¿Pueden ayudar las pastillas de zinc con la COVID-19?

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El zinc podría ayudar a ralentizar la reproducción de otros coronavirus, pero ¿qué pasa con el SARS-CoV-2?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Fernanda García voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Dada la actual pandemia, la búsqueda de posibles estrategias antivirales preventivas y terapéuticas resulta de particular y urgente interés. Hablemos entonces del zinc, del que se sabe que en algunos casos tiene beneficios antivirales y antiinflamatorios. Lo veo como un posible tratamiento desde de que Snopes, un sitio de verificación de hechos, validó que un destacado virólogo efectivamente recomendó en febrero que “era el momento de abastecerse de pastillas de zinc”. El virólogo basó su suposición en la eficacia de este para tratar los resfriados comunes, de los cuales hasta el 29% son causados por distintos tipos de coronavirus.

En realidad hay una dulce historia detrás de todo esto. Una niña de tres años que se sometía a quimioterapias a causa de la leucemia (una enfermedad caracterizada por bajos niveles de zinc) se negaba a ingerir un suplemento de zinc. Inmunodeprimida, recién comenzaba a resfriarse. En lugar de tragar el suplemento, simplemente dejó que este se disolviera en su boca y el resfriado pareció desaparecer en cuestión de horas. Bien, una bonita anécdota, pero esta observación llevó a su propio padre a realizar el primer estudio doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo de pastillas de zinc para el resfriado común.

Así empezó todo, pero desde entonces se han publicado más de una docena de estudios aleatorios controlados. En general, los investigadores han descubierto que el zinc es realmente beneficioso para reducir tanto la duración como la severidad del resfriado común cuando se toma dentro de las primeras veinticuatro horas a partir de la aparición de los síntomas. Las pastillas de zinc parecen acortar los resfriados a una duración aproximada de tres días, con reducciones significativas en la secreción y congestión nasal, la ronquera y la tos. 

La manera en la que el resfriado común reacciona al zinc se describe a menudo como “mixta”. Eso se debe aparentemente a que algunos estudios utilizaron pastillas de zinc con ingredientes añadidos, como el ácido cítrico, que retienen mucho el zinc, por lo que se libera muy poco o nada de este. Saben mejor, pero ¿qué sentido tiene si no obtienes el zinc? 

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de tomar zinc para el resfriado común? Las pastillas que contengan entre 10 y 15 mg de zinc tomadas durante unos días, cada dos horas mientras se está despierto, habiendo comenzado inmediatamente después de la aparición de los síntomas y tomadas en forma de acetato de zinc o gluconato de zinc, sin aditivos como ácido cítrico, ácido tartárico, glicina, sorbitol o manitol, pueden ser la mejor opción. La mejor opción para… el resfriado común. ¿Pero qué pasa con la COVID-19? 

Hay una serie de supuestos mecanismos que explican la potencial protección que ofrece el zinc. El primero es que interfiere con la conexión de los rinovirus, la causa más común del resfriado común, con nuestras células. Esto probablemente no nos ayudaría en el caso de la COVID-19, ya que el nuevo coronavirus utiliza un receptor de conexión distinto.

El zinc también parece retardar la replicación del rinovirus, al menos en una placa de Petri. ¿Y qué le hace a los coronavirus? El zinc inhibe el coronavirus que causa el SARS al interferir con la capacidad del virus para replicar su código genético, pero esto ocurrió en conjunto con un químico que transportaba el zinc dentro de las células. Hay compuestos dietéticos naturales que pueden desempeñar una función similar, pero incluso si se lograra ralentizar la replicación viral en la garganta, donde actúa la pastilla, lo que nos preocupa es detener la replicación del virus COVID-19 en los pulmones.

Pero hay un tercer mecanismo en el que el zinc puede ayudar que parece más prometedor: aumentar nuestra inmunidad antiviral. Por ejemplo, la administración de píldoras de zinc a niños con una neumonía severa ha demostrado ser hasta tres veces más efectiva que el placebo para reducir la mortalidad. Las tasas de mortalidad en el grupo de las pastillas de azúcar fueron tres veces más altas, pero estos estudios se hicieron en países como Uganda, India y Ecuador, lugares donde probablemente había deficiencias de zinc preexistentes. Así que, sí. Tomar zinc si se tiene una deficiencia de zinc va a ser de gran ayuda, evidentemente. Sin embargo, no está claro si se podrían obtener beneficios similares en países de mayores ingresos, donde la población está mejor nutrida.

Hay quienes indican que, a pesar de la falta de datos clínicos, nadie ha puesto a prueba todavía el zinc para la COVID-19, y que tal vez podría ayudar. No creo que sea útil para las personas bien nutridas, pero si se toma según las indicaciones, tampoco debería perjudicar, aunque los suplementos y las pastillas de zinc pueden causar náuseas, especialmente cuando se toman con el estómago vacío, y algunos otros síntomas gastrointestinales. Además, no se debe aplicar zinc en la nariz jamás. En la farmacia puedes encontrar todo tipo de geles, sprays e hisopos de zinc intranasales que se han relacionado con la posible pérdida permanente del sentido del olfato.

(Ah, y el final feliz. Aquella niña de tres años venció el cáncer, nunca tuvo una recaída, y creció hasta convertirse en una científica).

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Gráficos de AvoMedia

Créditos de la imagen: danleap vía istockphoto. La imagen ha sido modificada.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Fernanda García voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Dada la actual pandemia, la búsqueda de posibles estrategias antivirales preventivas y terapéuticas resulta de particular y urgente interés. Hablemos entonces del zinc, del que se sabe que en algunos casos tiene beneficios antivirales y antiinflamatorios. Lo veo como un posible tratamiento desde de que Snopes, un sitio de verificación de hechos, validó que un destacado virólogo efectivamente recomendó en febrero que “era el momento de abastecerse de pastillas de zinc”. El virólogo basó su suposición en la eficacia de este para tratar los resfriados comunes, de los cuales hasta el 29% son causados por distintos tipos de coronavirus.

En realidad hay una dulce historia detrás de todo esto. Una niña de tres años que se sometía a quimioterapias a causa de la leucemia (una enfermedad caracterizada por bajos niveles de zinc) se negaba a ingerir un suplemento de zinc. Inmunodeprimida, recién comenzaba a resfriarse. En lugar de tragar el suplemento, simplemente dejó que este se disolviera en su boca y el resfriado pareció desaparecer en cuestión de horas. Bien, una bonita anécdota, pero esta observación llevó a su propio padre a realizar el primer estudio doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo de pastillas de zinc para el resfriado común.

Así empezó todo, pero desde entonces se han publicado más de una docena de estudios aleatorios controlados. En general, los investigadores han descubierto que el zinc es realmente beneficioso para reducir tanto la duración como la severidad del resfriado común cuando se toma dentro de las primeras veinticuatro horas a partir de la aparición de los síntomas. Las pastillas de zinc parecen acortar los resfriados a una duración aproximada de tres días, con reducciones significativas en la secreción y congestión nasal, la ronquera y la tos. 

La manera en la que el resfriado común reacciona al zinc se describe a menudo como “mixta”. Eso se debe aparentemente a que algunos estudios utilizaron pastillas de zinc con ingredientes añadidos, como el ácido cítrico, que retienen mucho el zinc, por lo que se libera muy poco o nada de este. Saben mejor, pero ¿qué sentido tiene si no obtienes el zinc? 

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de tomar zinc para el resfriado común? Las pastillas que contengan entre 10 y 15 mg de zinc tomadas durante unos días, cada dos horas mientras se está despierto, habiendo comenzado inmediatamente después de la aparición de los síntomas y tomadas en forma de acetato de zinc o gluconato de zinc, sin aditivos como ácido cítrico, ácido tartárico, glicina, sorbitol o manitol, pueden ser la mejor opción. La mejor opción para… el resfriado común. ¿Pero qué pasa con la COVID-19? 

Hay una serie de supuestos mecanismos que explican la potencial protección que ofrece el zinc. El primero es que interfiere con la conexión de los rinovirus, la causa más común del resfriado común, con nuestras células. Esto probablemente no nos ayudaría en el caso de la COVID-19, ya que el nuevo coronavirus utiliza un receptor de conexión distinto.

El zinc también parece retardar la replicación del rinovirus, al menos en una placa de Petri. ¿Y qué le hace a los coronavirus? El zinc inhibe el coronavirus que causa el SARS al interferir con la capacidad del virus para replicar su código genético, pero esto ocurrió en conjunto con un químico que transportaba el zinc dentro de las células. Hay compuestos dietéticos naturales que pueden desempeñar una función similar, pero incluso si se lograra ralentizar la replicación viral en la garganta, donde actúa la pastilla, lo que nos preocupa es detener la replicación del virus COVID-19 en los pulmones.

Pero hay un tercer mecanismo en el que el zinc puede ayudar que parece más prometedor: aumentar nuestra inmunidad antiviral. Por ejemplo, la administración de píldoras de zinc a niños con una neumonía severa ha demostrado ser hasta tres veces más efectiva que el placebo para reducir la mortalidad. Las tasas de mortalidad en el grupo de las pastillas de azúcar fueron tres veces más altas, pero estos estudios se hicieron en países como Uganda, India y Ecuador, lugares donde probablemente había deficiencias de zinc preexistentes. Así que, sí. Tomar zinc si se tiene una deficiencia de zinc va a ser de gran ayuda, evidentemente. Sin embargo, no está claro si se podrían obtener beneficios similares en países de mayores ingresos, donde la población está mejor nutrida.

Hay quienes indican que, a pesar de la falta de datos clínicos, nadie ha puesto a prueba todavía el zinc para la COVID-19, y que tal vez podría ayudar. No creo que sea útil para las personas bien nutridas, pero si se toma según las indicaciones, tampoco debería perjudicar, aunque los suplementos y las pastillas de zinc pueden causar náuseas, especialmente cuando se toman con el estómago vacío, y algunos otros síntomas gastrointestinales. Además, no se debe aplicar zinc en la nariz jamás. En la farmacia puedes encontrar todo tipo de geles, sprays e hisopos de zinc intranasales que se han relacionado con la posible pérdida permanente del sentido del olfato.

(Ah, y el final feliz. Aquella niña de tres años venció el cáncer, nunca tuvo una recaída, y creció hasta convertirse en una científica).

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Créditos de la imagen: danleap vía istockphoto. La imagen ha sido modificada.

Nota del Doctor

Este es el décimo de diecisiete videos sobre COVID-19 y pandemias, aquí tienes los primeros 9:

Y estos son los que siguen a continuación:

Tengo la serie completa (en inglés) disponible para descargarla gratuitamente en DrGreger.org y puedes ahondar un poco más en mi nuevo libro (disponible solo en inglés) How to Survive a Pandemic, en caso de que no lo sepas, todas las ganancias de las ventas de este libro son donadas a instituciones para la prevención de pandemias.

Échale un vistazo a la página de información sobre los recursos traducidos.

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