¿Las toxinas medioambientales son más bajas en el pescado de piscifactoría o en el silvestre?

Rate this video

Los efectos adversos de los contaminantes industriales podrían negar los beneficios de los nutrientes del pescado.

Comenta
Comparte

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Gerardo Piña voluntario activo en NutritionFacts.org.

Aunque los niveles de contaminantes industriales, como las dioxinas y los PCB, siguen disminuyendo en el suministro alimentario, hay una fuente alimentaria que sigue siendo una amenaza importante: el pescado. Todo acaba llegando al mar. Sí, podemos ingerir algunas dioxinas al comer caballo, pero la mayor parte de nuestra exposición proviene del consumo de pescado.

La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos establece el límite máximo tolerable de ingesta de dioxinas por kilogramo de peso corporal en 0,7 picogramos, menos de una billonésima parte de un gramo, al día. Por lo tanto, deberíamos ingerir menos de esta cantidad en nuestra dieta diaria. Como puedes ver, ya estamos rozando el límite máximo solo con el consumo de lácteos, y el pescado nos lleva directamente por encima, incluso con un consumo bajo.

Por lo tanto, los efectos adversos de los contaminantes químicos presentes en los productos del mar pueden contrarrestar los beneficios de cualquier nutriente del pescado. Tanto es así que muchas guías alimentarias recomiendan no consumir más de una ración semanal de pescado y marisco para reducir la exposición a los contaminantes tóxicos. Pero, ¿qué es peor? ¿El pescado salvaje o el de piscifactoría?

Tomemos como ejemplo el salmón. El salmón tenía los equivalentes tóxicos más altos de PCB, seguido del atún enlatado, así como los equivalentes neurotóxicos más altos de PCB. Si comparas los niveles de PCB en el salmón de piscifactoría de Maine y Canadá, con el salmón salvaje de Alaska y el salmón de piscifactoría ecológica de Noruega, el salmón de piscifactoría, ecológico o no, tenía niveles de PCB significativamente más altos que el salmón salvaje.

Esto parece extenderse también a otros contaminantes. Según las pruebas realizadas con toneladas de muestras de salmón de todo el mundo, para cada toxina analizada por los investigadores, las muestras de salmón de piscifactoría tenían niveles más altos que las de salmón salvaje, con niveles más altos de DDT y otros pesticidas prohibidos. Más de 10 veces más PCB en el salmón de piscifactoría; más de 10 veces más dioxinas. Para no superar los niveles de seguridad de la EPA, no deberías comer salmón de supermercado más de una vez cada dos semanas en Denver o Nueva Orleans, más de una vez al mes en Los Ángeles, Vancouver, Washington D. C., Seattle o Chicago, solo una vez cada dos meses en Edimburgo, París, Londres, Oslo, Boston, San Francisco o Toronto, y solo unas pocas veces al año en Fráncfort, Alemania.

Podemos rastrear los contaminantes desde el océano hasta la mesa a través del aceite de pescado. El aceite de pescado utilizado en la alimentación de los peces de piscifactoría transfiere los contaminantes a los propios peces, y estos los transmiten a los consumidores humanos. Así que sí, el salmón contiene ácidos grasos omega-3 saludables, pero también altos niveles de sustancias químicas tóxicas, y no solo PBC, dioxinas y pesticidas. El salmón de piscifactoría da positivo en residuos de antibióticos, niveles más altos de sustancias químicas persistentes, retardantes de llama y también da positivo en compuestos disruptores endocrinos, como el BPA. Algo que no se ve en muestras de algas marinas, presumiblemente debido a su bajo contenido en grasas.

El salmón de piscifactoría también puede tener niveles más altos de mercurio que el salvaje, aunque puede ocurrir lo contrario con el atún de piscifactoría. El arsénico también se da en ambos casos, con más arsénico en la dorada salvaje que en la de piscifactoría, pero menos en la lubina salvaje. Sin embargo, todos los niveles de arsénico eran malos, superando los valores de referencia del cáncer, lo que indica un riesgo moderado de cáncer debido al consumo de pescado.

Algunos análisis han encontrado niveles similares de dioxinas y PCB en todos los casos, pero en general, se puede considerar que el pescado de acuicultura es «de criadero y peligroso» en comparación con el pescado salvaje, debido a sus niveles más altos de la mayoría de los contaminantes. Por eso los investigadores hacen hincapié en la importancia del etiquetado como medio para ayudar a los consumidores a evitar la exposición innecesaria a pescado altamente contaminado. Lamentablemente, el etiquetado incorrecto es muy frecuente.

Así pues, la cuestión de la diferencia entre el pescado de piscifactoría y el pescado salvaje puede ser en gran medida académica, dada la magnitud del fraude y el etiquetado incorrecto de los productos del mar. Una investigación de la Fiscalía General de Nueva York reveló que los consumidores que compraban lo que se anunciaba como salmón «salvaje» a menudo recibían salmón de piscifactoría. Por ejemplo, hasta el 43 % del salmón analizado en los Estados Unidos estaba mal etiquetado, y en la mayoría de los casos se hacía pasar salmón de piscifactoría por salmón salvaje.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Gerardo Piña voluntario activo en NutritionFacts.org.

Aunque los niveles de contaminantes industriales, como las dioxinas y los PCB, siguen disminuyendo en el suministro alimentario, hay una fuente alimentaria que sigue siendo una amenaza importante: el pescado. Todo acaba llegando al mar. Sí, podemos ingerir algunas dioxinas al comer caballo, pero la mayor parte de nuestra exposición proviene del consumo de pescado.

La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos establece el límite máximo tolerable de ingesta de dioxinas por kilogramo de peso corporal en 0,7 picogramos, menos de una billonésima parte de un gramo, al día. Por lo tanto, deberíamos ingerir menos de esta cantidad en nuestra dieta diaria. Como puedes ver, ya estamos rozando el límite máximo solo con el consumo de lácteos, y el pescado nos lleva directamente por encima, incluso con un consumo bajo.

Por lo tanto, los efectos adversos de los contaminantes químicos presentes en los productos del mar pueden contrarrestar los beneficios de cualquier nutriente del pescado. Tanto es así que muchas guías alimentarias recomiendan no consumir más de una ración semanal de pescado y marisco para reducir la exposición a los contaminantes tóxicos. Pero, ¿qué es peor? ¿El pescado salvaje o el de piscifactoría?

Tomemos como ejemplo el salmón. El salmón tenía los equivalentes tóxicos más altos de PCB, seguido del atún enlatado, así como los equivalentes neurotóxicos más altos de PCB. Si comparas los niveles de PCB en el salmón de piscifactoría de Maine y Canadá, con el salmón salvaje de Alaska y el salmón de piscifactoría ecológica de Noruega, el salmón de piscifactoría, ecológico o no, tenía niveles de PCB significativamente más altos que el salmón salvaje.

Esto parece extenderse también a otros contaminantes. Según las pruebas realizadas con toneladas de muestras de salmón de todo el mundo, para cada toxina analizada por los investigadores, las muestras de salmón de piscifactoría tenían niveles más altos que las de salmón salvaje, con niveles más altos de DDT y otros pesticidas prohibidos. Más de 10 veces más PCB en el salmón de piscifactoría; más de 10 veces más dioxinas. Para no superar los niveles de seguridad de la EPA, no deberías comer salmón de supermercado más de una vez cada dos semanas en Denver o Nueva Orleans, más de una vez al mes en Los Ángeles, Vancouver, Washington D. C., Seattle o Chicago, solo una vez cada dos meses en Edimburgo, París, Londres, Oslo, Boston, San Francisco o Toronto, y solo unas pocas veces al año en Fráncfort, Alemania.

Podemos rastrear los contaminantes desde el océano hasta la mesa a través del aceite de pescado. El aceite de pescado utilizado en la alimentación de los peces de piscifactoría transfiere los contaminantes a los propios peces, y estos los transmiten a los consumidores humanos. Así que sí, el salmón contiene ácidos grasos omega-3 saludables, pero también altos niveles de sustancias químicas tóxicas, y no solo PBC, dioxinas y pesticidas. El salmón de piscifactoría da positivo en residuos de antibióticos, niveles más altos de sustancias químicas persistentes, retardantes de llama y también da positivo en compuestos disruptores endocrinos, como el BPA. Algo que no se ve en muestras de algas marinas, presumiblemente debido a su bajo contenido en grasas.

El salmón de piscifactoría también puede tener niveles más altos de mercurio que el salvaje, aunque puede ocurrir lo contrario con el atún de piscifactoría. El arsénico también se da en ambos casos, con más arsénico en la dorada salvaje que en la de piscifactoría, pero menos en la lubina salvaje. Sin embargo, todos los niveles de arsénico eran malos, superando los valores de referencia del cáncer, lo que indica un riesgo moderado de cáncer debido al consumo de pescado.

Algunos análisis han encontrado niveles similares de dioxinas y PCB en todos los casos, pero en general, se puede considerar que el pescado de acuicultura es «de criadero y peligroso» en comparación con el pescado salvaje, debido a sus niveles más altos de la mayoría de los contaminantes. Por eso los investigadores hacen hincapié en la importancia del etiquetado como medio para ayudar a los consumidores a evitar la exposición innecesaria a pescado altamente contaminado. Lamentablemente, el etiquetado incorrecto es muy frecuente.

Así pues, la cuestión de la diferencia entre el pescado de piscifactoría y el pescado salvaje puede ser en gran medida académica, dada la magnitud del fraude y el etiquetado incorrecto de los productos del mar. Una investigación de la Fiscalía General de Nueva York reveló que los consumidores que compraban lo que se anunciaba como salmón «salvaje» a menudo recibían salmón de piscifactoría. Por ejemplo, hasta el 43 % del salmón analizado en los Estados Unidos estaba mal etiquetado, y en la mayoría de los casos se hacía pasar salmón de piscifactoría por salmón salvaje.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Gráficos de Avo Media

Sucríbete a nuestra newsletter gratuita y, además de mantenerte al tanto de la ciencia, recibirás de regalo la receta de wraps de garbanzos al curry del recetario de Comer para no morir.

Pin It en Pinterest

Share This