La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria Tamara Amor.
Cuando le preguntaron al famoso cirujano Michael DeBakey por qué ignoraron sus estudios publicados en la década de 1930 que relacionaban el tabaquismo y el cáncer de pulmón, le recordó a la gente cómo era la sociedad en aquel entonces. Era una sociedad fumadora, se fumaba en el cine y en los aviones. Incluso las reuniones médicas se llevaban a cabo bajo “neblinas densas de humo”. Fumar era, en una palabra, normal. Hasta los congresos sobre cigarrillos y cáncer de pulmón tuvieron lugar en salas llenas de humo. (Esto hace que me pregunte qué sirven hoy en día en los buffets de desayuno en las reuniones del Dietary Guidelines Committee.)
En ocasiones anteriores hablé sobre un famoso estadista llamado Ronald Fisher, quien criticó lo que el mismollamó “propaganda… para convencer al público que fumar es peligroso”. “Aunque Fisher hizo contribuciones invaluables al campo de la estadística, su análisis de la asociación causal entre el cáncer de pulmón y el tabaquismo fue defectuoso por la falta de voluntad para examinar todo el conjunto de datos disponibles…”.Quizás fue debido a que era empleado consultor de la industria del tabaco o incluso porque él mismo era fumador. “Parte de su resistencia a ver la asociación puede estar enraizada en su propia afición por fumar”, lo que hace que me pregunte por algunos de los alimentos que consumen los investigadores de nutrición estos días.
Como discuto en mi video No esperes a que tu médico supere el vicio, me parece irónico que los investigadores vegetarianos mencionen su dieta como un posible conflicto de intereses, mientras que en los 70000 artículos sobre carne en la literatura médica no he visto ni una sola vez a un investigador revelar sus hábitos no vegetarianos, porque se lo considera normal. Al igual que fumar era normal.
¿Cómo podría algo tan normal ser malo para la salud? Y no es que uno se caiga muerto después de fumar un cigarrillo, el cáncer tarda décadas en desarrollarse. “Como en ese momento la mayoría de los médicos fumaban y no podían observar ningún efecto nocivo inmediato, se mostraron escépticos ante la hipótesis y reacios a aceptar la posibilidad de tal relación”, a pesar de la montaña de evidencia.
Es posible que hayan transcurrido 25 años hasta que se publicó el informe del Cirujano General y aún más tiempo para que la medicina convencional se involucre, pero ahora, al menos, ya no hay anuncios que alienten a las personas a “¡Inhalar a su gusto!”. Por el contrario, los hay en contra de los cigarrillos provenientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Para los alimentos, no tenemos que volver a los anuncios antiguos que pregonaban “Carne… para la defensa de la salud” o “Tocino nutritivo”, o a los médicos que recetaban carne o refrescos, o las madres aliviadas de que “Trix está creando buenos hábitos , ¡gracias al cielo!”. Uno se da cuenta de que las cosas están mal cuando el consejo dietético más saludable proviene de la publicidad de los cigarrillos, como los de Lucky Strike que aconsejaban “Más verduras, menos carne” y “Sustituya la harina blanca por avena”. (Estos anuncios vintage los muestro en el minuto 2:34 del video.)
En los tiempos modernos, se pueden ver hot dogs y puntas de solomillo certificadas por la “American Heart Association”, en su empaque. De todos los alimentos, ¿cuál fue el primero en obtener el logotipo “Los niños comen bien” (“Kids Eat Right”) de la Academy of Nutrition and Dietetics en su etiqueta? ¿Una manzana? ¿Brócoli, tal vez? No, fue un producto de queso preparado por Kraft.
Hoy, como los hubo en las décadas de 1930, 1940 y 1950 a la vanguardia de salvar vidas, hay anuncios que pasaron de informar sobre lo que se puede cocinar con la carne de cerdo a mostrar lo que la carne de cerdo puede causar. “Los hot dogs causan cáncer de glúteo, las carnes procesadas aumentan el riesgo de cáncer colorrectal”, se lee en la campaña “La carne es el nuevo tabaco” del Physicians Committee for Responsible Medicine, que muestro en el minuto 3:56 en mi video. El Dr. Barnard, presidente del PCRM (por sus siglas en inglés), transmitió en una editorial publicada en el Journal of Ethics de la American Medical Association que “las dietas basadas en plantas son el equivalente nutricional de dejar de fumar”.
¿Cuántas personas más tienen que morir antes de que los Centros para el Control de Enfermedades alienten a las personas a no esperar a una cirugía a corazón abierto para empezar a comer de forma saludable?
Del mismo modo que no tenemos que esperar hasta que nuestro médico deje de fumar para dejar de hacerlo nosotros, no tendríamos que esperar hasta que nuestro médico tome una clase de nutrición o mejore su dieta antes comenzar a comer de forma más saludable. Los médicos ya no tienen el monopolio profesional de la información de salud. Ha habido una democratización del conocimiento. Entonces, hasta que el sistema cambie, tenemos que asumir la responsabilidad personal de nuestra salud y de la salud de nuestra familia. No podemos esperar que la sociedad se ponga al día con la ciencia, porque es una cuestión de vida o muerte.
El Dr. Kim Allan Williams, Sr., se convirtió hace unos años en presidente del American College of Cardiology. Cuando le preguntaron por qué sigue sus propios consejos para comer una dieta basada en plantas, respondió: “No me importa morir, simplemente no quiero que sea mi culpa”.
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