¿Qué tan perdurable es la pérdida de peso tras una cirugía bariátrica?

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Volver a subir de peso después de una cirugía bariátrica puede tener unos efectos psicológicos devastadores.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Antonio Galán voluntario activo en NutritionFacts.org.

¿Qué tan perdurable es la pérdida de peso tras una cirugía bariátrica? La mayoría de pacientes con derivación gástrica (bypass gástrico) acaba recuperando parte de la grasa perdida durante el primer año o dos tras la cirugía. Cinco años después, tres cuartas partes mantienen una pérdida de peso de al menos el 20 por ciento. La trayectoria típica de una persona obesa con unos 130 kg, por ejemplo, sería bajar a un sobrepeso de unos 80 kg dos años después de la cirugía bariátrica, para luego recuperar la obesidad con unos 94 kg. Esto se atribuye al “picoteo”, un comportamiento de comedores compulsivos que pasan de pegarse atracones (más difíciles tras la cirugía) a comer cantidades más pequeñas de manera regular durante todo el día. Ocho años después, aproximadamente la mitad de los pacientes con derivación gástrica sigue describiendo episodios de trastornos alimentarios. En palabras de un especialista en obesidad pediátrica: “He visto a muchos pacientes meter en la batidora barras de chocolate con un poco de nata, solo para superar los obstáculos técnicos instalados [como una banda gástrica]”.

La publicidad de la cirugía bariátrica está repleta de cuentos de hadas con final feliz cuidadosamente escogidos, que ofrecen, según un análisis publicitario, “la fantasía completa con final feliz de Cenicienta”. Esto puede contribuir a la manera en que los pacientes suelen sobreestimar la cantidad de peso que perderán con el procedimiento y subestimar la dificultad del proceso de recuperación. La cirugía obliga a cambios profundos en los hábitos alimenticios, lo que exige bocados pequeños y pausados masticados minuciosamente. Tu estómago pasa de tener el tamaño de dos pelotas de softball a media pelota de tenis con el grapado de estómago, y a media pelota de ping-pong con la derivación gástrica o la banda gástrica.

Como podrás imaginar, la recuperación de peso tras la cirugía puede tener efectos psicológicos devastadores, ya que los pacientes pueden sentir que fracasaron en su último recurso. Esto podría explicar por qué los pacientes de cirugía bariátrica tienen un alto riesgo de depresión y suicidio.

Es cierto que la obesidad severa por sí misma puede aumentar el riesgo de depresión suicida, pero, incluso con el mismo peso, quienes pasan por la cirugía parecen exponerse a mayor riesgo. Con el mismo IMC, edad y sexo, los pacientes de cirugía bariátrica tienen casi cuatro veces más probabilidades de suicidio que quienes no se someten al procedimiento. Es más, los análisis con imágenes del antes y el después muestran que el riesgo de autolesión grave aumenta después de la cirugía entre las mismas personas.

Alrededor de 1 de cada 50 pacientes de cirugía bariátrica termina suicidándose o siendo hospitalizado por autolesión o intento de suicidio. Y esto solo son suicidios confirmados, sin incluir intentos encubiertos como sobredosis con “intención indeterminada”. Los pacientes de cirugía bariátrica también tienen un riesgo elevado de muerte accidental, aunque puede deberse en parte a cambios en el metabolismo del alcohol. Si una persona con derivación gástrica toma dos chupitos de vodka, debido a su anatomía alterada, su nivel de alcohol en sangre superará el límite legal para conducir en cuestión de minutos. No queda claro qué papel juega esto en el incremento del 25 por ciento en la prevalencia de problemas de alcohol identificados durante el segundo año tras la operación.

Incluso quienes consiguen perder con éxito con su exceso de peso y mantenerlo parecen tener dificultades para sobrellevarlo. Diez años después, aunque mejora la calidad de vida relacionada con la salud física, la salud mental general tiende a deteriorarse significativamente en comparación con los niveles prequirúrgicos, incluso entre quienes más peso perdieron. Es irónico que suela considerarse que la cirugía bariátrica es para “tramposos” que toman el camino fácil y eligen un método de “poco esfuerzo” para perder peso.

Deshacerte de esos kilos de más no te libra del estigma de haber sido obeso. Hay estudios que sugieren que si los demás saben que alguien fue gordo en el pasado tienden a seguir tratándole siempre como si fuera gordo. Y existe además un fuerte sesgo contra la cirugía, de manera que quienes eligen el bisturí para perder peso reciben peores calificaciones (por ejemplo, son considerados menos atractivos físicamente). Es fácil imaginar cómo seguir siendo víctima del prejuicio incluso después de pasar a formar parte del grupo de prestigio tiene el potencial de socavar el bienestar psicológico.

La pérdida masiva de peso puede también tener consecuencias físicas inesperadas, como grandes masas de piel colgante. Además de ser pesada e incómoda e interferir con el movimiento, la piel colgante puede provocar picazón, irritación, dermatitis e infecciones de la piel. Someterse a una paniculectomía (quitar el “delantal” abdominal de piel colgante) puede ser muy caro y tiene una tasa de complicaciones superior al 50 por ciento, la más común de ellas la dehiscencia (ruptura de la herida quirúrgica).

“Incluso si la cirugía demuestra ser efectiva de manera sostenible”, escribió el director fundador del Centro de Investigación de Prevención de la Universidad de Yale, “la necesidad de confiar en la reorganización de nuestra anatomía gastrointestinal natural como una alternativa a un mejor uso de la dieta y el ejercicio parece una parodia social”.

En la Edad Media, los campesinos hambrientos soñaban con utopías gastronómicas donde la comida llovía sola del cielo. Lo llamaban el País de Cucaña. Los fabulistas medievales no pudieron predecir que muchos de sus descendientes no solo tendrían su residencia permanente allí, sino que cortarían partes de sus estómagos e intestinos para combatir la abundancia. Los críticos han señalado la ironía de alterar con cirugía los órganos sanos para hacerlos disfuncionales (malabsorbentes) a propósito, sobre todo al operar a niños. La cirugía bariátrica para niños y adolescentes se ha generalizado y se está realizando en niños de tan solo cinco años de edad. Los cirujanos defienden la práctica argumentando que crecer siendo gordo puede dejar cicatrices emocionales y un “retraso social de por vida”.

Los promotores de la medicina preventiva argumentan que la cirugía bariátrica es como decir que más vale curar que prevenir. En respuesta, los defensores de la cirugía bariátrica pediátrica han escrito: “A menudo se señala que deberíamos centrarnos en la prevención. Por supuesto, estoy de acuerdo. Pero, si alguien se está ahogando, no le digo que debería aprender a nadar. No, yo lo rescato”.

Se puede argumentar, con razón, que los beneficios de la cirugía bariátrica superan con creces los riesgos si la alternativa es permanecer con obesidad mórbida, que se estima que reduce hasta en doce años o más la esperanza de vida. Aunque todavía no existen datos de ensayos aleatorizados que lo respalden, en comparación con los individuos obesos no operados, debería esperarse que aquellos que se someten a cirugía bariátrica vivirán, de media, significativamente más tiempo. No es de extrañar que los cirujanos enmarquen continuamente la cirugía electiva como una necesidad de vida o muerte. Sin embargo, esta es una falsa dicotomía. Los beneficios solo superan los riesgos si no hay otras alternativas. ¿Podría haber una manera de perder peso de manera saludable sin recurrir al quirófano? De eso trata mi libro Comer para no engordar.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Video producción Glass Entertainment

Gráficos Avo Media

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Antonio Galán voluntario activo en NutritionFacts.org.

¿Qué tan perdurable es la pérdida de peso tras una cirugía bariátrica? La mayoría de pacientes con derivación gástrica (bypass gástrico) acaba recuperando parte de la grasa perdida durante el primer año o dos tras la cirugía. Cinco años después, tres cuartas partes mantienen una pérdida de peso de al menos el 20 por ciento. La trayectoria típica de una persona obesa con unos 130 kg, por ejemplo, sería bajar a un sobrepeso de unos 80 kg dos años después de la cirugía bariátrica, para luego recuperar la obesidad con unos 94 kg. Esto se atribuye al “picoteo”, un comportamiento de comedores compulsivos que pasan de pegarse atracones (más difíciles tras la cirugía) a comer cantidades más pequeñas de manera regular durante todo el día. Ocho años después, aproximadamente la mitad de los pacientes con derivación gástrica sigue describiendo episodios de trastornos alimentarios. En palabras de un especialista en obesidad pediátrica: “He visto a muchos pacientes meter en la batidora barras de chocolate con un poco de nata, solo para superar los obstáculos técnicos instalados [como una banda gástrica]”.

La publicidad de la cirugía bariátrica está repleta de cuentos de hadas con final feliz cuidadosamente escogidos, que ofrecen, según un análisis publicitario, “la fantasía completa con final feliz de Cenicienta”. Esto puede contribuir a la manera en que los pacientes suelen sobreestimar la cantidad de peso que perderán con el procedimiento y subestimar la dificultad del proceso de recuperación. La cirugía obliga a cambios profundos en los hábitos alimenticios, lo que exige bocados pequeños y pausados masticados minuciosamente. Tu estómago pasa de tener el tamaño de dos pelotas de softball a media pelota de tenis con el grapado de estómago, y a media pelota de ping-pong con la derivación gástrica o la banda gástrica.

Como podrás imaginar, la recuperación de peso tras la cirugía puede tener efectos psicológicos devastadores, ya que los pacientes pueden sentir que fracasaron en su último recurso. Esto podría explicar por qué los pacientes de cirugía bariátrica tienen un alto riesgo de depresión y suicidio.

Es cierto que la obesidad severa por sí misma puede aumentar el riesgo de depresión suicida, pero, incluso con el mismo peso, quienes pasan por la cirugía parecen exponerse a mayor riesgo. Con el mismo IMC, edad y sexo, los pacientes de cirugía bariátrica tienen casi cuatro veces más probabilidades de suicidio que quienes no se someten al procedimiento. Es más, los análisis con imágenes del antes y el después muestran que el riesgo de autolesión grave aumenta después de la cirugía entre las mismas personas.

Alrededor de 1 de cada 50 pacientes de cirugía bariátrica termina suicidándose o siendo hospitalizado por autolesión o intento de suicidio. Y esto solo son suicidios confirmados, sin incluir intentos encubiertos como sobredosis con “intención indeterminada”. Los pacientes de cirugía bariátrica también tienen un riesgo elevado de muerte accidental, aunque puede deberse en parte a cambios en el metabolismo del alcohol. Si una persona con derivación gástrica toma dos chupitos de vodka, debido a su anatomía alterada, su nivel de alcohol en sangre superará el límite legal para conducir en cuestión de minutos. No queda claro qué papel juega esto en el incremento del 25 por ciento en la prevalencia de problemas de alcohol identificados durante el segundo año tras la operación.

Incluso quienes consiguen perder con éxito con su exceso de peso y mantenerlo parecen tener dificultades para sobrellevarlo. Diez años después, aunque mejora la calidad de vida relacionada con la salud física, la salud mental general tiende a deteriorarse significativamente en comparación con los niveles prequirúrgicos, incluso entre quienes más peso perdieron. Es irónico que suela considerarse que la cirugía bariátrica es para “tramposos” que toman el camino fácil y eligen un método de “poco esfuerzo” para perder peso.

Deshacerte de esos kilos de más no te libra del estigma de haber sido obeso. Hay estudios que sugieren que si los demás saben que alguien fue gordo en el pasado tienden a seguir tratándole siempre como si fuera gordo. Y existe además un fuerte sesgo contra la cirugía, de manera que quienes eligen el bisturí para perder peso reciben peores calificaciones (por ejemplo, son considerados menos atractivos físicamente). Es fácil imaginar cómo seguir siendo víctima del prejuicio incluso después de pasar a formar parte del grupo de prestigio tiene el potencial de socavar el bienestar psicológico.

La pérdida masiva de peso puede también tener consecuencias físicas inesperadas, como grandes masas de piel colgante. Además de ser pesada e incómoda e interferir con el movimiento, la piel colgante puede provocar picazón, irritación, dermatitis e infecciones de la piel. Someterse a una paniculectomía (quitar el “delantal” abdominal de piel colgante) puede ser muy caro y tiene una tasa de complicaciones superior al 50 por ciento, la más común de ellas la dehiscencia (ruptura de la herida quirúrgica).

“Incluso si la cirugía demuestra ser efectiva de manera sostenible”, escribió el director fundador del Centro de Investigación de Prevención de la Universidad de Yale, “la necesidad de confiar en la reorganización de nuestra anatomía gastrointestinal natural como una alternativa a un mejor uso de la dieta y el ejercicio parece una parodia social”.

En la Edad Media, los campesinos hambrientos soñaban con utopías gastronómicas donde la comida llovía sola del cielo. Lo llamaban el País de Cucaña. Los fabulistas medievales no pudieron predecir que muchos de sus descendientes no solo tendrían su residencia permanente allí, sino que cortarían partes de sus estómagos e intestinos para combatir la abundancia. Los críticos han señalado la ironía de alterar con cirugía los órganos sanos para hacerlos disfuncionales (malabsorbentes) a propósito, sobre todo al operar a niños. La cirugía bariátrica para niños y adolescentes se ha generalizado y se está realizando en niños de tan solo cinco años de edad. Los cirujanos defienden la práctica argumentando que crecer siendo gordo puede dejar cicatrices emocionales y un “retraso social de por vida”.

Los promotores de la medicina preventiva argumentan que la cirugía bariátrica es como decir que más vale curar que prevenir. En respuesta, los defensores de la cirugía bariátrica pediátrica han escrito: “A menudo se señala que deberíamos centrarnos en la prevención. Por supuesto, estoy de acuerdo. Pero, si alguien se está ahogando, no le digo que debería aprender a nadar. No, yo lo rescato”.

Se puede argumentar, con razón, que los beneficios de la cirugía bariátrica superan con creces los riesgos si la alternativa es permanecer con obesidad mórbida, que se estima que reduce hasta en doce años o más la esperanza de vida. Aunque todavía no existen datos de ensayos aleatorizados que lo respalden, en comparación con los individuos obesos no operados, debería esperarse que aquellos que se someten a cirugía bariátrica vivirán, de media, significativamente más tiempo. No es de extrañar que los cirujanos enmarquen continuamente la cirugía electiva como una necesidad de vida o muerte. Sin embargo, esta es una falsa dicotomía. Los beneficios solo superan los riesgos si no hay otras alternativas. ¿Podría haber una manera de perder peso de manera saludable sin recurrir al quirófano? De eso trata mi libro Comer para no engordar.

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Nota del Doctor

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Este es el video final de una serie de cuatro partes sobre cirugía bariátrica, que incluye los siguientes vídeos:

Este video contiene información sobre el suicidio. Si tú o alguna persona conocida muestran señales que podrían advertir de un suicidio, busca ayuda. Puedes obtener más información en https://suicidepreventionlifeline.org.

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