¿Podemos evitar las caries dentales?

Si se considera que el consumo de azúcar es la única causa de las caries, ¿podemos tomar cualquier cantidad de azúcar? ¿Cuánto es demasiado?

Las caries dentales pueden ser la enfermedad con mayor prevalencia de la humanidad, ya que afectan al 35 % de la población mundial. Se calcula que a la edad de 12 años cada individuo tiene más de dos dientes con caries, que se han caído o que tienen un empaste. En los Estados Unidos, la salud bucodental de nuestros mayores también puede verse deteriorada, ya que a uno de cada cuatro le faltan todos los dientes. “En términos de costes económicos”, se calcula que se gastan 100 000 millones de dólares por enfermedades dentales debidas al consumo de azúcar.

Como comento en mi video Cómo evitar la caries dental, el consumo de azúcar se considera la única causa de las caries. A menudo se describe como una enfermedad multifactorial, con otros elementos implicados, como las bacterias, la placa, la saliva, el cepillado y el uso del hilo dental. Sin embargo, esos factores parecen tener solo una influencia atenuante. Todos esos otros factores simplemente modifican la velocidad a la que el azúcar provoca caries. “Sin azúcares, la cadena de causalidad se rompe, por lo que la enfermedad no se produce”.

“Numerosos estudios realizados hace décadas demostraron que en los países donde el consumo de azúcar era muy bajo, la caries dental era casi inexistente”, y “nuevos análisis muestran que el problema de las caries a lo largo de la vida aumenta a medida que la ingesta de azúcar se incrementa desde 0 %E [cero]… Los datos nacionales más completos son de… Japón… antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial”, donde la incidencia de caries siguió la ingesta de azúcar per cápita a medida que descendía de alrededor del 8 % de las calorías a solo el 0,1 % (lo que equivale a menos de una cucharadita a la semana) antes de repuntar hasta aproximadamente un 14 %. Estos estudios demuestran que siguieron registrándose caries incluso cuando la ingesta de azúcar solo suponía entre el 2 % y el 3 % de las calorías ingeridas. Dado que la enfermedad más extendida entre los adultos no parece manifestarse si la ingesta de azúcar se limita a menos del 3 % de las calorías ingeridas, se ha recomendado como objetivo de salud pública limitar la ingesta de azúcar por debajo del 3 %. Esto ha llevado a sugerir que se utilicen etiquetas para los alimentos con los colores del semáforo para marcar como “elevado” todo lo que supere el 2,5 % de azúcares añadidos. De este modo, incluso cereales para el desayuno comparativamente bajos en azúcar, como los Cheerios, pasarían a ser alimentos “de luz roja”.

El tope del 3 % recomendado para la ingesta diaria total de azúcares añadidos ni siquiera permitiría que los niños pequeños tomasen una sola ración promedio de cualquiera de los diez cereales de desayuno que más se publicitan para ellos, como se puede ver a continuación y en el punto temporal 2:21 de mi video. Obviamente, los refrescos están prohibidos. Una lata de refresco contiene casi la cantidad de azúcar añadido correspondiente a dos días.

La American Academy of Pediatric Dentistry (la academia estadounidense de odontología pediátrica) adoptó el objetivo más pragmático de recomendar que la ingesta de azúcar se mantenga por debajo del 5 % para niños y adolescentes, lo cual iguala las recomendaciones condicionales de la Organización Mundial de la Salud, tanto para niños como para adultos. En Irak, el consumo de azúcares añadidos se redujo más o menos a ese nivel durante el periodo de sanciones, y las tasas de caries se redujeron a la mitad en pocos años. Por supuesto, las sanciones también pueden haber reducido otras cosas, como la esperanza de vida de los niños, aunque al parecer se trataba de noticias falsas, una consecuencia de la “hábil manipulación por parte del gobierno de Irak de los datos de las encuestas para engañar a la comunidad internacional”. 

Si realmente nos interesara minimizar la enfermedad, el objetivo ideal sería reducir la ingesta de azúcares libres (es decir, azúcares añadidos) a cero. No se trata de los azúcares que se encuentran de forma natural en la leche materna ni de los azúcares intrínsecos de las frutas. En cuanto a la ingesta de azúcares añadidos, no parece haber un “umbral de azúcares por debajo del cual no haya efectos adversos”. Puede comenzar un aumento exponencial de las tasas de caries para la ingesta de azúcares a partir de tan solo el 1 %.

 Un investigador financiado por Kellogg’s estaba de acuerdo en que podríamos librarnos de las caries si no hubiera nada de azúcar en la dieta, pero sugirió que “este ideal es poco factible”. El “uso dictatorial de alimentos ‘amigos de los dientes’… podría promover una filosofía de celibato dietético… [que] no sería aplicable o aceptable para todos los individuos”.

“En lugar de recomendar reducciones draconianas en la cantidad de azúcares ingeridos”, la industria del azúcar respondió que “sería mejor centrarse en… la pasta de dientes con flúor”.

Es la metáfora perfecta del enfoque de la medicina sobre las enfermedades relacionadas con el estilo de vida en general. ¿Por qué tratar la causa cuando se pueden tratar las consecuencias? ¿Por qué comer más sano para prevenir y tratar las enfermedades del corazón cuando tenemos todas esas estatinas y férulas?

No todos los azúcares son iguales. Para profundizar en este tema, puedes consultar mis videos Flashback Friday: Si la fructosa es mala, ¿qué hay de la fruta? Y Flashback Friday: ¿Cuánta fruta es demasiada?

Para hacerte una idea de lo poderosa que es la industria azucarera, consulta mi video La industria azucarera contra la OMS.

Para encontrar más información sobre salud bucodental, consulta los videos relacionados a continuación.

Key Takeaways

    • Aproximadamente un 35 % de la población mundial tiene caries en los dientes, lo que puede constituir la enfermedad con mayor prevalencia de la humanidad. A uno de cada cuatro adultos mayores estadounidenses le faltan todos los dientes, y se calcula que se gastan 100 000 millones de dólares en enfermedades dentales debido al consumo de azúcar.

     

    • El consumo de azúcar se considera la única causa de las caries. Otros factores, como las bacterias y la placa, solo tienen una influencia atenuante, y se limitan a modificar la velocidad a la que el azúcar provoca las caries.
    • Se sabe desde hace décadas que las caries eran casi inexistentes en los países con un consumo de azúcar muy bajo y que el aumento del consumo de azúcar se asocia a un incremento de las caries.
    • La enfermedad más extendida entre los adultos no parece manifestarse si la ingesta de azúcar se limita a menos del 3 %, por lo que se ha recomendado mantenerla por debajo de esa cifra.
    • Con ese tope recomendado del 3 %, los niños pequeños ni siquiera podrían tomar una ración promedio de cualquiera de los diez cereales de desayuno más publicitados para ellos.
    • Una lata de refresco contiene casi la cantidad de azúcar añadido correspondiente a dos días.
    • La American Academy of Pediatric Dentistry (la academia estadounidense de odontología pediátrica) y la Organización Mundial de la Salud recomiendan que la ingesta de azúcar se mantenga por debajo del 5 % en niños y adolescentes, en niños y adultos.
    • Para minimizar realmente la aparición de la enfermedad, lo ideal sería que la ingesta de azúcares libres, es decir, los azúcares añadidos, no los azúcares que se encuentran de forma natural en la leche materna ni los azúcares intrínsecos de las frutas, fuese cero.
    • En cuanto a la ingesta de azúcares añadidos, no parece haber un “umbral de azúcares por debajo del cual no haya efectos adversos”. Puede comenzar un aumento exponencial de las tasas de caries para la ingesta de azúcares a partir de tan solo el 1 %.
    • Un investigador financiado por Kellogg’s estaba de acuerdo en que las caries pueden eliminarse al hacer desaparecer el azúcar de la dieta, pero sugirió que era “poco factible” y la industria azucarera sugirió que sería mejor centrarse en la pasta de dientes con flúor: esta es la metáfora perfecta del enfoque de la medicina a las enfermedades relacionadas con el estilo de vida en general. ¿Por qué tratar la causa cuando se pueden tratar las consecuencias?

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