Flashback Friday: Cómo evitar la inflamación del envejecimiento

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¿Qué podemos comer para combatir la inflamación crónica de bajo grado que acompaña el proceso de envejecimiento?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Elizabeth Romo y Macarena Troscé voluntarios activos en NutritionFacts.org.

Una de las consecuencias más conocidas del envejecimiento es la disminución de la función inmunitaria, representada por la posibilidad de morir de gripe y una mala respuesta ante las vacunas. Pero, hace unos 20 años, se publicó un artículo que muestra que las células inmunitarias de personas de 80 años produjeron significativamente más señales proinflamatorias, lo que sugiere dos cosas malas: la disminución del sistema inmunitario que combate infecciones específicas y un incremento exagerado de las reacciones no específicas que pueden conducir a la inflamación. Esto ya se ha formalizado en un concepto denominado “inflamación por envejecimiento”, una inflamación crónica de grado menor que ahora sabemos que es típica del envejecimiento. Esto podría ser responsable del deterioro y de la aparición de enfermedades en los ancianos.

¿Qué podemos hacer al respecto? La inflamación por envejecimiento parece ser una de las principales consecuencias de envejecer. ¿Se puede prevenir o curar? La clave para un buen envejecimiento y longevidad podría estar en disminuir la inflamación crónica sin poner en juego una buena respuesta ante patógenos. ¿Cómo hacemos esto? Con la alimentación. Lo que comemos puede ser la herramienta más potente y flexible que tenemos para lograr un ajuste crónico y sistemático del proceso de envejecimiento.

En la primera revisión sistemática que ha sido publicada sobre la asociación entre los hábitos alimenticios y los biomarcadores de inflamación, los patrones dietéticos asociados con la inflamación estuvieron casi todos relacionados con la carne o la llamada “dieta occidental”, mientras que los patrones dietéticos basados en vegetales y frutas, o “sanos”, tendieron a estar asociados de modo inverso. Es decir, las dietas más basadas en plantas implican menor inflamación.

La razón por la cual la carne se asocia con la inflamación se puede deber tanto a la proteína animal como a la grasa animal. En el primer estudio de intervención en el que se evaluaron por separado los efectos de la proteína vegetal y animal en el estado inflamatorio, y su relación con la obesidad y el síndrome metabólico cuando se está intentando bajar de peso, se encontró que una mayor ingesta de proteína de origen animal (específicamente de carne) se asocia con altos niveles de marcadores inflamatorios en el plasma de adultos obesos.

La razón por la cual la obesidad está asociada con un mayor riesgo de muchos tipos de cáncer puede ser debido a la inflamación asociada con la obesidad. La inflamación inducida por la obesidad puede estimular la biosíntesis de estrógeno mediante prostaglandina en los tejidos mamarios. La inflamación puede activar la enzima que permite a los tumores de mama fabricar su propio estrógeno a través de este compuesto inflamatorio llamado prostaglandina. Si se mide el nivel de prostaglandinas en la orina de las mujeres, este se correlaciona con el riesgo de cáncer de mama. Y ¿cómo se consiguen altos niveles de este compuesto inflamatorio? Fumando, con una dieta alta en grasas saturadas y con obesidad. ¿Por qué comer grasa saturada conduce a la producción de prostaglandinas? Porque las prostaglandinas están hechas a partir del ácido araquidónico, y el ácido araquidónico es un ingrediente importante de las grasas animales. Las grasas animales contienen ácido araquidónico, y el ácido araquidónico es lo que nuestro cuerpo utiliza para producir compuestos inflamatorios, como las prostaglandinas. Entonces, estos compuestos inflamatorios pueden estimular el crecimiento del cáncer de mama, y también pueden desempeñar un papel importante en el cáncer de colon, el cáncer de pulmón y el cáncer de cabeza y cuello.

En contraste, los alimentos vegetales tienen efectos antiinflamatorios, aunque algunas plantas son mejores que otras. Las personas que comieron cinco porciones al día de frutas y verduras altas en antioxidantes, como los frutos rojos y los vegetales de hojas verdes, tuvieron un impacto significativamente mayor en la reducción de la inflamación sistémica y la disfunción hepática, en comparación con las que comieron cinco porciones al día de frutas y verduras bajas en antioxidantes, como los plátanos y la lechuga.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Imágenes de Sara Fasullo vía Flickr.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Elizabeth Romo y Macarena Troscé voluntarios activos en NutritionFacts.org.

Una de las consecuencias más conocidas del envejecimiento es la disminución de la función inmunitaria, representada por la posibilidad de morir de gripe y una mala respuesta ante las vacunas. Pero, hace unos 20 años, se publicó un artículo que muestra que las células inmunitarias de personas de 80 años produjeron significativamente más señales proinflamatorias, lo que sugiere dos cosas malas: la disminución del sistema inmunitario que combate infecciones específicas y un incremento exagerado de las reacciones no específicas que pueden conducir a la inflamación. Esto ya se ha formalizado en un concepto denominado “inflamación por envejecimiento”, una inflamación crónica de grado menor que ahora sabemos que es típica del envejecimiento. Esto podría ser responsable del deterioro y de la aparición de enfermedades en los ancianos.

¿Qué podemos hacer al respecto? La inflamación por envejecimiento parece ser una de las principales consecuencias de envejecer. ¿Se puede prevenir o curar? La clave para un buen envejecimiento y longevidad podría estar en disminuir la inflamación crónica sin poner en juego una buena respuesta ante patógenos. ¿Cómo hacemos esto? Con la alimentación. Lo que comemos puede ser la herramienta más potente y flexible que tenemos para lograr un ajuste crónico y sistemático del proceso de envejecimiento.

En la primera revisión sistemática que ha sido publicada sobre la asociación entre los hábitos alimenticios y los biomarcadores de inflamación, los patrones dietéticos asociados con la inflamación estuvieron casi todos relacionados con la carne o la llamada “dieta occidental”, mientras que los patrones dietéticos basados en vegetales y frutas, o “sanos”, tendieron a estar asociados de modo inverso. Es decir, las dietas más basadas en plantas implican menor inflamación.

La razón por la cual la carne se asocia con la inflamación se puede deber tanto a la proteína animal como a la grasa animal. En el primer estudio de intervención en el que se evaluaron por separado los efectos de la proteína vegetal y animal en el estado inflamatorio, y su relación con la obesidad y el síndrome metabólico cuando se está intentando bajar de peso, se encontró que una mayor ingesta de proteína de origen animal (específicamente de carne) se asocia con altos niveles de marcadores inflamatorios en el plasma de adultos obesos.

La razón por la cual la obesidad está asociada con un mayor riesgo de muchos tipos de cáncer puede ser debido a la inflamación asociada con la obesidad. La inflamación inducida por la obesidad puede estimular la biosíntesis de estrógeno mediante prostaglandina en los tejidos mamarios. La inflamación puede activar la enzima que permite a los tumores de mama fabricar su propio estrógeno a través de este compuesto inflamatorio llamado prostaglandina. Si se mide el nivel de prostaglandinas en la orina de las mujeres, este se correlaciona con el riesgo de cáncer de mama. Y ¿cómo se consiguen altos niveles de este compuesto inflamatorio? Fumando, con una dieta alta en grasas saturadas y con obesidad. ¿Por qué comer grasa saturada conduce a la producción de prostaglandinas? Porque las prostaglandinas están hechas a partir del ácido araquidónico, y el ácido araquidónico es un ingrediente importante de las grasas animales. Las grasas animales contienen ácido araquidónico, y el ácido araquidónico es lo que nuestro cuerpo utiliza para producir compuestos inflamatorios, como las prostaglandinas. Entonces, estos compuestos inflamatorios pueden estimular el crecimiento del cáncer de mama, y también pueden desempeñar un papel importante en el cáncer de colon, el cáncer de pulmón y el cáncer de cabeza y cuello.

En contraste, los alimentos vegetales tienen efectos antiinflamatorios, aunque algunas plantas son mejores que otras. Las personas que comieron cinco porciones al día de frutas y verduras altas en antioxidantes, como los frutos rojos y los vegetales de hojas verdes, tuvieron un impacto significativamente mayor en la reducción de la inflamación sistémica y la disfunción hepática, en comparación con las que comieron cinco porciones al día de frutas y verduras bajas en antioxidantes, como los plátanos y la lechuga.

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Imágenes de Sara Fasullo vía Flickr.

Nota del Doctor

Si el ácido araquidónico te suena familiar, puede que sea porque los recuerdas de videos como el de la Alimentación basada en plantas para mejorar el humor y la productividad.

Más información sobre la batalla contra la inflamación en:

Y sobre el envejecimiento saludable:

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