¿De dónde viene el coronavirus de la COVID-19?

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El papel de los mercados de animales vivos, el tráfico de animales salvajes y el pangolín tienen mucho que ver con la aparición del SARS-CoV-2.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por José Monserrat voluntario activo en NutritionFacts.org.

En una investigación publicada en el número de diciembre de 2019 de la revista Infectious Disease Clinics of North America se llegó a la conclusión de que: “La epidemia de SARS ha demostrado que los nuevos virus altamente patógenos que cruzan la barrera entre animales y humanos siguen siendo una gran amenaza contra la seguridad de la salud global”. Los autores no tenían ni idea de que, durante la fecha en que se publicaba el texto, se avecinaba un virus así. “No sería ninguna sorpresa que aparecieran nuevos coronavirus en un futuro cercano”, aparecía en una publicación de unos pocos meses atrás. “Es muy probable que los futuros brotes de coronavirus de SARS, o MERS, se originen en murciélagos, y existe una probabilidad cada vez mayor de que se produzcan en China”. Estas advertencias no son nuevas, se ha hablado de ellas durante más de una década. “La presencia de grandes reservorios de SARS, como los coronavirus en murciélagos, junto a la cultura de comer animales exóticos en el sur de China, es una bomba de tiempo”. Una bomba que ya ha estallado.

Espero que entiendas por qué el aviso del Dr. Li sobre “7 casos de SARS confirmados en el mercado de marisco de Hua’nan” fue tan inquietante. Por eso mi último vídeo fue sobre el SARS, para dar algo de contexto. Sin embargo, lo que encontró no fue el coronavirus del SARS, causante de síndrome respiratorio agudo grave, sino un virus al que pronto conoceríamos como coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (del tipo) 2, la causa de la COVID-19, la coronavirosis de 2019. No obstantes, antes de que se llamara SARS-CoV-2, la llamaban “el virus de la neumonía del mercado de Wuhan”.

De acuerdo con el director del CDC de China, la zona cero de la pandemia de COVID-19 fue el mercado de Hua’nan en Wuhan, China, en donde se rastrearon los primeros casos en seres humanos. El mercado de mariscos de Hua’nan es el mercado más grande de China central meridional y, presuntamente, vendía 75 especies diferentes de animales salvajes. Si quieres ver cómo era esa parte del mercado puedes hacerlo en bit.ly/HuananMarket, pero no voy a enseñar fotografías porque podrían herir la sensibilidad de algunas personas.

Aunque pueden encontrarse coronavirus en peces, el 90% de las muestras que dieron positivo con el virus se tomaron en la sección en la que se hicieron las fotos de ese mercado de más de 4600 metros cuadrados, la parte que traficaba con animales exóticos y los vendía para su consumo.

El hecho de que las secuencias genéticas de los virus que se obtuvieron de algunas de las primeras víctimas humanas fueran idénticas en un 99 %, pese a lo rápida que es la tasa de mutación de los coronavirus, sugiere que la pandemia actual se originó en un periodo de tiempo muy breve y a partir de una única fuente. Pese a que existen informes documentados que hablan sobre la fuga de del coronavirus del SARS original de unos laboratorios, el hecho de que el coronavirus de la COVID-19 esté perfeccionado para unirse a las células de los seres humanos, de un modo nunca visto, da a entender que esta nueva epidemia a la que nos enfrentamos no nació en un laboratorio, sino por medios naturales, aunque para fijar las mutaciones necesarias el “portador animal debería tener, con total probabilidad, una gran densidad poblacional”.

El coronavirus nuevo parece tener un ancestro común con el virus original del SARS, con el cual tiene un parecido del 80 %, pero se parece en un 95 % con un coronavirus que se encontró en un murciélago en 2013. A día de hoy se cree que la COVID-19 se ha originado en murciélagos, pero después pasó a los seres humanos tan solo después de pasar por un portador intermedio. Al fin y al cabo, la pandemia se originó en invierno, momento en la que la gran mayoría de las especies de murciélagos de Wuhan hibernan, y no se encontraron murciélagos en el mercado de Hua’nan. Había laboratorios en las proximidades del mercado desde donde los virus de los murciélagos podrían haber escapado, pero se encontraron muestras del virus en muestras ambientales tomadas directamente en el mercado. Desafortunadamente, debido a que se clausuro y despejó el mercado antes de que se pudieran tomar muestras de los animales, lo cual complicó la búsqueda de la fuente a los forenses. En el caso del SARS, el portador inmediato entre los murciélagos y la transmisión entre humanos fue la civeta. En el caso del MERS los camellos. ¿Cuál fue el portador intermediario de la COVID-19? El candidato más probable es, sin embargo, el pangolín.

También conocidos como osos hormigueros escamosos, los pangolines tienen el aspecto de un cruce entre un perezoso y una piña. Pero debido a la demanda de su carne como un manjar, y la de sus escamas para su uso en medicina tradicional china, los pangolines son los mamíferos con los que más se trafica en todo el mundo.

En dos lotes separados de pangolines enfermos que se introducían de contrabando en China se encontraron muestras que coincidían en un 90 % con el virus de la COVID-19. El pangolín no solo es el único mamífero infectado con virus similares al SARS-CoV-2, sino que el dominio de unión de la proteína S del coronavirus del pangolín es prácticamente idéntica a la de la cepa humana. Aún queda mucho trabajo por hacer, pero fuera el animal que fuera, ese plato, o ese medicamento, podría haberle costado a la humanidad unos cuantos billones de dólares y más de un millón de vidas.

Teniendo en cuenta el papel que parece haber desempeñado el tráfico de animales exóticos en la crisis sanitaria mundial en la que nos encontramos, algunas comunidades internacionales de científicos han pedido que se prohíba la venta de animales salvajes y que se cierren los mercados de animales vivos. Hasta los expertos en enfermedades infecciosas en Wuhan han hecho un llamamiento para “terminar de una vez por todas con el comercio de animales salvajes”.

El 26 de enero de 2020, el gobierno chino respondió anunciando una prohibición total del comercio y la venta de carne de animales salvajes e informó de que habían cerrado, o puesto en cuarentena, casi 20.000 granjas de animales salvajes en las siete provincias de China; pero la prohibición solo sería temporal. Después del brote de SARS de 2003, las autoridades de China promulgaron una prohibición similar con el comercio de los gatos civeta, pero transcurridos varios meses, se eliminó la prohibición y los animales volvieron a aparecer en los menús.

Gran parte del comercio de animales salvajes ya era ilegal en China, con prohibiciones que datan desde hace más de una década. El pangolín chino, por ejemplo, está considerado como una especie en peligro de extinción en situación crítica.

Sin embargo, ahí es donde se encuentra parte del atractivo de servir “carne excepcional” para proyectar prestigio y riqueza. Ya existe un mercado negro próspero, y podría volverse aún más clandestino por las acciones que ha llevado a cabo el gobierno. “La solución definitiva —explicó un grupo de científicos chinos— es cambiar la mentalidad de la gente sobre que algo sea delicioso, o esté de moda, o dé prestigio, o que sea saludable para su consumo”. Habiendo pasado la mayor parte de mi vida profesional intentando que las personas coman de forma más sana para prevenir las enfermedades crónicas, puedo entenderlos.

Incluso en el improbable caso de que la prohibición se hiciera permanente y se impusiera de forma eficaz, sigue habiendo una laguna evidente… La prohibición exime el uso de animales para la medicina tradicional china. De modo que, aunque sigue siendo ilegal comer carne de pangolín, no es ilegal comerse otras partes del pangolín. Es irónico que la pandemia parezca haber surgido en un mercado que vende remedios que, supuestamente, promueven la inmunidad y la longevidad. Se dice que la sangre de pangolín “mejora la circulación”.

Por solo $30 el kilo, cualquiera puede comprar en Internet heces de murciélago chino para tratar sus problemas oculares. Aunque presuntamente el secado de los excrementos inactivaría el coronavirus, el comercio y la manipulación de murciélagos que han muerto recientemente para su uso en remedios tradicionales podría infectar a las personas de forma directa o, con toda seguridad, crear oportunidades para la infección cruzada entre portadores susceptibles.

Ahora les resulta muy fácil a los xenófobos occidentales condenar las culturas que consumen cuernos de rinoceronte, huesos de tigre o escamas de pangolín, u otras manifestaciones del siglo XXI como los mukbangs, las transmisiones en directo de personas que comen sopa de murciélago y demás. Sin embargo, como menciono en mi nuevo libro (cuyos ingresos van destinados a la caridad), la última pandemia, el virus de la gripe porcina del H1N1 de 2009, no surgió en ningún mercado atrasado de Asia, sino que en gran medida apareció en los Estados Unidos debido a sus operaciones industriales con cerdos. De modo que, la aparición del SARS-CoV-3 podría producirse en nuestros platos.

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Créditos de la imagen: Stephen Dickson vía Wikimedia. La imagen ha sido modificada.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por José Monserrat voluntario activo en NutritionFacts.org.

En una investigación publicada en el número de diciembre de 2019 de la revista Infectious Disease Clinics of North America se llegó a la conclusión de que: “La epidemia de SARS ha demostrado que los nuevos virus altamente patógenos que cruzan la barrera entre animales y humanos siguen siendo una gran amenaza contra la seguridad de la salud global”. Los autores no tenían ni idea de que, durante la fecha en que se publicaba el texto, se avecinaba un virus así. “No sería ninguna sorpresa que aparecieran nuevos coronavirus en un futuro cercano”, aparecía en una publicación de unos pocos meses atrás. “Es muy probable que los futuros brotes de coronavirus de SARS, o MERS, se originen en murciélagos, y existe una probabilidad cada vez mayor de que se produzcan en China”. Estas advertencias no son nuevas, se ha hablado de ellas durante más de una década. “La presencia de grandes reservorios de SARS, como los coronavirus en murciélagos, junto a la cultura de comer animales exóticos en el sur de China, es una bomba de tiempo”. Una bomba que ya ha estallado.

Espero que entiendas por qué el aviso del Dr. Li sobre “7 casos de SARS confirmados en el mercado de marisco de Hua’nan” fue tan inquietante. Por eso mi último vídeo fue sobre el SARS, para dar algo de contexto. Sin embargo, lo que encontró no fue el coronavirus del SARS, causante de síndrome respiratorio agudo grave, sino un virus al que pronto conoceríamos como coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (del tipo) 2, la causa de la COVID-19, la coronavirosis de 2019. No obstantes, antes de que se llamara SARS-CoV-2, la llamaban “el virus de la neumonía del mercado de Wuhan”.

De acuerdo con el director del CDC de China, la zona cero de la pandemia de COVID-19 fue el mercado de Hua’nan en Wuhan, China, en donde se rastrearon los primeros casos en seres humanos. El mercado de mariscos de Hua’nan es el mercado más grande de China central meridional y, presuntamente, vendía 75 especies diferentes de animales salvajes. Si quieres ver cómo era esa parte del mercado puedes hacerlo en bit.ly/HuananMarket, pero no voy a enseñar fotografías porque podrían herir la sensibilidad de algunas personas.

Aunque pueden encontrarse coronavirus en peces, el 90% de las muestras que dieron positivo con el virus se tomaron en la sección en la que se hicieron las fotos de ese mercado de más de 4600 metros cuadrados, la parte que traficaba con animales exóticos y los vendía para su consumo.

El hecho de que las secuencias genéticas de los virus que se obtuvieron de algunas de las primeras víctimas humanas fueran idénticas en un 99 %, pese a lo rápida que es la tasa de mutación de los coronavirus, sugiere que la pandemia actual se originó en un periodo de tiempo muy breve y a partir de una única fuente. Pese a que existen informes documentados que hablan sobre la fuga de del coronavirus del SARS original de unos laboratorios, el hecho de que el coronavirus de la COVID-19 esté perfeccionado para unirse a las células de los seres humanos, de un modo nunca visto, da a entender que esta nueva epidemia a la que nos enfrentamos no nació en un laboratorio, sino por medios naturales, aunque para fijar las mutaciones necesarias el “portador animal debería tener, con total probabilidad, una gran densidad poblacional”.

El coronavirus nuevo parece tener un ancestro común con el virus original del SARS, con el cual tiene un parecido del 80 %, pero se parece en un 95 % con un coronavirus que se encontró en un murciélago en 2013. A día de hoy se cree que la COVID-19 se ha originado en murciélagos, pero después pasó a los seres humanos tan solo después de pasar por un portador intermedio. Al fin y al cabo, la pandemia se originó en invierno, momento en la que la gran mayoría de las especies de murciélagos de Wuhan hibernan, y no se encontraron murciélagos en el mercado de Hua’nan. Había laboratorios en las proximidades del mercado desde donde los virus de los murciélagos podrían haber escapado, pero se encontraron muestras del virus en muestras ambientales tomadas directamente en el mercado. Desafortunadamente, debido a que se clausuro y despejó el mercado antes de que se pudieran tomar muestras de los animales, lo cual complicó la búsqueda de la fuente a los forenses. En el caso del SARS, el portador inmediato entre los murciélagos y la transmisión entre humanos fue la civeta. En el caso del MERS los camellos. ¿Cuál fue el portador intermediario de la COVID-19? El candidato más probable es, sin embargo, el pangolín.

También conocidos como osos hormigueros escamosos, los pangolines tienen el aspecto de un cruce entre un perezoso y una piña. Pero debido a la demanda de su carne como un manjar, y la de sus escamas para su uso en medicina tradicional china, los pangolines son los mamíferos con los que más se trafica en todo el mundo.

En dos lotes separados de pangolines enfermos que se introducían de contrabando en China se encontraron muestras que coincidían en un 90 % con el virus de la COVID-19. El pangolín no solo es el único mamífero infectado con virus similares al SARS-CoV-2, sino que el dominio de unión de la proteína S del coronavirus del pangolín es prácticamente idéntica a la de la cepa humana. Aún queda mucho trabajo por hacer, pero fuera el animal que fuera, ese plato, o ese medicamento, podría haberle costado a la humanidad unos cuantos billones de dólares y más de un millón de vidas.

Teniendo en cuenta el papel que parece haber desempeñado el tráfico de animales exóticos en la crisis sanitaria mundial en la que nos encontramos, algunas comunidades internacionales de científicos han pedido que se prohíba la venta de animales salvajes y que se cierren los mercados de animales vivos. Hasta los expertos en enfermedades infecciosas en Wuhan han hecho un llamamiento para “terminar de una vez por todas con el comercio de animales salvajes”.

El 26 de enero de 2020, el gobierno chino respondió anunciando una prohibición total del comercio y la venta de carne de animales salvajes e informó de que habían cerrado, o puesto en cuarentena, casi 20.000 granjas de animales salvajes en las siete provincias de China; pero la prohibición solo sería temporal. Después del brote de SARS de 2003, las autoridades de China promulgaron una prohibición similar con el comercio de los gatos civeta, pero transcurridos varios meses, se eliminó la prohibición y los animales volvieron a aparecer en los menús.

Gran parte del comercio de animales salvajes ya era ilegal en China, con prohibiciones que datan desde hace más de una década. El pangolín chino, por ejemplo, está considerado como una especie en peligro de extinción en situación crítica.

Sin embargo, ahí es donde se encuentra parte del atractivo de servir “carne excepcional” para proyectar prestigio y riqueza. Ya existe un mercado negro próspero, y podría volverse aún más clandestino por las acciones que ha llevado a cabo el gobierno. “La solución definitiva —explicó un grupo de científicos chinos— es cambiar la mentalidad de la gente sobre que algo sea delicioso, o esté de moda, o dé prestigio, o que sea saludable para su consumo”. Habiendo pasado la mayor parte de mi vida profesional intentando que las personas coman de forma más sana para prevenir las enfermedades crónicas, puedo entenderlos.

Incluso en el improbable caso de que la prohibición se hiciera permanente y se impusiera de forma eficaz, sigue habiendo una laguna evidente… La prohibición exime el uso de animales para la medicina tradicional china. De modo que, aunque sigue siendo ilegal comer carne de pangolín, no es ilegal comerse otras partes del pangolín. Es irónico que la pandemia parezca haber surgido en un mercado que vende remedios que, supuestamente, promueven la inmunidad y la longevidad. Se dice que la sangre de pangolín “mejora la circulación”.

Por solo $30 el kilo, cualquiera puede comprar en Internet heces de murciélago chino para tratar sus problemas oculares. Aunque presuntamente el secado de los excrementos inactivaría el coronavirus, el comercio y la manipulación de murciélagos que han muerto recientemente para su uso en remedios tradicionales podría infectar a las personas de forma directa o, con toda seguridad, crear oportunidades para la infección cruzada entre portadores susceptibles.

Ahora les resulta muy fácil a los xenófobos occidentales condenar las culturas que consumen cuernos de rinoceronte, huesos de tigre o escamas de pangolín, u otras manifestaciones del siglo XXI como los mukbangs, las transmisiones en directo de personas que comen sopa de murciélago y demás. Sin embargo, como menciono en mi nuevo libro (cuyos ingresos van destinados a la caridad), la última pandemia, el virus de la gripe porcina del H1N1 de 2009, no surgió en ningún mercado atrasado de Asia, sino que en gran medida apareció en los Estados Unidos debido a sus operaciones industriales con cerdos. De modo que, la aparición del SARS-CoV-3 podría producirse en nuestros platos.

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Créditos de la imagen: Stephen Dickson vía Wikimedia. La imagen ha sido modificada.

Nota del Doctor

En caso de que te los hayas perdido ¿De dónde vienen los coronavirus letales como el MERS-CoV? y El SARS y los mercados de animales vivos fueron los primeros dos videos.

Los siguientes son La última pandemia de coronavirus podría venir del ganado y El R0 y el periodo de incubación: cómo se frenaron otros brotes de coronavirus.

Tengo la serie completa (en inglés) disponible para descargarla gratuitamente en DrGreger.org y puedes ahondar un poco más en mi nuevo libro (disponible solo en inglés) How to Survive a Pandemic, en caso de que no lo sepas, todas las ganancias de las ventas de este libro son donadas a instituciones para la prevención de pandemias.

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