Una de las cuestiones críticas a preguntarse al leer un artículo de una publicación médica es: “¿Quién financió el estudio?”. En la mayoría de las publicaciones, los investigadores deben identificar sus fuentes de financiación. Entonces, ¿cuál es el problema? Los investigadores pueden esconder el verdadero origen de la ayuda financiera; lo pueden esconder, disfrazar, o incluso pueden blanquear el dinero a través de una empresa tapadera. Un buen ejemplo es una investigación sobre la minimización del riesgo de cáncer de pulmón, financiada en parte por la Foundation for Lung Cancer: Early Detection, Prevention, and Treatment. No suena tan mal, hasta que te das cuenta de que está financiada por millones de dólares de la industria del tabaco. Porque no hay ninguna obligación de “revelar la fuente de financiamiento de una fuente de financiamiento”. Esto hace que las “compañías [puedan] evadir los requisitos de declaración financiera”, y hace más difícil “seguirle la pista al dinero”.
En el video Revelar conflictos de interés en las investigaciones médicas me pregunto, ¿por qué importa la fuente financiera? Cada una de las ocho revisiones que se hicieron, que cubrieron más de mil estudios, se encontró con que es probable que las investigaciones financiadas por una industria saquen conclusiones que favorecen a esa industria. Por ejemplo, ¿por qué algunos artículos de revisión sobre los efectos en la salud del humo inhalado por los fumadores pasivos llegan a diferentes conclusiones que otros? El único factor era si el autor estaba asociado a la industria de tabaco. “Es un descubrimiento preocupante. Sugiere que ya no es que los conflictos de interés no sean importantes en el mundo de la ciencia pura y objetiva… es que eran el mayor factor determinante para el resultado de los estudios”.
Aunque tampoco es como que nos fuésemos a enterar, porque el 77% de los autores no declararon sus fuentes de financiación. Ese es otro problema; la responsabilidad de declarar las fuentes financieras recae completamente en los autores. Así que, ¿cuántos investigadores están diciendo la verdad? Se hizo una ley en Dinamarca que obliga a que los médicos registrasen cada vez que trabajan con alguna industria, lo que permite a los investigadores revisar los estudios para ver qué tan honestos fueron los médicos. El 48% del tiempo, los conflictos de intereses no se declaran, lo que “refuerza la percepción de que los médicos simplemente no se toman los conflictos de intereses en serio”; por lo menos los médicos daneses.
¿Qué hay de los Estados Unidos? Históricamente, “no ha habido manera de confirmar o verificar” cuando un médico estadounidense decía que no tenía conflictos de intereses. En 2007, se forzó a las compañías de prótesis de rodilla y cadera a pagar millones de dólares en multas por dar comisiones ilegales a los cirujanos ortopédicos. “Muchos cirujanos ortopédicos tomaron decisiones basadas en cuánto dinero podían ganar, y escogiendo qué pieza implantar según el mayor postor… Esperamos que los médicos tomen decisiones basadas en los intereses de sus pacientes”, dijo el Department of Justice’s U.S. Attorney of the District of New Jersey, “no en los intereses de sus cuentas bancarias.” Parte del acuerdo fue que tendrían que hacer públicos todos los pagos hechos a médicos. La salida a la luz de esa evidencia ofreció una rara oportunidad para ver si los médicos estaban diciendo la verdad en sus declaraciones. Como era de esperar, más de la mitad de los pagos no fueron declarados, lo que suma millones de dólares.
Esto fue para los cirujanos y las empresas de maquinaria y aparatos médicos. ¿Qué hay de los médicos y las compañías farmacéuticas? Ocurrió lo mismo cuando las farmacéuticas tuvieron que hacer público a quién estaban pagando. Al ver las publicaciones de los médicos que recibieron más dinero (por lo menos 100000 dólares), se vio que fue peor que con los cirujanos. En el 69% de los casos no declararon sus relaciones con la industria. El problema es que suponemos que los investigadores son honestos y dicen la verdad, pero estos “resultados sugieren que no se puede asumir nada sobre la precisión e integridad de las declaraciones de conflictos de intereses”. O sea, incluso cuando un artículo dice que no existe ningún conflicto de interés, ¿quién sabe si eso es verdad?
El editor jefe del New England Journal of Medicine escribió un artículo mordaz sobre las farmacéuticas y los doctores que no declararon el haber recibido cientos de miles de dólares de farmacéuticas como GlaxoSmithKline, a la que se han puesto multas de literalmente miles de millones de dólares por actividades como sobornos y supresión de información. Cuando recibían resultados que no eran “comercialmente aceptables”, simplemente los escondían. Para estas empresas, esos miles de millones en multas podrían considerarse, sencillamente, el precio de hacer negocios. “Aunque la industria farmacéutica lo ha hecho muy mal, la mayoría de la profesión médica es todavía más culpable”. Podríamos esperar el que las farmacéuticas piensen en su propio beneficio, pero deberíamos poder asumir que los médicos lo que quieren es curarnos.
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Un saludo,
Michael Greger
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