El impacto del sesgo del peso en la salud pública

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¿Cómo podría el estigma del peso ser un círculo vicioso?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Rosario Ribeiro voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Aunque hacer ayuno puede aumentar dramáticamente el nivel de cortisol en sangre (la hormona del estrés), a casi el doble en tan solo 5 días, solo hacer dieta no es suficiente. Sin embargo, existe una forma en que el estrés y la obesidad pueden convertirse en un círculo vicioso: el estigma de la obesidad.

De los cientos de individuos que se estudiaron por 4 años, aquellos que afirmaron sufrir discriminación tuvieron más del doble de probabilidades de ser obesos. Y aquellos que ya eran obesos tuvieron 3 veces más probabilidades de quedarse así, comparado con los que tenían el mismo peso pero no fueron discriminados. Ahora, por un lado, esto podría originarse debido a comer a causa del estrés, o por evitar hacer ejercicio debido a los estigmas sociales.

Las personas obesas que sufrieron debido al estigma del sobrepeso afirmaron evitar ejercitar en público, al sentirse juzgados y avergonzados. Estos miedos de ser “demasiado gordo para ejercitar” pueden tener su justificación. El sesgo antiobesidad ha sido documentado tanto en profesionales de la salud como en los que van al gimnasio, lo que hace que los gimnasios y clubes deportivos sean considerados lugares poco acogedores.

No importa para qué lado se incline la balanza de las calorías, aquellos que sufren por el estigma de la obesidad pueden terminar sufriendo consecuencias de salud, independientemente del sobrepeso. Aquellos que estuvieron expuestos a mayor prejuicio por obesidad tuvieron mayores niveles de depresión, inflamación, y estrés oxidativo, además de una esperanza de vida menor. Dos estudios analizaron a casi 20 000 personas, y se encontró un incremento de casi un 50% en el riesgo de mortalidad entre aquellos que afirmaron sufrir discriminación diaria. La discriminación del peso puede acortar la esperanza de vida. A pesar de estas consecuencias, algunos expertos recomiendan incluso más body shaming.

El presidente emérito del prestigioso centro Hastings recomendó infamemente un “tipo de estigmatización light”, usando la presión social para forzar a la gente a perder peso sin recurrir a la discriminación total. Él argumentó que, después de todo, no hay otra cosa que tenga el potencial de contrarrestar la fuerza persuasiva de los miles de millones usados en campañas cada año en la industria de alimentos y bebidas. Ya ha funcionado contra el tabaco. Él recuerda su propia batalla contra la adicción: “La fuerza de sentirse avergonzado e intimidado socialmente fue tan determinante para hacer que deje de fumar como los riesgos para mi salud”. La campaña de salud pública para estigmatizar a los cigarrillos logró “que estos pasaran de ser un simple mal hábito a un comportamiento censurable”.

Sin embargo, cuando se aplicaron estas campañas, no fueron muy aceptadas por la población. La campaña de Strong4Life en Georgia tenía carteles con niños obesos tristes con pie de fotos como “Advertencia: los niños rellenitos pueden morir antes que sus padres” o “Es difícil ser una niña pequeña cuando no lo eres”. Los patrocinadores de la campaña defendieron los anuncios en un intento por romper con la negación en un estado con una de las tasas más altas de obesidad infantil. Aunque solo es defendible, si funciona.

Investigadores de Yale confirmaron que cuando a mujeres con peso estándar se les dieron M&Ms, gomitas, y papas fritas como snack luego de ver videos con material estigmatizante como estereotipos burdos, llamativos, y vagos burlándose sobre el peso,  comieron la misma cantidad que al ver videos neutrales como propagandas de seguros.Pero cuando mujeres con sobrepeso miraron los mismos videos, triplicaron el consumo de calorías luego de ver las escenas estigmatizantes. Los investigadores concluyeron: “Esto cuestiona directamente la idea de que la presión para perder peso por el estigma del peso tendrá un efecto positivo y motivador en las personas con sobrepeso”. En otras palabras, podría tener un efecto negativo. Decirle a alguien que es “muy gordo” en la niñez puede causar un mayor riesgo de ser obeso comparado con los niños que pesan lo mismo pero nunca se les dijo nada. ¿Pero esto significa que tenemos que ignorar el problema? Aparentemente, muchos doctores piensan eso.

De la misma forma que los veterinarios se niegan a decirle a la gente que sus mascotas son obesas, menos de un cuarto de los padres de niños con sobrepeso informaron que sus pediatras habían mencionado el estado del peso de los niños. Uno puede pensar que es algo obvio, pero una encuesta Gallup concluyó que los padres no son “buenos jueces en lo que respecta al peso de sus hijos”. De la misma forma, el porcentaje de adultos que se describen como obesos se mantiene igual que en las décadas pasadas, a pesar del aumento en los casos de obesidad. La encuesta concluyó en que esto ayuda a “pintar un panorama de un engaño masivo en Estados Unidos en cuanto al aumento de peso”.

Considero que los pacientes tienen el derecho de ser informados. Aquellos a quienes sus doctores les dicen que tienen sobrepeso tienen 4 veces más probabilidades de tratar de bajar de peso y el doble de probabilidades de bajarlo.

De la misma forma que no es probable que los médicos que fuman desafíen a sus pacientes que fuman, no es probable que los médicos con sobrepeso quieran debatir la obesidad, o incluso agregarla a la historia clínica.

Irónicamente, los pacientes con sobrepeso confían más en los consejos de dieta de doctores obesos que de doctores con peso normal. Desafortunadamente, parece que los médicos tienen poco que ofrecer en cuanto a consejos específicos. Menos de la mitad de los que fueron encuestados afirmaron dar consejos específicos a sus pacientes. Solo aconsejar a los pacientes que “cuiden lo que comen” no es particularmente útil, aunque algunos médicos ni siquiera llegan a eso. La mayoría de los médicos afirmaron que pasarían más tiempo trabajando con los pacientes sobre cómo controlar el peso, solo si su tiempo fuese “reembolsado de forma apropiada”. Quizás podríamos ofrecerles un bono para que se abstengan de culpar a la víctima. Algunos comentaristas escribieron como respuesta a los que están a favor del estigma, “Si avergonzar disminuyera la obesidad, no existiría la gente gorda”.

Quiero terminar esta serie de videos sobre el estigma del peso con el sorprendente resultado de un estudio que describe a la perfección lo difícil que es vivir dentro de un cuerpo obeso. Si esto no fomenta la empatía entre mis colegas médicos, no se que lo hará. Investigadores hablaron con hombres y mujeres que perdieron más de 43 kg, para saber su perspectiva única, habiendo experimentado la obesidad mórbida, y luego en promedio, bajar 57 kg. Se entrevistó a 47 individuos.

Se les pidió que pensaran en cuando eran más gordos, y que eligieran: “Si alguien les ofrece un millón de dólares si sigues con obesidad mórbida para siempre, ¿elegirías el dinero? ¿o elegirías tener un peso normal y perder el dinero?” La opción 1 era “Elegiría no tener el dinero y tener un peso normal. Me hubiese llevado casi un segundo decidirlo”. La opción 2 era “Probablemente hubiera elegido tener un peso normal. Pero la posibilidad de tener tanta plata me hubiese hecho pensarlo un poco”. La opción 3 era “Quiero tener un peso normal, pero realmente me serviría el dinero. Si fuese multimillonario, creo que podría vivir sin obesidad mórbida”. Uno de los 47 tuvo que pensarlo, pero los otros 46 eligieron sin dudar la opción 1. Nadie eligió la opción 3. Todos afirmaron que renunciarían a ser millonarios para tener un peso normal.

Si esto te sorprende, prepárate para lo que sigue. Luego, se les preguntó sobre ser obeso comparado con otras discapacidades. Normalmente, cuando le preguntas a la gente que elija entre vivir con su discapacidad o elegir otra, existe una gran probabilidad de que elijan quedarse con la que tienen. Por ejemplo, incluso aunque la mayoría de la gente prefiera ser sorda y no ciega, la gran mayoría de los ciegos preferiría ser ciego, en vez de poder ver pero sin sonido. Ellos ya saben como lidiar con su discapacidad, y al menos existe seguridad en lo conocido. Sin embargo, pasó exactamente lo opuesto cuando se les preguntó a los que solían ser obesos.

Cada uno de los 47 afirmó que preferiría ser sordo por el resto de sus vidas antes que ser obeso. Todos afirmaron que preferirían tener dificultades para leer, ser diabéticos, tener acné, o cardiopatías antes que ser obeso. Más del 90 por ciento declaró que prefería amputarse una pierna, y 9 de cada 10 afirmaron que elegirían ser ciegos toda su vida antes que tener sobrepeso. La obesidad parece ser la única discapacidad que todos quieren evitar, sin importar el costo. Cito a uno de los participantes del estudio: “Cuando eres ciego, la gente quiere ayudarte. Pero nadie quiere ayudarte cuando eres gordo”.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Rosario Ribeiro voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Aunque hacer ayuno puede aumentar dramáticamente el nivel de cortisol en sangre (la hormona del estrés), a casi el doble en tan solo 5 días, solo hacer dieta no es suficiente. Sin embargo, existe una forma en que el estrés y la obesidad pueden convertirse en un círculo vicioso: el estigma de la obesidad.

De los cientos de individuos que se estudiaron por 4 años, aquellos que afirmaron sufrir discriminación tuvieron más del doble de probabilidades de ser obesos. Y aquellos que ya eran obesos tuvieron 3 veces más probabilidades de quedarse así, comparado con los que tenían el mismo peso pero no fueron discriminados. Ahora, por un lado, esto podría originarse debido a comer a causa del estrés, o por evitar hacer ejercicio debido a los estigmas sociales.

Las personas obesas que sufrieron debido al estigma del sobrepeso afirmaron evitar ejercitar en público, al sentirse juzgados y avergonzados. Estos miedos de ser “demasiado gordo para ejercitar” pueden tener su justificación. El sesgo antiobesidad ha sido documentado tanto en profesionales de la salud como en los que van al gimnasio, lo que hace que los gimnasios y clubes deportivos sean considerados lugares poco acogedores.

No importa para qué lado se incline la balanza de las calorías, aquellos que sufren por el estigma de la obesidad pueden terminar sufriendo consecuencias de salud, independientemente del sobrepeso. Aquellos que estuvieron expuestos a mayor prejuicio por obesidad tuvieron mayores niveles de depresión, inflamación, y estrés oxidativo, además de una esperanza de vida menor. Dos estudios analizaron a casi 20 000 personas, y se encontró un incremento de casi un 50% en el riesgo de mortalidad entre aquellos que afirmaron sufrir discriminación diaria. La discriminación del peso puede acortar la esperanza de vida. A pesar de estas consecuencias, algunos expertos recomiendan incluso más body shaming.

El presidente emérito del prestigioso centro Hastings recomendó infamemente un “tipo de estigmatización light”, usando la presión social para forzar a la gente a perder peso sin recurrir a la discriminación total. Él argumentó que, después de todo, no hay otra cosa que tenga el potencial de contrarrestar la fuerza persuasiva de los miles de millones usados en campañas cada año en la industria de alimentos y bebidas. Ya ha funcionado contra el tabaco. Él recuerda su propia batalla contra la adicción: “La fuerza de sentirse avergonzado e intimidado socialmente fue tan determinante para hacer que deje de fumar como los riesgos para mi salud”. La campaña de salud pública para estigmatizar a los cigarrillos logró “que estos pasaran de ser un simple mal hábito a un comportamiento censurable”.

Sin embargo, cuando se aplicaron estas campañas, no fueron muy aceptadas por la población. La campaña de Strong4Life en Georgia tenía carteles con niños obesos tristes con pie de fotos como “Advertencia: los niños rellenitos pueden morir antes que sus padres” o “Es difícil ser una niña pequeña cuando no lo eres”. Los patrocinadores de la campaña defendieron los anuncios en un intento por romper con la negación en un estado con una de las tasas más altas de obesidad infantil. Aunque solo es defendible, si funciona.

Investigadores de Yale confirmaron que cuando a mujeres con peso estándar se les dieron M&Ms, gomitas, y papas fritas como snack luego de ver videos con material estigmatizante como estereotipos burdos, llamativos, y vagos burlándose sobre el peso,  comieron la misma cantidad que al ver videos neutrales como propagandas de seguros.Pero cuando mujeres con sobrepeso miraron los mismos videos, triplicaron el consumo de calorías luego de ver las escenas estigmatizantes. Los investigadores concluyeron: “Esto cuestiona directamente la idea de que la presión para perder peso por el estigma del peso tendrá un efecto positivo y motivador en las personas con sobrepeso”. En otras palabras, podría tener un efecto negativo. Decirle a alguien que es “muy gordo” en la niñez puede causar un mayor riesgo de ser obeso comparado con los niños que pesan lo mismo pero nunca se les dijo nada. ¿Pero esto significa que tenemos que ignorar el problema? Aparentemente, muchos doctores piensan eso.

De la misma forma que los veterinarios se niegan a decirle a la gente que sus mascotas son obesas, menos de un cuarto de los padres de niños con sobrepeso informaron que sus pediatras habían mencionado el estado del peso de los niños. Uno puede pensar que es algo obvio, pero una encuesta Gallup concluyó que los padres no son “buenos jueces en lo que respecta al peso de sus hijos”. De la misma forma, el porcentaje de adultos que se describen como obesos se mantiene igual que en las décadas pasadas, a pesar del aumento en los casos de obesidad. La encuesta concluyó en que esto ayuda a “pintar un panorama de un engaño masivo en Estados Unidos en cuanto al aumento de peso”.

Considero que los pacientes tienen el derecho de ser informados. Aquellos a quienes sus doctores les dicen que tienen sobrepeso tienen 4 veces más probabilidades de tratar de bajar de peso y el doble de probabilidades de bajarlo.

De la misma forma que no es probable que los médicos que fuman desafíen a sus pacientes que fuman, no es probable que los médicos con sobrepeso quieran debatir la obesidad, o incluso agregarla a la historia clínica.

Irónicamente, los pacientes con sobrepeso confían más en los consejos de dieta de doctores obesos que de doctores con peso normal. Desafortunadamente, parece que los médicos tienen poco que ofrecer en cuanto a consejos específicos. Menos de la mitad de los que fueron encuestados afirmaron dar consejos específicos a sus pacientes. Solo aconsejar a los pacientes que “cuiden lo que comen” no es particularmente útil, aunque algunos médicos ni siquiera llegan a eso. La mayoría de los médicos afirmaron que pasarían más tiempo trabajando con los pacientes sobre cómo controlar el peso, solo si su tiempo fuese “reembolsado de forma apropiada”. Quizás podríamos ofrecerles un bono para que se abstengan de culpar a la víctima. Algunos comentaristas escribieron como respuesta a los que están a favor del estigma, “Si avergonzar disminuyera la obesidad, no existiría la gente gorda”.

Quiero terminar esta serie de videos sobre el estigma del peso con el sorprendente resultado de un estudio que describe a la perfección lo difícil que es vivir dentro de un cuerpo obeso. Si esto no fomenta la empatía entre mis colegas médicos, no se que lo hará. Investigadores hablaron con hombres y mujeres que perdieron más de 43 kg, para saber su perspectiva única, habiendo experimentado la obesidad mórbida, y luego en promedio, bajar 57 kg. Se entrevistó a 47 individuos.

Se les pidió que pensaran en cuando eran más gordos, y que eligieran: “Si alguien les ofrece un millón de dólares si sigues con obesidad mórbida para siempre, ¿elegirías el dinero? ¿o elegirías tener un peso normal y perder el dinero?” La opción 1 era “Elegiría no tener el dinero y tener un peso normal. Me hubiese llevado casi un segundo decidirlo”. La opción 2 era “Probablemente hubiera elegido tener un peso normal. Pero la posibilidad de tener tanta plata me hubiese hecho pensarlo un poco”. La opción 3 era “Quiero tener un peso normal, pero realmente me serviría el dinero. Si fuese multimillonario, creo que podría vivir sin obesidad mórbida”. Uno de los 47 tuvo que pensarlo, pero los otros 46 eligieron sin dudar la opción 1. Nadie eligió la opción 3. Todos afirmaron que renunciarían a ser millonarios para tener un peso normal.

Si esto te sorprende, prepárate para lo que sigue. Luego, se les preguntó sobre ser obeso comparado con otras discapacidades. Normalmente, cuando le preguntas a la gente que elija entre vivir con su discapacidad o elegir otra, existe una gran probabilidad de que elijan quedarse con la que tienen. Por ejemplo, incluso aunque la mayoría de la gente prefiera ser sorda y no ciega, la gran mayoría de los ciegos preferiría ser ciego, en vez de poder ver pero sin sonido. Ellos ya saben como lidiar con su discapacidad, y al menos existe seguridad en lo conocido. Sin embargo, pasó exactamente lo opuesto cuando se les preguntó a los que solían ser obesos.

Cada uno de los 47 afirmó que preferiría ser sordo por el resto de sus vidas antes que ser obeso. Todos afirmaron que preferirían tener dificultades para leer, ser diabéticos, tener acné, o cardiopatías antes que ser obeso. Más del 90 por ciento declaró que prefería amputarse una pierna, y 9 de cada 10 afirmaron que elegirían ser ciegos toda su vida antes que tener sobrepeso. La obesidad parece ser la única discapacidad que todos quieren evitar, sin importar el costo. Cito a uno de los participantes del estudio: “Cuando eres ciego, la gente quiere ayudarte. Pero nadie quiere ayudarte cuando eres gordo”.

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Gráficos de Avo Media

Nota del Doctor

En este video hablo del importante y problemático tema del sesgo del peso y la discriminación, lo que puede ser un tema sensible para algunas personas de la audiencia.

Si te perdiste mi video anterior aquí lo tienes: El sesgo del peso: odiar a tus intestinos.

Ambos videos son un extracto de mi libro Comer para no engordar.

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