Dispositivos extremos para la pérdida de peso

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Analizo la seguridad y la eficacia de las herramientas para la pérdida de peso, desde el Botox hasta los corsés, los sifones y las tenias.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Antonio Galán voluntario activo en NutritionFacts.org.

Una persona con obesidad moderada que realice actividad física moderadamente intensa, como ir en bicicleta o caminar a paso ligero, quemaría unas 350 calorías por hora, pero la mayoría de las bebidas, aperitivos y demás basura procesada se consumen a un ritmo de aproximadamente 70 calorías por minuto. Por lo tanto, apenas necesitas cinco minutos para acabar con una hora completa de ejercicio.

Aquí llega el dispositivo de aspiración “AspireAssist”.

Se trata de un dispositivo de gastrostomía percutánea, es decir, los cirujanos perforan el estómago y extraen una fístula a través de la pared abdominal. Así, después de cada comida, puedes colocar un dispositivo de succión en el orificio y drenar directamente el contenido del estómago. Podrías pegarte un atracón de pasteles, expulsarlos por el agujero del estómago y volver a devorar más pasteles. Podrás estar al plato y a las tajadas, una y otra vez. Es como la bulimia, ¡pero sin el regusto! 

Me parece el invento americano por excelencia, nacido en la tierra que inventó las ensaladas de gelatina, el queso en spray y las chocolatinas fritas. Quizás los pacientes pierdan peso, quizás, porque la fístula interfiera con la relajación de la pared estomacal durante una comida. El proceso también exige beber mucha agua y masticar los alimentos a fondo, y eso de por sí puede ayudar a perder peso al aumentar la hidratación y ralentizar el ritmo de ingesta. Los pacientes también comenzaron a tomar decisiones más saludables para “evitar el desagradable aspirado gástrico de alimentos poco sanos”. El tubo es translúcido y, claro, los alimentos fritos tienen una pinta especialmente asquerosa cuando se bombean.

Todos los pacientes necesitan suplementarse con potasio, que se absorbe en los jugos gástricos; de lo contrario, corren el riesgo de sufrir deficiencia de potasio (una complicación común en la verdadera bulimia). Sin embargo, la mayoría de los efectos secundarios son solo complicaciones menores en la herida. Los efectos adversos graves, como los abscesos abdominales, son raros. Su principal ventaja competitiva es que el dispositivo de aspiración “no altera la anatomía del tracto gastrointestinal”. No parece gran cosa, pero en el actual mundo salvaje de los procedimientos de pérdida de peso no se puede dar nada por sentado. Sirva como ejemplo el “revestimiento duodenal-yeyunal”.

La cirugía de derivación gástrica funciona, en parte, excluyendo parte del intestino delgado del flujo de alimentos para ayudar a evitar la absorción de calorías. En lugar de una cirugía mayor, ¿por qué no deslizamos medio metro de tubo de plástico para cubrir las paredes intestinales? El problema con el “EndoBarrier” es que tiene que anclarse al tracto digestivo. Esto se logra con diez ganchos que causan laceraciones, que representan la mayoría de los 891 efectos adversos informados en 1056 pacientes. Eso es casi 9 de cada 10. Afortunadamente, el traumatismo de penetración grave, que causa perforación esofágica o abscesos hepáticos, es más raro (ocurre solo en alrededor de 1 de cada 27 pacientes).

Se ha planteado la preocupación sobre la “palatabilidad” de la bomba gástrica AspireAssist, pero el procedimiento endoscópico más repugnante que encontré en mi investigación fue el “rejuvenecimiento” intestinal. ¿Por qué cubrir el interior de los intestinos con plástico para evitar la absorción cuando puedes “extirpar térmicamente la mucosa duodenal superficial”? En otras palabras, que te quemen el revestimiento intestinal. O, más bien, que te lo “rejuvenezcan”. 

Hay cirujanos que han intentado inyectar bótox en las paredes del estómago de personas obesas, con la esperanza de paralizar parcialmente sus músculos gástricos, ralentizando el vaciado del estómago, haciendo que se sintieran saciadas más tiempo y perdieran peso. No funcionó.

Unos investigadores en Suecia realizaron un ensayo aleatorizado en el que los sujetos llevaban corsés durante 12-16 horas diarias, 7 días a la semana, durante 9 meses. Y no funcionó. Puedes adivinar por qué: los sujetos del estudio no los usaron. El corsé fue “percibido como incómodo”. Vaya.

Las “tenias desinfectadas” han recibido mucho bombo como remedio para la pérdida de peso desde principios del siglo XX. El hecho de que se hayan descubierto tenias vivas durante operaciones de cirugía bariátrica sugiere que infectarse de parásitos quizá tampoco sea especialmente efectivo.

Hablando de estrategias asquerosas, ¿y si usamos el asco? Un estudio titulado “Aprovechar el poder del asco: un ensayo aleatorizado para reducir el atractivo de los alimentos hipercalóricos mediante estímulos implícitos” intentó usar mensajes subliminales para quitar el apetito a la gente. Justo antes de las imágenes de alimentos saludables, los investigadores mostraron a los sujetos imágenes alegres, como unos gatitos, durante 20 milisegundos. Demasiado rápido para que la consciencia lo registre, pero tenían la esperanza de implantar una huella positiva en el cerebro. En cambio, antes de las imágenes de alimentos altos en calorías, como el helado, mostraron escenas de una “cucaracha en un trozo de pizza, vómito en un inodoro sucio, una herida quemada…” Al parecer, ¡funcionó! Los sujetos declararon más tarde que se redujo su deseo de comer alimentos hipercalóricos, aunque esto no se puso a prueba directamente. Los investigadores concluyen que la repulsión subliminal podría ser una “táctica exitosa para combatir el asedio de estímulos que promueven una alimentación poco saludable”.

El resto del mundo observa perplejo las maquinaciones estadounidenses y escriben comentarios como “Una mirada desde el otro lado del charco… ¡Que no coman pasteles!” Un artículo en la revista Obesity Surgery titulado “¿Qué están haciendo los yanquis?” revisó la experiencia de Estados Unidos con la “estimulación gástrica implantable”, que inserta electrodos en la capa muscular de la pared gástrica. Cuando eso no funcionó, intentamos la “estimulación eléctrica del colon”. 

Aún más impactantes fueron los estudios como “La estimulación eléctrica repetitiva del cerebro reduce la ingesta de alimentos en humanos”. Aunque la colocación de electrodos cerebrales profundos se considera una “operación propensa a complicaciones”, los científicos han considerado durante mucho tiempo si “colocar un electrodo en algún lugar del cerebro podría hacer que la gente coma menos”. Se perforaron los cráneos de 5 individuos obesos para introducir cables en sus cerebros para la “exploración electroestimulante”. Tras asomarse y encontrar puntos donde fueron capaces de provocar “respuestas de hambre convincentes”, enviaron suficiente estímulo como para freír “lesiones electro-coagulantes”. Pareció funcionar en gatos y monos, pero los investigadores descubrieron que agujerear y quemar el cerebro de las personas “no producía pérdida de peso en humanos obesos”. Afortunadamente, como intento explicar en mi libro Comer para no engordar, una pérdida de peso saludable y sostenible no implica cirugía cerebral.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Video producción Glass Entertainment

Gráficos de Avo Media

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Antonio Galán voluntario activo en NutritionFacts.org.

Una persona con obesidad moderada que realice actividad física moderadamente intensa, como ir en bicicleta o caminar a paso ligero, quemaría unas 350 calorías por hora, pero la mayoría de las bebidas, aperitivos y demás basura procesada se consumen a un ritmo de aproximadamente 70 calorías por minuto. Por lo tanto, apenas necesitas cinco minutos para acabar con una hora completa de ejercicio.

Aquí llega el dispositivo de aspiración “AspireAssist”.

Se trata de un dispositivo de gastrostomía percutánea, es decir, los cirujanos perforan el estómago y extraen una fístula a través de la pared abdominal. Así, después de cada comida, puedes colocar un dispositivo de succión en el orificio y drenar directamente el contenido del estómago. Podrías pegarte un atracón de pasteles, expulsarlos por el agujero del estómago y volver a devorar más pasteles. Podrás estar al plato y a las tajadas, una y otra vez. Es como la bulimia, ¡pero sin el regusto! 

Me parece el invento americano por excelencia, nacido en la tierra que inventó las ensaladas de gelatina, el queso en spray y las chocolatinas fritas. Quizás los pacientes pierdan peso, quizás, porque la fístula interfiera con la relajación de la pared estomacal durante una comida. El proceso también exige beber mucha agua y masticar los alimentos a fondo, y eso de por sí puede ayudar a perder peso al aumentar la hidratación y ralentizar el ritmo de ingesta. Los pacientes también comenzaron a tomar decisiones más saludables para “evitar el desagradable aspirado gástrico de alimentos poco sanos”. El tubo es translúcido y, claro, los alimentos fritos tienen una pinta especialmente asquerosa cuando se bombean.

Todos los pacientes necesitan suplementarse con potasio, que se absorbe en los jugos gástricos; de lo contrario, corren el riesgo de sufrir deficiencia de potasio (una complicación común en la verdadera bulimia). Sin embargo, la mayoría de los efectos secundarios son solo complicaciones menores en la herida. Los efectos adversos graves, como los abscesos abdominales, son raros. Su principal ventaja competitiva es que el dispositivo de aspiración “no altera la anatomía del tracto gastrointestinal”. No parece gran cosa, pero en el actual mundo salvaje de los procedimientos de pérdida de peso no se puede dar nada por sentado. Sirva como ejemplo el “revestimiento duodenal-yeyunal”.

La cirugía de derivación gástrica funciona, en parte, excluyendo parte del intestino delgado del flujo de alimentos para ayudar a evitar la absorción de calorías. En lugar de una cirugía mayor, ¿por qué no deslizamos medio metro de tubo de plástico para cubrir las paredes intestinales? El problema con el “EndoBarrier” es que tiene que anclarse al tracto digestivo. Esto se logra con diez ganchos que causan laceraciones, que representan la mayoría de los 891 efectos adversos informados en 1056 pacientes. Eso es casi 9 de cada 10. Afortunadamente, el traumatismo de penetración grave, que causa perforación esofágica o abscesos hepáticos, es más raro (ocurre solo en alrededor de 1 de cada 27 pacientes).

Se ha planteado la preocupación sobre la “palatabilidad” de la bomba gástrica AspireAssist, pero el procedimiento endoscópico más repugnante que encontré en mi investigación fue el “rejuvenecimiento” intestinal. ¿Por qué cubrir el interior de los intestinos con plástico para evitar la absorción cuando puedes “extirpar térmicamente la mucosa duodenal superficial”? En otras palabras, que te quemen el revestimiento intestinal. O, más bien, que te lo “rejuvenezcan”. 

Hay cirujanos que han intentado inyectar bótox en las paredes del estómago de personas obesas, con la esperanza de paralizar parcialmente sus músculos gástricos, ralentizando el vaciado del estómago, haciendo que se sintieran saciadas más tiempo y perdieran peso. No funcionó.

Unos investigadores en Suecia realizaron un ensayo aleatorizado en el que los sujetos llevaban corsés durante 12-16 horas diarias, 7 días a la semana, durante 9 meses. Y no funcionó. Puedes adivinar por qué: los sujetos del estudio no los usaron. El corsé fue “percibido como incómodo”. Vaya.

Las “tenias desinfectadas” han recibido mucho bombo como remedio para la pérdida de peso desde principios del siglo XX. El hecho de que se hayan descubierto tenias vivas durante operaciones de cirugía bariátrica sugiere que infectarse de parásitos quizá tampoco sea especialmente efectivo.

Hablando de estrategias asquerosas, ¿y si usamos el asco? Un estudio titulado “Aprovechar el poder del asco: un ensayo aleatorizado para reducir el atractivo de los alimentos hipercalóricos mediante estímulos implícitos” intentó usar mensajes subliminales para quitar el apetito a la gente. Justo antes de las imágenes de alimentos saludables, los investigadores mostraron a los sujetos imágenes alegres, como unos gatitos, durante 20 milisegundos. Demasiado rápido para que la consciencia lo registre, pero tenían la esperanza de implantar una huella positiva en el cerebro. En cambio, antes de las imágenes de alimentos altos en calorías, como el helado, mostraron escenas de una “cucaracha en un trozo de pizza, vómito en un inodoro sucio, una herida quemada…” Al parecer, ¡funcionó! Los sujetos declararon más tarde que se redujo su deseo de comer alimentos hipercalóricos, aunque esto no se puso a prueba directamente. Los investigadores concluyen que la repulsión subliminal podría ser una “táctica exitosa para combatir el asedio de estímulos que promueven una alimentación poco saludable”.

El resto del mundo observa perplejo las maquinaciones estadounidenses y escriben comentarios como “Una mirada desde el otro lado del charco… ¡Que no coman pasteles!” Un artículo en la revista Obesity Surgery titulado “¿Qué están haciendo los yanquis?” revisó la experiencia de Estados Unidos con la “estimulación gástrica implantable”, que inserta electrodos en la capa muscular de la pared gástrica. Cuando eso no funcionó, intentamos la “estimulación eléctrica del colon”. 

Aún más impactantes fueron los estudios como “La estimulación eléctrica repetitiva del cerebro reduce la ingesta de alimentos en humanos”. Aunque la colocación de electrodos cerebrales profundos se considera una “operación propensa a complicaciones”, los científicos han considerado durante mucho tiempo si “colocar un electrodo en algún lugar del cerebro podría hacer que la gente coma menos”. Se perforaron los cráneos de 5 individuos obesos para introducir cables en sus cerebros para la “exploración electroestimulante”. Tras asomarse y encontrar puntos donde fueron capaces de provocar “respuestas de hambre convincentes”, enviaron suficiente estímulo como para freír “lesiones electro-coagulantes”. Pareció funcionar en gatos y monos, pero los investigadores descubrieron que agujerear y quemar el cerebro de las personas “no producía pérdida de peso en humanos obesos”. Afortunadamente, como intento explicar en mi libro Comer para no engordar, una pérdida de peso saludable y sostenible no implica cirugía cerebral.

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Nota del Doctor

Si te perdiste el video anterior, echa un vistazo a ¿La cirugía de balón gástrico es segura y efectiva para la pérdida de peso?

¿Y los medicamentos? Consulta ¿Son seguras las pastillas para perder peso? y ¿Son efectivas las pastillas para perder peso?.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de perder peso? ¡Escribí un libro entero sobre el tema! Comer para no engordar se centra exclusivamente en la pérdida de peso sostenible. Tómalo prestado en tu biblioteca más cercana o adquiere tu ejemplar en tu librería favorita (todos los beneficios obtenidos de mis libros se donan a organizaciones benéficas) Para abrir el apetito, echa un vistazo al Tráiler de Comer para no engordar: La guía del Dr. Greger para la pérdida de peso.

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