La investigación en materia de nutrición humana ha dado lugar a numerosos descubrimientos en las últimas cuatro décadas, además de ayudarnos a comprender mejor los mecanismos exactos detrás de cómo afectan los nutrientes a nuestro cuerpo. Sin embargo, como cuento en mi video El reduccionismo y la mentalidad de la deficiencia, la “prevalencia de epidemias de enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación, especialmente la obesidad, la diabetes de tipo 2, la osteoporosis, la enfermedad cardiovascular y el cáncer, aumentan dramáticamente en todo el mundo cada año”. ¿Por qué no se ha traducido todo ese conocimiento en mejoras en la salud pública? Quizá tenga algo que ver con toda nuestra filosofía sobre la nutrición, lo que se suele llamar el reduccionismo, en el que todo se descompone en sus partes constituyentes; la comida se reduce a un conjunto de compuestos individuales con, supuestamente, efectos individuales. “El reduccionismo era y sigue siendo la idea predominante en la investigación sobre la nutrición”. Por ejemplo, ¿sabías que mecánicamente hay un químico en la raíz del jengibre que reduce la fosforilación inducida por acetato con forbol y miristato de las cinasas ERK1/2 y JNK MAP? Está genial, pero no cuando hay millones de personas que siguen muriendo a causa de enfermedades relacionadas con la dieta.
Ya sabemos que tres cuartos del riesgo de enfermedades crónicas (diabetes, ataques al corazón, apoplejías y embolias) pueden eliminarse gracias a cuatro simples prácticas: no fumar, no estar obeso, hacer media hora de ejercicio al día, y comer sano, que se define como comer más frutas, verduras y cereales integrales, y menos carne. Ya sabemos lo suficiente para salvar millones de vidas. ¿No deberíamos centrar todos nuestros esfuerzos en implementar estos cambios antes de gastar otro centavo en investigación? ¿Deberíamos investigar si el extracto de piel de uva puede reducir el colesterol en peces cebra o sería mejor comprobar si hay alimentos integrales que pueden hacer lo mismo? ¿Qué sentido tiene gastar dinero de los impuestos en taponar las arterias de pececillos alimentándolos con una dieta alta en colesterol para ver si las hojas y flores de espino pueden ayudar? Incluso si lo hicieran y funcionasen en personas, ¿no sería mejor no taponar nuestras arterias en primer lugar? La reducción dramática en el riesgo y el aumento de años de vida sanos gracias a la medicina preventiva no necesitan utilizar superalimentos, extractos de hierbas, o suplementos lujosos; solo se necesita comer sano. Cuando Hipócrates supuestamente dijo “Que la comida sea tu medicina, y la medicina tu comida”, él “no se refería a que los alimentos son medicamentos, sino que la mejor manera de mantenerse con buena salud es tener una dieta sana” (cabe destacar que es probable que Hipócrates nunca haya dicho esto, ¡pero sigue siendo una manera genial de verlo!).
Sin embargo, la actitud histórica del campo de la nutrición podría resumirse con “Come lo que quieras después de haber comido lo que deberías”. Es decir, puedes comer lo que quieras siempre y cuando alcances tu ingesta de vitaminas y minerales. El mejor ejemplo de esto son los cereales de desayuno, que suelen tener un montón de vitaminas y minerales añadidos; pero no alcanzamos buena salud bebiendo refrescos y tomando vitaminas y minerales. Esta actitud reduccionista “es buena para la industria, pero no para la salud humana”. ¿Por qué no? Bueno, si la comida solo es buena por unos pocos nutrientes, pues puedes perfectamente vender Twinkies fortificados con vitaminas. Necesitamos abandonar la idea de conseguir una nutrición adecuada y buscar una nutrición óptima. Es decir, no deberíamos buscar simplemente evitar el escorbuto, sino que deberíamos promover buena salud y minimizar el riesgo de desarrollar enfermedades degenerativas.
Minimizar alimentos y solo ver sus componentes moleculares funciona bien en el desarrollo de medicamentos, como al descubrir las vitaminas y hacer suplementos para curar deficiencias. El problema es que en el campo de la nutrición, “el enfoque reduccionista empieza a alcanzar sus límites”. Hace más de medio siglo que descubrimos todas las vitaminas. ¿Cuándo fue la última vez que oíste de alguien con las típicas enfermedades por deficiencias como el escorbuto, la pelagra o el kwashiorkor? Sin embargo, ¿cuándo fue la última vez que oíste de alguien con enfermedad cardiaca, diabetes, obesidad o hipertensión? ¿Conoces a alguien que tenga alguna de esas? Pues claro, y aun así continuamos con esta mentalidad de las deficiencias en lo que respecta a la nutrición. Cuando alguien trata de reducir el consumo de carne, ¿por qué lo primero que se le pregunta siempre es de dónde va a sacar la proteína? Deberían preguntarle, ahora que empezó a comer así, de dónde va a sacar la enfermedad cardiaca. Esta mentalidad de las deficiencias es también lo que ha creado la industria multimillonaria de los suplementos. ¿No te suena eso de tomar un multivitamínico “por si acaso”? Mejor sería comer sano.
El profesor emérito T. Colin Campbell escribió un libro entero (Integral) sobre este problema. Entonces, ¿de dónde sacan la proteína quienes siguen una dieta a base de plantas? No te pierdas ¿Los vegetarianos obtienen suficiente proteína?.
El concepto de una nutrición óptima, en lugar de adecuada, está bien explicado en: Pierde 1 Kg de una sentada: toma el camino del Mioceno.
Otros videos sobre el reduccionismo:
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Un saludo,
Michael Greger
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