Flashback Friday: Prebióticos y cuidar nuestro jardín interior

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¿Por qué nuestro sistema inmunitario confunde una dieta insana con la disbiosis, un exceso de bacterias malas en el colon?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por María Fernández y Macarena Troscé voluntarios activos en NutritionFacts.org.

La superficie total de nuestro intestino es de unos 280 m², contando todos sus pequeños pliegues. Es más grande que una cancha de tenis. Y a pesar de ello, solo una capa de células separa nuestro núcleo interno del caos externo. El combustible principal que mantiene viva a esta capa crítica de células es un ácido graso de cadena corta llamado butirato, que producen nuestras bacterias buenas a partir de la fibra que consumimos. Alimentamos a las bacterias buenas en nuestro intestino, y ellas nos alimentan a nosotros. Toman los prebióticos que comemos, como la fibra, y a cambio nos proveen de una fuente de combustible vital que alimenta las células que recubren el colon, un ejemplo prototípico de la simbiosis entre nosotros y nuestra flora intestinal.

¿Qué tan importantes son estos compuestos que derivan de la fibra las bacterias buenas? Existe una enfermedad, conocida como colitis por desviación, que se suele desarrollar en partes del colon o en el recto después de una cirugía de desviación del flujo fecal. Cuando se bloquea un segmento del intestino, como con una ileostomía, para que los alimentos ya no pasen por esa sección, esta se inflama y empieza a sangrar, se rompe y se cierra. ¿Con qué frecuencia sucede esto? Prácticamente siempre. Pero la inflamación desaparece de manera uniforme después de que se normaliza el flujo fecal.

No sabíamos qué era lo que causaba esto. Tal vez, algún tipo de crecimiento bacterial excesivo o bacterias nocivas. ¿O era una deficiencia nutricional en el revestimiento del colon por la ausencia de la fibra necesaria para crear ácidos grasos de cadena corta? No lo sabíamos, hasta este estudio, en el que curaron la inflamación al cubrir dicho revestimiento con lo que tanto necesitaba, tras lo cual desapareció la inflamación en solo unas semanas. Si alimentamos a las bacterias buenas de nuestro intestino, ellas nos alimentan a cambio.

Tiene sentido que tengamos bacterias buenas en el intestino que nos alimentan e intentan mantenernos sanos. A ellas les conviene, ya que están en un lugar tibio, húmedo y con comida que les llega como por arte de magia. Pero, si morimos, lo pierden todo. Si morimos, ellas mueren. Por eso les interesa mantener feliz a nuestro colon, donde pueden seguir reproduciéndose.

Sin embargo, también hay bacterias malas, como el cólera, que causan diarrea. Estas tienen una estrategia diferente. Cuanto más enfermos nos ponen, más explosiva la diarrea, y mayores probabilidades de propagarse a otras personas, a otros cólones. No les interesa si morimos, porque no tienen la intención de hundirse con nosotros.

Entonces, ¿cómo hace el cuerpo para mantener las bacterias buenas y deshacerse de las malas? Piensa en ello. Tenemos literalmente trillones de bacterias en el intestino, así que nuestro sistema inmunitario tiene que mantener un equilibrio constante entre conservar a las buenas y atacar a las nocivas. Si arruinamos ese delicado equilibrio y empezamos a atacar a las bacterias inofensivas, esto podría derivar en una enfermedad inflamatoria del intestino, donde estamos constantemente en “modo alerta”. Los mecanismos por los cuales el sistema inmunitario mantiene este balance crítico habían permanecido sin explicación, hasta ahora.

Si lo piensas, tiene que haber una forma en que las bacterias buenas le hacen saber a nuestro sistema inmunitario que son buenas. Y esa señal es el butirato. El butirato suprime la reacción inflamatoria, es decir, le dice al sistema inmunitario que no ataque. Entonces, el butirato podría comportarse como una señal microbial que informa a nuestro sistema inmunitario que los niveles relativos de bacterias buenas se encuentran dentro del rango deseado. El butirato calma al sistema inmunitario; le dice: “Todo está bien, estás con los buenos”, y el sistema inmunitario termina siendo menos sensible a las bacterias buenas. Pero, en ausencia del efecto calmante del butirato, el sistema inmunitario vuelve con toda la fuerza, atacando a las bacterias del intestino, porque piensa que no son las correctas, ya que los niveles de butirato son muy bajos.

Así pues, hemos evolucionado de manera que el butirato suprime la respuesta inmune. Por eso, si alguna vez nuestras bacterias buenas desaparecieran y las bacterias nocivas tomaran el control, nuestro sistema inmunitario podría percibirlo y destruiría a los invasores. Y continuaría así hasta que solo quedasen bacterias buenas creando butirato para poner al sistema inmunitario de vuelta a dormir. Aquí se encuentra la cuestión crítica. Vemos por qué todo esto es importante. ¿Qué pasa si no comemos suficiente fibra? Si no comemos suficiente fibra, no podemos producir suficiente butirato. Podríamos tener muchísimas bacterias buenas, pero, si no las alimentamos con fibra, no pueden producir butirato. Y nuestro cuerpo, al percibir niveles tan bajos de este ácido graso, piensa que se debe a que el intestino está lleno de bacterias nocivas y reacciona de manera acorde. Nuestro cuerpo puede confundir un consumo bajo de fibra con la presencia de bacterias nocivas en el intestino. No entiende de comida procesada; se ha desarrollado durante millones de años consumiendo cantidades enormes de fibra, incluso durante el período Paleolítico, con 100 gramos de fibra por día. Por eso, en las dietas occidentales deficientes en fibra, basadas en carnes procesadas y pan blanco, el cuerpo detecta niveles bajos de butirato en el intestino y no piensa en los niveles bajos de fibra. Para nuestro cuerpo, no existe algo así como “poca fibra”, por lo que piensa que se debe a bacterias nocivas. Durante millones de años, los niveles bajos de butirato se han relacionado con más cantidad de bacterias nocivas, por lo que esa es la señal para que el cuerpo realice un ataque inflamatorio.

Por eso, este es uno de los motivos que explican por qué la fibra puede ser tan antiinflamatoria, una de las razones por las cuales su consumo es fundamental para una buena salud. Y no con suplementos, sino comiendo vegetales sin procesar. Los suplementos de fibra, como el Metamucil, podrían no traer los mismos resultados que se han visto con una dieta naturalmente alta en fibra.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Imágenes de ZEISS Microscopy vía Flickr.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por María Fernández y Macarena Troscé voluntarios activos en NutritionFacts.org.

La superficie total de nuestro intestino es de unos 280 m², contando todos sus pequeños pliegues. Es más grande que una cancha de tenis. Y a pesar de ello, solo una capa de células separa nuestro núcleo interno del caos externo. El combustible principal que mantiene viva a esta capa crítica de células es un ácido graso de cadena corta llamado butirato, que producen nuestras bacterias buenas a partir de la fibra que consumimos. Alimentamos a las bacterias buenas en nuestro intestino, y ellas nos alimentan a nosotros. Toman los prebióticos que comemos, como la fibra, y a cambio nos proveen de una fuente de combustible vital que alimenta las células que recubren el colon, un ejemplo prototípico de la simbiosis entre nosotros y nuestra flora intestinal.

¿Qué tan importantes son estos compuestos que derivan de la fibra las bacterias buenas? Existe una enfermedad, conocida como colitis por desviación, que se suele desarrollar en partes del colon o en el recto después de una cirugía de desviación del flujo fecal. Cuando se bloquea un segmento del intestino, como con una ileostomía, para que los alimentos ya no pasen por esa sección, esta se inflama y empieza a sangrar, se rompe y se cierra. ¿Con qué frecuencia sucede esto? Prácticamente siempre. Pero la inflamación desaparece de manera uniforme después de que se normaliza el flujo fecal.

No sabíamos qué era lo que causaba esto. Tal vez, algún tipo de crecimiento bacterial excesivo o bacterias nocivas. ¿O era una deficiencia nutricional en el revestimiento del colon por la ausencia de la fibra necesaria para crear ácidos grasos de cadena corta? No lo sabíamos, hasta este estudio, en el que curaron la inflamación al cubrir dicho revestimiento con lo que tanto necesitaba, tras lo cual desapareció la inflamación en solo unas semanas. Si alimentamos a las bacterias buenas de nuestro intestino, ellas nos alimentan a cambio.

Tiene sentido que tengamos bacterias buenas en el intestino que nos alimentan e intentan mantenernos sanos. A ellas les conviene, ya que están en un lugar tibio, húmedo y con comida que les llega como por arte de magia. Pero, si morimos, lo pierden todo. Si morimos, ellas mueren. Por eso les interesa mantener feliz a nuestro colon, donde pueden seguir reproduciéndose.

Sin embargo, también hay bacterias malas, como el cólera, que causan diarrea. Estas tienen una estrategia diferente. Cuanto más enfermos nos ponen, más explosiva la diarrea, y mayores probabilidades de propagarse a otras personas, a otros cólones. No les interesa si morimos, porque no tienen la intención de hundirse con nosotros.

Entonces, ¿cómo hace el cuerpo para mantener las bacterias buenas y deshacerse de las malas? Piensa en ello. Tenemos literalmente trillones de bacterias en el intestino, así que nuestro sistema inmunitario tiene que mantener un equilibrio constante entre conservar a las buenas y atacar a las nocivas. Si arruinamos ese delicado equilibrio y empezamos a atacar a las bacterias inofensivas, esto podría derivar en una enfermedad inflamatoria del intestino, donde estamos constantemente en “modo alerta”. Los mecanismos por los cuales el sistema inmunitario mantiene este balance crítico habían permanecido sin explicación, hasta ahora.

Si lo piensas, tiene que haber una forma en que las bacterias buenas le hacen saber a nuestro sistema inmunitario que son buenas. Y esa señal es el butirato. El butirato suprime la reacción inflamatoria, es decir, le dice al sistema inmunitario que no ataque. Entonces, el butirato podría comportarse como una señal microbial que informa a nuestro sistema inmunitario que los niveles relativos de bacterias buenas se encuentran dentro del rango deseado. El butirato calma al sistema inmunitario; le dice: “Todo está bien, estás con los buenos”, y el sistema inmunitario termina siendo menos sensible a las bacterias buenas. Pero, en ausencia del efecto calmante del butirato, el sistema inmunitario vuelve con toda la fuerza, atacando a las bacterias del intestino, porque piensa que no son las correctas, ya que los niveles de butirato son muy bajos.

Así pues, hemos evolucionado de manera que el butirato suprime la respuesta inmune. Por eso, si alguna vez nuestras bacterias buenas desaparecieran y las bacterias nocivas tomaran el control, nuestro sistema inmunitario podría percibirlo y destruiría a los invasores. Y continuaría así hasta que solo quedasen bacterias buenas creando butirato para poner al sistema inmunitario de vuelta a dormir. Aquí se encuentra la cuestión crítica. Vemos por qué todo esto es importante. ¿Qué pasa si no comemos suficiente fibra? Si no comemos suficiente fibra, no podemos producir suficiente butirato. Podríamos tener muchísimas bacterias buenas, pero, si no las alimentamos con fibra, no pueden producir butirato. Y nuestro cuerpo, al percibir niveles tan bajos de este ácido graso, piensa que se debe a que el intestino está lleno de bacterias nocivas y reacciona de manera acorde. Nuestro cuerpo puede confundir un consumo bajo de fibra con la presencia de bacterias nocivas en el intestino. No entiende de comida procesada; se ha desarrollado durante millones de años consumiendo cantidades enormes de fibra, incluso durante el período Paleolítico, con 100 gramos de fibra por día. Por eso, en las dietas occidentales deficientes en fibra, basadas en carnes procesadas y pan blanco, el cuerpo detecta niveles bajos de butirato en el intestino y no piensa en los niveles bajos de fibra. Para nuestro cuerpo, no existe algo así como “poca fibra”, por lo que piensa que se debe a bacterias nocivas. Durante millones de años, los niveles bajos de butirato se han relacionado con más cantidad de bacterias nocivas, por lo que esa es la señal para que el cuerpo realice un ataque inflamatorio.

Por eso, este es uno de los motivos que explican por qué la fibra puede ser tan antiinflamatoria, una de las razones por las cuales su consumo es fundamental para una buena salud. Y no con suplementos, sino comiendo vegetales sin procesar. Los suplementos de fibra, como el Metamucil, podrían no traer los mismos resultados que se han visto con una dieta naturalmente alta en fibra.

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Imágenes de ZEISS Microscopy vía Flickr.

Nota del Doctor

Algunos alimentos no solo carecen de fibra sino que pueden interactuar con nuestra flora intestinal para contribuir a ciertas enfermedades, tal como lo menciono en mi video Microbioma: la historia interna.

Esta increíble historia sobre los prebióticos ayuda a explicarnos el por qué los alimentos ricos en fibra (los alimentos integrales a base de plantas) son tan beneficiosos. Puedes ver por ejemplo La dieta de la fibra del Dr. Burkitts. Lo que me recuerda sobre El receptor del brócoli: nuestra primera línea de defensa en términos de la forma en que nuestro cuerpo utiliza lo que comemos como señales para optimizar la función inmunitaria.

Desde que publicamos este video por primera vez hasta la fecha he hecho un montón de videos sobre el microbioma y la salud intestinal, incluyendo:

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