Friday Favorites: ¿Qué alimentos y dietas tienen la menor huella de carbono?

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¿Cuánto gas de efecto invernadero causa la producción de diferentes alimentos si lo medimos en la distancia que recorren o en la energía que consumen?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Irene Belmonte voluntaria activa en NutritionFacts.org.

La agricultura tiene un gran impacto en los gases de efecto invernadero. ¿Qué comidas y dietas son las mejores para reducir el impacto?

“Nuestros hábitos alimenticios nos enferman cada vez más, a nosotros y al planeta”. Todo el mundo sale perdiendo. “Necesitamos transformar el sistema alimentario con urgencia.” El comité científico asesor de Estados Unidos “ha tenido en cuenta todos los estudios sobre el impacto de los alimentos en el medioambiente” y “por primera vez, ha incluido una entrada sobre seguridad alimentaria y sostenibilidad” en las Directrices dietéticas de los EE. UU. del 2015 al 2020. También concluye que “una dieta con mayor cantidad de alimentos de origen vegetal, como verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, y menor cantidad de alimentos de origen animal [no solo] mejora la salud, [sino que también] se asocia con un menor impacto ambiental…” Sin embargo, y a pesar del apoyo sin precedentes por parte del público, no es de sorprender que la última versión de las Guías Alimentarias publicadas por el Departamento de Agricultura de los EE. UU. no mencione en ningún momento la sostenibilidad. 

Ni siquiera hacen caso de las recomendaciones para una alimentación saludable, además de mencionar brevemente o nada en absoluto los límites en el consumo de alimentos de origen animal, a pesar de todo lo que ya sabemos. Incluso si ignoraran por completo la salud planetaria y simplemente se basaran en los estudios más recientes sobre alimentación saludable, los beneficios ambientales serían enormes. Reemplazar los alimentos de origen animal por vegetales no solo mejoraría la nutrición y ayudaría a las personas a vivir más años, sino que podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 84 %.

En general, los alimentos de origen vegetal “causan un menor impacto ambiental” en casi cualquier aspecto. En lo que respecta a huella de carbono, todos los alimentos que equivalen a conducir más de un kilómetro por ración son productos de origen animal. Estas son las emisiones de gases de efecto invernadero de varios alimentos. Aunque las chuletas de cordero o el pescado de piscifactoría son los peores, el pollo afecta el cambio climático hasta cinco veces más que, por ejemplo, las frutas tropicales. Pero las superestrellas del medioambiente siguen siendo las legumbres (frijoles, guisantes, garbanzos y lentejas).

“En los Estados Unidos, por ejemplo, sustituir la carne por legumbres a nivel nacional podría [por sí solo] generar hasta el 75 % del objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para el 2020 y ahorrar un terreno de 1.5 veces el tamaño de California”. Eso sin mencionar los beneficios para la salud. Y no solo se trata de los gases de efecto invernadero, sino que las legumbres requieren, además, “aproximadamente 18 veces menos tierra, 10 veces menos agua, 9 veces menos combustible, 12 veces menos fertilizante y 10 veces menos pesticidas”.

Así que sí, según la prestigiosa Comisión EAT-Lancet, las dietas a base de plantas podrían ser una mejor opción, pero apostar por hábitos más saludables como “enfatizar los cereales integrales, frutas, verduras, frutos secos y legumbres sin necesidad de llevar una dieta completamente a base de plantas, [también] sería beneficioso”. En Europa, por ejemplo, solo con “consumir la mitad de carne, lácteos… y huevos… se reducirían [hasta] un 40 % las emisiones de nitrógeno” y las de gases de efecto invernadero, y se requeriría una quinta parte menos de tierra. “Además, los cambios en la dieta también reducirían el riesgo de enfermedad” y la mortalidad por problemas cardiovasculares, la principal causa de muerte.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que “minimizar el impacto ambiental no mejora necesariamente la salud humana”. Sí, los productos de origen animal, los lácteos, los huevos, el pescado y la carne liberan una cantidad significativamente mayor de gases de efecto invernadero por ración que los alimentos de origen vegetal, pero comer azúcares añadidos y grasas saturadas tampoco te hará ningún favor.

En California, llevar una dieta con más productos de origen animal requiere más de nueve mil litros adicionales de agua a la semana. Sería el equivalente a ducharse más de 150 veces a la semana. Dejar de comer carne, aunque solo sea entre semana, podría ahorrar miles de litros semanales si lo comparamos con consumir carne cada día, además de reducir la huella de carbono diaria y la huella ecológica total aproximadamente un 40 %.

Algunos países ya están haciendo algo al respecto. “El gobierno de China”, por ejemplo, “ha creado un plan para reducir el consumo de carne de sus ciudadanos en un 50 %”, mientras que gran parte del resto del mundo parece estar haciendo todo lo contrario al invertir miles de millones de dólares de los contribuyentes para subvencionar la industrias cárnicas, lácteas y de huevos. Claro que todos podemos poner nuestro granito de arena, pero el hecho de que “los consumidores subestimen el impacto ambiental de los diferentes tipos de alimentos” podría obstaculizar los cambios en la forma de alimentarnos, aunque la solución podría ser un buen etiquetado. Por ejemplo, imagina que ves esto mientras tomas una lata de sopa de fideos con carne. La huella de carbono de una sola ración equivale a dejar una bombilla encendida durante 39 horas seguidas. Y no me refiero a una bombilla de bajo consumo, sino a una de esas bombillas antiguas de 100 watts. Si lo comparas con una sopa de verduras sin carne, la diferencia es de 34 horas. Imagínate a alguien regañándote por dejar la luz encendida durante 34 minutos, y ahora piensa en esas 34 horas simplemente por comerte una sopa con carne.

Más de un millón de niños en más de un centenar de países se unieron a la que “seguramente sea la mayor protesta en favor del medioambiente del mundo”, una “marcha mundial por el clima, en la que reclaman soluciones a los gobiernos” Un grupo de científicos y académicos escribió que “la preocupación de los jóvenes manifestantes está justificada” y “ respaldada por cientos de estudios”. Este movimiento demuestra que al menos los jóvenes son conscientes de la situación y “apoyamos por completo su demanda por una actuación rápida y contundente”.

Hay muchísimos aspectos que se podrían mejorar en el suministro de alimentos, como los aditivos alimentarios que podrían reducir los gases emitidos por el ganado. Según la prestigiosa Comisión EAT-Lancet, si los unimos todos podríamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por la industria agrícola hasta un 10 % en 2050 y “hasta un 80 %” si, en cambio, optamos por una alimentación vegetal.

Los gases emitidos por vacas, ovejas y cabras solo representan una fracción de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura animal. Por eso y según el IPCC, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, simplemente convertirse en un “omnívoro ecologista” y reducir los productos de rumiantes como la carne de res, no reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero tanto como llevar una dieta más saludable y limitar el consumo de carne en general. Y cuantos menos productos de origen animal se consuman, mejor.

“¿Qué dieta tiene el menor impacto medioambiental en nuestro planeta?” Tras realizar una revisión sistemática, descubrieron que alimentarse únicamente a base de plantas podría ser “la mejor dieta para el medio ambiente”. Pero no tiene porque ser todo o nada. Incluso si reducimos el consumo de carne a menos de 30 o 60 gramos al día, podríamos disminuir en gran medida las emisiones de gases de efecto invernadero. En cuanto al uso de la tierra, podríamos reducir muchísimo la huella de carbono llevando una dieta más saludable, como la dieta mediterránea, aunque las dietas basadas en plantas podrían reducirla hasta un 50 % o incluso más.

En general, las dietas que incluyen carne requieren aproximadamente tres veces más agua, 13 veces más fertilizantes, más del doble de energía y un 40 % más de pesticidas que las que no la incluyen. Si comparas en términos generales el impacto ambiental de las dietas omnívoras con las vegetarianas y las veganas, y observas no solo el calentamiento global, sino la acidificación del océano, la escorrentía agrícola, la contaminación del aire, la ecotoxicidad del agua y de la tierra, y la intoxicación por el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra en la que cultivamos los alimentos, consumir huevos y productos lácteos podría ser nueve veces más dañino que consumir plantas. Y comer huevos, lácteos y carne podría ser 17 veces peor que limitarse a consumir solo alimentos vegetales. Ah, y como beneficio extra, podríamos alimentar a 350 millones más de estadounidenses. ¡Prácticamente el equivalente a un país entero! Es muchísimo más efectivo que erradicar el desperdicio de alimentos.

En comparación con otros factores fuera de nuestro alcance, cambiar los hábitos de consumo de carne podría ser una forma relativamente barata y fácil de mitigar el cambio climático. Sin embargo, las encuestas sugieren que son pocos los que admiten que comer menos carne podría ser una buena oportunidad para aportar su granito de arena. Los estudios demuestran que los consumidores a menudo subestiman el impacto del consumo de carne en el medio ambiente en general y en el cambio climático en particular. Según expertos del cambio climático, “la efectividad innegable de una dieta con menos carne fue reconocida por [solo] el 6 % de [los estadounidenses encuestados], y eso fue después de que se les pidiera que admitieran que el cambio climático está sucediendo de verdad.”

“Existe un consenso científico abrumador de que el cambio climático es real y que lo estamos intensificando”, pero solo la mitad de los adultos estadounidenses lo creen. Esto no es así por casualidad. Al igual que la industria tabacalera intentó alterar la evidencia aplastante que confirmaba que fumar provoca cáncer, compañías como “Exxon orquestaron campañas de negación del cambio climático que paralizaron movimientos de gran importancia durante décadas”.

La verdad es que los grupos de defensa del medioambiente deberían ser un poco más sensatos. “Ninguna de las ONG más conocidas” pareció querer mostrar el vínculo entre el consumo de carne y el cambio climático. Por supuesto, todos conocían la evidencia, pero parece que la ciencia por sí sola no era suficiente. Es, básicamente, una forma más de negacionismo que puede convertirse en un ciclo vicioso: como hablar de ello no está bien visto, nadie lo hace, de modo que se sigue sin hablar de ello, lo cual priva al problema de la atención que necesita para ser solucionado. 

Y cuando sí que tienen algo que decir al respecto, prefieren limitarse a pedir una reducción moderada en el consumo de carne, lo cual es sorprendente dada la cantidad de estudios que demuestran el gran potencial que tienen los cambios a nivel individual para alcanzar un objetivo común aún mayor. Pero no quieren que se les vea diciendo a nadie lo que tiene que hacer, así que optan por pequeños cambios, como apagar el monitor de la computadora a la hora del almuerzo o imprimir a doble cara, a pesar de que “la acumulación de un gran número de personas que llevan a cabo pequeñas acciones para reducir su huella de carbono” puede acabar suponiendo un gran avance a nivel colectivo. Por desgracia, vivimos en un momento en el que es crucial imponer cambios ambiciosos de manera urgente.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Irene Belmonte voluntaria activa en NutritionFacts.org.

La agricultura tiene un gran impacto en los gases de efecto invernadero. ¿Qué comidas y dietas son las mejores para reducir el impacto?

“Nuestros hábitos alimenticios nos enferman cada vez más, a nosotros y al planeta”. Todo el mundo sale perdiendo. “Necesitamos transformar el sistema alimentario con urgencia.” El comité científico asesor de Estados Unidos “ha tenido en cuenta todos los estudios sobre el impacto de los alimentos en el medioambiente” y “por primera vez, ha incluido una entrada sobre seguridad alimentaria y sostenibilidad” en las Directrices dietéticas de los EE. UU. del 2015 al 2020. También concluye que “una dieta con mayor cantidad de alimentos de origen vegetal, como verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, y menor cantidad de alimentos de origen animal [no solo] mejora la salud, [sino que también] se asocia con un menor impacto ambiental…” Sin embargo, y a pesar del apoyo sin precedentes por parte del público, no es de sorprender que la última versión de las Guías Alimentarias publicadas por el Departamento de Agricultura de los EE. UU. no mencione en ningún momento la sostenibilidad. 

Ni siquiera hacen caso de las recomendaciones para una alimentación saludable, además de mencionar brevemente o nada en absoluto los límites en el consumo de alimentos de origen animal, a pesar de todo lo que ya sabemos. Incluso si ignoraran por completo la salud planetaria y simplemente se basaran en los estudios más recientes sobre alimentación saludable, los beneficios ambientales serían enormes. Reemplazar los alimentos de origen animal por vegetales no solo mejoraría la nutrición y ayudaría a las personas a vivir más años, sino que podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 84 %.

En general, los alimentos de origen vegetal “causan un menor impacto ambiental” en casi cualquier aspecto. En lo que respecta a huella de carbono, todos los alimentos que equivalen a conducir más de un kilómetro por ración son productos de origen animal. Estas son las emisiones de gases de efecto invernadero de varios alimentos. Aunque las chuletas de cordero o el pescado de piscifactoría son los peores, el pollo afecta el cambio climático hasta cinco veces más que, por ejemplo, las frutas tropicales. Pero las superestrellas del medioambiente siguen siendo las legumbres (frijoles, guisantes, garbanzos y lentejas).

“En los Estados Unidos, por ejemplo, sustituir la carne por legumbres a nivel nacional podría [por sí solo] generar hasta el 75 % del objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para el 2020 y ahorrar un terreno de 1.5 veces el tamaño de California”. Eso sin mencionar los beneficios para la salud. Y no solo se trata de los gases de efecto invernadero, sino que las legumbres requieren, además, “aproximadamente 18 veces menos tierra, 10 veces menos agua, 9 veces menos combustible, 12 veces menos fertilizante y 10 veces menos pesticidas”.

Así que sí, según la prestigiosa Comisión EAT-Lancet, las dietas a base de plantas podrían ser una mejor opción, pero apostar por hábitos más saludables como “enfatizar los cereales integrales, frutas, verduras, frutos secos y legumbres sin necesidad de llevar una dieta completamente a base de plantas, [también] sería beneficioso”. En Europa, por ejemplo, solo con “consumir la mitad de carne, lácteos… y huevos… se reducirían [hasta] un 40 % las emisiones de nitrógeno” y las de gases de efecto invernadero, y se requeriría una quinta parte menos de tierra. “Además, los cambios en la dieta también reducirían el riesgo de enfermedad” y la mortalidad por problemas cardiovasculares, la principal causa de muerte.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que “minimizar el impacto ambiental no mejora necesariamente la salud humana”. Sí, los productos de origen animal, los lácteos, los huevos, el pescado y la carne liberan una cantidad significativamente mayor de gases de efecto invernadero por ración que los alimentos de origen vegetal, pero comer azúcares añadidos y grasas saturadas tampoco te hará ningún favor.

En California, llevar una dieta con más productos de origen animal requiere más de nueve mil litros adicionales de agua a la semana. Sería el equivalente a ducharse más de 150 veces a la semana. Dejar de comer carne, aunque solo sea entre semana, podría ahorrar miles de litros semanales si lo comparamos con consumir carne cada día, además de reducir la huella de carbono diaria y la huella ecológica total aproximadamente un 40 %.

Algunos países ya están haciendo algo al respecto. “El gobierno de China”, por ejemplo, “ha creado un plan para reducir el consumo de carne de sus ciudadanos en un 50 %”, mientras que gran parte del resto del mundo parece estar haciendo todo lo contrario al invertir miles de millones de dólares de los contribuyentes para subvencionar la industrias cárnicas, lácteas y de huevos. Claro que todos podemos poner nuestro granito de arena, pero el hecho de que “los consumidores subestimen el impacto ambiental de los diferentes tipos de alimentos” podría obstaculizar los cambios en la forma de alimentarnos, aunque la solución podría ser un buen etiquetado. Por ejemplo, imagina que ves esto mientras tomas una lata de sopa de fideos con carne. La huella de carbono de una sola ración equivale a dejar una bombilla encendida durante 39 horas seguidas. Y no me refiero a una bombilla de bajo consumo, sino a una de esas bombillas antiguas de 100 watts. Si lo comparas con una sopa de verduras sin carne, la diferencia es de 34 horas. Imagínate a alguien regañándote por dejar la luz encendida durante 34 minutos, y ahora piensa en esas 34 horas simplemente por comerte una sopa con carne.

Más de un millón de niños en más de un centenar de países se unieron a la que “seguramente sea la mayor protesta en favor del medioambiente del mundo”, una “marcha mundial por el clima, en la que reclaman soluciones a los gobiernos” Un grupo de científicos y académicos escribió que “la preocupación de los jóvenes manifestantes está justificada” y “ respaldada por cientos de estudios”. Este movimiento demuestra que al menos los jóvenes son conscientes de la situación y “apoyamos por completo su demanda por una actuación rápida y contundente”.

Hay muchísimos aspectos que se podrían mejorar en el suministro de alimentos, como los aditivos alimentarios que podrían reducir los gases emitidos por el ganado. Según la prestigiosa Comisión EAT-Lancet, si los unimos todos podríamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por la industria agrícola hasta un 10 % en 2050 y “hasta un 80 %” si, en cambio, optamos por una alimentación vegetal.

Los gases emitidos por vacas, ovejas y cabras solo representan una fracción de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura animal. Por eso y según el IPCC, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, simplemente convertirse en un “omnívoro ecologista” y reducir los productos de rumiantes como la carne de res, no reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero tanto como llevar una dieta más saludable y limitar el consumo de carne en general. Y cuantos menos productos de origen animal se consuman, mejor.

“¿Qué dieta tiene el menor impacto medioambiental en nuestro planeta?” Tras realizar una revisión sistemática, descubrieron que alimentarse únicamente a base de plantas podría ser “la mejor dieta para el medio ambiente”. Pero no tiene porque ser todo o nada. Incluso si reducimos el consumo de carne a menos de 30 o 60 gramos al día, podríamos disminuir en gran medida las emisiones de gases de efecto invernadero. En cuanto al uso de la tierra, podríamos reducir muchísimo la huella de carbono llevando una dieta más saludable, como la dieta mediterránea, aunque las dietas basadas en plantas podrían reducirla hasta un 50 % o incluso más.

En general, las dietas que incluyen carne requieren aproximadamente tres veces más agua, 13 veces más fertilizantes, más del doble de energía y un 40 % más de pesticidas que las que no la incluyen. Si comparas en términos generales el impacto ambiental de las dietas omnívoras con las vegetarianas y las veganas, y observas no solo el calentamiento global, sino la acidificación del océano, la escorrentía agrícola, la contaminación del aire, la ecotoxicidad del agua y de la tierra, y la intoxicación por el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra en la que cultivamos los alimentos, consumir huevos y productos lácteos podría ser nueve veces más dañino que consumir plantas. Y comer huevos, lácteos y carne podría ser 17 veces peor que limitarse a consumir solo alimentos vegetales. Ah, y como beneficio extra, podríamos alimentar a 350 millones más de estadounidenses. ¡Prácticamente el equivalente a un país entero! Es muchísimo más efectivo que erradicar el desperdicio de alimentos.

En comparación con otros factores fuera de nuestro alcance, cambiar los hábitos de consumo de carne podría ser una forma relativamente barata y fácil de mitigar el cambio climático. Sin embargo, las encuestas sugieren que son pocos los que admiten que comer menos carne podría ser una buena oportunidad para aportar su granito de arena. Los estudios demuestran que los consumidores a menudo subestiman el impacto del consumo de carne en el medio ambiente en general y en el cambio climático en particular. Según expertos del cambio climático, “la efectividad innegable de una dieta con menos carne fue reconocida por [solo] el 6 % de [los estadounidenses encuestados], y eso fue después de que se les pidiera que admitieran que el cambio climático está sucediendo de verdad.”

“Existe un consenso científico abrumador de que el cambio climático es real y que lo estamos intensificando”, pero solo la mitad de los adultos estadounidenses lo creen. Esto no es así por casualidad. Al igual que la industria tabacalera intentó alterar la evidencia aplastante que confirmaba que fumar provoca cáncer, compañías como “Exxon orquestaron campañas de negación del cambio climático que paralizaron movimientos de gran importancia durante décadas”.

La verdad es que los grupos de defensa del medioambiente deberían ser un poco más sensatos. “Ninguna de las ONG más conocidas” pareció querer mostrar el vínculo entre el consumo de carne y el cambio climático. Por supuesto, todos conocían la evidencia, pero parece que la ciencia por sí sola no era suficiente. Es, básicamente, una forma más de negacionismo que puede convertirse en un ciclo vicioso: como hablar de ello no está bien visto, nadie lo hace, de modo que se sigue sin hablar de ello, lo cual priva al problema de la atención que necesita para ser solucionado. 

Y cuando sí que tienen algo que decir al respecto, prefieren limitarse a pedir una reducción moderada en el consumo de carne, lo cual es sorprendente dada la cantidad de estudios que demuestran el gran potencial que tienen los cambios a nivel individual para alcanzar un objetivo común aún mayor. Pero no quieren que se les vea diciendo a nadie lo que tiene que hacer, así que optan por pequeños cambios, como apagar el monitor de la computadora a la hora del almuerzo o imprimir a doble cara, a pesar de que “la acumulación de un gran número de personas que llevan a cabo pequeñas acciones para reducir su huella de carbono” puede acabar suponiendo un gran avance a nivel colectivo. Por desgracia, vivimos en un momento en el que es crucial imponer cambios ambiciosos de manera urgente.

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Producción de Glass Entertainment

Gráficos de Avocado Video

Nota del Doctor

Revisa las soluciones dietéticas para la crisis climática y ¿Qué dietas tienen la huella de carbono más pequeña?

También tengo un video más antiguo acerca de La dieta y el cambio climático: cocinando una tormenta y una versión descargable sobre el uso de la carne vegetal o cultivada para mitigar el cambio climático (y las pandemias).

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Los videos fueron publicados originalmente el 16 y 18 de febrero de 2020.

Échale un vistazo a la página de información sobre los recursos traducidos.

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