La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria María José.
¿Qué ocurriría si se obligara de forma efectiva a beber más o menos alcohol durante toda la vida a gente seleccionada aleatoriamente al nacer? ¿Tendrían más o menos enfermedades cardíacas?
Una vez que se elimina el “error sistemático” de los estudios sobre el alcohol y la mortalidad de clasificar de forma equivocada a los exbebedores como si fueran abstemios de toda la vida, el consumo moderado de alcohol, como una copa de vino al día, no parece tener un efecto protector, después de todo. “La implicación inmediata de esta [nueva investigación] es que los médicos necesitan mucho escepticismo sobre los hipotéticos beneficios para la salud del consumo de alcohol y no deberían aconsejar a sus pacientes que beban para mejorar su esperanza de vida. Esto es especialmente importante por la creciente concienciación sobre los riesgos de cáncer derivados incluso del consumo moderado de alcohol.” Teniendo en cuenta el riesgo de cáncer que conlleva el consumo de alcohol, tal y como analizo en mi video ¿Hay algún beneficio en el alcohol que supere los riesgos?, si solo hay daños sin ningún beneficio, entonces la ingesta ideal de alcohol de forma rutinaria y diaria en realidad debería ser cero, lo que la convierte potencialmente en una bebida de luz roja.
El problema es que muchos de estos estudios de población clasificaron a los que “dejaron de beber en respuesta a un mal estado de salud” como no bebedores. Este es el problema de la causalidad inversa: en lugar de que abstenerse de consumir alcohol derive en un mal estado de salud, este mal estado de salud puede haber conducido a la abstención. Es similar a los estudios que muestran que quienes se quedan sentados viendo la televisión tienen peor salud. ¿Ver más televisión conduce a la enfermedad, o es la enfermedad la que conduce a más televisión? Como se puede ver en el punto temporal 1:24 de mi video, esta es una de las razones por las que, si se observa la jerarquía de la evidencia, donde la más fuerte está más arriba en la pirámide, los ensayos de intervención, como los ensayos controlados aleatorios, suelen ofrecer mejor evidencia que los estudios observacionales de poblaciones, que pueden sufrir tanto de causalidad inversa como de factores de confusión. Como grupo, aquellos con un consumo leve o moderado “muestran una serie de comportamientos saludables, como una dieta mejor y más actividad física”, de forma que, por ejemplo, es más probable que tomen su copa de vino con una ensalada que con una hamburguesa con queso y, por eso, el vino parecía tener un efecto protector. Sin embargo, puede ser difícil hacer ensayos controlados aleatorios. Por ejemplo, no se puede tomar aleatoriamente gente para que fume un paquete al día durante varias décadas, así que a veces hay que basar las decisiones en estudios observacionales. No obstante, ahora tenemos una nueva herramienta: la aleatorización mendeliana.
En los casos en los que los ensayos controlados aleatorios “no son factibles o prácticos”, esta nueva herramienta “puede proporcionar pruebas fiables sobre la relación causal entre las exposiciones y los riesgos de padecer una enfermedad”.
Es como la historia de las HDL. El alcohol aumenta los niveles de colesterol “bueno” de las HDL, pero, por desgracia, parece que el colesterol bueno no es bueno para reducir el riesgo de enfermedad cardíaca después de todo, si nos basamos en parte en los estudios de aleatorización mendeliana en los que las personas a las que se les asignaron al azar niveles de HDL más altos genéticamente desde el nacimiento no parecen estar protegidas. ¿Existe alguna forma de estudiar a las personas que fueron asignadas al azar desde la concepción a no beber tanto? Sorprendentemente, sí.
Como se puede ver en el punto 2:46 de mi video, el alcohol se detoxifica en el hígado a dióxido de carbono y agua por dos enzimas, ADH1B y ALDH2. Pero, en el proceso, se produce acetaldehído, un metabolito intermedio tóxico, que puede causar náuseas y sensaciones desagradables de rubor. Si las personas nacen con una variante superrápida de la enzima ADH1B o una variante lenta de la enzima ALDH2, el acetaldehído tóxico puede acumularse, haciendo que beber alcohol sea una experiencia relativamente desagradable durante toda la vida. Por tanto, estos individuos nacen con menos probabilidades de beber tanto. ¿Tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, como sugieren los estudios observacionales originales? No, tienen un riesgo reducido de sufrir enfermedades cardíacas. “Esto sugiere que la reducción del consumo de alcohol, incluso para los bebedores con un consumo leve o moderado, es beneficiosa para la salud cardiovascular”.
Esto “arroja más dudas sobre las asociaciones de efecto protector entre el consumo ‘moderado’ de alcohol y las enfermedades coronarias”, que ya estaban “plagadas de confusión… [y] de sesgo… y [ahora] los pilares científicos en los que se basan parecen cada vez más endebles”. Esto ha llevado a algunos a preguntar, “¿Se ha derrumbado finalmente la torre inclinada de los presuntos beneficios para la salud del consumo “moderado” de alcohol?” “Dados los daños atribuidosal consumo de alcohol, no es de extrañar que los informes que sugerían posibles beneficios en el índice de mortalidad para los consumidores de bajo nivel atrajeran el entusiasmo entre los consumidores, los medios de comunicación y la industria del alcohol… [pero] estos aparentes beneficios se están evaporando…”.
“¿Qué conclusiones debemos extraer de esta evidencia emergente..? En primer lugar, en el ámbito de la salud, como en cualquier otro, si algo parece demasiado bueno para ser verdad (como que la mantequilla ha vuelto) debe tratarse con mucha precaución. En segundo lugar, los profesionales de la salud deberían desaconsejar las sugerencias de que incluso el consumo de alcohol de bajo nivel protege contra las enfermedades cardiovasculares y aporta beneficios en el índice de mortalidad. En tercer lugar, los consejos de salud deberían provenir de las autoridades sanitarias, no de la industria del alcohol… [que] debería eliminar de sus materiales informativos las referencias engañosas a los beneficios para la salud”, que cada vez parecen más “un triunfo de la manipulación” que de la buena ciencia, “tan artificiosa como la supuesta división entre los científicos sobre el cambio climático” promovida por la industria del petróleo.
“Como droga embriagadora, adictiva, tóxica y cancerígena, el alcohol no es una buena opción como agente terapéutico”, aunque ayude. Hay mejores formas de prevenir los infartos, como la dieta y el ejercicio (y, cuando sea necesario, la medicación). “A diferencia de lo que ocurre con el alcohol, la eficacia de las intervenciones [en el estilo de vida] está demostrada y no tienen potencial de abuso”. Por algo no existe Manzanólicos Anónimos.
Si, como yo, estás interesado en el mundo genial y friki de la aleatorización mendeliana (¡que no solo es genial y friki porque la bautizaron por un tal Gregor!) echa un vistazo a mi video El aceite de coco y el aumento en el colesterol “bueno” de las HDL.
¿Qué hemos aprendido?
- Teniendo en cuenta el riesgo de cáncer que conlleva el consumo de alcohol, si solo hay daños sin ningún beneficio, entonces la ingesta ideal de alcohol de forma rutinaria y diaria en realidad debería ser cero.
- Muchos de estos estudios de población clasificaron a los que “dejaron de beber en respuesta a un mal estado de salud” como no bebedores, un problema de causalidad inversa. En lugar de que abstenerse de consumir alcohol derive en un mal estado de salud, este mal estado de salud puede haber conducido a la abstención.
- Cuando se observa la jerarquía de la evidencia, donde la más fuerte está más arriba en la pirámide, los ensayos de intervención, como los ensayos controlados aleatorios, suelen ofrecer mejor evidencia que los estudios observacionales de poblaciones, que pueden sufrir tanto de causalidad inversa como de factores de confusión.
- Cuando los ensayos controlados aleatorios “no son factibles o prácticos”, la aleatorización mendeliana “puede proporcionar pruebas fiables sobre la relación causal entre las exposiciones y los riesgos de padecer una enfermedad”.
- Por ejemplo, el alcohol aumenta los niveles de colesterol “bueno” de las HDL, pero parece que el colesterol bueno no es bueno para reducir el riesgo de enfermedad cardíaca después de todo, si nos basamos en parte en los estudios de aleatorización mendeliana en los que las personas a las que se les asignaron al azar niveles de HDL más altos genéticamente desde el nacimiento no parecen estar protegidas.
- Mientras nuestro hígado detoxifica el alcohol en dióxido de carbono y agua con dos encimas, se produce acetaldehído, un metabolito intermedio tóxico, que puede causar náuseas y rubor. Para los que nacen con una variante de una de las dos encimas, el acetaldehído tóxico puede acumularse, haciendo que beber alcohol sea una experiencia relativamente desagradable.
- Aquellos que tienen variantes de la encima tienen a beber menos y suelen tener un riesgo reducido de padecer enfermedades cardíacas, lo que sugiere que “la reducción del consumo de alcohol, incluso para los bebedores con un consumo leve o moderado, es beneficiosa para la salud cardiovascular”.
- Deberíamos examinar con atención todo lo que “parece demasiado bueno para ser verdad”, desincentivar las sugerencias de que incluso el consumo ligero de alcohol puede tener un efecto protector o tener beneficios en el índice de mortalidad, y obtener nuestros consejos sobre salud de las autoridades sanitarias, no de la industria del alcohol.
Si te perdiste los tres primeros videos de esta serie de cuatro, aquí los tienes:
- ¿Puede causar cáncer el alcohol?
- Flashback Friday: La mejor fuente de resveratrol
- ¿Es mejor beber un poco de alcohol que no beberlo?
Un saludo,
Michael Greger
- 2012: Arrancar de raíz las principales causas de muerte
- 2013: Más de una manzana al día para prevenir nuestras enfermedades más comunes
- 2014: De la mesa a estar capacitado: combatir enfermedades discapacitantes con los alimentos
- 2015: Alimentos como medicina: prevención y tratamiento de las enfermedades más temidas con alimentación
- 2016: Comer para no morir: el rol de la alimentación en prevenir, detener y revertir nuestros 15 principales asesinos
- 2019: Ponencia sobre pérdida de peso basada en evidencia