Friday Favorites: Los mejores cambios alimenticios para la prevención del cáncer

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Una alimentación baja en fibra es un factor clave en el deterioro del microbioma y la pérdida de diversidad en nuestra flora intestinal buena. ¿Qué pasaría si cambiaras las alimentación estándar de los estadounidenses por una más saludable durante solo dos semanas?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Leonardo Alanís y Leslie Salas voluntarios activos en NutritionFacts.org.

¿Qué le sucede al colon dos semanas después de cambiar de una dieta estándar americana a una dieta centrada en plantas? Ve el siguiente video para averiguarlo.

Tenemos 100 billones de microorganismos en nuestro intestino (unos billones más, unos billones menos), pero la difusión del estilo de vida occidental ha traído consigo cambios microbianos que podrían estar contribuyendo a las diversas epidemias de enfermedades crónicas. El problema es que nuestra alimentación actual se caracteriza por una ingesta alta de productos de origen animal, azúcares, alimentos procesados y una baja ingesta de alimentos integrales de origen vegetal.

Contrario a la fermentación de los carbohidratos que logran llegar a nuestro colon (como la fibra y el almidón resistente que nos benefician a través de la generación de ácidos grasos de cadena corta, por ejemplo el butirato), la fermentación microbiana de proteínas, que ocurre cuando se consumen proteínas en exceso, genera metabolitos potencialmente tóxicos y pro-cancerígenos que están involucrados en el desarrollo del cáncer colorrectal. Así, lo que comemos puede causar un desequilibrio en nuestro microbioma intestinal y potencialmente crear una ‘receta’ para el cáncer colorrectal; en donde una alimentación alta en grasa, carne y alimentos procesados favorece la disbiosis y el cáncer colorrectal, mientras que una alimentación rica en fibra y almidón y baja en carne puede regresarnos a la simbiosis con la flora intestinal buena y mantenernos alejados del cáncer.

Ahora tenemos evidencia de estudios intervencionistas que sugieren que el adoptar una alimentación a base de plantas, mínimamente procesada y con un alto contenido de fibra puede revertir rápidamente los efectos que una alimentación a base de productos de origen animal tiene en el microbioma intestinal. Entonces, ¿cuál sería una nueva forma de medicina personalizada basada en el microbioma para las enfermedades crónicas? Se llama comida y puede alterar el microbioma intestinal humano de forma rápida y reproducible. Si una persona cambia su alimentación a base de plantas por una más basada en comida de origen animal, se pueden ver cambios dramáticos en tan solo dos días que pueden resultar en metabolitos tóxicos. Por ejemplo, se puede observar un incremento en sus niveles de ácido desoxicólico, un ácido biliar secundario que promueve el daño al ADN y el cáncer de hígado. ¿Por qué suben los niveles? Porque las bacterias malas que lo producen aumentan al triple… en tan solo dos días.

Con el tiempo, la riqueza de la diversidad microbiana en nuestro intestino está desapareciendo. Aquí está nuestro árbol de la vida bacteriano que se está agotando. ¿Por qué? Por la brecha de la fibra. “Una dieta baja en fibra promueve el agotamiento de los microbiomas.” Sí, también están los antibióticos, las cesáreas y la plomería interior, pero las dietas bajas en CAMs son el único factor que ha sido empíricamente demostrado. Los CAMs, o carbohidratos accesibles para la microbiota, son la fibra proveniente de alimentos integrales de origen vegetal y del almidón resistente que se encuentra principalmente en frijoles, guisantes, lentejas y granos integrales.

Nuestra ingesta de fibra dietética, nuestra ingesta de alimentos integrales de origen vegetal, es despreciablemente bajo en el mundo occidental en comparación con lo que evolucionamos para comer durante millones de años. Una alimentación baja en fibra proporciona nutrientes insuficientes para nuestros microbios intestinales, lo que conduce no solo a la pérdida de diversidad y riqueza bacteriana, sino también a la reducción de los productos finales de la fermentación que estos organismos hacen con la fibra y que son beneficiosos para nosotros. Estamos, en efecto, matando de hambre a nuestra flora microbiana.

¿Cómo podemos lidiar con las consecuencias perjudiciales de una alimentación deficiente en alimentos integrales de origen vegetal? Creando alimentos funcionales nuevos, ¡por supuesto!… y suplementos y medicamentos (como prebióticos, probióticos y simbióticos). ¡Solo piensa en todo el dinero que puede salir de eso! O… simplemente podríamos comer de la forma en la que nuestros cuerpos deberían comer. ¿Pero, qué valor tiene eso para los accionistas? ¿No sabes que las píldoras probióticas podrían convertirse en la nueva fuente de los de grandes billones para las farmacéuticas?

¿Y por qué comer sanamente, cuando puedes hacer que alguien más coma sanamente por ti y luego puedes recibir un trasplante fecal de un vegano? Un grupo de investigadores comparó el microbioma de los veganos con el de los omnívoros y descubrió que la flora intestinal buena de los veganos producía más de las sustancias buenas, mostrando que una alimentación a base de plantas puede resultar en niveles más altos de metabolitos beneficiosos en el torrente sanguíneo y en niveles inferiores de otras sustancias perjudiciales, como el TMAO (N-óxido de trimetilamina, por sus siglas en inglés). Pero mientras que el impacto de una alimentación vegana en las sustancias producidas por las bacterias fue grande, el efecto sobre la composición del microbioma intestinal fue sorprendentemente modesto. Solo se encontraron “ligeras diferencias entre los microbiomas intestinales de los omnívoros y de los veganos”, lo que fue una sorpresa para los investigadores. Una diferencia muy modesta yuxtapuesta contra el consumo dietético significativamente mayor de alimentos fermentables de origen vegetal. Los veganos consumían casi el doble de fibra. Entonces, ¿cuál es el problema? Pues resulta que los veganos apenas consumían la ingesta mínima diaria de fibra. ¿Por qué? Por que las galletas Oreo son veganas, también las papas fritas, la Coca-Cola y las frituras. Hasta hay Doritos y Pop-Tarts veganos. Puedes comer una alimentación vegana de muy mala calidad.

Burkitt demostró que necesitas al menos 50 gramos de fibra al día para la prevención del cáncer de colon. Eso es solo la mitad de lo que nuestros cuerpos fueron diseñados para consumir. Evolucionamos consumiendo unos 100 gramos al día. Y eso es lo que se ve en las poblaciones modernas que son inmunes al cáncer colorrectal epidémico. Entonces, ¿qué pasa si en lugar de seguir una dieta vegana, la gente simplemente sigue una alimentación como esa, centrada en alimentos integrales de origen vegetal. Lo descubriremos en el siguiente video.

El cáncer de colon es nuestra segunda causa de muerte por cáncer, pero en algunos lugares, como en el África rural, tienen tasas 10 veces más bajas que nosotros. La razón por la que sabemos que no se trata de algo genético es porque los estudios de migrantes, como los de los japoneses hawaianos, han demostrado que solo se necesita una generación para que la población inmigrante asuma la incidencia de cáncer de colon de la población occidental. Probablemente, el responsable sea el cambio en la alimentación. Sin embargo, las personas experimentan todo tipo de cambios cuando se mueven de una cultura a otra, como las tasas de tabaquismo y diferentes exposiciones a químicos, infecciones y antibióticos. Así que no sabíamos si de verdad se trataba de la alimentación, hasta… que se puso a prueba.

No es común que le dedique un video completo a un solo estudio, pero creo que estarás de acuerdo en que en este caso vale la pena. Este grupo internacional de investigadores intentaba averiguar por qué las tasas de cáncer de colon eran un orden de magnitud más altas en los Estados Unidos (en las poblaciones afroamericanas y caucásicas) que en el África rural. Bueno, pues parece ser que el colon de los estadounidenses del estudio era un desastre: presentaba pólipos y diverticulosis, por no mencionar las hemorroides; mientras que el colon de los africanos parecía notablemente prístino y, lo que es más importante, con tasas 7 veces menores de proliferación epitelial colónica, una característica de las condiciones precancerosas. Los investigadores monitorearon todo lo que los dos grupos comían y concluyeron que el mayor riesgo y las mayores tasas de proliferación de cáncer colorrectal estaban más estrechamente asociadas a un mayor consumo de productos de origen animal. Es posible que estos alimentos pudieran haber favorecido el crecimiento de poblaciones bacterianas productoras de ácidos y sales biliares potencialmente tóxicos en el colon, pero no podíamos saberlo con certeza hasta… que se puso a prueba. Las tasas más altas se asociaron a una mayor ingesta de proteína animal y de grasa animal, y a una menor ingesta de fibra: un mayor cantidad de los ácidos biliares malos, una menor cantidad de los ácidos grasos de cadena corta buenos (como el butirato) y una mayor proliferación de mucosa. Pero, ¿cómo sabemos que es la alimentación la que está arruinando las cosas? No lo sabíamos con certeza hasta… que se realizó un estudio intervencionista.

¿Qué tal si simplemente intercambiamos los estilos de alimentación? Los estadounidenses con una alimentación alta en fibra al estilo africano y los pobres africanos con la alimentación estadounidense estándar (SAD, por sus siglas en inglés). Salchichas y panqueques de harina blanca para el desayuno, una hamburguesa con papas fritas para el almuerzo y algo de pastel de carne y arroz blanco para la cena; esas fueron las comidas del primer día del experimento para los africanos rurales, mientras que los estadounidenses se vieron obligados a comer… frutas, verduras, maíz y legumbres. Para ayudar a los participantes a apegarse a sus dietas, los investigadores incluyeron alimentos más familiares, como salchichas vegetarianas, aunque hay que tener en cuenta que no usaron una dieta vegana, sino una dieta generalmente a base de plantas.

El intercambio de alimentos no duró años, sino solo dos semanas. ¿Se pueden ver cambios tan rápido? Los cambios en la alimentación dieron lugar a notables cambios recíprocos en el revestimiento de los intestinos en términos del riesgo de cáncer y el microbioma. El cambio a una alimentación a base de plantas estimuló la fermentación de la fibra y suprimió la síntesis carcinógena de ácidos biliares. Veamos algunas fotos de antes y después. Los investigadores hicieron biopsias y éste es el revestimiento del colon de un afroamericano visto con un microscopio. Estos puntos marrones marcan las células que se están dividiendo: el revestimiento de su colon estaba saturado, sus células se dividían rápidamente, un signo de premalignidad y un factor de riesgo para el cáncer. Pero, sus intestinos se calmaron con solo seguir una alimentación más saludable por dos semanas. Por otro lado, los africanos comenzaron con cierta proliferación, que empeoró con la dieta estadounidense. 

Este es un marcador diferente que mide la inflamación. Cada uno de los puntos marrones aquí representa una célula inflamatoria. Se puede ver que al inicio abunda la inflamación, pero que se calma después de solo dos semanas. Mientras que lo contrario sucedió en aquellos que comieron peor.

Sabemos que cuando nuestra flora buena fermenta la fibra, produce compuestos beneficiosos como el butirato, que es antiinflamatorio y anticancerígeno. Sorprendentemente, la “africanización” de la dieta incrementó la producción de butirato al doble, mientras que la “occidentalización” de la dieta la redujo a la mitad. En términos de metabolitos tóxicos, también se observó una disminución significativa en la dieta saludable, mientras que la dieta con alimentos de origen animal aumentó los niveles de estos carcinógenos en 400, en solo dos semanas. Entonces, lo que los investigadores lograron demostrar fue que con solo cambiar la alimentación, se puede cambiar notablemente el riesgo de cáncer. De hecho, así lo expresó el investigador principal: “¡Cambia tu alimentación, cambia tu riesgo de cáncer!” Puede que nunca sea demasiado tarde para comenzar a comer de manera más saludable.

Según este tipo de datos, el adoptar una dieta vegana a base de alimentos integrales (o incluso una dieta casi vegana rica en frutas y verduras) y algunos otros cambios saludables en el estilo de vida podría tener un impacto verdaderamente positivo en el riesgo de cáncer no solo en los afroamericanos, sino en cualquier persona. Si bien, no sería realista esperar cambios rápidos y profundos en el estilo de vida de la población general, al menos tenemos consejos sólidos y efectivos que ofrecer a quienes deciden tomar las medidas necesarias para optimizar su longevidad saludable.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Créditos de la imagen: Kristina DeMuth. La imagen ha sido modificada.

Gráficos de Avocado Video

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Leonardo Alanís y Leslie Salas voluntarios activos en NutritionFacts.org.

¿Qué le sucede al colon dos semanas después de cambiar de una dieta estándar americana a una dieta centrada en plantas? Ve el siguiente video para averiguarlo.

Tenemos 100 billones de microorganismos en nuestro intestino (unos billones más, unos billones menos), pero la difusión del estilo de vida occidental ha traído consigo cambios microbianos que podrían estar contribuyendo a las diversas epidemias de enfermedades crónicas. El problema es que nuestra alimentación actual se caracteriza por una ingesta alta de productos de origen animal, azúcares, alimentos procesados y una baja ingesta de alimentos integrales de origen vegetal.

Contrario a la fermentación de los carbohidratos que logran llegar a nuestro colon (como la fibra y el almidón resistente que nos benefician a través de la generación de ácidos grasos de cadena corta, por ejemplo el butirato), la fermentación microbiana de proteínas, que ocurre cuando se consumen proteínas en exceso, genera metabolitos potencialmente tóxicos y pro-cancerígenos que están involucrados en el desarrollo del cáncer colorrectal. Así, lo que comemos puede causar un desequilibrio en nuestro microbioma intestinal y potencialmente crear una ‘receta’ para el cáncer colorrectal; en donde una alimentación alta en grasa, carne y alimentos procesados favorece la disbiosis y el cáncer colorrectal, mientras que una alimentación rica en fibra y almidón y baja en carne puede regresarnos a la simbiosis con la flora intestinal buena y mantenernos alejados del cáncer.

Ahora tenemos evidencia de estudios intervencionistas que sugieren que el adoptar una alimentación a base de plantas, mínimamente procesada y con un alto contenido de fibra puede revertir rápidamente los efectos que una alimentación a base de productos de origen animal tiene en el microbioma intestinal. Entonces, ¿cuál sería una nueva forma de medicina personalizada basada en el microbioma para las enfermedades crónicas? Se llama comida y puede alterar el microbioma intestinal humano de forma rápida y reproducible. Si una persona cambia su alimentación a base de plantas por una más basada en comida de origen animal, se pueden ver cambios dramáticos en tan solo dos días que pueden resultar en metabolitos tóxicos. Por ejemplo, se puede observar un incremento en sus niveles de ácido desoxicólico, un ácido biliar secundario que promueve el daño al ADN y el cáncer de hígado. ¿Por qué suben los niveles? Porque las bacterias malas que lo producen aumentan al triple… en tan solo dos días.

Con el tiempo, la riqueza de la diversidad microbiana en nuestro intestino está desapareciendo. Aquí está nuestro árbol de la vida bacteriano que se está agotando. ¿Por qué? Por la brecha de la fibra. “Una dieta baja en fibra promueve el agotamiento de los microbiomas.” Sí, también están los antibióticos, las cesáreas y la plomería interior, pero las dietas bajas en CAMs son el único factor que ha sido empíricamente demostrado. Los CAMs, o carbohidratos accesibles para la microbiota, son la fibra proveniente de alimentos integrales de origen vegetal y del almidón resistente que se encuentra principalmente en frijoles, guisantes, lentejas y granos integrales.

Nuestra ingesta de fibra dietética, nuestra ingesta de alimentos integrales de origen vegetal, es despreciablemente bajo en el mundo occidental en comparación con lo que evolucionamos para comer durante millones de años. Una alimentación baja en fibra proporciona nutrientes insuficientes para nuestros microbios intestinales, lo que conduce no solo a la pérdida de diversidad y riqueza bacteriana, sino también a la reducción de los productos finales de la fermentación que estos organismos hacen con la fibra y que son beneficiosos para nosotros. Estamos, en efecto, matando de hambre a nuestra flora microbiana.

¿Cómo podemos lidiar con las consecuencias perjudiciales de una alimentación deficiente en alimentos integrales de origen vegetal? Creando alimentos funcionales nuevos, ¡por supuesto!… y suplementos y medicamentos (como prebióticos, probióticos y simbióticos). ¡Solo piensa en todo el dinero que puede salir de eso! O… simplemente podríamos comer de la forma en la que nuestros cuerpos deberían comer. ¿Pero, qué valor tiene eso para los accionistas? ¿No sabes que las píldoras probióticas podrían convertirse en la nueva fuente de los de grandes billones para las farmacéuticas?

¿Y por qué comer sanamente, cuando puedes hacer que alguien más coma sanamente por ti y luego puedes recibir un trasplante fecal de un vegano? Un grupo de investigadores comparó el microbioma de los veganos con el de los omnívoros y descubrió que la flora intestinal buena de los veganos producía más de las sustancias buenas, mostrando que una alimentación a base de plantas puede resultar en niveles más altos de metabolitos beneficiosos en el torrente sanguíneo y en niveles inferiores de otras sustancias perjudiciales, como el TMAO (N-óxido de trimetilamina, por sus siglas en inglés). Pero mientras que el impacto de una alimentación vegana en las sustancias producidas por las bacterias fue grande, el efecto sobre la composición del microbioma intestinal fue sorprendentemente modesto. Solo se encontraron “ligeras diferencias entre los microbiomas intestinales de los omnívoros y de los veganos”, lo que fue una sorpresa para los investigadores. Una diferencia muy modesta yuxtapuesta contra el consumo dietético significativamente mayor de alimentos fermentables de origen vegetal. Los veganos consumían casi el doble de fibra. Entonces, ¿cuál es el problema? Pues resulta que los veganos apenas consumían la ingesta mínima diaria de fibra. ¿Por qué? Por que las galletas Oreo son veganas, también las papas fritas, la Coca-Cola y las frituras. Hasta hay Doritos y Pop-Tarts veganos. Puedes comer una alimentación vegana de muy mala calidad.

Burkitt demostró que necesitas al menos 50 gramos de fibra al día para la prevención del cáncer de colon. Eso es solo la mitad de lo que nuestros cuerpos fueron diseñados para consumir. Evolucionamos consumiendo unos 100 gramos al día. Y eso es lo que se ve en las poblaciones modernas que son inmunes al cáncer colorrectal epidémico. Entonces, ¿qué pasa si en lugar de seguir una dieta vegana, la gente simplemente sigue una alimentación como esa, centrada en alimentos integrales de origen vegetal. Lo descubriremos en el siguiente video.

El cáncer de colon es nuestra segunda causa de muerte por cáncer, pero en algunos lugares, como en el África rural, tienen tasas 10 veces más bajas que nosotros. La razón por la que sabemos que no se trata de algo genético es porque los estudios de migrantes, como los de los japoneses hawaianos, han demostrado que solo se necesita una generación para que la población inmigrante asuma la incidencia de cáncer de colon de la población occidental. Probablemente, el responsable sea el cambio en la alimentación. Sin embargo, las personas experimentan todo tipo de cambios cuando se mueven de una cultura a otra, como las tasas de tabaquismo y diferentes exposiciones a químicos, infecciones y antibióticos. Así que no sabíamos si de verdad se trataba de la alimentación, hasta… que se puso a prueba.

No es común que le dedique un video completo a un solo estudio, pero creo que estarás de acuerdo en que en este caso vale la pena. Este grupo internacional de investigadores intentaba averiguar por qué las tasas de cáncer de colon eran un orden de magnitud más altas en los Estados Unidos (en las poblaciones afroamericanas y caucásicas) que en el África rural. Bueno, pues parece ser que el colon de los estadounidenses del estudio era un desastre: presentaba pólipos y diverticulosis, por no mencionar las hemorroides; mientras que el colon de los africanos parecía notablemente prístino y, lo que es más importante, con tasas 7 veces menores de proliferación epitelial colónica, una característica de las condiciones precancerosas. Los investigadores monitorearon todo lo que los dos grupos comían y concluyeron que el mayor riesgo y las mayores tasas de proliferación de cáncer colorrectal estaban más estrechamente asociadas a un mayor consumo de productos de origen animal. Es posible que estos alimentos pudieran haber favorecido el crecimiento de poblaciones bacterianas productoras de ácidos y sales biliares potencialmente tóxicos en el colon, pero no podíamos saberlo con certeza hasta… que se puso a prueba. Las tasas más altas se asociaron a una mayor ingesta de proteína animal y de grasa animal, y a una menor ingesta de fibra: un mayor cantidad de los ácidos biliares malos, una menor cantidad de los ácidos grasos de cadena corta buenos (como el butirato) y una mayor proliferación de mucosa. Pero, ¿cómo sabemos que es la alimentación la que está arruinando las cosas? No lo sabíamos con certeza hasta… que se realizó un estudio intervencionista.

¿Qué tal si simplemente intercambiamos los estilos de alimentación? Los estadounidenses con una alimentación alta en fibra al estilo africano y los pobres africanos con la alimentación estadounidense estándar (SAD, por sus siglas en inglés). Salchichas y panqueques de harina blanca para el desayuno, una hamburguesa con papas fritas para el almuerzo y algo de pastel de carne y arroz blanco para la cena; esas fueron las comidas del primer día del experimento para los africanos rurales, mientras que los estadounidenses se vieron obligados a comer… frutas, verduras, maíz y legumbres. Para ayudar a los participantes a apegarse a sus dietas, los investigadores incluyeron alimentos más familiares, como salchichas vegetarianas, aunque hay que tener en cuenta que no usaron una dieta vegana, sino una dieta generalmente a base de plantas.

El intercambio de alimentos no duró años, sino solo dos semanas. ¿Se pueden ver cambios tan rápido? Los cambios en la alimentación dieron lugar a notables cambios recíprocos en el revestimiento de los intestinos en términos del riesgo de cáncer y el microbioma. El cambio a una alimentación a base de plantas estimuló la fermentación de la fibra y suprimió la síntesis carcinógena de ácidos biliares. Veamos algunas fotos de antes y después. Los investigadores hicieron biopsias y éste es el revestimiento del colon de un afroamericano visto con un microscopio. Estos puntos marrones marcan las células que se están dividiendo: el revestimiento de su colon estaba saturado, sus células se dividían rápidamente, un signo de premalignidad y un factor de riesgo para el cáncer. Pero, sus intestinos se calmaron con solo seguir una alimentación más saludable por dos semanas. Por otro lado, los africanos comenzaron con cierta proliferación, que empeoró con la dieta estadounidense. 

Este es un marcador diferente que mide la inflamación. Cada uno de los puntos marrones aquí representa una célula inflamatoria. Se puede ver que al inicio abunda la inflamación, pero que se calma después de solo dos semanas. Mientras que lo contrario sucedió en aquellos que comieron peor.

Sabemos que cuando nuestra flora buena fermenta la fibra, produce compuestos beneficiosos como el butirato, que es antiinflamatorio y anticancerígeno. Sorprendentemente, la “africanización” de la dieta incrementó la producción de butirato al doble, mientras que la “occidentalización” de la dieta la redujo a la mitad. En términos de metabolitos tóxicos, también se observó una disminución significativa en la dieta saludable, mientras que la dieta con alimentos de origen animal aumentó los niveles de estos carcinógenos en 400, en solo dos semanas. Entonces, lo que los investigadores lograron demostrar fue que con solo cambiar la alimentación, se puede cambiar notablemente el riesgo de cáncer. De hecho, así lo expresó el investigador principal: “¡Cambia tu alimentación, cambia tu riesgo de cáncer!” Puede que nunca sea demasiado tarde para comenzar a comer de manera más saludable.

Según este tipo de datos, el adoptar una dieta vegana a base de alimentos integrales (o incluso una dieta casi vegana rica en frutas y verduras) y algunos otros cambios saludables en el estilo de vida podría tener un impacto verdaderamente positivo en el riesgo de cáncer no solo en los afroamericanos, sino en cualquier persona. Si bien, no sería realista esperar cambios rápidos y profundos en el estilo de vida de la población general, al menos tenemos consejos sólidos y efectivos que ofrecer a quienes deciden tomar las medidas necesarias para optimizar su longevidad saludable.

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Créditos de la imagen: Kristina DeMuth. La imagen ha sido modificada.

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