La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria Tamara Amor. Edición de Ángela Graña Varela.
Solía pensar en las algas marinas nada más que como una fuente integral beneficiosa de minerales como el yodo, que en efecto es una de las más concentradas en ese mineral. De hecho, solo media cucharadita por día de algas suaves, como el arame, el dulse, o 2 hojas de nori, proporcionan todo el yodo diario necesario. Sin embargo, la ingesta de algas marinas se recomienda no solo como fuente natural de yodo, sino también “para la prevención de enfermedades relacionadas con el estilo de vida, como el cáncer y las enfermedades cardio y cerebrovasculares…”. Pero ¿en qué se basan estas conclusiones?
Como explico en mi video Ensalada de algas wakame para reducir la presión arterial, el efecto se basa en la premisa de que los japoneses, en cuya dieta abundan las algas marinas, son en general longevos, por lo que se especula que las algas podrían tener “influencia en la esperanza de vida”. Las algas, entre otros alimentos, tienen una lista muy larga de supuestos beneficios, entre ellos “varias actividades biológicas, lo que incluye anticoagulantes, antivirales, antioxidantes, antialérgicas, anticancerígenas, antiinflamatorias, antiobesidad y neuroprotectoras”. Sin embargo, es importante saber cómo se llega a esas conclusiones, y si los estudios realizados se basan en datos clínicos, es decir, estudios con personas reales, o en datos preclínicos, realizados en tubos de ensayo y en animales de laboratorio. Quiero decir, ¿qué se supone que debemos hacer con un estudio que habla sobre los efectos de las “dietas de cerdo reestructuradas con algas” en las ratas? Los investigadores que lo realizaron trataron de usar algas marinas, así como otros ingredientes, para “mejorar la imagen del producto cárnico”. Los otros ingredientes incluyen semillas de uva, de lino, nueces, arroz negro e incluso el alga conocida como “espagueti de mar”.
En los estudios epidemiológicos, en los que se comparan las dietas y las tasas de enfermedades de una población, podemos ver que los preescolares japoneses que comen algas marinas tienden a tener una presión arterial más baja, lo que sugiere que “las algas podrían tener efectos beneficiosos sobre la presión arterial en los niños”. Esto podría estar relacionado con la gran cantidad de minerales y fibra presentes en las algas marinas. Sin embargo, la causa y el efecto no se pueden probar con este tipo de estudios, porque quizás la diferencia venga dada por otros componentes de la dieta que acompañaron el consumo de las algas.
En adultos es aún más difícil hacer este tipo de estudios, ya que muchas personas toman medicamentos para disminuir la presión arterial. Unos investigadores de la Universidad de Tokio adoptaron un enfoque innovador al comparar las dietas de las personas con diferentes intensidades de medicación: los que toman dosis bajas de un solo medicamento, los que toman altas y también de aquellos que toman varios medicamentos. A pesar de que todos tenían la presión arterial normalizada de forma artificial “como resultado de una medicación eficaz”, los que tomaban la dosis más baja de un solo medicamento coincidían con los que además consumían frutas y vegetales marinos, lo que respalda el papel de las algas en la dieta. Un hallazgo interesante, pero ¿por qué no ponerlo a prueba?
Un estudio cruzado doble ciego encontró que la fibra de algas marinas reduce la presión arterial, y parece ser debido a la capacidad de extraer sodio del sistema. No se pudieron utilizar algas reales para el estudio, porque era muy difícil encontrar un placebo similar. Diez años después, se realizó con la utilización de pastillas de polvo de algas. En comparación con el grupo de control, los que recibieron una dosis diaria de polvo de wakame seco en cápsulas tuvieron una gran disminución en la presión arterial. Sin embargo, las cápsulas habían sido desalinizadas, reduciéndoles alrededor de 2/3 del sodio que se encuentra en ellas de forma natural. Como consecuencia, todavía no sabemos si comer ensalada de algas ayuda a disminuir la presión arterial. Lo que necesitamos es un ensayo aleatorizado y con un grupo de control con algas marinas naturales. Nunca nadie había hecho esa investigación, hasta ahora.
El resultado fue que el consumo de 6 gramos de wakame, con todo su sodio natural, condujo a una disminución significativa de la presión arterial, en especial en aquellas personas que habían comenzado con presión alta. Los efectos secundarios fueron menores y relativos al aumento de la ingesta de fibra. Lo bueno de las intervenciones basadas en alimentos integrales es que a veces los efectos secundarios son buenos, como por ejemplo la cura de la gastritis (inflamación del estómago) y la desaparición de los dolores de cabeza crónicos.
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Un saludo,
Michael Greger
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