Una comparación entre los probióticos y los antibióticos para el autismo

verduras

Image Credit: Unsplash. This image has been modified.

La traducción de este texto viene de la mano de nuestra voluntaria María José.

¿Qué papel desempeñan los antibióticos en el desarrollo y tratamiento del trastorno del espectro autista?

“En la naturaleza hay muchos ejemplos de microbios intestinales que alteran el comportamiento del huésped. Uno de estos ejemplos es el del patógeno eucariota Toxoplasma gondii cuando infecta a un roedor, haciendo que el animal pierda su miedo innato al olor de la orina del gato montés”. El parásito cerebral, al infectar al roedor a través del intestino, se abre paso hasta el cerebro. ¿Por qué le importa al parásito lo que temen los ratones? Porque, al no evitar a los depredadores, los capturan y se los comen más a menudo, y el parásito “se excreta entonces en las heces del gato montés, donde puede infectar a otros roedores”. Si eres un parásito en el cerebro de un ratón, ¿cómo te vas a propagar? Los ratones no son caníbales, así que tienes que asegurarte de que al ratón en el que estás se lo coma otra cosa. Así, el parásito desarrolló una forma de alterar el comportamiento del ratón. 

Dado el poder potencial de los microbios para afectar al comportamiento, ¿podría la alteración de nuestro microbioma intestinal, nuestras bacterias intestinales buenas, ser un factor potencial en la causalidad del autismo? Ese es el tema que trato en mi video El papel del microbioma intestinal en el autismo. Como se puede ver en el punto temporal 1:06 de mi video, los niños con autismo tienden a tener una flora intestinal alterada, diferente de la de los niños sin autismo. Por ejemplo, los niños autistas tienen unos niveles significativamente menores de Prevotella, que caracterizan el enterotipo intestinal saludable cuyo crecimiento puedes fomentar tú mismo con una dieta más basada en plantas. Pero, ¿qué fue primero? En lugar de que la mala flora intestinal conduzca al autismo, ¿no es más probable que el autismo haya conducido a la mala flora intestinal? En comparación con los “sujetos de control sanos,” los niños con autismo comen muchas menos porciones diarias de frutas y verduras, y sus dietas “a menudo se caracterizan por la falta de variedad, una cantidad inadecuada de alimentos que contienen fibra” (lo que significa que no hay suficientes alimentos vegetales integrales en general)“y una mayor cantidad de alimentos que contienen azúcar”. Entonces, ¿no podría eso explicar la diferencia en la flora intestinal?

Existen algunos factores de riesgo perinatal para el desarrollo del autismo, como el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer y, sobre todo, el parto por cesárea. ¿Qué tiene que ver la cesárea con el microbioma? “Es posible que el microbioma vaginal materno ofrezca un valor protector” que los bebés se pierden cuando nacen a través de una incisión quirúrgica. Durante una cesárea, a veces se pone a las madres bajo anestesia general, y es posible que los anestésicos puedan afectar al cerebro de los bebés antes de que estos se desconecten del suministro de sangre materna. Para diferenciar ambos escenarios, necesitaríamos un estudio que comparase el riesgo de autismo entre las cesáreas en las que las madres se sometieron un bloqueo epidural o espinal frente a las cesáreas en las que se puso a las madres bajo anestesia general, y eso es lo que tenemos aquí. 

“Este estudio examinó la incidencia del autismo en los neonatos nacidos por vía vaginal, por cesárea con anestesia regional (AR) y por cesárea con anestesia general (AG)” y solo los bebés nacidos por cesárea con anestesia general presentaban un riesgo más elevado, no los nacidos por vía vaginal o por cesárea con AR en la que las madres tuvieron solo una epidural, por ejemplo. Esto sugiere que la conexión de la cesárea está relacionada con la exposición a los fármacos de la anestesia y no con la falta de exposición a la flora vaginal. Sin embargo, no se trataba de un ensayo de intervención en el que las madres fueran asignadas al azar a los distintos grupos; era solo un estudio observacional. Es posible que el mayor riesgo de autismo tenga menos que ver con la anestesia en sí que con las complicaciones del embarazo que pueden haber llevado a la madre a someterse a ella. En cualquier caso, no parece haber una conexión con el microbioma.

Los investigadores han probado los probióticos para niños con autismo, pero, hasta ahora, no parecen haber ayudado mucho. Algunas familias, desesperadas, lo han intentado con trasplantes fecales. Sin embargo, no están aprobados por la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense), por lo que las familias se ven obligadas a recurrir al mercado “marrón”. (Ejem.)

¿De dónde viene esta idea? Todo se remonta a un notable estudio publicado en el Journal of Child Neurology. “Varios padres de niños con autismo de inicio regresivo” (es decir, niños que empezaron a actuar con normalidad antes de que apareciera el autismo) señalaron que el cambio de comportamiento parecía empezar después de que su hijo hubiera tomado antibióticos. Habían tenido diarrea crónica, lo que sugería que los antibióticos habían alterado su flora intestinal. Luego vino la pérdida de lenguaje, juego y habilidades sociales. Todo podría haber sido una total coincidencia, pero llevó a un grupo de gastroenterólogos pediátricos a especular que tal vez había alguna relación de causa y efecto. Tal vez al eliminar los bichos buenos, algunos bichos malos y neurotóxicos se afianzaron, y eso condujo al autismo. Si esto fuera cierto, tal vez podrían hacer borrón y cuenta nueva con otra dosis de antibióticos, pero esta vez para intentar eliminar los bichos malos. ¿Podría “una terapia antimicrobiana adecuadamente dirigida… reducir los síntomas del autismo en estos individuos”? Eso sí que sería innovador.

Como se puede ver en el punto 5:17 de mi video, después de que los investigadores tratasen a los niños con un potente antibiótico llamado vancomicina, el 80 por ciento de los niños mejoró. Pero, al cabo de unas semanas, la mayoría de ellos volvieron a su estado inicial, lo que sugiere que tal vez empujaron los bichos malos hacia abajo pero no hacia afuera. El estudio se llevó a cabo hace casi 20 años y solo tenía un “n” de 11, lo que significa que solo analizó a 11 niños. (La letra n es lo que se utiliza en jerga de investigadores para indicar el número de sujetos en un estudio). Seguramente, a estas alturas, se han realizado muchos estudios más grandes, ¿verdad? En realidad, solo se ha publicado un único estudio de seguimiento, y tenía un n de 1. 

“Un informe de caso de n = 1 de un niño con autismo que mejora con antibióticos y la búsqueda de un padre para entender qué puede significar todo esto”y que escribió el propio padre, describiendo una mejora dramática en el autismo de su hijo después de tomar amoxicilina. Cuando habló con otros padres de niños autistas, “descubrió, para [su] sorpresa, que muchos… dan habitualmente antibióticos a sus hijos para mejorar sus síntomas”. Sin embargo, también escuchó a otros padres que “sentían que los síntomas del autismo de sus hijos empeoraban cuando se les administraba antibióticos” o que creían que los antibióticos eran los culpables de la aparición del trastorno en primer lugar. Pero todo ello habla del posible papel de la flora intestinal, lo que refuerza la idea. 

Cuando buscó en la literatura médica para saber más, todo lo que pudo encontrar fue ese estudio que mencioné con solo 11 niños. ¿Cómo es posible que no haya habido estudios de seguimiento? Él mismo era testigo en su propio hijo de la prueba de lo que ese estudio había demostrado. Vio que esta condición aparentemente intratable mejoraba de forma rápida y dramática en respuesta a un antibiótico, al menos en su hijo. Sorprendentemente, no se ha intentado repetir ese estudio. Creo que la mayoría de los padres darían las gracias que al menos funcionó en su hijo y lo dejarían así, pero no este padre. Creó su propia fundación de investigación sobre el autismo, la N de Uno, “con la misión de fomentar, patrocinar y comunicar los avances en la investigación sobre el autismo”.

Me he referido a mi video Flashback Friday: ¿Cuál es el enterotipo de tu microbioma intestinal?, al que tal vez quieras echarle un vistazo. Sin embargo, el más importante es Cómo cambiar tu enterotipo.

¿Qué hemos aprendido?

  • Un ejemplo de microbios intestinales que alteran el comportamiento del huésped es el Toxoplasma gondii, un patógeno eucariótico que infecta las tripas de los roedores y les hace perder su miedo innato al olor de la orina de los gatos monteses. Los roedores infectados por el parásito cerebral no evitan a los depredadores y tienen más probabilidades de convertirse en presas; así, el parásito es capaz de propagarse cuando el gato montés lo excreta en las heces, donde puede infectar a otros roedores. 
  • Los niños con autismo tienden a tener una flora intestinal alterada, diferente de la de los niños sin autismo. Tienen, por ejemplo, unos niveles significativamente menores de Prevotella, que caracteriza el enterotipo intestinal sano que puede fomentarse con una dieta más basada en plantas. 
  • Esto se debe a que los niños autistas suelen comer muchas menos frutas y verduras al día, y sus dietas suelen carecer de una diversidad de alimentos y de porciones inadecuadas de alimentos con fibra, al tiempo que contienen mayores cantidades de azúcar. 
  • Los factores de riesgo perinatal para el desarrollo del autismo incluyen el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer y el parto por cesárea, especialmente la cesárea bajo anestesia general. 
  • Los probióticos para niños con autismo no parecen ser útiles. 
  • Un estudio publicado en el Journal of Child Neurology introdujo la idea de los trasplantes fecales, que no están aprobados por la FDA. Los padres de niños con autismo de inicio regresivo observaron cambios de comportamiento en sus hijos después de tomar antibióticos para la diarrea crónica, lo que sugiere que el medicamento alteró su flora intestinal; después se registró la pérdida de lenguaje, juego y habilidades sociales. Los gastroenterólogos pediátricos especularon con una relación causa-efecto e investigaron si “una terapia antimicrobiana adecuadamente dirigida… [podría] reducir los síntomas del autismo…” 
  • El estudio, realizado hace casi dos décadas, solo incluía a 11 niños. El ochenta por ciento de ellos mejoró tras tomar un potente antibiótico, pero la mayoría volvió a su estado inicial pocas semanas después del tratamiento. 
  • Solo se ha publicado un estudio de seguimiento, que incluyó a un solo niño. El padre escribió el informe del caso, en el que describía una mejora espectacular del autismo de su hijo después de tomar amoxicilina. 
  • Algunos padres de niños autistas dan habitualmente antibióticos a sus hijos para mejorar sus síntomas, mientras que otros creen que los síntomas empeoran con los antibióticos o incluso culpan a los antibióticos de la aparición del trastorno en primer lugar. 

Para saber más sobre cómo mejorar tu microbiota:

Si quieres saber más sobre el autismo:

Un saludo,

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