¿Qué dietas tienen la huella de carbono más pequeña?

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¿Por qué los grupos de protección del medioambiente no promueven dietas con un menor impacto medioambiental?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Irene Belmonte voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Más de un millón de niños en más de un centenar de países se unieron a la que “seguramente sea la mayor protesta en favor del medioambiente del mundo”, una “marcha mundial por el clima, en la que reclaman soluciones a los gobiernos” Un grupo de científicos y académicos escribió que “la preocupación de los jóvenes manifestantes está justificada” y “ respaldada por cientos de estudios”. Este movimiento demuestra que al menos los jóvenes son conscientes de la situación y “apoyamos por completo su demanda por una actuación rápida y contundente”.

Hay muchísimos aspectos que se podrían mejorar en el suministro de alimentos, como los aditivos alimentarios que podrían reducir los gases emitidos por el ganado. Según la prestigiosa Comisión EAT-Lancet, si los unimos todos podríamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por la industria agrícola hasta un 10 % en 2050 y “hasta un 80 %” si, en cambio, optamos por una alimentación vegetal.

Los gases emitidos por vacas, ovejas y cabras solo representan una fracción de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura animal. Por eso y según el IPCC, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, simplemente convertirse en un “omnívoro ecologista” y reducir los productos de rumiantes como la carne de res, no reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero tanto como llevar una dieta más saludable y limitar el consumo de carne en general. Y cuantos menos productos de origen animal se consuman, mejor.

“¿Qué dieta tiene el menor impacto medioambiental en nuestro planeta?” Tras realizar una revisión sistemática, descubrieron que alimentarse únicamente a base de plantas podría ser “la mejor dieta para el medio ambiente”. Pero no tiene porque ser todo o nada. Incluso si reducimos el consumo de carne a menos de 30 o 60 gramos al día, podríamos disminuir en gran medida las emisiones de gases de efecto invernadero. En cuanto al uso de la tierra, podríamos reducir muchísimo la huella de carbono llevando una dieta más saludable, como la dieta mediterránea, aunque las dietas basadas en plantas podrían reducirla hasta un 50 % o incluso más.

En general, las dietas que incluyen carne requieren aproximadamente tres veces más agua, 13 veces más fertilizantes, más del doble de energía y un 40 % más de pesticidas que las que no la incluyen. Si comparas en términos generales el impacto ambiental de las dietas omnívoras con las vegetarianas y las veganas, y observas no solo el calentamiento global, sino la acidificación del océano, la escorrentía agrícola, la contaminación del aire, la ecotoxicidad del agua y de la tierra, y la intoxicación por el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra en la que cultivamos los alimentos, consumir huevos y productos lácteos podría ser nueve veces más dañino que consumir plantas. Y comer huevos, lácteos y carne podría ser 17 veces peor que limitarse a consumir solo alimentos vegetales. Ah, y como beneficio extra, podríamos alimentar a 350 millones más de estadounidenses. ¡Prácticamente el equivalente a un país entero! Es muchísimo más efectivo que erradicar el desperdicio de alimentos.

En comparación con otros factores fuera de nuestro alcance, cambiar los hábitos de consumo de carne podría ser una forma relativamente barata y fácil de mitigar el cambio climático. Sin embargo, las encuestas sugieren que son pocos los que admiten que comer menos carne podría ser una buena oportunidad para aportar su granito de arena. Los estudios demuestran que los consumidores a menudo subestiman el impacto del consumo de carne en el medio ambiente en general y en el cambio climático en particular. Según expertos del cambio climático, “la efectividad innegable de una dieta con menos carne fue reconocida por [solo] el 6 % de [los estadounidenses encuestados], y eso fue después de que se les pidiera que admitieran que el cambio climático está sucediendo de verdad.”

“Existe un consenso científico abrumador de que el cambio climático es real y que lo estamos intensificando”, pero solo la mitad de los adultos estadounidenses lo creen. Esto no es así por casualidad. Al igual que la industria tabacalera intentó alterar la evidencia aplastante que confirmaba que fumar provoca cáncer, compañías como “Exxon orquestaron campañas de negación del cambio climático que paralizaron movimientos de gran importancia durante décadas”.

La verdad es que los grupos de defensa del medioambiente deberían ser un poco más sensatos. “Ninguna de las ONG más conocidas” pareció querer mostrar el vínculo entre el consumo de carne y el cambio climático. Por supuesto, todos conocían la evidencia, pero parece que la ciencia por sí sola no era suficiente. Es, básicamente, una forma más de negacionismo que puede convertirse en un ciclo vicioso: como hablar de ello no está bien visto, nadie lo hace, de modo que se sigue sin hablar de ello, lo cual priva al problema de la atención que necesita para ser solucionado. 

Y cuando sí que tienen algo que decir al respecto, prefieren limitarse a pedir una reducción moderada en el consumo de carne, lo cual es sorprendente dada la cantidad de estudios que demuestran el gran potencial que tienen los cambios a nivel individual para alcanzar un objetivo común aún mayor. Pero no quieren que se les vea diciendo a nadie lo que tiene que hacer, así que optan por pequeños cambios, como apagar el monitor de la computadora a la hora del almuerzo o imprimir a doble cara, a pesar de que “la acumulación de un gran número de personas que llevan a cabo pequeñas acciones para reducir su huella de carbono” puede acabar suponiendo un gran avance a nivel colectivo. Por desgracia, vivimos en un momento en el que es crucial imponer cambios ambiciosos de manera urgente.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Video producción de Glass Entertainment

Gráficos de Avocado Video

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Irene Belmonte voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Más de un millón de niños en más de un centenar de países se unieron a la que “seguramente sea la mayor protesta en favor del medioambiente del mundo”, una “marcha mundial por el clima, en la que reclaman soluciones a los gobiernos” Un grupo de científicos y académicos escribió que “la preocupación de los jóvenes manifestantes está justificada” y “ respaldada por cientos de estudios”. Este movimiento demuestra que al menos los jóvenes son conscientes de la situación y “apoyamos por completo su demanda por una actuación rápida y contundente”.

Hay muchísimos aspectos que se podrían mejorar en el suministro de alimentos, como los aditivos alimentarios que podrían reducir los gases emitidos por el ganado. Según la prestigiosa Comisión EAT-Lancet, si los unimos todos podríamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por la industria agrícola hasta un 10 % en 2050 y “hasta un 80 %” si, en cambio, optamos por una alimentación vegetal.

Los gases emitidos por vacas, ovejas y cabras solo representan una fracción de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura animal. Por eso y según el IPCC, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, simplemente convertirse en un “omnívoro ecologista” y reducir los productos de rumiantes como la carne de res, no reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero tanto como llevar una dieta más saludable y limitar el consumo de carne en general. Y cuantos menos productos de origen animal se consuman, mejor.

“¿Qué dieta tiene el menor impacto medioambiental en nuestro planeta?” Tras realizar una revisión sistemática, descubrieron que alimentarse únicamente a base de plantas podría ser “la mejor dieta para el medio ambiente”. Pero no tiene porque ser todo o nada. Incluso si reducimos el consumo de carne a menos de 30 o 60 gramos al día, podríamos disminuir en gran medida las emisiones de gases de efecto invernadero. En cuanto al uso de la tierra, podríamos reducir muchísimo la huella de carbono llevando una dieta más saludable, como la dieta mediterránea, aunque las dietas basadas en plantas podrían reducirla hasta un 50 % o incluso más.

En general, las dietas que incluyen carne requieren aproximadamente tres veces más agua, 13 veces más fertilizantes, más del doble de energía y un 40 % más de pesticidas que las que no la incluyen. Si comparas en términos generales el impacto ambiental de las dietas omnívoras con las vegetarianas y las veganas, y observas no solo el calentamiento global, sino la acidificación del océano, la escorrentía agrícola, la contaminación del aire, la ecotoxicidad del agua y de la tierra, y la intoxicación por el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra en la que cultivamos los alimentos, consumir huevos y productos lácteos podría ser nueve veces más dañino que consumir plantas. Y comer huevos, lácteos y carne podría ser 17 veces peor que limitarse a consumir solo alimentos vegetales. Ah, y como beneficio extra, podríamos alimentar a 350 millones más de estadounidenses. ¡Prácticamente el equivalente a un país entero! Es muchísimo más efectivo que erradicar el desperdicio de alimentos.

En comparación con otros factores fuera de nuestro alcance, cambiar los hábitos de consumo de carne podría ser una forma relativamente barata y fácil de mitigar el cambio climático. Sin embargo, las encuestas sugieren que son pocos los que admiten que comer menos carne podría ser una buena oportunidad para aportar su granito de arena. Los estudios demuestran que los consumidores a menudo subestiman el impacto del consumo de carne en el medio ambiente en general y en el cambio climático en particular. Según expertos del cambio climático, “la efectividad innegable de una dieta con menos carne fue reconocida por [solo] el 6 % de [los estadounidenses encuestados], y eso fue después de que se les pidiera que admitieran que el cambio climático está sucediendo de verdad.”

“Existe un consenso científico abrumador de que el cambio climático es real y que lo estamos intensificando”, pero solo la mitad de los adultos estadounidenses lo creen. Esto no es así por casualidad. Al igual que la industria tabacalera intentó alterar la evidencia aplastante que confirmaba que fumar provoca cáncer, compañías como “Exxon orquestaron campañas de negación del cambio climático que paralizaron movimientos de gran importancia durante décadas”.

La verdad es que los grupos de defensa del medioambiente deberían ser un poco más sensatos. “Ninguna de las ONG más conocidas” pareció querer mostrar el vínculo entre el consumo de carne y el cambio climático. Por supuesto, todos conocían la evidencia, pero parece que la ciencia por sí sola no era suficiente. Es, básicamente, una forma más de negacionismo que puede convertirse en un ciclo vicioso: como hablar de ello no está bien visto, nadie lo hace, de modo que se sigue sin hablar de ello, lo cual priva al problema de la atención que necesita para ser solucionado. 

Y cuando sí que tienen algo que decir al respecto, prefieren limitarse a pedir una reducción moderada en el consumo de carne, lo cual es sorprendente dada la cantidad de estudios que demuestran el gran potencial que tienen los cambios a nivel individual para alcanzar un objetivo común aún mayor. Pero no quieren que se les vea diciendo a nadie lo que tiene que hacer, así que optan por pequeños cambios, como apagar el monitor de la computadora a la hora del almuerzo o imprimir a doble cara, a pesar de que “la acumulación de un gran número de personas que llevan a cabo pequeñas acciones para reducir su huella de carbono” puede acabar suponiendo un gran avance a nivel colectivo. Por desgracia, vivimos en un momento en el que es crucial imponer cambios ambiciosos de manera urgente.

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Nota del Doctor

Este es el último video de la trilogía. Si te has perdido los primeros, echa un vistazo a Soluciones dietéticas para la crisis climática y a ¿Qué alimentos tienen la huella de carbono más pequeña?

También tengo un video más antiguo acerca de La dieta y el cambio climático: cocinando una tormenta y una versión descargable sobre el uso de la carne vegetal o cultivada para mitigar el cambio climático (y las pandemias).

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