El virus de la hepatitis E en los cerdos

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A nivel minorista, aproximadamente el 10 % de los productos comerciales de cerdo analizados contienen el virus de la hepatitis E.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Carmen Peláez voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Quizás haya oído hablar de la hepatitis A, que se puede contraer al comer alimentos insalubres en países en desarrollo. Luego descubrimos la hepatitis B, que se transmite por sangre y fluidos corporales infectados. Y, la hepatitis C, principalmente por el consumo de drogas por v.i. En la actualidad, tenemos la hepatitis E, que es la principal causa de hepatitis vírica en todo el mundo.

Se descubrió por primera vez a principios de los 80, pero no tuvimos ni idea de dónde procedía hasta 1997, cuando se descubrió en más del 90 por ciento de las granjas porcinas de EE. UU. analizadas. De la división de hepatitis vírica de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los CDC: “Mucha carne, mucho mal”. La hepatitis E se considera ahora una zoonosis, enfermedad transmitida de animales a humanos, que causa 20 millones de casos humanos al año, principalmente de cerdos a través del consumo de productos porcinos infectados.

Desde entonces, el virus de la hepatitis E se ha detectado en granjas porcinas de todo el mundo, incluido entre el 80 y el 100 por cien de las operaciones en EE. UU., donde se transmite vía fecal-oral. Así pues, no es de extrañar que la infección esté tan extendida en explotaciones industriales de confinamiento, dado qué tan hacinados están los animales. Pero si se analiza a los cerdos donde importa, en cuanto a la seguridad alimentaria en el matadero, solo el seis por ciento de los cerdos de EE. UU. tienen infecciones activas, es decir, virus infecciosos que circulan por sus torrentes sanguíneos en el momento del sacrificio.

A nivel minorista, alrededor del 10 por ciento de los productos de cerdo analizados en todo el mundo contienen el virus de la hepatitis E, presente en la carne de cerdo y las salchichas, así como en vísceras como el hígado, y las tasas más elevadas se registran en Norteamérica. Así, por ejemplo, en California, aunque solo el 12 por ciento de las muestras dieron positivo para el virus, la mayoría de los paquetes de venta minorista tenían al menos una muestra positiva, por lo que la mayoría estaban infectados con hepatitis E.

Tal vez esto ayude a explicar por qué existe una correlación aún más estrecha entre el consumo de carne de cerdo y la cirrosis hepática que entre el consumo de alcohol y la cirrosis hepática, país por país. Pero el que haya virus infecciosos en la carne vendida al por menor, ¿significa que podrían sobrevivir a la cocción? Por desgracia, parece que algunos virus sobrevivirían con toda probabilidad a las temperaturas internas de la carne poco hecha. Entonces, ¿cómo podemos evitar la infección? Según el antiguo jefe del laboratorio de hepatitis víricas de los CDC, la forma más conveniente de evitar que las carnes, vísceras o mariscos transmitan la hepatitis es evitar comerlos, o, como mínimo, asegurarse de que están bien cocinados antes de consumirlos.

Por desgracia, además de la posibilidad de que el virus de la hepatitis E sobreviva a algunos procesos de cocción, los hemoderivados crudos se usan habitualmente en alimentos precocinados como el jamón. La sangre porcina, o sangre de cerdo, usada como ingrediente en productos cárnicos puede servir de vehículo para la transmisión de la hepatitis E. Los componentes sanguíneos son ingredientes usados por la industria cárnica, como potenciadores de color o emulsionantes, y, sorprendentemente, ninguno de estos productos sanguínos parece haber sido tratado térmicamente antes de ser tranformado en alimentos. El virus se encontró en el 90% de los productos sanguíneos líquidos, y en el 30% de la sangre en polvo.

Esto ayuda a explicar por qué la incidencia de la hepatitis E es significativamente menor entre los donantes de sangre que no comen carne, lo que indica que el consumo de carne es un factor de riesgo importante para la infección por hepatitis E, ya que los que comen productos derivados del cerdo, como jamón o tocino, tienen casi el triple de probabilidades de infección. Aunque algunos estudios no encontraron casos de infección entre los vegetarianos, otros solo mostraron una prevalencia considerablemente menor. ¿Cómo podrían estar contrayendo la hepatitis E los vegetarianos?

Podría ser a través de los productos lácteos. Las vacas también pueden infectarse con el virus, y su leche contaminada con hepatitis E infecciosa se reconoce ahora como un nuevo potencial de alto riesgo de transmisión a los humanos. Incluso cuando la leche infectada ha sido totalmente pausterizada, se descubrió que seguía siendo infecciosa. Pero la fuente más probable de infección por hepatitis E en los vegetarianos puede ser otras personas. Una vez que nos infectamos a través de nuestros hábitos alimentarios, podemos transmitirla a otras personas por no lavarnos las manos después de ir al baño, o potencialmente en el dormitorio, aunque esto aún no se ha confirmado.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Carmen Peláez voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Quizás haya oído hablar de la hepatitis A, que se puede contraer al comer alimentos insalubres en países en desarrollo. Luego descubrimos la hepatitis B, que se transmite por sangre y fluidos corporales infectados. Y, la hepatitis C, principalmente por el consumo de drogas por v.i. En la actualidad, tenemos la hepatitis E, que es la principal causa de hepatitis vírica en todo el mundo.

Se descubrió por primera vez a principios de los 80, pero no tuvimos ni idea de dónde procedía hasta 1997, cuando se descubrió en más del 90 por ciento de las granjas porcinas de EE. UU. analizadas. De la división de hepatitis vírica de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los CDC: “Mucha carne, mucho mal”. La hepatitis E se considera ahora una zoonosis, enfermedad transmitida de animales a humanos, que causa 20 millones de casos humanos al año, principalmente de cerdos a través del consumo de productos porcinos infectados.

Desde entonces, el virus de la hepatitis E se ha detectado en granjas porcinas de todo el mundo, incluido entre el 80 y el 100 por cien de las operaciones en EE. UU., donde se transmite vía fecal-oral. Así pues, no es de extrañar que la infección esté tan extendida en explotaciones industriales de confinamiento, dado qué tan hacinados están los animales. Pero si se analiza a los cerdos donde importa, en cuanto a la seguridad alimentaria en el matadero, solo el seis por ciento de los cerdos de EE. UU. tienen infecciones activas, es decir, virus infecciosos que circulan por sus torrentes sanguíneos en el momento del sacrificio.

A nivel minorista, alrededor del 10 por ciento de los productos de cerdo analizados en todo el mundo contienen el virus de la hepatitis E, presente en la carne de cerdo y las salchichas, así como en vísceras como el hígado, y las tasas más elevadas se registran en Norteamérica. Así, por ejemplo, en California, aunque solo el 12 por ciento de las muestras dieron positivo para el virus, la mayoría de los paquetes de venta minorista tenían al menos una muestra positiva, por lo que la mayoría estaban infectados con hepatitis E.

Tal vez esto ayude a explicar por qué existe una correlación aún más estrecha entre el consumo de carne de cerdo y la cirrosis hepática que entre el consumo de alcohol y la cirrosis hepática, país por país. Pero el que haya virus infecciosos en la carne vendida al por menor, ¿significa que podrían sobrevivir a la cocción? Por desgracia, parece que algunos virus sobrevivirían con toda probabilidad a las temperaturas internas de la carne poco hecha. Entonces, ¿cómo podemos evitar la infección? Según el antiguo jefe del laboratorio de hepatitis víricas de los CDC, la forma más conveniente de evitar que las carnes, vísceras o mariscos transmitan la hepatitis es evitar comerlos, o, como mínimo, asegurarse de que están bien cocinados antes de consumirlos.

Por desgracia, además de la posibilidad de que el virus de la hepatitis E sobreviva a algunos procesos de cocción, los hemoderivados crudos se usan habitualmente en alimentos precocinados como el jamón. La sangre porcina, o sangre de cerdo, usada como ingrediente en productos cárnicos puede servir de vehículo para la transmisión de la hepatitis E. Los componentes sanguíneos son ingredientes usados por la industria cárnica, como potenciadores de color o emulsionantes, y, sorprendentemente, ninguno de estos productos sanguínos parece haber sido tratado térmicamente antes de ser tranformado en alimentos. El virus se encontró en el 90% de los productos sanguíneos líquidos, y en el 30% de la sangre en polvo.

Esto ayuda a explicar por qué la incidencia de la hepatitis E es significativamente menor entre los donantes de sangre que no comen carne, lo que indica que el consumo de carne es un factor de riesgo importante para la infección por hepatitis E, ya que los que comen productos derivados del cerdo, como jamón o tocino, tienen casi el triple de probabilidades de infección. Aunque algunos estudios no encontraron casos de infección entre los vegetarianos, otros solo mostraron una prevalencia considerablemente menor. ¿Cómo podrían estar contrayendo la hepatitis E los vegetarianos?

Podría ser a través de los productos lácteos. Las vacas también pueden infectarse con el virus, y su leche contaminada con hepatitis E infecciosa se reconoce ahora como un nuevo potencial de alto riesgo de transmisión a los humanos. Incluso cuando la leche infectada ha sido totalmente pausterizada, se descubrió que seguía siendo infecciosa. Pero la fuente más probable de infección por hepatitis E en los vegetarianos puede ser otras personas. Una vez que nos infectamos a través de nuestros hábitos alimentarios, podemos transmitirla a otras personas por no lavarnos las manos después de ir al baño, o potencialmente en el dormitorio, aunque esto aún no se ha confirmado.

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