Se pone a prueba la salsa de tomate para el cáncer de próstata

Image Credit: Anshu A / Unsplash.

La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria Tamara Amor.

¿Qué sucedió cuando a los pacientes con cáncer se les dio a diario 3/4 de taza de salsa de tomate en lata durante tres semanas?

“De vez en cuando… suceden cosas positivas en el campo de la ciencia de la prevención del cáncer con alimentos populares de buen sabor”. Las verduras crucíferas como el brócoli son maravillosas, pero pueden ser “un alimento difícil de consumir para el público”. En cambio, ¿a quién no le gustan los tomates?

Como mencioné en otras ocasiones, los estudios que utilizaron suplementos de alta dosis de licopeno, el pigmento rojo antioxidante de los tomates que se cree que es el ingrediente activo contra el cáncer, fracasaron una y otra vez para prevenirlo o tratarlo. De hecho, incluso podría promoverlo, ya que el licopeno en niveles tan altos como los que encontramos en suplementos podría actuar como prooxidante. Tampoco parece ser eficaz en dosis bajas. “Existe una fuerte correlación [protectora] inversa entre la ingesta de frutas y verduras y la incidencia de ciertos cánceres”. Sin embargo, cuando se administra un solo compuesto aislado en forma de píldora, se podría alterar el equilibrio natural y saludable de los antioxidantes.

Parece ser una arrogancia humana pensar que se pueden reproducir los efectos beneficiosos de consumir frutas y verduras enteras con suplementos de un solo fitoquímico, cuando en realidad en la matriz natural que la Madre Naturaleza proporciona interactúan con miles de otros compuestos. “Además del licopeno, [otros] carotenoides conocidos en tomates y productos a base de tomate incluyen β-caroteno, γ-caroteno, ζ-caroteno, fitoflueno y fitoeno, todos los cuales… se ha encontrado que se acumulan en el tejido prostático humano”. También existen numerosos compuestos no carotenoides en los tomates que podrían tener actividad anticancerígena, sin mencionar todos los que aún falta caracterizar.

Sin embargo, no se trata de encontrar la única fórmula mágica. Como dice el título de un estudio, “Los efectos anticancerígenos de los carotenoides y otros fitonutrientes residen en su actividad combinada”. Por ejemplo, en el minuto 1:52 en mi video Salsa de tomate contra el cáncer de próstata muestro cómo las concentraciones bajas de los compuestos de tomate fitoeno, fitoflueno y licopeno que se encuentran en la mayoría de las personas que comen cantidades normales de tomates tienen muy poco efecto sobre el crecimiento de células cancerosas in vitro cuando se prueban por separado. Pero, cuando se combinan, una dosis no eficaz de fitoeno y fitoflueno sumadas a una dosis no eficaz de licopeno suprimen de forma significativa el crecimiento de las células del cáncer de próstata. La misma sinergia se puede observar en los alimentos. La curcumina, el pigmento amarillo de la cúrcuma, y el curry en polvo, los extractos de tomate y la vitamina E que se encuentra en los frutos secos y las semillas hacen poco de forma individual para inhibir la señalización a favor del crecimiento de las células del cáncer de próstata (menos del 10 %), pero los tres juntos la suprimen en más del 70%. El todo es mayor que la suma de sus partes.

Entonces, en lugar de administrar pastillas de licopeno a los pacientes con cáncer, ¿qué pasaría si les diéramos salsa de tomate? Los investigadores les administraron a 32 pacientes con cáncer de próstata localizado 3/4 de taza de salsa de tomate en lata todos los días durante tres semanas antes de la prostatectomía radical programada. En su torrente sanguíneo, los niveles de PSA se redujeron en un 17,5%. El PSA, antígeno prostático específico por sus siglas en inglés, es una proteína producida por las células de la glándula prostática, cuyos niveles elevados en sangre se utilizan de forma rutinaria para controlar el éxito del tratamiento del cáncer. “Fue sorprendente encontrar que la intervención dietética basada en salsa de tomate durante tres semanas” podría disminuir las concentraciones de PSA en hombres con cáncer de próstata. Además, el daño de los radicales libres del ADN en sus glóbulos blancos se redujo en un 21%. ¡Imagínate cuán pobre en antioxidantes debía haber sido su dieta anterior si menos de una taza de salsa de tomate al día redujo el daño del ADN en más de una quinta parte!

Pero, ¿qué encontraron en sus próstatas? Se cree que el tejido prostático humano es “vulnerable al daño oxidativo del ADN por los radicales libres, que al parecer desempeñan un papel crítico en todas las etapas de la carcinogénesis”, es decir, de la formación del cáncer. Esto puede deberse a varias razones, incluida la menor cantidad de enzimas reparadoras del ADN. Los investigadores tomaron muestras de tejido de biopsias antes del régimen de salsa de tomate y después de tres semanas. Los resultados mostraron que los pacientes suplementados con salsa tuvieron un 28% menos de daño por radicales libre. En el minuto 4:18 muestro un gráfico del daño del ADN en la próstata antes y después de 20 días de salsa de tomate, donde se ve muy claro la disminución. Lo interesante es que no hubo asociación entre el nivel de licopeno en la próstata y los efectos protectores. Los tomates contienen un montón de elementos beneficiosos, algunos de los cuales podrían ser incluso más poderosos que el licopeno.

Para ver si el licopeno desempeña algún papel protector, se tendría que poder comparar contra un tomate sin licopeno, en otras palabras, un tomate amarillo. Entonces, ¿qué pasaría si se compararan los tomates rojos con los amarillos, contra licopeno puro en una pastilla? Los investigadores hicieron un estudio donde les daban a las personas pasta de tomate rojo, pasta de tomate amarillo, pastillas de licopeno o pastillas de placebo, y luego gotearon su sangre sobre las células de cáncer de próstata en una placa de Petri. Como se puede ver en el minuto 5:18, el suero de tomate rojo (la sangre de quienes comieron pasta de tomate rojo) disminuyó de forma significativa la expresión de las células cancerosas de próstata de un gen promotor del crecimiento llamado ciclina D1, en comparación con aquellas que no ingirieron nada. Esta regulación a la baja del gen por el consumo de tomate rojo “podría contribuir a reducir el riesgo de cáncer de próstata al limitar la proliferación celular”. El tomate rojo pareció funcionar mejor que el tomate amarillo, así que quizás el licopeno tuvo que ver, pero no en forma de pastilla. Este gen “no fue regulado” por el suero de la pastilla de licopeno, por el contrario, lo que hizo fue incrementar los genes procarcinogénicos. “Por tanto, se puede afirmar que el consumo de tomate podría ser preferible al licopeno puro…”.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera? Una mujer le escribió al editor de Harvard Men’s Health Watch, diciendo que su esposo quería comer pizza para su próstata, pero que no creía que fuera un alimento saludable. El médico respondió con la sugerencia de una “pizza sin queso (con brócoli en lugar de pepperoni, por favor)” o simplemente un poco de “jugo de tomate”.


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Un saludo,

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