La mejor mascarilla o protección casera para la COVID-19

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Priscilla Yang y Macarena Troscé voluntarias activas en NutritionFacts.org.

Aunque mascarillas de tela no sustituyen a las mascarillas comerciales, tal vez sean mejor que nada. Quiero mostrarte algunos estudios. Este evaluó la eficacia de varios protectores faciales caseros y encontró que las opciones caseras más adecuadas eran las bufandas, las fundas de almohada y las camisetas 100% de algodón, ya que bloquean varias bacterias y virus con casi el 60% de la eficacia de las mascarillas quirúrgicas. Como puedes ver, las mascarillas quirúrgicas tienen una eficacia promedio de filtración de casi un 90% o más, comparado con una eficacia de un 50, 60 o 70% de los protecciones faciales improvisados. Las bolsas de aspiradoras también tuvieron una alta eficacia, comparable con la de las mascarillas quirúrgicas, pero dificultan bastante la respiración, por lo que no parecen ser aptas para su uso. Lo mismo que sucede con los paños de cocina.

Un grupo de ingenieros de la Universidad de Cambridge comparó 20 opciones distintas de mascarillas con las quirúrgicas. El estudio demostró que, por ejemplo, las camisetas ligeras tienen menos de la mitad de la capacidad de filtración que aquellas de un tejido de algodón más grueso. También puedes ver que los rompe vientos y los jeans son muy eficaces, tanto como las mascarillas quirúrgicas y las bolsas de aspiradora, pero tienen el mismo problema de dificultar la respiración. Por eso no son un material apto para fabricarlas. Al considerar el equilibrio entre respiración y filtración, las telas más adecuadas para fabricar mascarillas deberían ser de un material como la franela de algodón aunque
incluso un calcetín bien fijado sobre la nariz y la boca puede funcionar en una situación de emergencia. Elijas lo que elijas, procura no tocar el frente de la mascarilla cuando la tienes puesta o cuando te la quitas. Tras quitártela, lávate las manos. Otra cosa más, deben lavarse a menudo.

Aunque el uso de mascarillas busca proteger a las demás personas de quien los usa y no a la inversa, las mascarillas sí se recomendaron como forma de protección personal en la última pandemia, para aquellos con alto
riesgo de contagio que asisten a lugares concurridos. En los hospitales, por ejemplo, las personas que llevaban mascarilla parecían tener más protección contra el SARS. Incluso tres o cuatro capas de tela (en forma de pañuelos de algodón) filtran apenas una fracción de lo que podría impedir una simple mascarilla quirúrgica. La eficacia de filtración es proporcional a la cantidad de capas. Entonces, cuatro capas de algodón pueden llegar a filtrar apenas un 4%, lo cual es 10 veces menos que una mascarilla quirúrgica.

Las mascarillas improvisadas no parecían tener mucho efecto en 1918, debido a que para tener la filtración necesaria se necesitaban tantas capas de gasa que era difícil respirar, y había fugas de aire por los bordes. Las mascarillas improvisados solo deben considerarse como última alternativa cuando no hay mascarillas comerciales disponibles.

La Organización Mundial de la Salud aún no considera necesario el uso de la mascarilla en público, ya que podría crear una sensación falsa de seguridad y llevar al descuido de prácticas importantes, como la higiene de manos y el distanciamiento social, y llevar a que las personas se toquen la cara descuidadamente. Por otro lado, usar una mascarilla también podría recordar a quien la usa que no debe tocarse la cara. Los guantes podrían tener el mismo efecto recordatorio. El impacto visual de unos guantes violetas y estridentes envolviendo tus manos podría servir como un aviso constante. Mira cómo grababa para el audiolibro “Cómo sobrevivir a una pandemia”. Sí, aún con una mascarilla puedes respirar un virus y aún con guantes puedes contagiarte, pero todo lo que pueda servir para que seamos siempre conscientes de la posición de las manos o todo lo que pueda ayudar a no tocarnos la cara es útil.

Y ya que hablamos de ser conscientes, si todo el mundo lleva mascarillas en público, los pacientes sintomáticos (quienes, por supuesto, deben llevar mascarilla) no temerían la estigmatización. Pero claro, el uso universal de mascarillas en público durante una pandemia solo puede considerarse una opción viable con los suministros necesarios. Desafortunadamente, la falta de preparación, el uso indebido y el acaparamiento crearon una gran escasez de equipo de protección personal para los trabajadores en primera línea. Por eso, los CDC recomiendan usar una mascarilla de tela para la cara en lugar de una quirúrgica.

Sabes que las cosas se están saliendo de las manos cuando una publicación en la revista Journal of the American Medical Association titulado “Abastecimiento de equipos de protección personal durante la pandemia de la COVID-19” incluye como una sugerencia el uso de filtros de café.

Las mascarillas quirúrgicas suelen estar hechas de papel y una capa gelatinosa. Las mascarillas deben cambiarse cada cuatro horas o antes si se mojan con saliva u otro fluido. En general, las mascarillas quirúrgicas, como su nombre lo dice, son para proteger a las personas en contexto quirúrgico, como a los pacientes en la mesa del quirófano. Las mascarillas N95, también llamadas “respiradores” N95, son mascarillas con forma de taza que se ajustan más a la cara. Están diseñadas para proteger a quien las usa. La OMS y los CDC no coinciden en sus pautas sobre el tipo de mascarilla que debe usar el personal sanitario para realizar los cuidados rutinarios de los pacientes con COVID-19. Tanto los CDC como su equivalente europeo, los ECDC, recomiendan el uso de respiradores N95, pero la OMS señala que las mascarillas quirúrgicas son suficientes. La reticencia por parte de la OMS de respaldar al uso de las mascarillas N95 puede deberse a su consciencia sobre la escasez global de ese recurso. Pero, en cualquier caso, todavía se desconoce la dinámica de transmisión de la COVID-19, así que, de momento, no se puede saber cuál de las recomendaciones es la correcta.

Se desconoce la importancia relativa de la transmisión directa de COVID-19 mediante la respiración frente a la transmisión indirecta mediante objetos contaminados. En los casos de otras afecciones, como el resfriado común, la transmisión directa parece ser más problemática que la indirecta. Es lo que mostró ese estudio sobre las fajas para el brazo. Por ejemplo, en un experimento sobre el rinovirus, solo se contagiaron el 50% de las personas que tocaron las asas de tazas contaminadas. En cuanto a la gripe, la importancia relativa de las vías de transmisión sigue siendo un tema de debate, lo cual es curioso, porque conocemos el virus desde hace casi un siglo.

Los respiradores N95 solo tienen máxima eficacia si están totalmente ajustados a la cara, así que no sirven para todo el mundo. Incluso los pelitos de una barba de dos días sin afeitar pueden minar el ajuste perfecto de la mascarilla. Aquí tenemos un gráfico informativo de los CDC que explica cuáles son los tipos de barbas y bigotes adecuados para el uso de las mascarillas.

Además, hay que usarlos correctamente. En un entorno experimental, se descubrió que los respiradores N95 son muy eficaces, pero, en el mundo real, un estudio que analizó la mejor forma de evitar la propagación de virus respiratorios “no encontró ninguna prueba de que los respiradores N95, que son más caros e incómodos, fuesen mejores que las mascarillas quirúrgicas”. Pero no fue por filtrar menos, sino, más probablemente, porque la gente los usa de forma incorrecta. Recuerdo lo incómodos que eran cuando tenía que usarlos al tratar a pacientes con tuberculosis. Así que todo esto respaldaría la recomendación de la OMS que señala que los respiradores N95 no son necesariamente mejores en escenarios reales, aunque el buen ajuste y el uso correcto las harían la mejor opción.

Aún con una mascarilla perfecta, bien ajustada sobre la boca y la nariz, los ojos quedan expuestos. Por tanto, se ha aconsejado el uso de gafas protectoras… Por lo visto, los monos podían contagiarse por las gotas de la COVID-19 en sus ojos. Pero en un estudio retrospectivo del SARS, no se encontraron casos documentados de la transmisión a personal sanitario por la falta de protección ocular. 

Hasta que sepamos más sobre la transmisión del virus, sería prudente que quienes tienen contacto directo con pacientes con tos, tomar precaución y utilizar protección ocular (como un visor facial) y un respirador N95. Al principio del brote de SARS en Norteamérica, se recomendaba usar mascarillas quirúrgicas, pero, cuando empezaron a fallecer los médicos, se recomendó el uso de los respiradores.

Aquí puedes ver cómo se comparan las mascarillas N95 con varios tipos de protectores de tela para la cara. Ten en cuenta que estos gráficos muestran el porcentaje de penetración. Puedes ver que la mascarilla N95 tiene un porcentaje de penetración de menos del 5%. Entonces, en cuanto al tamaño de las partículas que bloquea una mascarilla N95 a más del 95%, una mascarilla fabricada con una camiseta solo bloquea cerca de un 10%, las bufandas cerca de un 20%, las sudaderas cerca de un 30% y las toallas casi un 40%.

Es curioso que las camisetas de la marca Hanes no protejan mejor que las demás camisetas, pero, en cambio, las sudaderas de dicha marca, por alguna razón, sí. Pero claro, el estudio ha sido financiado por Hanes… No es cierto, solo bromeo.

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Gráficos de AvoMedia

Créditos de la imagen: Hanabishi vía Wikimedia. La imagen ha sido modificada.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Priscilla Yang y Macarena Troscé voluntarias activas en NutritionFacts.org.

Aunque mascarillas de tela no sustituyen a las mascarillas comerciales, tal vez sean mejor que nada. Quiero mostrarte algunos estudios. Este evaluó la eficacia de varios protectores faciales caseros y encontró que las opciones caseras más adecuadas eran las bufandas, las fundas de almohada y las camisetas 100% de algodón, ya que bloquean varias bacterias y virus con casi el 60% de la eficacia de las mascarillas quirúrgicas. Como puedes ver, las mascarillas quirúrgicas tienen una eficacia promedio de filtración de casi un 90% o más, comparado con una eficacia de un 50, 60 o 70% de los protecciones faciales improvisados. Las bolsas de aspiradoras también tuvieron una alta eficacia, comparable con la de las mascarillas quirúrgicas, pero dificultan bastante la respiración, por lo que no parecen ser aptas para su uso. Lo mismo que sucede con los paños de cocina.

Un grupo de ingenieros de la Universidad de Cambridge comparó 20 opciones distintas de mascarillas con las quirúrgicas. El estudio demostró que, por ejemplo, las camisetas ligeras tienen menos de la mitad de la capacidad de filtración que aquellas de un tejido de algodón más grueso. También puedes ver que los rompe vientos y los jeans son muy eficaces, tanto como las mascarillas quirúrgicas y las bolsas de aspiradora, pero tienen el mismo problema de dificultar la respiración. Por eso no son un material apto para fabricarlas. Al considerar el equilibrio entre respiración y filtración, las telas más adecuadas para fabricar mascarillas deberían ser de un material como la franela de algodón aunque
incluso un calcetín bien fijado sobre la nariz y la boca puede funcionar en una situación de emergencia. Elijas lo que elijas, procura no tocar el frente de la mascarilla cuando la tienes puesta o cuando te la quitas. Tras quitártela, lávate las manos. Otra cosa más, deben lavarse a menudo.

Aunque el uso de mascarillas busca proteger a las demás personas de quien los usa y no a la inversa, las mascarillas sí se recomendaron como forma de protección personal en la última pandemia, para aquellos con alto
riesgo de contagio que asisten a lugares concurridos. En los hospitales, por ejemplo, las personas que llevaban mascarilla parecían tener más protección contra el SARS. Incluso tres o cuatro capas de tela (en forma de pañuelos de algodón) filtran apenas una fracción de lo que podría impedir una simple mascarilla quirúrgica. La eficacia de filtración es proporcional a la cantidad de capas. Entonces, cuatro capas de algodón pueden llegar a filtrar apenas un 4%, lo cual es 10 veces menos que una mascarilla quirúrgica.

Las mascarillas improvisadas no parecían tener mucho efecto en 1918, debido a que para tener la filtración necesaria se necesitaban tantas capas de gasa que era difícil respirar, y había fugas de aire por los bordes. Las mascarillas improvisados solo deben considerarse como última alternativa cuando no hay mascarillas comerciales disponibles.

La Organización Mundial de la Salud aún no considera necesario el uso de la mascarilla en público, ya que podría crear una sensación falsa de seguridad y llevar al descuido de prácticas importantes, como la higiene de manos y el distanciamiento social, y llevar a que las personas se toquen la cara descuidadamente. Por otro lado, usar una mascarilla también podría recordar a quien la usa que no debe tocarse la cara. Los guantes podrían tener el mismo efecto recordatorio. El impacto visual de unos guantes violetas y estridentes envolviendo tus manos podría servir como un aviso constante. Mira cómo grababa para el audiolibro “Cómo sobrevivir a una pandemia”. Sí, aún con una mascarilla puedes respirar un virus y aún con guantes puedes contagiarte, pero todo lo que pueda servir para que seamos siempre conscientes de la posición de las manos o todo lo que pueda ayudar a no tocarnos la cara es útil.

Y ya que hablamos de ser conscientes, si todo el mundo lleva mascarillas en público, los pacientes sintomáticos (quienes, por supuesto, deben llevar mascarilla) no temerían la estigmatización. Pero claro, el uso universal de mascarillas en público durante una pandemia solo puede considerarse una opción viable con los suministros necesarios. Desafortunadamente, la falta de preparación, el uso indebido y el acaparamiento crearon una gran escasez de equipo de protección personal para los trabajadores en primera línea. Por eso, los CDC recomiendan usar una mascarilla de tela para la cara en lugar de una quirúrgica.

Sabes que las cosas se están saliendo de las manos cuando una publicación en la revista Journal of the American Medical Association titulado “Abastecimiento de equipos de protección personal durante la pandemia de la COVID-19” incluye como una sugerencia el uso de filtros de café.

Las mascarillas quirúrgicas suelen estar hechas de papel y una capa gelatinosa. Las mascarillas deben cambiarse cada cuatro horas o antes si se mojan con saliva u otro fluido. En general, las mascarillas quirúrgicas, como su nombre lo dice, son para proteger a las personas en contexto quirúrgico, como a los pacientes en la mesa del quirófano. Las mascarillas N95, también llamadas “respiradores” N95, son mascarillas con forma de taza que se ajustan más a la cara. Están diseñadas para proteger a quien las usa. La OMS y los CDC no coinciden en sus pautas sobre el tipo de mascarilla que debe usar el personal sanitario para realizar los cuidados rutinarios de los pacientes con COVID-19. Tanto los CDC como su equivalente europeo, los ECDC, recomiendan el uso de respiradores N95, pero la OMS señala que las mascarillas quirúrgicas son suficientes. La reticencia por parte de la OMS de respaldar al uso de las mascarillas N95 puede deberse a su consciencia sobre la escasez global de ese recurso. Pero, en cualquier caso, todavía se desconoce la dinámica de transmisión de la COVID-19, así que, de momento, no se puede saber cuál de las recomendaciones es la correcta.

Se desconoce la importancia relativa de la transmisión directa de COVID-19 mediante la respiración frente a la transmisión indirecta mediante objetos contaminados. En los casos de otras afecciones, como el resfriado común, la transmisión directa parece ser más problemática que la indirecta. Es lo que mostró ese estudio sobre las fajas para el brazo. Por ejemplo, en un experimento sobre el rinovirus, solo se contagiaron el 50% de las personas que tocaron las asas de tazas contaminadas. En cuanto a la gripe, la importancia relativa de las vías de transmisión sigue siendo un tema de debate, lo cual es curioso, porque conocemos el virus desde hace casi un siglo.

Los respiradores N95 solo tienen máxima eficacia si están totalmente ajustados a la cara, así que no sirven para todo el mundo. Incluso los pelitos de una barba de dos días sin afeitar pueden minar el ajuste perfecto de la mascarilla. Aquí tenemos un gráfico informativo de los CDC que explica cuáles son los tipos de barbas y bigotes adecuados para el uso de las mascarillas.

Además, hay que usarlos correctamente. En un entorno experimental, se descubrió que los respiradores N95 son muy eficaces, pero, en el mundo real, un estudio que analizó la mejor forma de evitar la propagación de virus respiratorios “no encontró ninguna prueba de que los respiradores N95, que son más caros e incómodos, fuesen mejores que las mascarillas quirúrgicas”. Pero no fue por filtrar menos, sino, más probablemente, porque la gente los usa de forma incorrecta. Recuerdo lo incómodos que eran cuando tenía que usarlos al tratar a pacientes con tuberculosis. Así que todo esto respaldaría la recomendación de la OMS que señala que los respiradores N95 no son necesariamente mejores en escenarios reales, aunque el buen ajuste y el uso correcto las harían la mejor opción.

Aún con una mascarilla perfecta, bien ajustada sobre la boca y la nariz, los ojos quedan expuestos. Por tanto, se ha aconsejado el uso de gafas protectoras… Por lo visto, los monos podían contagiarse por las gotas de la COVID-19 en sus ojos. Pero en un estudio retrospectivo del SARS, no se encontraron casos documentados de la transmisión a personal sanitario por la falta de protección ocular. 

Hasta que sepamos más sobre la transmisión del virus, sería prudente que quienes tienen contacto directo con pacientes con tos, tomar precaución y utilizar protección ocular (como un visor facial) y un respirador N95. Al principio del brote de SARS en Norteamérica, se recomendaba usar mascarillas quirúrgicas, pero, cuando empezaron a fallecer los médicos, se recomendó el uso de los respiradores.

Aquí puedes ver cómo se comparan las mascarillas N95 con varios tipos de protectores de tela para la cara. Ten en cuenta que estos gráficos muestran el porcentaje de penetración. Puedes ver que la mascarilla N95 tiene un porcentaje de penetración de menos del 5%. Entonces, en cuanto al tamaño de las partículas que bloquea una mascarilla N95 a más del 95%, una mascarilla fabricada con una camiseta solo bloquea cerca de un 10%, las bufandas cerca de un 20%, las sudaderas cerca de un 30% y las toallas casi un 40%.

Es curioso que las camisetas de la marca Hanes no protejan mejor que las demás camisetas, pero, en cambio, las sudaderas de dicha marca, por alguna razón, sí. Pero claro, el estudio ha sido financiado por Hanes… No es cierto, solo bromeo.

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Créditos de la imagen: Hanabishi vía Wikimedia. La imagen ha sido modificada.

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