La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria Tamara Amor.
El bisfenol A es un químico del plástico conocido como BPA. El mismo fue prohibido para su uso en biberones en Canadá en el 2008, en Francia en el 2010, en la Unión Europea en el 2011 y en los Estados Unidos en el 2012. En el 2015, Francia prohibió el uso de BPA en cualquier empaque de alimentos y bebidas, acción que la U.S. Food and Drug Administration juzgó como injustificada. Pero en efecto, existen más de 90 estudios que “reportan relaciones entre el BPA total en la orina (de las personas) y una gama muy amplia de efectos adversos para la salud. Estos incluyen un aumento significativo en la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo 2, obesidad, insuficiencia hepática, deterioro de la función inmunológica y renal, inflamación, efectos reproductivos en mujeres… y en hombres… concentraciones alteradas de la hormona tiroidea y déficits neuroconductuales como agresividad, hiperactividad y problemas de aprendizaje”.
Solo una pequeña minoría de estudios parece respaldar las afirmaciones del gobierno de Estados Unidos de que el BPA no produce efectos negativos en dosis bajas. ¿Cómo se explica esta disparidad? Las agencias reguladoras gubernamentales determinan los niveles de seguridad de los químicos mediante la inserción de sondas en el estómago de los animales de laboratorio. En este tipo de pruebas, el BPA se libera de forma directa en el estómago y luego va al hígado donde se detoxifica al convertirse en una forma inactiva llamada BPA-glucurónido. Como resultado, al torrente sanguíneo ingresa muy poco BPA activo. Pero en los estudios realizados en humanos no se observa lo mismo, las personas sí tienen BPA activo en la sangre. ¿Qué respondió la FDA a esto? Desestimó todos los estudios en humanos al considerarlos inverosímiles.
El problema con la “desestimación general” de los datos humanos es que puede haber fuentes de exposición al BPA que no sigan el modelo de la sonda estomacal en ratas. Al fin y al cabo, “esa no es la forma en que los alimentos ingresan a nuestro cuerpo. En realidad, los masticamos y movemos en la boca antes de que lleguen al estómago”. Resulta que “todo el BPA puede pasar al torrente sanguíneo en forma directa desde la boca” y de esta manera nunca llegaría al hígado para su desintoxicación instantánea. Lo mismo ocurre con el BPA absorbido a través de la piel, lo que se puede ver en el minuto 2:08 en mi video BPA en recibos y su absorción por la piel.
El papel térmico, usado a menudo en los recibos de las cajas registradoras, en etiquetas de equipaje, en boletos de autobús, tren y lotería, tiene del 1 al 2% en peso de BPA. Sostener un recibo puede transferir BPA a nuestros dedos, en especial si están húmedos o grasientos. ¿El BPA se absorbe en nuestro sistema a través de la piel? Un estudio demostró que los cajeros tenían más BPA en su torrente sanguíneo “en comparación con otras ocupaciones”, pero el mismo se basó solo en 17 personas. “Los veganos tenían concentraciones de BPA en orina más bajas en comparación con los no veganos”, pero, una vez más, la muestra fue demasiado pequeña para llegar a una tener relevancia estadística. Se estima que incluso los cajeros que están en contacto con recibos todo el día no podrían exceder la “ingesta diaria tolerable” de BPA; sin embargo, eso podría cambiar si usaran, por ejemplo, crema de manos.
De hecho, “muchos productos para el cuidado de la piel, incluidos los desinfectantes para manos, lociones, jabones y protectores solares”, contienen sustancias químicas que mejoran la penetración de sustancias en la piel. Por lo tanto, usar un desinfectante para manos, por ejemplo, antes de tocar un recibo podría causar una ruptura de la barrera cutánea.
Además, ahora sabemos que “desinfectarse las manos y manipular un recibo térmico… antes de comer alimentos sin cubiertos” da como resultado altos niveles de BPA activo en la sangre. Unos investigadores de la Universidad de Missouri realizaron un estudio para imitar aspectos del comportamiento de las personas en un restaurante de comida rápida. Así descubrieron que cuando las personas manipulaban un recibo justo después de usar el desinfectante para manos Purell, el BPA se transfería a sus dedos. Luego, se trasladaba de sus dedos a sus papas fritas y la combinación de absorción a través de la piel y la boca conducía a niveles significativos de BPA activo en sangre, como se puede ver en el minuto 3:45 en mi video.
Si sostenemos un recibo en nuestra mano durante 60 segundos absorbemos 3 microgramos de BPA en nuestro cuerpo. Por el contrario, si nos humedecemos las manos con desinfectante, podemos absorber hasta 300 microgramos en solo unos segundos, lo que significa 100 veces más BPA, como explico en el minuto 4:05 en mi video. “Estos hallazgos muestran que una gran cantidad de BPA se transfiere del papel térmico a las manos como resultado de sostener un recibo después de usar un producto con químicos que mejoran la penetración dérmica”, como una loción para manos. Esto podría explicar por qué docenas de estudios en humanos muestran BPA activo en las personas, en contraposición con las suposiciones basadas en estudios de sonda gástrica en roedores.
Cuando la evidencia real contradice las suposiciones, lo normal es desestimarlas. La FDA, sin embargo, rechazó la evidencia en su lugar.
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