Piensa en la evidencia científica cuando tomas decisiones de vida o muerte

Image Credit: Chantal Garnier / Unsplash. Esta imagen ha sido modificada.

La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria Rosana Battagliotti.

En las décadas de los 40 y los 50, la American Medical Association no solo decía que “fumar con moderación” no era un problema, sino que, en general, hasta podría ser beneficioso. Después de todo, la mayoría de los médicos fumaban, así que tan malo no podía ser. Si uno de los principales grupos médicos del país tenía esa postura, ¿a quién se podía recurrir si uno quería datos concretos?

Según una publicidad de una compañía de tabaco: “¡La ciencia ofrece nueva información que podría cambiar por completo la idea que tienes sobre los cigarrillos!”. ¿Qué nos dice esa nueva información? “Estaba demasiado cansada para salir a divertirse… hasta que fumó un Camel” (puedes ver las publicidades, que son difíciles de creer, a partir del minuto 0:29 de mi video Alimentación basada en evidencia. En otra publicidad, la leyenda del béisbol Babe Ruth nos dice: “¡Ahora! ¡La medicina nos ofrece evidencia positiva!” de que la marca que él promocionaba era la más segura para fumar de entre todas las marcas principales de cigarrillos; al menos eso decía antes, cuando todavía podía hablar, antes de morir de cáncer de garganta.

Ahora bien, parte de la evidencia científica logró filtrarse, lo que provocó un descenso de un promedio de 11 a 10 cigarrillos por día por persona, como puedes ver en el minuto 0:50 de mi video. Sin embargo, los que se asustaron por los posibles daños a la salud siempre podían elegir “¡el cigarrillo que te quita el MIEDO a fumar!”. Y, es más, ¿por qué no elegir el cigarrillo “que más protege tu salud”?

Si hubiera existido un sitio web llamado SmokingFacts.org en la época de esas publicidades, tan escandalosas como las afirmaciones que hacían —un sitio web que ofreciera información científica al público de manera directa, y que esquivara los filtros institucionales corruptibles desde lo comercial—, hubiera presentado un estudio que la Iglesia Adventista del Séptimo Día de California hizo en 1985, que demostraba que los no fumadores pueden tener al menos un 90% menos cáncer de pulmón que los fumadores. Siempre habrá “disidentes” cuando lo que está en juego es todo ese dinero y los hábitos personales. Sin embargo, dada la seriedad de estas enfermedades y toda la evidencia, no deberíamos esperar para implementar medidas de prevención.

Supongamos que eres fumador, en la década de los 50, y estás al tanto de la evidencia científica sobre lo que implica fumar. Te das cuenta de que la mejor evidencia disponible sugiere que tu hábito de fumar quizás no te haga bien. Entonces, ¿qué haces? ¿Cambias tus hábitos, o esperas? Si esperas hasta que tu médico te diga, entre pitadas, que debes dejarlo, a esa altura ya podrías tener cáncer. Si esperas hasta que las autoridades lo reconozcan de manera oficial, como hizo el Surgeon General de Estados Unidos en la década siguiente, para esa época ya podrías estar muerto.

Llevó más de 7 000 estudios y la muerte de incontables fumadores antes de que, en la década de los 60, se emitiera al fin el primer informe del Surgeon General en contra de fumar. ¿No te parece que, después de los primeros 6 000 estudios podrían haber advertido al público? Uno se pregunta cómo puede ser que, hoy en día, tanta gente tenga sin necesidad enfermedades causadas por la dieta.

Avancemos 55 años, hasta un nuevo estudio de los adventistas de California que advertía al público estadounidense sobre los riesgos de otra cosa que se podrían estar llevando a la boca: “Las dietas vegetarianas están asociadas a índices menores de mortalidad, cualquiera sea la causa”. Y no es un solo estudio. De acuerdo con una revisión reciente, el total de la evidencia sugiere que los índices de mortalidad por todas las causas combinadas, incluidas muchas de las enfermedades más temidas, eran mucho más bajos en quienes tenían dietas basadas mayormente en plantas. Además, “comparada con la de los omnívoros, la incidencia de cáncer y diabetes tipo 2 también era mucho más baja en los vegetarianos”.

Entonces, al igual que hacía un fumador en los Estados Unidos de los años 50, imagina que tú o alguien que conoces está siguiendo los hábitos alimenticios de los estadounidenses hoy en día. Si tienes acceso a lo que dice la ciencia, te das cuenta de que la mejor evidencia disponible sugiere que tus hábitos alimenticios quizás no sean buenos para ti. Entonces, ¿qué haces? ¿Cambias tus hábitos alimenticios, o esperas? Si esperas a que tu médico te diga, entre bocados, que cambies tu dieta, podría ser muy tarde.

De la misma manera en que la mayoría de los médicos fumaba en aquella época y no les decía a sus pacientes que cambiaran, a pesar de la cantidad abrumadora de evidencia publicada durante décadas, la mayoría de los médicos hoy en día siguen comiendo alimentos que contribuyen a la epidemia de enfermedades a causa de la dieta.


Si quieres saber más sobre este tema, tengo una serie de videos que comparan la industria alimentaria con la tabacalera:
 
Un saludo,

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