Cómo prevenir la siguiente pandemia

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Tenemos que cambiar el sistema alimentario antes de que sea demasiado tarde.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Irene Belmonte voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Las enfermedades infecciosas están emergiendo por todo el mundo a una velocidad sin precedentes. Durante las últimas décadas, han aparecido y reaparecido cientos de patógenos nuevos, y la forma en la que nos alimentamos es la responsable de gran parte de las nuevas enfermedades que están pasando de animales a humanos. 

En respuesta al torrente de enfermedades zoonóticas emergentes, tres de las pricipales autoridades mundiales (la Organización Mundial de la Salud, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Organización Mundial de Sanidad Animal) se reunieron para determinar cuáles son las principales causas. La primera en la lista era la “demanda creciente de proteína animal”.

En este caso, las espadas de Damocles que penden sobre nuestras cabezas son los subtipos de gripe aviar H5 y H7 que circulan por casi todo el planeta. Teniendo en cuenta el aumento de muertes aleatorias por virus como el Ébola, una pandemia de gripe aviar podría ser devastadora. Debido a que la aparición de virus mortales como la gripe aviar y los subtipos H5N1 y H7N9 se vincula con la intensificación del sector avícola, se ha hecho un llamamiento a la desindustrialización de la producción animal. En la revista Annals of the New York Academy of Sciences sugieren, por ejemplo, que se “reemplacen las grandes naves industriales por unas más pequeñas y con menor capacidad”, lo que resultaría en una reducción del estrés en los animales, de la susceptibilidad a contraer enfermedades, de las infecciones por contacto y de las cargas virales. Quizá deberían ser los animales los que hiciesen distanciamiento social y no nosotros. 

La Asociación Americana de Salud Pública, que es la organización más antigua y con más profesionales de la salud pública en el mundo, lleva más de dos décadas pidiendo una moratoria en la agricultura industrial. Quizás, el COVID19 es el toque de atención que necesitábamos para pasar a la acción y reformar de una vez el sistema alimentario antes de que sea demasiado tarde.

Pero si la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación está en lo cierto y la próxima pandemia surge por un aumento en la demanda de productos avícolas, quizá deberíamos plantearnos dar un poco más de espacio habitable a los animales y, así, evitar llegar al punto en que las enfermedades lleguen a los humanos. Este número de la revista American Public Health Association va más allá de simplemente perdir una desintensificación de la industria avícola y cuestiona la prudencia de criar a tantos animales destinados al consumo. “Por eso, me parece curioso el hecho de que, aun con la posibilidad de que se declare una pandemia, cambiar la forma en la que tratamos a los animales, básicamente dejando de consumirlos por completo o, por lo menos, reduciendo su consumo de forma drástica, sea una medida de prevención que prácticamente ni se haya contemplado. Si se adoptasen o se impusiesen dichas medidas, aún podríamos reducir la posibilidad de se diese la tan temida epidemia de gripe. También sería mucho más sencillo prevenir futuras enfermedades que aún desconocemos y que, de no cambiar nada, podrían surgir por la cría intensiva de animales y la matanza para su consumo. Sin embargo, la humanidad no lo considera como una opción”. 

Por suerte, y gracias a las innovaciones en la indústria alimentaria, algo está cambiando. ¿Se ha fijado en los envases de lácteos del supermercado últimamente? Algunos de los mayores productores de lácteos en Estados Unidos se han declarado en bancarrota debido a la inmensidad de nuevas opciones de consumo.

Yo estuve involucrado parcialmente en la mayor retirada del mercado de productos cárnicos en la historia de la humanidad. ¿Recuerdan las imágenes de vacas siendo transportadas en motacargas? En un matadero de reses de California, se emprendió una investigación privada que obligó a retirar del mercado casi 70 millones de kilos de carne por violar las medidas de seguridad que protegen al consumidor de la enfermedad de las vacas locas. En él, llevaban al matadero a las vacas, que estaban tan enfermas que no podían ni caminar, en un montacargas y de ahí iban a parar a los comedores escolares. Con la bebida de avena no hay que preocuparse por cerebros de vacas contaminadas. Las bebidas vegetales no tienen cerebro. Bueno, ya me entienden. Sí, se pueden aprobar nuevas regulaciones para dejar de alimentar a las vacas de forma canivalística con desechos del matadero, o se pueden ofrecer mejores alternativas al consumidor y dejar que la oferta y la demanda se deshagan del peligro por completo. Porque en las plantas no hay priones. 

Es probable que el VIH/SIDA surgiese por matar primates, y no habrían muerto 30 millones de personas si nos alimentásemos de plantas en lugar de animales silvestres, porque es imposible contagiarse de coronavirus con una coliflor. No hay ningún riesgo de gripe con la producción de falafel por muy apretados que estén los unos contra los otros. A lo que me refiero es a que lo que comemos no solo afecta a nuestra salud personal, sino a la salud colectiva. Ya no solo en cuanto al calentamiento global, sino también en cuanto a evitar que existan pandemias. 

Debido al creciente consenso de que reducir el consumo de carne es crítico tanto para abordar la crisis climática como la epidemia de enfermedades por nuestro estilo de vida, también ha aumentado el interés por diversificar las fuentes de proteína. Puede que comer menos carne no solo salve el planeta, sino que también podría ayudar a prevenir la pérdida de más de diez millones de vidas al año. En 2016, el gobierno de China recomedó a sus ciudadanos reducir a la mitad su consumo de carne para disminuir la tasa, cada vez más elevada, de enfermedades crónicas. Una dieta basada totalmente en plantas podría suponer un beneficio de $30 trillones en salud solo por reducir la tasa de enfermedades crónicas como el cáncer, enfermedades cardiovaculares y la diabetes tipo 2, eso sin incluir la catástrofe que supone una pandemia. Lo que comemos no solo afecta a nuestra salud personal, sino a la salud colectiva en más de un sentido. 

Elegir opciones más saludables también podría ayudar a mediar en la próxima epidemia de coronavirus, no solo en su origen al evitar los mercados de animales vivos, sino también al disminuir la tasa de comorbilidad que aumenta el riesgo en todos los coronavirus mortales: SARS, MERS … y COVID-19. Piensa en los factores de riesgo que hacen que la COVID-19 sea una enfermedad grave o mortal: obesidad, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes tipo 2 y enfermedades pulmonares crónicas. En prácticamente todos los estudios, la proteína vegetal es superior a la animal en cuanto a menor tasa de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y presión arterial más baja. Este es un metanálisis que se publicó hace unos meses acerca de la relación entre la diabetes y el consumo de proteína animal y en el que se sugiere que el consumo de carne, incluso de aves de corral, podría contribuir a un mayor riesgo de padecer hipertensión arterial. También podría estar relacionado con insuficiencia pulmonar, lo que aumentaría el riesgo de padecer enfermedades pulmonares como el enfisema pulmonar. 

La misma alimentación que te ayudaría a sobrevivir esta pandemia, también podría ayudar a prevenir la siguiente. Por eso, en lugar de mantener a la industria cárnica a costa de 100 millones de dólares al mes de los contribuyentes y obligar a las plantas de procesamiento de carne a permanecer abiertas, ¿por qué no dejamos de consumirla? Afortunadamente, ahora hay muchas más opciones que están afectando a la industria cárnica. Los mayores productores de carne, por ejemplo, han empezado a introducir proteína vegetal para crear productos híbridos, como los nuggets de pollo y verduras de Perdue o las salchichas con frijoles de Tyson. Ya no es un mercado únicamente para vegetarianos. Smithfield, el mayor productor de carne de cerdo, ha sacado toda una línea de productos a base de plantas. Hormel, los creadores de SPAM (una variedad de carne en lata), también han sacado su propia línea de productos a base de plantas porque ahora sí que creen en el poder de las verduras. Miren el titular que salió hace unas semanas: “KFC lanza sus alitas de pollo vegano junto con Cargill en China”. No estamos hablando de Tofurkey, no, Cargill es la mayor corporación multinacional privada estadounidense y una de las mayores empresas de envasados de carne del mundo. 

Ahora que Dunkin’ Donuts tiene salchichas de desayuno sin carne, ¿a cuánto se ha reducido la cantidad de naves llenas de infecciones en las que viven los cerdos? ¿A cuánto se ha reducido la cantidad de gallinas que viven pico con pico ahora que la mayonesa sin huevo se ha vuelto el ingrediente básico para los sándwiches? Quorn, una marca que vende substitutos de carne hecha con hongos, ha abierto un centro que puede producir el equivalente a la carne que producirían veinte millones de pollos por año. Desde mi punto de vista, puede que estos productos no sean los más sanos. Al fin y al cabo, un sándwich de dona sin cerdo, sigue siendo un sándwich de dona. Pero, oye, si lo cambias por el omelet sin huevo de Tim Hortons, el riesgo de que haya otra pandemia se reduce a cero.

Aunque no todo tienen que ser plantas. En una publicación sobre los sistemas alimentarios en la era del coronavirus, mencionaban que los investigadores buscan fuentes de proteína alternativas en todas partes. ¿No se les ocurre ninguna alternativa a la leche de vaca? ¿Qué piensan de la leche de cucaracha? ¿Ahora crees que la leche de almendra es una aberración? ¿Te imaginas tomar esto con los cereales? Podría ser mucho más sano que la leche de vaca y, oye, no tiene lactosa. Ese es un punto importante, ya que tampoco provocaría intolerancias. La verdad es que no se me ocurre otra cosa con la que puedas hacer leche. Ah, ¡y tampoco tiene gluten! Lo único negativo quizá sea, obviamente, el sabor. Pero los investigadores (¿quizás financiados por la Industria de los Bichos?) lo atribuyeron al hecho de que los participantes sabían que estaban tomando cucarachas, así que no eran imparciales. Hmmm, creo que yo me quedo con las plantas.

Pero si eres de los que dicen “dejaré de comer chuletas de cerdo cuando esté muerto”, quizá aún no esté todo perdido. En 1932, Winston Churchill sugirió un enfoque mucho más innovador para la prevención de pandemias en un artículo titualdo En cincuenta años que se publicó en la revista Popular Mechanics. En este, predijo que “la tontería de criar a una gallina hasta la edad adulta solo para comernos las alas o las pechugas pasará a la historia, y crearemos dichas partes por separado en el medio adecuado”.

Lo cual de hecho, ya está empezando a ser realidad. En lugar de cortar un esqueje de una planta y, a partir de él, cultivar vegetales, se coge una muestra de un animal y, a partir de ella, se cultiva carne. Un potencial enorme, quizás millones de kilos de una sola muestra. De hecho, en cuanto a eficiencia, cultivar carne a partir de células musculares podría reducir las emisiones de gas invernadero y el uso de agua hasta un 96%, y reducir el uso del terreno hasta un 99%. Pero considerando, además, el riesgo a sufrir una pandemia, los beneficios para la salud humana de una cosecha sin mataderos podrían igualar a los de la salud del planeta. La seguridad de los alimentos se ha considerado el principal beneficio para los humanos en dicha propuesta.

Las intoxicaciones alimentarias se han multiplicado por seis durante las últimas décadas y cada año enferman decenas de millones de estadounidenses, y la carne y los productos de origen animal contaminados son la causa más común. Por eso, cuando la industria de la carne cultivada afirma que elaboran “carne limpia”, no solo se refieren a las energías renovables. Las bacterias que causan intoxicación, como el E. coli, el Campylobacter o la Salmonella, se encuentran en los residuos fecales, de los cuales se han hallado trazas en la mayoría de aves de corral de Estados Unidos de las que se han tomado muestras y en cerca de la mitad de carne molida de res y de cerdo. Como son parásitos intestinales, ya no habría que preocuparse por ellos porque la carne cultivada no tiene intestinos. No tienes que cocinar las heces con la carne si no hay heces desde un principio. Del mismo modo que no habría que preocuparse por estar criando nuevos virus respiratorios que matarían a millones de personas, porque cultivaríamos carne sin pulmones. 

Una mala elección de alimentos en el sur de China provocó una infección tremenda en Hong Kong ocasionando 8000 casos de síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y cerca de 1000 muertes en 30 países de seis continentes diferentes. Ojalá hubiésemos aprendido la lección por aquél entonces. Hoy, probablemente estamos a un simple plato de animal silvestre de distancia del próximo VIH, a un plato de pangolín de distancia del próximo coronavirus mortal y a una granja industrial de la próxima gripe letal. Por desgracia, seguramente hará falta otra pandemia con un virus como el H5N1 para que el mundo se de cuenta de lo caro que realmente sale comprar pollo barato.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Gráficos de AvoMedia

Créditos de la imagen: Internet Archive Book Images vía Wikimedia. La imagen ha sido modificada.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Irene Belmonte voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Las enfermedades infecciosas están emergiendo por todo el mundo a una velocidad sin precedentes. Durante las últimas décadas, han aparecido y reaparecido cientos de patógenos nuevos, y la forma en la que nos alimentamos es la responsable de gran parte de las nuevas enfermedades que están pasando de animales a humanos. 

En respuesta al torrente de enfermedades zoonóticas emergentes, tres de las pricipales autoridades mundiales (la Organización Mundial de la Salud, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Organización Mundial de Sanidad Animal) se reunieron para determinar cuáles son las principales causas. La primera en la lista era la “demanda creciente de proteína animal”.

En este caso, las espadas de Damocles que penden sobre nuestras cabezas son los subtipos de gripe aviar H5 y H7 que circulan por casi todo el planeta. Teniendo en cuenta el aumento de muertes aleatorias por virus como el Ébola, una pandemia de gripe aviar podría ser devastadora. Debido a que la aparición de virus mortales como la gripe aviar y los subtipos H5N1 y H7N9 se vincula con la intensificación del sector avícola, se ha hecho un llamamiento a la desindustrialización de la producción animal. En la revista Annals of the New York Academy of Sciences sugieren, por ejemplo, que se “reemplacen las grandes naves industriales por unas más pequeñas y con menor capacidad”, lo que resultaría en una reducción del estrés en los animales, de la susceptibilidad a contraer enfermedades, de las infecciones por contacto y de las cargas virales. Quizá deberían ser los animales los que hiciesen distanciamiento social y no nosotros. 

La Asociación Americana de Salud Pública, que es la organización más antigua y con más profesionales de la salud pública en el mundo, lleva más de dos décadas pidiendo una moratoria en la agricultura industrial. Quizás, el COVID19 es el toque de atención que necesitábamos para pasar a la acción y reformar de una vez el sistema alimentario antes de que sea demasiado tarde.

Pero si la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación está en lo cierto y la próxima pandemia surge por un aumento en la demanda de productos avícolas, quizá deberíamos plantearnos dar un poco más de espacio habitable a los animales y, así, evitar llegar al punto en que las enfermedades lleguen a los humanos. Este número de la revista American Public Health Association va más allá de simplemente perdir una desintensificación de la industria avícola y cuestiona la prudencia de criar a tantos animales destinados al consumo. “Por eso, me parece curioso el hecho de que, aun con la posibilidad de que se declare una pandemia, cambiar la forma en la que tratamos a los animales, básicamente dejando de consumirlos por completo o, por lo menos, reduciendo su consumo de forma drástica, sea una medida de prevención que prácticamente ni se haya contemplado. Si se adoptasen o se impusiesen dichas medidas, aún podríamos reducir la posibilidad de se diese la tan temida epidemia de gripe. También sería mucho más sencillo prevenir futuras enfermedades que aún desconocemos y que, de no cambiar nada, podrían surgir por la cría intensiva de animales y la matanza para su consumo. Sin embargo, la humanidad no lo considera como una opción”. 

Por suerte, y gracias a las innovaciones en la indústria alimentaria, algo está cambiando. ¿Se ha fijado en los envases de lácteos del supermercado últimamente? Algunos de los mayores productores de lácteos en Estados Unidos se han declarado en bancarrota debido a la inmensidad de nuevas opciones de consumo.

Yo estuve involucrado parcialmente en la mayor retirada del mercado de productos cárnicos en la historia de la humanidad. ¿Recuerdan las imágenes de vacas siendo transportadas en motacargas? En un matadero de reses de California, se emprendió una investigación privada que obligó a retirar del mercado casi 70 millones de kilos de carne por violar las medidas de seguridad que protegen al consumidor de la enfermedad de las vacas locas. En él, llevaban al matadero a las vacas, que estaban tan enfermas que no podían ni caminar, en un montacargas y de ahí iban a parar a los comedores escolares. Con la bebida de avena no hay que preocuparse por cerebros de vacas contaminadas. Las bebidas vegetales no tienen cerebro. Bueno, ya me entienden. Sí, se pueden aprobar nuevas regulaciones para dejar de alimentar a las vacas de forma canivalística con desechos del matadero, o se pueden ofrecer mejores alternativas al consumidor y dejar que la oferta y la demanda se deshagan del peligro por completo. Porque en las plantas no hay priones. 

Es probable que el VIH/SIDA surgiese por matar primates, y no habrían muerto 30 millones de personas si nos alimentásemos de plantas en lugar de animales silvestres, porque es imposible contagiarse de coronavirus con una coliflor. No hay ningún riesgo de gripe con la producción de falafel por muy apretados que estén los unos contra los otros. A lo que me refiero es a que lo que comemos no solo afecta a nuestra salud personal, sino a la salud colectiva. Ya no solo en cuanto al calentamiento global, sino también en cuanto a evitar que existan pandemias. 

Debido al creciente consenso de que reducir el consumo de carne es crítico tanto para abordar la crisis climática como la epidemia de enfermedades por nuestro estilo de vida, también ha aumentado el interés por diversificar las fuentes de proteína. Puede que comer menos carne no solo salve el planeta, sino que también podría ayudar a prevenir la pérdida de más de diez millones de vidas al año. En 2016, el gobierno de China recomedó a sus ciudadanos reducir a la mitad su consumo de carne para disminuir la tasa, cada vez más elevada, de enfermedades crónicas. Una dieta basada totalmente en plantas podría suponer un beneficio de $30 trillones en salud solo por reducir la tasa de enfermedades crónicas como el cáncer, enfermedades cardiovaculares y la diabetes tipo 2, eso sin incluir la catástrofe que supone una pandemia. Lo que comemos no solo afecta a nuestra salud personal, sino a la salud colectiva en más de un sentido. 

Elegir opciones más saludables también podría ayudar a mediar en la próxima epidemia de coronavirus, no solo en su origen al evitar los mercados de animales vivos, sino también al disminuir la tasa de comorbilidad que aumenta el riesgo en todos los coronavirus mortales: SARS, MERS … y COVID-19. Piensa en los factores de riesgo que hacen que la COVID-19 sea una enfermedad grave o mortal: obesidad, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes tipo 2 y enfermedades pulmonares crónicas. En prácticamente todos los estudios, la proteína vegetal es superior a la animal en cuanto a menor tasa de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y presión arterial más baja. Este es un metanálisis que se publicó hace unos meses acerca de la relación entre la diabetes y el consumo de proteína animal y en el que se sugiere que el consumo de carne, incluso de aves de corral, podría contribuir a un mayor riesgo de padecer hipertensión arterial. También podría estar relacionado con insuficiencia pulmonar, lo que aumentaría el riesgo de padecer enfermedades pulmonares como el enfisema pulmonar. 

La misma alimentación que te ayudaría a sobrevivir esta pandemia, también podría ayudar a prevenir la siguiente. Por eso, en lugar de mantener a la industria cárnica a costa de 100 millones de dólares al mes de los contribuyentes y obligar a las plantas de procesamiento de carne a permanecer abiertas, ¿por qué no dejamos de consumirla? Afortunadamente, ahora hay muchas más opciones que están afectando a la industria cárnica. Los mayores productores de carne, por ejemplo, han empezado a introducir proteína vegetal para crear productos híbridos, como los nuggets de pollo y verduras de Perdue o las salchichas con frijoles de Tyson. Ya no es un mercado únicamente para vegetarianos. Smithfield, el mayor productor de carne de cerdo, ha sacado toda una línea de productos a base de plantas. Hormel, los creadores de SPAM (una variedad de carne en lata), también han sacado su propia línea de productos a base de plantas porque ahora sí que creen en el poder de las verduras. Miren el titular que salió hace unas semanas: “KFC lanza sus alitas de pollo vegano junto con Cargill en China”. No estamos hablando de Tofurkey, no, Cargill es la mayor corporación multinacional privada estadounidense y una de las mayores empresas de envasados de carne del mundo. 

Ahora que Dunkin’ Donuts tiene salchichas de desayuno sin carne, ¿a cuánto se ha reducido la cantidad de naves llenas de infecciones en las que viven los cerdos? ¿A cuánto se ha reducido la cantidad de gallinas que viven pico con pico ahora que la mayonesa sin huevo se ha vuelto el ingrediente básico para los sándwiches? Quorn, una marca que vende substitutos de carne hecha con hongos, ha abierto un centro que puede producir el equivalente a la carne que producirían veinte millones de pollos por año. Desde mi punto de vista, puede que estos productos no sean los más sanos. Al fin y al cabo, un sándwich de dona sin cerdo, sigue siendo un sándwich de dona. Pero, oye, si lo cambias por el omelet sin huevo de Tim Hortons, el riesgo de que haya otra pandemia se reduce a cero.

Aunque no todo tienen que ser plantas. En una publicación sobre los sistemas alimentarios en la era del coronavirus, mencionaban que los investigadores buscan fuentes de proteína alternativas en todas partes. ¿No se les ocurre ninguna alternativa a la leche de vaca? ¿Qué piensan de la leche de cucaracha? ¿Ahora crees que la leche de almendra es una aberración? ¿Te imaginas tomar esto con los cereales? Podría ser mucho más sano que la leche de vaca y, oye, no tiene lactosa. Ese es un punto importante, ya que tampoco provocaría intolerancias. La verdad es que no se me ocurre otra cosa con la que puedas hacer leche. Ah, ¡y tampoco tiene gluten! Lo único negativo quizá sea, obviamente, el sabor. Pero los investigadores (¿quizás financiados por la Industria de los Bichos?) lo atribuyeron al hecho de que los participantes sabían que estaban tomando cucarachas, así que no eran imparciales. Hmmm, creo que yo me quedo con las plantas.

Pero si eres de los que dicen “dejaré de comer chuletas de cerdo cuando esté muerto”, quizá aún no esté todo perdido. En 1932, Winston Churchill sugirió un enfoque mucho más innovador para la prevención de pandemias en un artículo titualdo En cincuenta años que se publicó en la revista Popular Mechanics. En este, predijo que “la tontería de criar a una gallina hasta la edad adulta solo para comernos las alas o las pechugas pasará a la historia, y crearemos dichas partes por separado en el medio adecuado”.

Lo cual de hecho, ya está empezando a ser realidad. En lugar de cortar un esqueje de una planta y, a partir de él, cultivar vegetales, se coge una muestra de un animal y, a partir de ella, se cultiva carne. Un potencial enorme, quizás millones de kilos de una sola muestra. De hecho, en cuanto a eficiencia, cultivar carne a partir de células musculares podría reducir las emisiones de gas invernadero y el uso de agua hasta un 96%, y reducir el uso del terreno hasta un 99%. Pero considerando, además, el riesgo a sufrir una pandemia, los beneficios para la salud humana de una cosecha sin mataderos podrían igualar a los de la salud del planeta. La seguridad de los alimentos se ha considerado el principal beneficio para los humanos en dicha propuesta.

Las intoxicaciones alimentarias se han multiplicado por seis durante las últimas décadas y cada año enferman decenas de millones de estadounidenses, y la carne y los productos de origen animal contaminados son la causa más común. Por eso, cuando la industria de la carne cultivada afirma que elaboran “carne limpia”, no solo se refieren a las energías renovables. Las bacterias que causan intoxicación, como el E. coli, el Campylobacter o la Salmonella, se encuentran en los residuos fecales, de los cuales se han hallado trazas en la mayoría de aves de corral de Estados Unidos de las que se han tomado muestras y en cerca de la mitad de carne molida de res y de cerdo. Como son parásitos intestinales, ya no habría que preocuparse por ellos porque la carne cultivada no tiene intestinos. No tienes que cocinar las heces con la carne si no hay heces desde un principio. Del mismo modo que no habría que preocuparse por estar criando nuevos virus respiratorios que matarían a millones de personas, porque cultivaríamos carne sin pulmones. 

Una mala elección de alimentos en el sur de China provocó una infección tremenda en Hong Kong ocasionando 8000 casos de síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y cerca de 1000 muertes en 30 países de seis continentes diferentes. Ojalá hubiésemos aprendido la lección por aquél entonces. Hoy, probablemente estamos a un simple plato de animal silvestre de distancia del próximo VIH, a un plato de pangolín de distancia del próximo coronavirus mortal y a una granja industrial de la próxima gripe letal. Por desgracia, seguramente hará falta otra pandemia con un virus como el H5N1 para que el mundo se de cuenta de lo caro que realmente sale comprar pollo barato.

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Créditos de la imagen: Internet Archive Book Images vía Wikimedia. La imagen ha sido modificada.

Nota del Doctor

Como lo dije en el video, las carnes vegetales pueden no ser la opción más saludable desde mi personal punto de vista en términos de prevenir enfermedades crónicas, pero en términos de enfermedades infecciones presentan cero riesgo de pandemia.

Aquí tienes la serie completa:

Desglosé detalladamente exactamente cómo la agricultura animal contribuye a un riesgo de pandemia. Si lo que necesitas es un libro con miles de datos científicos puedes obtenerlo en mi nuevo libro (disponible solo en inglés) How to Survive a Pandemic, en caso de que no lo sepas, todas las ganancias de las ventas de este libro son donadas a instituciones para la prevención de pandemias.

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