El ejercicio es medicina

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La evidencia apoya que los beneficios del ejercicio físico para la salud en general son abrumadores.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Maria del Mar Saumell voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Los investigadores que aceptan subvenciones de la empresa Coca-Cola llaman a la inactividad física “el mayor problema de salud pública del siglo XXI”. En realidad, la inactividad física ocupa el puesto número 10 en cuanto a factores de riesgo de muerte en Estados Unidos y el número 11 en cuanto a factores de riesgo de discapacidad. Y a nivel mundial, en términos de años de vida saludable perdidos, la inactividad ni siquiera se cuela entre los 20 primeros. Como hemos aprendido, la dieta es nuestro mayor asesino, seguida del tabaco.

En un análisis de los medios de comunicación, se encontraron cientos de artículos en los que se afirmaba que estar sentado diariamente de forma prolongada es tan malo o incluso peor que fumar. Sin duda, no es así. Se espera que el tabaquismo cause mil millones de muertes este siglo. El tabaco es responsable de un riesgo de mortalidad aproximadamente 10 veces mayor, comparando a los fumadores más empedernidos con los que permanecen más tiempo sentados.

¿Qué papel desempeña la actividad física en la longevidad? Para combatir los signos distintivos del envejecimiento, el ejercicio aeróbico puede inducir la autofagia, reducir inflamaciones, disminuir los daños en el ADN y facilitar su reparación. Un metaanálisis de estudios de población base de mediana edad y mayores con seguimientos de hasta 20 años reveló que los adultos que hacían ejercicio tenían más probabilidades de envejecer con éxito que los sedentarios.

Los estudios de población han encontrado una correlación entre el ejercicio aeróbico regular y la disminución del riesgo de al menos 35 enfermedades diferentes. Pero, ¿qué han demostrado los ensayos de intervención en términos de causa-efecto? Los ensayos controlados aleatorizados de adultos mayores han demostrado que la actividad física puede mejorar la masa muscular, la fuerza, el equilibrio y la movilidad, disminuir el riesgo de caídas y posibles fracturas y ayudar a minimizar la pérdida ósea. El ejercicio también puede mejorar la cognición, mejorar el estado de ánimo, tratar con éxito la depresión (así como la prescripción del fármaco antidepresivo Zoloft), mejorar la función eréctil en los hombres y, en general, mejorar la calidad de vida. Las pruebas que respaldan los beneficios generales de la actividad física para la salud son abrumadoras. El ejercicio es medicina.

La rigidez arterial está reconocida como un barómetro del envejecimiento, lo que respalda el axioma del siglo XVII del inglés Hipócrates de que “el hombre es tan viejo como sus arterias”. Normalmente, las grandes arterias del cuerpo se dilatan y retroceden con cada latido del corazón. (Es el pulso que se siente en la muñeca.) Esto ayuda a amortiguar las ondas de presión para evitar daños en los diminutos vasos sanguíneos sensibles de órganos como el cerebro y los riñones. Afortunadamente, toda la rigidez relacionada con la edad se puede evitar. Los hombres y las mujeres que realizan ejercicios de resistencia tienen una elasticidad arterial más parecida a la de las personas sedentarias más jóvenes, un estado que puede alcanzarse tras caminar a paso ligero o hacer footing a diario durante solo tres meses. Esto puede ayudar a explicar por qué quienes hacen ejercicio parecen vivir mucho más tiempo. Una sola sesión de ejercicio puede mejorar la sensibilidad a la insulina durante 17 horas. El ejercicio es una medicina tan poderosa que investigadores de Stanford y London School descubrieron que el ejercicio puede funcionar tan bien como los fármacos para pacientes con cardiopatía coronaria, insuficiencia cardiaca y prediabetes, e incluso mejor que algunos medicamentos para el ictus.

Sugirieron que tal vez debería exigirse a las empresas farmacéuticas que compararan cualquier nuevo fármaco para enfermedades crónicas con el ejercicio, ya que los pacientes merecen conocer el impacto relativo que la actividad física podría tener en su enfermedad.

El ejercicio se ha descrito como la “única intervención que ha demostrado una eficacia notable para… aumentar la esperanza de vida media y máxima en humanos”. Pero, ¿es cierto? ¿Podemos ejercer un poder sobre nuestra esperanza de vida? ¿Es realmente la supervivencia del más fuerte, o del que está más en forma? Eso es precisamente lo que analizaré a continuación.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Maria del Mar Saumell voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Los investigadores que aceptan subvenciones de la empresa Coca-Cola llaman a la inactividad física “el mayor problema de salud pública del siglo XXI”. En realidad, la inactividad física ocupa el puesto número 10 en cuanto a factores de riesgo de muerte en Estados Unidos y el número 11 en cuanto a factores de riesgo de discapacidad. Y a nivel mundial, en términos de años de vida saludable perdidos, la inactividad ni siquiera se cuela entre los 20 primeros. Como hemos aprendido, la dieta es nuestro mayor asesino, seguida del tabaco.

En un análisis de los medios de comunicación, se encontraron cientos de artículos en los que se afirmaba que estar sentado diariamente de forma prolongada es tan malo o incluso peor que fumar. Sin duda, no es así. Se espera que el tabaquismo cause mil millones de muertes este siglo. El tabaco es responsable de un riesgo de mortalidad aproximadamente 10 veces mayor, comparando a los fumadores más empedernidos con los que permanecen más tiempo sentados.

¿Qué papel desempeña la actividad física en la longevidad? Para combatir los signos distintivos del envejecimiento, el ejercicio aeróbico puede inducir la autofagia, reducir inflamaciones, disminuir los daños en el ADN y facilitar su reparación. Un metaanálisis de estudios de población base de mediana edad y mayores con seguimientos de hasta 20 años reveló que los adultos que hacían ejercicio tenían más probabilidades de envejecer con éxito que los sedentarios.

Los estudios de población han encontrado una correlación entre el ejercicio aeróbico regular y la disminución del riesgo de al menos 35 enfermedades diferentes. Pero, ¿qué han demostrado los ensayos de intervención en términos de causa-efecto? Los ensayos controlados aleatorizados de adultos mayores han demostrado que la actividad física puede mejorar la masa muscular, la fuerza, el equilibrio y la movilidad, disminuir el riesgo de caídas y posibles fracturas y ayudar a minimizar la pérdida ósea. El ejercicio también puede mejorar la cognición, mejorar el estado de ánimo, tratar con éxito la depresión (así como la prescripción del fármaco antidepresivo Zoloft), mejorar la función eréctil en los hombres y, en general, mejorar la calidad de vida. Las pruebas que respaldan los beneficios generales de la actividad física para la salud son abrumadoras. El ejercicio es medicina.

La rigidez arterial está reconocida como un barómetro del envejecimiento, lo que respalda el axioma del siglo XVII del inglés Hipócrates de que “el hombre es tan viejo como sus arterias”. Normalmente, las grandes arterias del cuerpo se dilatan y retroceden con cada latido del corazón. (Es el pulso que se siente en la muñeca.) Esto ayuda a amortiguar las ondas de presión para evitar daños en los diminutos vasos sanguíneos sensibles de órganos como el cerebro y los riñones. Afortunadamente, toda la rigidez relacionada con la edad se puede evitar. Los hombres y las mujeres que realizan ejercicios de resistencia tienen una elasticidad arterial más parecida a la de las personas sedentarias más jóvenes, un estado que puede alcanzarse tras caminar a paso ligero o hacer footing a diario durante solo tres meses. Esto puede ayudar a explicar por qué quienes hacen ejercicio parecen vivir mucho más tiempo. Una sola sesión de ejercicio puede mejorar la sensibilidad a la insulina durante 17 horas. El ejercicio es una medicina tan poderosa que investigadores de Stanford y London School descubrieron que el ejercicio puede funcionar tan bien como los fármacos para pacientes con cardiopatía coronaria, insuficiencia cardiaca y prediabetes, e incluso mejor que algunos medicamentos para el ictus.

Sugirieron que tal vez debería exigirse a las empresas farmacéuticas que compararan cualquier nuevo fármaco para enfermedades crónicas con el ejercicio, ya que los pacientes merecen conocer el impacto relativo que la actividad física podría tener en su enfermedad.

El ejercicio se ha descrito como la “única intervención que ha demostrado una eficacia notable para… aumentar la esperanza de vida media y máxima en humanos”. Pero, ¿es cierto? ¿Podemos ejercer un poder sobre nuestra esperanza de vida? ¿Es realmente la supervivencia del más fuerte, o del que está más en forma? Eso es precisamente lo que analizaré a continuación.

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Gráficos de Avo Media

Nota del Doctor

Este es el segundo video de la serie sobre ejercicio. Si te perdiste el primero ve ¿Cuántos pasos debemos dar al día? Mantente atento para ¿El ejercicio aumenta la longevidad o solo la longevidad saludable? y el esperado final ¿Cuánto ejercicio es demasiado?

Para más información sobre ejercicio ve:

Échale un vistazo a la página de información sobre los recursos traducidos.

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