La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria María José.
¿Qué han descubierto más de un centenar de estudios sobre el wifi y la modulación de las ondas cerebrales humanas?
Tal vez recuerdes que he abordado cómo los teléfonos móviles pueden afectar a la función cerebral y cómo tanto los móviles como el wifi pueden afectar la fertilidad masculina, pero ¿qué pasa con los efectos del wifi en el funcionamiento del cerebro?
“La posible existencia de efectos cognitivos de la energía de RF [radiofrecuencia] ha sido uno de los debates más polémicos en la siempre controvertida cuestión de si la exposición a la energía de RF a niveles que todos encontramos comúnmente en el medio ambiente tiene consecuencias para la salud”.
El wifi ha sido calificado como un “experimento global incontrolado sobre la salud de la humanidad”. Los efectos de los campos de radiofrecuencia cobraron nueva urgencia después de que la Organización Mundial de la Salud declarara oficialmente que la radiación de los teléfonos móviles era “un ‘posible’ carcinógeno para el ser humano (clase 2B)”, basándose en los riesgos de tumores cerebrales. Sin embargo, su decisión “no tiene relevancia para los posibles efectos del wifi en la salud, para el cual las condiciones de exposición son muy diferentes…”. Como se puede ver a continuación y en el punto temporal 0:56 de mi video Friday Favorites: ¿Afecta el wifi a la función cerebral?, es posible que absorbamos cien veces menos radiación en una exposición típica al wifi en comparación con los teléfonos móviles, pero no se sabe si hay efectos hasta que se pone a prueba.
“Hasta la fecha, se han publicado más de 100 estudios sobre los efectos de la energía de RF en los electroencefalogramas (EEG)” de los patrones de ondas cerebrales humanas. “Si bien los resultados son dispares, un hallazgo bastante recurrente es que las exposiciones cortas (10–20 minutos) a la energía de RF en la cabeza producen cambios pequeños, pero estadísticamente significativos, en el EEG de los sujetos en reposo y dormidos… [y] la mayoría de las agencias sanitarias reconocen estos hallazgos”, así que la pregunta es: ¿Qué hacemos con esa información? “Por ejemplo, una revisión reciente patrocinada por la Comisión Europea concluyó que ‘la relevancia de los pequeños cambios fisiológicos sigue sin estar clara y aún falta una explicación mecanicista’”. Ni siquiera sabemos cómo se produce. Algunos han sugerido que es un artefacto de la prueba y que “los cables del EEG pueden actuar como antenas que transportan energía de RF al cuero cabelludo, los huesos del cráneo y el cerebro”, de forma que contribuirían en la práctica a los cambios que se querían medir.
En cualquier caso, según lo que han descubierto los investigadores, no se ven los mismos efectos neurocognitivos con la exposición al wifi que se hacen con los teléfonos móviles. Por ejemplo, “no se encontraron efectos medibles de la exposición aguda al wifi en… el tiempo de reacción en la prueba de vigilancia psicomotora… o medidas objetivas de atención sostenida”. Ahora bien, estos resultados procedían de pruebas con wifi de 2,4 gigahercios. En todo caso, cabría esperar niveles aún más bajos de exposición con el nuevo wifi de 5 gigahercios “debido a su menor profundidad de penetración”.
Sin embargo, para ser más exactos, “una persona que pasa horas al día pegada a un teléfono inteligente o tableta bien puede experimentar todo tipo de efectos neurocognitivos, por el uso de la tecnología, no por la exposición a la RF”, no por la radiación.
Existe amplia literatura sobre las implicaciones de estas nuevas tecnologías para la salud de los jóvenes, pero se refiere al contenido. Por ejemplo, “ahora está disponible material sexualmente explícito de forma indiscriminada para los jóvenes, y los estudios han relacionado la pornografía con una serie de efectos negativos para la salud”. Tenemos que preguntarnos como sociedad qué efecto puede estar teniendo. Niñas y niños están “siendo expuestos a una cantidad ‘colosal’ de medios digitales en los teléfonos inteligentes”, lo que hace que el acceso a material pornográfico sea demasiado fácil, barato y anónimo.
“Los jóvenes pueden ver pornografía en la escuela y otros lugares públicos, así como en el entorno más privado del hogar o el dormitorio”, y los investigadores apenas han comenzado a catalogar los efectos que esto puede tener en las actitudes, comportamientos y relaciones de los jóvenes.
En la actualidad, la mayoría de los estudiantes universitarios afirman haber visto pornografía en internet cuando eran menores, antes de los 18 años. De 1500 niños de secundaria encuestados, la gran mayoría admite haber accedido a sitios web pornográficos, y casi uno de cada tres durante más de una hora seguida. ¿Qué enseña esto a la próxima generación?
Como se puede ver a continuación y en el punto 3:50 de mi video, después de sentarse a codificar contenido de 400 videos de los principales sitios porno de internet, los investigadores descubrieron que más de un tercio de los videos mostraban actos de violencia física contra las mujeres, como amordazarlas o estrangularlas. ¿Ver este tipo de material conduce a comportamientos sexualmente agresivos? Los investigadores hicieron un seguimiento durante años a 1500 niños de 10 a 15 años para ver si había relación entre la exposición intencional a dicho material y los comportamientos sexualmente agresivos posteriores, como la agresión sexual. “Descubrieron que la exposición intencional a material violento con calificación X a lo largo del tiempo predecía un aumento de casi 6 veces en las probabilidades de comportamiento sexualmente agresivo autodeclarado”. Pero, ¿qué vino primero? “Una de las principales dificultades para interpretar la mayoría de las investigaciones en este campo es que los adolescentes predispuestos a un contacto sexual más temprano y variado pueden ser los que buscan la exposición a contenido sexual a través de los medios de comunicación”. Puede que se sientan atraídos a ese material en primer lugar, por lo que no se puede establecer ningún vínculo de causa y efecto. Todo lo que podemos hacer como padres es vigilar de cerca lo que nuestros hijos están haciendo en la medida de nuestras posibilidades.
Eso dio un giro, ¿no? Voy hacia donde me guía a ciencia, y la pornografía en internet parecía ser la mayor amenaza potencial para la salud.