Ya sabes, se dice comúnmente que “el cáncer se alimenta de azúcar.” Sin embargo, todas las células se alimentan de azúcar. Promover las dietas cetogénicas para el cáncer es como decir que Hitler respiraba aire: así que hay que boicotear el oxígeno. 

El cáncer puede alimentarse de cetonas también. Se ha encontrado que las cetonas estimulan el crecimiento del cáncer de mama humano y que pueden promover la metástasis en un modelo experimental, más que duplicando el crecimiento tumoral. Algunos incluso han especulado que esta puede ser la razón por la cual el cáncer de mama a menudo hace metástasis al hígado, que es el sitio principal de producción de cetonas. Si administras cetonas a células de cáncer de mama en una placa de Petri, los genes que se activan y desactivan hacen que el cáncer sea mucho más agresivo, asociándose significativamente con una supervivencia cinco años menor en pacientes con cáncer de mama. Los investigadores incluso están considerando diseñar fármacos que bloqueen las cetonas para detener su producción y prevenir un mayor crecimiento del cáncer. 

Y piensa lo que podría implicar comer una dieta cetogénica. La alta ingesta de grasas animales puede aumentar el riesgo de mortalidad entre los sobrevivientes de cáncer de mama y potencialmente desempeñar un papel en su desarrollo a través del estrés oxidativo, interrupción hormonal o inflamación. Esto también puede ocurrirle a los hombres. Se ha encontrado una asociación fuerte entre la ingesta de grasas saturadas y la progresión del cáncer de próstata. Aquellos que se encuentran en el tercio de consumo superior de este tipo de alimentos animales ricos en grasa parecieron triplicar su riesgo de morir de cáncer de próstata. Y no se trata necesariamente de la grasa en general. No hay diferencia en las tasas de mortalidad del cáncer de mama basadas en la ingesta de grasa total, pero la ingesta de grasas saturadas puede tener un impacto negativo en la supervivencia del cáncer de mama, un aumento de 50% de riesgo mayor de morir de cáncer de mama. Hay una razón por la que las Pautas oficiales para el cuidado de la supervivencia del cáncer de mama de la Sociedad Americana del Cáncer y de la Sociedad Americana de Oncología Clínica recomiendan un modelo alimenticio para pacientes con cáncer de mama que es esencialmente lo contrario a una dieta cetogénica: “abundantes verduras, frutas, granos enteros y legumbres (o sea frijoles, chícharos, garbanzos y lentejas) y muy pocas grasas saturadas.” 

Hasta el momento, ni un solo estudio clínico ha demostrado un beneficio medible de una dieta cetogénica para cualquier cáncer humano. Sin embargo, actualmente hay al menos una docena de ensayos en curso y la esperanza es que al menos se observe una respuesta positiva para al menos algunos tipos de cáncer. Aún así, incluso eso no serviría como base para recomendar dietas cetogénicas a la población general, más de lo podría recomendarse someterse a radiación, cirugía y quimio solo porque sí.

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Créditos de la imagen: Ted Eytan vía flickr. La imagen ha sido modificada.

Gráficos de Avocado Video

Nota del Doctor

“Ceto” ha sido la palabra clave más buscada en NutritionFacts.org por meses y no tenía nada específico para ofrecerles… hasta ahora.

Este video es el primero de una serie de siete, los próximos serán:

Para una descripción general de mi trabajo sobre el cáncer, ve Cómo no morir de cáncer.

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