Flashback Friday: ¿Cuál es la dieta “natural” para los humanos?

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¿Qué nos dicen nuestros requerimientos nutritivos, nuestro metabolismo y nuestra fisiología sobre qué deberíamos comer?

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Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Katie SchloerLa traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Paul Pommier y Viviana Garcia. Revisada por Ángela Graña Varela.

Hay tres teorías generalizadas sobre la evolución y los alimentos. Una de ellas es que los seres humanos se han adaptado a los productos de la revolución agrícola durante los últimos 10000 años. La segunda es el punto de vista paleolítico, de que 10000 años es un abrir y cerrar de ojos evolutivo, y que los seres humanos están adaptados a las dietas paleolíticas con mucha carne magra; pero, ¿por qué parar ahí? Los últimos 200000 años “son un minuto en el año evolutivo”, en el que fuimos en su mayoría humanos de la Edad de Piedra, y representan solo el último 1% de más o menos 20 millones de años de evolución desde nuestro ancestro, el gran simio.

Durante nuestros años verdaderamente formativos, probablemente el primer 90% de nuestra existencia, nuestros requerimientos nutricionales reflejaban un pasado ancestral en el que comíamos sobre todo hojas, flores y frutos, con algunos insectos (gracias a las manzanas con gusanos) para conseguir nuestra vitamina B12. “Por esta razón, otro enfoque que podría mejorar nuestra comprensión de las mejores prácticas alimentarias para los humanos modernos es centrar nuestra atención no en el pasado, sino en el aquí y el ahora; es decir, en el estudio de los alimentos consumidos por nuestros parientes vivos más cercanos”, dado el volumen de nuestras dietas ancestrales y la “falta de evidencia que apoye cambios notorios relacionados con la alimentación, en los requerimientos de nutrientes, el metabolismo o la fisiología digestiva”, en comparación con nuestros compañeros los grandes simios.

Esto podría explicar por qué las frutas y las verduras no solo son muy buenas para nosotros, sino que además son vitales para nuestra supervivencia. Pues sí, somos una de las pocas especies tan adaptadas a una dieta a base de vegetales, que en realidad podríamos morir si no comemos frutas y verduras, por la enfermedad de deficiencia de vitamina C, el escorbuto. La mayoría de animales simplemente generan su propia vitamina C. Claro que, ¿para qué iba nuestro cuerpo a hacer todo ese esfuerzo, cuando hemos evolucionado colgados en los árboles, comiendo frutas y verduras todo el día?

Se supone que no es coincidencia que los pocos mamíferos que no pueden sintetizar su propia vitamina C (como los conejillos de indias, algunos conejos y los murciélagos de la fruta) son todos, como nosotros los grandes simios, marcadamente herbívoros. Incluso durante la Edad de Piedra podríamos haber obtenido hasta diez veces más vitamina C y fibra dietética de las que obtenemos hoy en día. La pregunta es: ¿es esta ingesta increíblemente alta de nutrientes simplemente una consecuencia inevitable de comer alimentos vegetales no procesados todo el tiempo, o en realidad podría tener alguna función importante, como las defensas con antioxidantes?

Las plantas crean antioxidantes para defender sus propias estructuras contra los radicales libres. El cuerpo humano tiene que defenderse contra los mismos tipos de pro-oxidantes, por eso también hemos desarrollado toda una gama de enzimas antioxidantes increíbles, que son muy eficaces, pero no infalibles. Los radicales libres pueden traspasar nuestras defensas y causar daños que se acumulan con la edad, y pueden dar lugar a una variedad de cambios causantes de enfermedad y, en última instancia, mortales. Ahí es donde las verduras pueden intervenir: “los alimentos vegetales ricos en antioxidantes solían formar la mayor parte de nuestra dieta”, por lo que no tuvimos que desarrollar un sistema antioxidante tan grande. Podíamos simplemente dejar que los vegetales de nuestra dieta cumplan su función antioxidante, y no molestarnos en producir vitamina C. El usar vegetales como una muleta bien puede haber aliviado la presión para un mayor desarrollo evolutivo de nuestras propias defensas, es decir, nos hemos vuelto dependientes de agregar un montón de alimentos de origen vegetal en nuestra dieta y, cuando no lo hacemos, podemos sufrir consecuencias adversas para la salud.

Incluso durante la Edad de Piedra, esto pudo no haber sido un problema. Solo empezamos a renunciar a los alimentos vegetales no procesados recientemente. Incluso los defensores de las dietas paleolíticas o bajas en carbohidratos podrían comer más verduras que una persona que siga la dieta occidental estándar. Existe esta idea de que los que consumen una dieta baja en carbohidratos están comiendo más carne de res, mantequilla y tocino, pero es solo una pequeña minoría. Lo que comen más es ensaladas. Lo más importante que afirmó una comunidad internauta de dietas bajas en carbohidratos fue que estaban comiendo más verduras. ¡Fantástico! Si las personas quieren reducir su consumo de carbohidratos reemplazando la comida chatarra por verduras, ese no es el problema. El problema es el consumir más alimentos de origen animal. “Una mayor adhesión a una dieta baja en carbohidratos y rica en fuentes de grasa y proteína de origen animal se asocia con una mayor mortalidad general y cardiovascular después de un infarto de miocardio”, o después de un ataque al corazón. Es decir, que te acorta la vida.

Si algo nos han aportado los estudios sobre las dietas ancestrales, tal vez es que las “dietas basadas principalmente en alimentos de origen vegetal promueven la salud y la longevidad”.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Imagen de Pascal vía flickr.

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Katie SchloerLa traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Paul Pommier y Viviana Garcia. Revisada por Ángela Graña Varela.

Hay tres teorías generalizadas sobre la evolución y los alimentos. Una de ellas es que los seres humanos se han adaptado a los productos de la revolución agrícola durante los últimos 10000 años. La segunda es el punto de vista paleolítico, de que 10000 años es un abrir y cerrar de ojos evolutivo, y que los seres humanos están adaptados a las dietas paleolíticas con mucha carne magra; pero, ¿por qué parar ahí? Los últimos 200000 años “son un minuto en el año evolutivo”, en el que fuimos en su mayoría humanos de la Edad de Piedra, y representan solo el último 1% de más o menos 20 millones de años de evolución desde nuestro ancestro, el gran simio.

Durante nuestros años verdaderamente formativos, probablemente el primer 90% de nuestra existencia, nuestros requerimientos nutricionales reflejaban un pasado ancestral en el que comíamos sobre todo hojas, flores y frutos, con algunos insectos (gracias a las manzanas con gusanos) para conseguir nuestra vitamina B12. “Por esta razón, otro enfoque que podría mejorar nuestra comprensión de las mejores prácticas alimentarias para los humanos modernos es centrar nuestra atención no en el pasado, sino en el aquí y el ahora; es decir, en el estudio de los alimentos consumidos por nuestros parientes vivos más cercanos”, dado el volumen de nuestras dietas ancestrales y la “falta de evidencia que apoye cambios notorios relacionados con la alimentación, en los requerimientos de nutrientes, el metabolismo o la fisiología digestiva”, en comparación con nuestros compañeros los grandes simios.

Esto podría explicar por qué las frutas y las verduras no solo son muy buenas para nosotros, sino que además son vitales para nuestra supervivencia. Pues sí, somos una de las pocas especies tan adaptadas a una dieta a base de vegetales, que en realidad podríamos morir si no comemos frutas y verduras, por la enfermedad de deficiencia de vitamina C, el escorbuto. La mayoría de animales simplemente generan su propia vitamina C. Claro que, ¿para qué iba nuestro cuerpo a hacer todo ese esfuerzo, cuando hemos evolucionado colgados en los árboles, comiendo frutas y verduras todo el día?

Se supone que no es coincidencia que los pocos mamíferos que no pueden sintetizar su propia vitamina C (como los conejillos de indias, algunos conejos y los murciélagos de la fruta) son todos, como nosotros los grandes simios, marcadamente herbívoros. Incluso durante la Edad de Piedra podríamos haber obtenido hasta diez veces más vitamina C y fibra dietética de las que obtenemos hoy en día. La pregunta es: ¿es esta ingesta increíblemente alta de nutrientes simplemente una consecuencia inevitable de comer alimentos vegetales no procesados todo el tiempo, o en realidad podría tener alguna función importante, como las defensas con antioxidantes?

Las plantas crean antioxidantes para defender sus propias estructuras contra los radicales libres. El cuerpo humano tiene que defenderse contra los mismos tipos de pro-oxidantes, por eso también hemos desarrollado toda una gama de enzimas antioxidantes increíbles, que son muy eficaces, pero no infalibles. Los radicales libres pueden traspasar nuestras defensas y causar daños que se acumulan con la edad, y pueden dar lugar a una variedad de cambios causantes de enfermedad y, en última instancia, mortales. Ahí es donde las verduras pueden intervenir: “los alimentos vegetales ricos en antioxidantes solían formar la mayor parte de nuestra dieta”, por lo que no tuvimos que desarrollar un sistema antioxidante tan grande. Podíamos simplemente dejar que los vegetales de nuestra dieta cumplan su función antioxidante, y no molestarnos en producir vitamina C. El usar vegetales como una muleta bien puede haber aliviado la presión para un mayor desarrollo evolutivo de nuestras propias defensas, es decir, nos hemos vuelto dependientes de agregar un montón de alimentos de origen vegetal en nuestra dieta y, cuando no lo hacemos, podemos sufrir consecuencias adversas para la salud.

Incluso durante la Edad de Piedra, esto pudo no haber sido un problema. Solo empezamos a renunciar a los alimentos vegetales no procesados recientemente. Incluso los defensores de las dietas paleolíticas o bajas en carbohidratos podrían comer más verduras que una persona que siga la dieta occidental estándar. Existe esta idea de que los que consumen una dieta baja en carbohidratos están comiendo más carne de res, mantequilla y tocino, pero es solo una pequeña minoría. Lo que comen más es ensaladas. Lo más importante que afirmó una comunidad internauta de dietas bajas en carbohidratos fue que estaban comiendo más verduras. ¡Fantástico! Si las personas quieren reducir su consumo de carbohidratos reemplazando la comida chatarra por verduras, ese no es el problema. El problema es el consumir más alimentos de origen animal. “Una mayor adhesión a una dieta baja en carbohidratos y rica en fuentes de grasa y proteína de origen animal se asocia con una mayor mortalidad general y cardiovascular después de un infarto de miocardio”, o después de un ataque al corazón. Es decir, que te acorta la vida.

Si algo nos han aportado los estudios sobre las dietas ancestrales, tal vez es que las “dietas basadas principalmente en alimentos de origen vegetal promueven la salud y la longevidad”.

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Imagen de Pascal vía flickr.

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