La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria María Clara Bori.
Se ha puesto a prueba a atletas que consumen carne contra atletas vegetarianos e incluso vegetarianos sedentarios en ejercicios de resistencia.
“En 1896 el bien llamado James Parsley [Jaime Perejil] condujo al Club de Ciclistas Vegetarianos a la victoria contra otros dos clubes comunes. Una semana después, ganó la competencia más prestigiosa de ciclismo en montaña de toda Inglaterra… Otros miembros del club también tuvieron un desempeño destacable. Ese día, los demás competidores debieron acompañar su plato de carne con una buena porción de humillación”. Luego, en 1904, un investigador belga llevó adelante un estudio científico en el que descubrió que aquellas personas que consumían una dieta basada mayormente en plantas podían levantar un 80 % más de peso. (Aunque no pude encontrar la fuente primaria en inglés.) Lo que sí encontré es una famosa serie de experimentos de Yale, publicada hace más de un siglo, sobre “la influencia del consumo de carne en la resistencia”. Discuto sobre esto en mi video Los primeros estudios en atletas vegetarianos.
En este estudio de Yale, se comparó a 49 personas: atletas que consumían carne (mayormente estudiantes de Yale), atletas vegetarianos y vegetarianos sedentarios. “El experimento puso a prueba las afirmaciones que sostienen las personas que se abstienen de consumir carne”. Y “me sorprendió”, escribe el investigador, que los resultados parecieran reivindicar a los vegetarianos al sugerir que aquellos que evitan la carne “tienen una resistencia superior a aquellos que acostumbran consumir la dieta estadounidense estándar”.
Como puedes ver en el minuto 1:12 de mi video, la primera prueba de resistencia medía cuántos minutos seguidos aguantaban los participantes sosteniendo los brazos hacia adelante: los que consumen carne contra los que la evitan. Los atletas de Yale que consumían carne pudieron mantener los brazos extendidos por aproximadamente diez minutos, en promedio. (Es más difícil de lo que parece. ¡Inténtalo tú!) Los vegetarianos lograron un promedio cinco veces mayor. El mejor tiempo obtenido por un atleta que consumía carne era la mitad del promedio de los vegetarianos. Solo dos consumidores de carne lograron llegar a los quince minutos. En cambio, más de dos tercios de los vegetarianos lograron dicha marca. Ningún atleta consumidor de carne logró llegar a la media hora; mientras que casi la mitad de los vegetarianos pudo hacerlo. Esto incluyó nueve participantes que superaron la hora, cuatro que aguantaron más de dos y uno que siguió más de tres horas.
¿Cuántas sentadillas profundas puedes hacer? Un atleta consumidor de carne hizo más de 1000. El promedio del grupo fue de 383, mientras que los atletas vegetarianos los hicieron papilla con un promedio de 927. Incluso los vegetarianos sedentarios tuvieron un mejor desempeño que los atletas consumidores de carne, con un promedio de 535 sentadillas profundas. ¡Una locura! “Incluso los vegetarianos sedentarios tuvieron un mejor desempeño que los deportistas consumidores de carne”. Los vegetarianos sedentarios eran, en la mayoría de los casos, médicos que se pasaban todo el día sentados. ¡Yo quiero que mi médico pueda hacer mil sentadillas profundas! Como puedes ver en el minuto 2:15 del video.
En cuanto a tiempos de recuperación, todos quedaron doloridos después de tantas sentadillas profundas, pero los consumidores de carne en particular. En cuanto a los vegetarianos, de los dos que hicieron unas 2000 sentadillas, uno se fue directamente a la pista de atletismo a correr, mientras que el otro se retiró a cumplir con sus tareas de enfermería. Entre los consumidores de carne, un atleta “llegó a su límite máximo en la sentadilla número 254: trató de hacer la siguiente y no pudo levantarse. Tuvieron que llevárselo luego de la prueba y estuvo incapacitado durante varios días”. Otro atleta consumidor de carne se desmayó y quedó afectado durante semanas.
“Se puede deducir sin lugar a dudas”, concluye este investigador de Yale, que alguna vez fue escéptico, “que el grupo de atletas que consume carne tiene una resistencia mucho menor que los vegetarianos, incluso el grupo sedentario”. ¿Cómo se explica esta diferencia tan notable? Algunos afirman que los alimentos con carne contienen “venenos que causan fatiga”; pero un investigador alemán que compartió sus propios experimentos con atletas ofreció una respuesta mucho más prosaica. En su libro Physiologische Studien über Vegetarismus (suena a Estudios fisiológicos sobre vegetarianos que conducen Uber, ¿no?) (ya te advertí que solo hablo inglés), él propone que la aparente superioridad de los vegetarianos se debe a su increíble determinación a “demostrar la verdad de sus principios y difundir su propaganda”. Si elegimos creerle, resulta que los vegetarianos, en cada competencia, simplemente ponen más esfuerzo que sus contrincantes consumidores de carne. Los investigadores de Yale, preocupados por esto, “tomaron medidas especiales para estimular a los consumidores de carne al límite”, apelando al orgullo por su universidad. ¡No dejen que estos vegetarianos perezosos le ganen al “espíritu de Yale”!
Los experimentos de Yale llegaron al New York Times. “Los atletas de Yale que comen carne” (hasta acá suena al título de una película de zombis, ¿no?) “fueron superados en duras pruebas de resistencia”. “El profesor Irving Fisher de Yale considera haber demostrado definitivamente la inferioridad de los consumidores de carne en las pruebas de fuerza y resistencia frente a aquellos que no comen carne… Algunos de los atletas más exitosos de Yale participaron en las pruebas en el grupo de consumidores de carne, y el profesor Fisher cuenta que se vieron obligados a admitir que su fuerza era inferior”. ¿Cómo puede ser que la verdad de estos resultados se haya ocultado durante tanto tiempo? Una razón, sugiere el profesor Fisher, es que los vegetarianos son, ellos mismos, sus peores enemigos. En su “fanatismo vegetariano”, pasan de la premisa de que consumir carne está mal (“muchas veces apoyados en dogmas teológicos”), a que consumir carne no es saludable. La ciencia no funciona así. Estos saltos en la lógica hacen que las personas sean tildadas de fanáticas, “lo que imposibilita cualquier tipo de investigación científica genuina”. Muchos estudios científicos, incluso en ese entonces, apuntaban a una “marcada tendencia hacia una dieta libre de carne”, una dieta mayoritariamente vegetal. Sin embargo, la palabra vegetariano tenía, incluso hace 110 años, tan mala reputación que “muchos se resistían” a aceptar lo que la ciencia demostrara a favor de la dieta vegetariana. “La actitud científica adecuada sería estudiar la cuestión del consumo de carne de la misma manera en que se estudiaría la cuestión del consumo de pan” o de cualquier otro tema.