La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria María José.
Hemos vivido al aire libre en un entorno natural quizás durante el 99,99 % del tiempo que nuestra especie ha pasado en la Tierra. ¿Es posible que haya algún beneficio en regresar de vez en cuando a donde estemos rodeados de naturaleza? Esa es una pregunta que se han hecho los urbanistas. “¿Son más sanas las personas viven en zonas más verdes que las que viven en zonas menos verdes?” ¿Deberíamos añadir un parque u otro aparcamiento?
“En un entorno más verde, las personas manifiestan menos síntomas de enfermedad y perciben una mejor salud general. Además, la salud mental de la gente parece ser mejor”, significativamente mejor. De hecho, “suponiendo una relación causal entre los espacios verdes y la salud, un 10 % más de espacios verdes en el entorno vital conduce a una reducción en el número de síntomas que es comparable con una disminución de la edad de 5 años”. Eso es mucho suponer.
Aun así, uno puede imaginarse algunos mecanismos potenciales por los que esto es posible. Podría implicar un nivel de contaminación atmosférica más bajo, y la contaminación atmosférica no es cosa de broma. Es la quinta causa principal de muerte en nuestro planeta, ya que mata a unos cinco millones de personas al año. Sin embargo, nuestro factor de riesgo número uno es, por supuesto, nuestra dieta. Como se puede ver a continuación y en el punto temporal 01:18 de mi video ¿Es bueno para la salud el pasar tiempo en la naturaleza?, esta mata el doble de personas.
Así que podría ser un efecto de esos niveles reducidos de contaminación, o tal vez haya algo especial en disfrutar de los espacios verdes, además de disponer de más oportunidades para hacer ejercicio. Es probable que la explicación más simple sea que un entorno natural “simplemente promueve un comportamiento que mejora la salud, más que tener beneficios específicos y directos para la salud”. Es más difícil salir al parque a correr cuando no hay un parque en el que hacerlo. Resulta irónico que, al parecer, incluso cuando la gente tiene acceso a la naturaleza, no necesariamente lo aprovecha. Y, aunque existiera un vínculo, “queda la duda de si se puede dar un fenómeno de “autoselección”: ¿los entornos naturales provocan un aumento de la actividad física y el bienestar, o las personas activas físicamente eligen vivir en zonas con más oportunidades de actividad física?” Lo que quería saber es: “[a]demás de la promoción de la actividad física”, ¿”la exposición a entornos naturales [tiene] beneficios añadidos a la salud”?
Es cierto que el simple hecho de estar expuesto a la luz solar puede tratar cosas como el trastorno afectivo estacional y proporciona vitamina D, la vitamina del Sol, pero ¿existe algún otro beneficio inherente? No lo sabemos hasta que lo ponemos a prueba. Sin embargo, algunos de los estudios son una tontería. Consideremos “Relationships Between Vegetation in Student Environments and Academic Achievement Across the Continental U.S.” (“Relaciones entre la vegetación en entornos educativos y el rendimiento académico en todo el territorio continental de EE. UU.”). Al principio, pensé que el estudio era sobre el rendimiento académico y la dieta vegetariana, pero no, trata de la vegetación. Los investigadores hallaron una “relación positiva entre la vegetación no forestal y los índices de graduación de los estudiantes”. ¿Puede ser que los alumnos de las prestigiosas universidades estadounidenses de la Ivy League se beneficien de la hiedra que recubre sus clásicos edificios?
El estudio titulado “View Through a Window May Influence Recovery from Surgery” (“La vista a través de una ventana puede influir en la recuperación de una operación”) comienza a poner las cosas más interesantes. Como se puede ver a continuación y en el punto 03:04 de mi video, algunas habitaciones de pacientes en un hospital suburbano daban a unos árboles, mientras que otras daban a una pared de ladrillo. “Veintitrés pacientes de cirugía asignados a habitaciones con ventanas que daban a una vista con naturaleza tuvieron estancias hospitalarias postoperatorias más cortas… y tomaron menos analgésicos potentes [calmantes] que 23 pacientes asignados a habitaciones similares con ventanas orientadas hacia una pared de ladrillo”. Eso no se puede atribuir a un efecto de la vitamina D.
¿Podría deberse, simplemente, a estar mirando a los árboles? Quizás sea la “vitamina V”, del color verde. Sabemos lo sano que es comer verduras. ¿Y mirarlas? Unos investigadores pusieron a algunos inviduos a hacer ejercicio mientras veían un vídeo que simulaba que estaban pasando por un entorno natural de color verde, el mismo vídeo en blanco y negro o todo teñido de rojo. Como puede ver a continuación y en el punto 03:46 de mi video, no se apreciaron diferencias (salvo por el hecho de que el rojo hacía que la gente se sintiera enfadada).
El mecanismo que me ha parecido más interesante de los que se han sugerido ha sido el de los fractales. ¿Te has dado cuenta de que, “[p]or ejemplo, en un árbol, todas las ramas, desde las grandes hasta las pequeñas, son versiones a escala de todo el árbol”? Cada rama tiene una forma similar al conjunto del árbol. Los patrones fractales se encuentran en toda la naturaleza, donde se ve “una cascada de patrones autosimilares en un rango de escalas de aumento, creando estímulos visuales que son inherentemente complejos”. Y, como se puede ver cuando está conectado a un encefalograma, parece que a nuestro propio cerebro también le gustan.
Independientemente del mecanismo, si se recopilan todos los estudios controlados sobre el uso de la naturaleza como una intervención de promoción de la salud, se tiende a observar sobre todo beneficios psicológicos, mientras que los hallazgos relacionados con los resultados físicos fueron menos uniformes. “El tipo más frecuente de resultado del estudio fue el de las medidas autodeclaradas de diferentes emociones”. Por ejemplo, ¿qué hace que te sientas mejor: ¿mirar un huerto de kiwis o un edificio? (Échale un vistazo a continuación y al punto 04:41 de mi video.) Se describió de una forma un poco torpe, probablemente debido a la barrera lingüística, como una comparación de la “estimulación sintética frente a la orgánica”.
Como se puede ver a continuación y el punto 05:00 de mi video, los entornos naturales pueden hacer que las personas estén más atentas y menos tristes, pero cuando se trata de algunas medidas objetivas como la presión arterial, no se encontró ningún efecto significativo. La gente que hace ejercicio al aire libre suelen decir que se sienten muy bien, lo que “sugiere que las actividades de ejercicio en entornos verdes tienen la capacidad de aumentar…varias subescalas psicológicas”, como “estado de ánimo, concentración y energía”, a los cinco minutos de estar en el bosque.
Sin embargo, estos estudios no solían ser ensayos aleatorizados. Los investigadores solo les preguntaban qué les parecía la naturaleza a las personas que ya la buscaban, así que no es de extrañar que les gustara… de lo contrario, no estarían ahí fuera. Pero las intervenciones basadas en la naturaleza son de bajo coste, de hecho suelen ser gratuitas, y no invasivas (a menos que contemos los mosquitos). Así que, si quieres “un subidón natural”, yo digo que lo hagas, lo que te haga feliz. (Está claro que no a todos los que les gusta el ejercicio en espacios verdes les gustan los árboles. Los golfistas solo los ven como obstáculos).
Para obtener más información sobre la contaminación atmosférica, consulta mis videos El mejor alimento para contrarrestar los efectos de la contaminación atmosférica y El papel de los pesticidas y la contaminación en el autismo.
Por supuesto, existen beneficios para cualquier tipo de ejercicio, tanto en el interior como en el exterior. No te pierdas las publicaciones relacionadas más abajo.