La dieta y el cambio climático: cocinando una tormenta

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Actualmente la causa principal de la mayoría de muertes es la epidemia de enfermedades crónicas. Pero, al mismo tiempo, el calentamiento global es considerado una amenaza importante para la salud pública. ¿Cómo podemos comer una dieta que pueda combatir las enfermedades alimenticias y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) al mismo tiempo?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.

Una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo editorializó que el cambio climático representa la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI, y que actualmente las enfermedades crónicas son, por mucho, la principal causa de muerte. ¿Puede haber una manera de combatir ambos al mismo tiempo? Por ejemplo, montar en bicicleta en vez de conducir es beneficioso para la gente, el planeta y el bolsillo ya que es bueno para nuestra salud, el medio ambiente y también es más barato. ¿Hay situaciones similares y beneficiosas en cuento a la dieta?

Los alimentos que producen la mayoría de los gases de efecto invernadero parecen ser los mismos que están contribuyendo a muchas de las enfermedades crónicas. La carne, el pescado, los huevos y lácteos son los alimentos que tienen mayor impacto ambiental, mientras que los cereales, las legumbres, frutas y verduras tienen un menor impacto. Y, no sólo los alimentos con un mayor impacto ambiental tienden a tener menos calidad nutricional, también tienen un precio más alto por libra, consiguiendo así ese escenario beneficioso cuando se disminuye el consumo de esos alimentos.

La Comisión Europea, el órgano directivo de la Unión Europea, encargó un estudio sobre lo que las personas pueden hacer para ayudar al clima. En cuanto al transporte, si los europeos comenzaran a conducir vehículos eléctricos, se podría prevenir la emisión de hasta 174 millones de toneladas de carbono. También podríamos bajar el termostato un poco o quizás ponernos un suéter. Pero el cambio más impactante que la gente puede hacer es cambiarse a una dieta libre de carne. Lo que comemos puede tener más impacto en el cambio climático que lo que conducimos. Incluso eliminar el consumo de la proteína animal un día de la semana puede tener un efecto muy fuerte. Así que los lunes sin carne pueden ganarle a trabajar desde la casa toda una semana para no conducir.

Y una dieta estrictamente a base de plantas puede ser mejor aún, ya que es responsable de sólo la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero que la de la proteína animal. En general, los estudios sugieren que unos cambios moderados en la dieta no son suficientes para reducir el impacto causado por el consumo de alimentos drásticamente. Cambios hacia dietas más saludables, pero sin alguna reducción significativa del consumo de carne y lácteos, sólo resultan en reducciones mínimas a los impactos ambientales. Esto se debe a que el promedio de la aportación de energía fósil para los sistemas de producción de proteína animal es alrededor de 25 calorías de aporte de energía fósil por cada caloría producida, más de once veces mayor que para la producción de proteína de grano la cual es de alrededor de dos a uno.

Investigadores en Italia compararon siete dietas diferentes para ver cuál era la más respetuosa con el medio ambiente. Compararon una dieta convencional, omnívora y adherida a pautas nutricionales con una dieta omnívora orgánica, una vegetariana convencional, una vegetariana orgánica, una vegana convencional, una vegana orgánica, y con lo que come típicamente una persona promedio. Para cada patrón dietético se midieron los carcinógenos, la contaminación del aire, el cambio climático, los efectos a la capa de ozono, el ecosistema, la lluvia ácida, la tierra, minerales y el uso de combustibles fósiles. Y estas son las conclusiones: ésta es la cantidad de recursos que se necesitan para alimentar a la gente en sus dietas actuales. Y estos son los efectos negativos que la dieta tiene sobre el ecosistema, y los efectos adversos sobre la salud humana. Si comían una dieta saludable, conforme a las recomendaciones dietéticas, el impacto ambiental sería significativamente menor. Una dieta omnívora orgánica sería mejor, similar a una dieta vegetariana de alimentos convencionales, superada por una dieta vegetariana orgánica, una vegana convencional y una vegana orgánica. El informe de la Comisión explica que las barreras para la reducción de los productos de origen animal son: la falta de conocimiento, hábitos arraigados y culturas culinarias. Las medidas políticas propuestas incluyen impuestos para la carne o proteína animal, campañas de educación, y poner la información sobre las emisiones de gases de efecto invernadero en el etiquetado de los alimentos.

Mitigar el cambio climático es caro. Una transición global incluso a una dieta con poca carne, como se recomienda por razones de salud, podría reducir estos gastos. Una dieta saludable baja en carne reduciría el precio de atenuar el cambio climático desde un 1% del PIB en más de la mitad, una dieta sin carne podría cortar dos tercios del gasto y una dieta sin productos animales podría reducir el gasto un 80%.

ero muchos no son conscientes de la vaca en la sala.

Parece que muy poca gente es consciente de que el sector ganadero es uno de los mayores contribuyentes de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero eso está cambiando.

El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido está tomando un papel de liderazgo en la reducción de las emisiones de carbono. Los pacientes, visitantes y personal pueden esperar menús saludables y bajos en emisiones de carbono con mucha menos carne, lácteos y huevos, ya que la evidencia muestra que esas contribuyen al cambio climático.

El Gobierno sueco ha modificado recientemente sus recomendaciones dietéticas animando a los ciudadanos a comer menos carne. Incluso si buscamos sólo lograr el objetivo conservador de evitar un aumento a largo plazo de emisiones de gases de efecto invernadero de la ganadería, todavía nos lleva a recomendaciones más radicales tales como reducir los niveles actuales del consumo a la mitad en países ricos —algo improbable, si no hay recompensas directas a los ciudadanos por hacerlo—. Afortunadamente, existen tales recompensas: beneficios de salud importantes. Ayudando al planeta, podemos ayudarnos a nosotros mismos.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

 

Imágenes gracias a Navidad a través de Flickr.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.

Una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo editorializó que el cambio climático representa la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI, y que actualmente las enfermedades crónicas son, por mucho, la principal causa de muerte. ¿Puede haber una manera de combatir ambos al mismo tiempo? Por ejemplo, montar en bicicleta en vez de conducir es beneficioso para la gente, el planeta y el bolsillo ya que es bueno para nuestra salud, el medio ambiente y también es más barato. ¿Hay situaciones similares y beneficiosas en cuento a la dieta?

Los alimentos que producen la mayoría de los gases de efecto invernadero parecen ser los mismos que están contribuyendo a muchas de las enfermedades crónicas. La carne, el pescado, los huevos y lácteos son los alimentos que tienen mayor impacto ambiental, mientras que los cereales, las legumbres, frutas y verduras tienen un menor impacto. Y, no sólo los alimentos con un mayor impacto ambiental tienden a tener menos calidad nutricional, también tienen un precio más alto por libra, consiguiendo así ese escenario beneficioso cuando se disminuye el consumo de esos alimentos.

La Comisión Europea, el órgano directivo de la Unión Europea, encargó un estudio sobre lo que las personas pueden hacer para ayudar al clima. En cuanto al transporte, si los europeos comenzaran a conducir vehículos eléctricos, se podría prevenir la emisión de hasta 174 millones de toneladas de carbono. También podríamos bajar el termostato un poco o quizás ponernos un suéter. Pero el cambio más impactante que la gente puede hacer es cambiarse a una dieta libre de carne. Lo que comemos puede tener más impacto en el cambio climático que lo que conducimos. Incluso eliminar el consumo de la proteína animal un día de la semana puede tener un efecto muy fuerte. Así que los lunes sin carne pueden ganarle a trabajar desde la casa toda una semana para no conducir.

Y una dieta estrictamente a base de plantas puede ser mejor aún, ya que es responsable de sólo la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero que la de la proteína animal. En general, los estudios sugieren que unos cambios moderados en la dieta no son suficientes para reducir el impacto causado por el consumo de alimentos drásticamente. Cambios hacia dietas más saludables, pero sin alguna reducción significativa del consumo de carne y lácteos, sólo resultan en reducciones mínimas a los impactos ambientales. Esto se debe a que el promedio de la aportación de energía fósil para los sistemas de producción de proteína animal es alrededor de 25 calorías de aporte de energía fósil por cada caloría producida, más de once veces mayor que para la producción de proteína de grano la cual es de alrededor de dos a uno.

Investigadores en Italia compararon siete dietas diferentes para ver cuál era la más respetuosa con el medio ambiente. Compararon una dieta convencional, omnívora y adherida a pautas nutricionales con una dieta omnívora orgánica, una vegetariana convencional, una vegetariana orgánica, una vegana convencional, una vegana orgánica, y con lo que come típicamente una persona promedio. Para cada patrón dietético se midieron los carcinógenos, la contaminación del aire, el cambio climático, los efectos a la capa de ozono, el ecosistema, la lluvia ácida, la tierra, minerales y el uso de combustibles fósiles. Y estas son las conclusiones: ésta es la cantidad de recursos que se necesitan para alimentar a la gente en sus dietas actuales. Y estos son los efectos negativos que la dieta tiene sobre el ecosistema, y los efectos adversos sobre la salud humana. Si comían una dieta saludable, conforme a las recomendaciones dietéticas, el impacto ambiental sería significativamente menor. Una dieta omnívora orgánica sería mejor, similar a una dieta vegetariana de alimentos convencionales, superada por una dieta vegetariana orgánica, una vegana convencional y una vegana orgánica. El informe de la Comisión explica que las barreras para la reducción de los productos de origen animal son: la falta de conocimiento, hábitos arraigados y culturas culinarias. Las medidas políticas propuestas incluyen impuestos para la carne o proteína animal, campañas de educación, y poner la información sobre las emisiones de gases de efecto invernadero en el etiquetado de los alimentos.

Mitigar el cambio climático es caro. Una transición global incluso a una dieta con poca carne, como se recomienda por razones de salud, podría reducir estos gastos. Una dieta saludable baja en carne reduciría el precio de atenuar el cambio climático desde un 1% del PIB en más de la mitad, una dieta sin carne podría cortar dos tercios del gasto y una dieta sin productos animales podría reducir el gasto un 80%.

ero muchos no son conscientes de la vaca en la sala.

Parece que muy poca gente es consciente de que el sector ganadero es uno de los mayores contribuyentes de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero eso está cambiando.

El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido está tomando un papel de liderazgo en la reducción de las emisiones de carbono. Los pacientes, visitantes y personal pueden esperar menús saludables y bajos en emisiones de carbono con mucha menos carne, lácteos y huevos, ya que la evidencia muestra que esas contribuyen al cambio climático.

El Gobierno sueco ha modificado recientemente sus recomendaciones dietéticas animando a los ciudadanos a comer menos carne. Incluso si buscamos sólo lograr el objetivo conservador de evitar un aumento a largo plazo de emisiones de gases de efecto invernadero de la ganadería, todavía nos lleva a recomendaciones más radicales tales como reducir los niveles actuales del consumo a la mitad en países ricos —algo improbable, si no hay recompensas directas a los ciudadanos por hacerlo—. Afortunadamente, existen tales recompensas: beneficios de salud importantes. Ayudando al planeta, podemos ayudarnos a nosotros mismos.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

 

Imágenes gracias a Navidad a través de Flickr.

Nota del Doctor

Hay demasiados artículos sobre la dieta y la sostenibilidad. ¡Alguien debería empezar un SustainabilityFacts.org! Es un tema tan importante que los actualizare con nueva ciencia quizás una vez al año o dos. Déjenme saber en los comentarios si desean más sobre el tema (o menos). Cuando el USDA  (El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) empezó a tocar este tema, las industrias de la carne aparentaban estar nerviosas.

Y así continuamos con el debate sobre las pautas nutricionales:

¿Qué tal reducir el consumo de carne en cuanto el impacto a la salud? Vea mi video: ¿Los flexitarianos viven más años? ¿Cuáles son las consecuencias para la salud y la seguridad alimenticia en cuanto a los productos orgánicos? Véanse esta serie de cinco videos: 

• ¿Los alimentos orgánicos son más nutritivos?

• ¿Los alimentos orgánicos son más seguros?• Cómo hacer su propio lavado para frutas y vegetales

• ¿Los alimentos orgánicos son más saludables?

• ¿Será que los beneficios de los alimentos orgánicos son subestimados o sobrestimados? 

¿Qué tal de los productos de organismos modificados genéticamente (OGM)?  

• ¿Son seguros los OGM? El caso del maíz transgénico Bt

• ¿Son seguros los OGM? El caso de la soya transgénica RR (Roundup Ready)

• ¿Es seguro el herbicida Glifosato (Roundup) de Monsanto?

• El cáncer de mama y la soya transgénica.

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