El propio estudio del sector cárnico concluía que el consumo de carne aumentaba el riesgo de cáncer, cardiopatía, diabetes y muerte prematura.
Los riesgos en la salud en comparación con los beneficios del consumo de carne
A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Daniel González voluntario activo en NutritionFacts.org.
Unos artículos publicados en Annals of Internal Medicine que solo consideraban las investigaciones aleatorizadas de la mejor calidad llegaron a una conclusión contraria a los consejos de salud pública que hemos oído durante años. Sugirieron que deberíamos continuar con nuestro consumo actual de carne roja y procesada. Los autores basaron su exclusión de pruebas en los criterios GRADE, que se desarrollaron principalmente para evaluar pruebas en ensayos clínicos. Necesitamos ensayos aleatorizados, doble ciegos y controlados con placebo para medicamentos, pero el rigor de esos criterios provocaría probablemente que las pruebas de todos los factores alimenticios, de estilo de vida y ambientales relacionados con enfermedades crónicas se categoricen como pruebas de calidad “baja” o “muy baja”. Si los criterios GRADE se usaran para evaluar las pruebas para otros factores alimenticios, como frutas y verduras insuficientes o demasiados refrescos o alcohol, o si el ejercicio es bueno, o el sexo seguro o dormir, fumar, la contaminación atmosférica, “ninguna de las recomendaciones actuales en estos problemas estarían respaldadas por pruebas de calidad elevada o incluso moderada” con criterios de ensayos clínicos.
Pero incluso tras ignorar las partes importantes de las pruebas disponibles, todavía encontraron una relación entre el consumo de carne y un aumento en el riesgo de cáncer. Y no solo cáncer. Descubrieron que la adhesión a los hábitos alimenticios con menos consumo de carne roja o procesada puede resultar en un riesgo reducido de muerte prematura, enfermedades cardiometabólicas y mortalidad o el mismo riesgo que contraer y morirse de enfermedades como cardiopatía y diabetes de tipo 2 y el de contraer cáncer y morir de cáncer. Aun así, concluyeron esto en sus recomendaciones para las directrices alimenticias: “Continúen su consumo actual de carne roja”, “continúen su consumo de carne procesada”. Olviden lo de la muerte prematura, el cáncer, la cardiopatía, la diabetes, sigan comiendo hamburguesas y tocino.
Así que existen directrices alimenticias que desarrolló un comité autoproclamado y que equivalen a fomentar el consumo de carne, aunque descubrieran que el consumo elevado es dañino para la salud. ¿Cómo se las ingeniaron para contradecir las pruebas que se crearon con sus propios metaanálisis? Solo hay un conjunto de datos. Encontraron el mismo riesgo que las otras revisiones. Así que no afirman que la carne es menos arriesgada, sino que el riesgo es aceptable.
Bueno, hay que considerar los riesgos y beneficios. Bueno, hemos cubierto los perjuicios. Sus propios datos muestran que una reducción moderada del consumo de carne roja y procesada puede reducir un 13 % la mortalidad total, un 14 % la mortalidad por cardiopatía, un 11 % la mortalidad por cáncer y un 24 % el riesgo de diabetes tipo 2. ¿Cuáles son los beneficios? En resumen, a los omnívoros les gusta comer carne. Eh, bien… Viendo el apego de la gente a comer carne, la reducción del riesgo asociado en las principales enfermedades mortales, como cáncer, cardiopatía y diabetes, no es probable que eso motive bastante para reducir el consumo de carne roja o procesada. Así que, ¡a comer! En verdad, dicen sin rodeos que, en contraste con otras directrices alimenticias que sugieren que limitemos nuestro consumo por eso de lo del cáncer, estas otras directrices no han prestado atención a por qué la gente come carne, mientras que hicieron una revisión sistemática de las preferencias sobre el consumo de carne y la gente que come carne le gusta comer carne. Incluso es posible que lo hagan por eso.
Por lo general, no quieren cambiar su consumo de carne, incluso en respuesta a preocupaciones sanitarias, que es lo que creía el comité, el mismo, que si recuerdan, contaba con el apoyo generoso de un grupo que consigue millones cada año de la industria cárnica, el comité creía que, para la mayoría de individuos, los efectos deseables, como reducir el riesgo de cáncer e infartos devastadores para las familias, que están asociados con reducir el consumo de carne, probablemente no compensan los efectos no deseados, como tener que renunciar a toda esa rica carne. Por eso recomendaron que “continúen con su consumo actual”.
Eso parece algo sacado de la revista Meat Science. ¿Por qué seguimos comiendo carne roja? Porque nos gusta. A la gente también le gusta fumar. Les gusta beber refrescos. Les gusta el sexo sin protección. Es como decir que sabemos que los cascos de motos pueden salvar vidas, pero hay gente que prefiere sentir el viento en el pelo. Así que ¿le decimos a la gente que no lleve casco? Pero luego está este argumento. Obedecer las recomendaciones alimenticias impone un “coste de sabor” al consumidor. ¿Y qué tal unas recomendaciones alimenticias que desee la sociedad y que sean compatibles con las preferencias de los consumidores? Es decir, los mejores beneficios de salud contra el “coste del sabor”.
Así que, si hasta la ciencia nos ha dicho que comer mantequilla no es sano, su sabor justifica seguir usándola.
¿Qué se espera de NutriRECS, el comité colaborador con el sector de la carne que también publicó el artículo que criticaba las directrices del azúcar financiadas por las industrias de refrescos y dulces? Querían producir recomendaciones para directrices alimenticias, basándose en las preferencias de los pacientes. ¿Qué será lo siguiente? ¿Decir a la gente que coma donas y helado todo el día? Pero Annals publicó los artículos de la carne con un comunicado de prensa que decía: “No hay que consumir menos carne roja o procesada para tener buena salud”. Usando la misma metodología y razonamiento, podrían haber dicho: “No hay que dejar de fumar para tener buena salud” o “no hace falta hacer ejercicio para tener buena salud”. Como afirma el Dr. Katz, el director del Centro de Yale de la Investigación para la Prevención: “Las directrices que se oponen a los datos que pretenden estar basados no son ciencia, sino anticiencia”.
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Gráficos de Avo Media
A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Daniel González voluntario activo en NutritionFacts.org.
Unos artículos publicados en Annals of Internal Medicine que solo consideraban las investigaciones aleatorizadas de la mejor calidad llegaron a una conclusión contraria a los consejos de salud pública que hemos oído durante años. Sugirieron que deberíamos continuar con nuestro consumo actual de carne roja y procesada. Los autores basaron su exclusión de pruebas en los criterios GRADE, que se desarrollaron principalmente para evaluar pruebas en ensayos clínicos. Necesitamos ensayos aleatorizados, doble ciegos y controlados con placebo para medicamentos, pero el rigor de esos criterios provocaría probablemente que las pruebas de todos los factores alimenticios, de estilo de vida y ambientales relacionados con enfermedades crónicas se categoricen como pruebas de calidad “baja” o “muy baja”. Si los criterios GRADE se usaran para evaluar las pruebas para otros factores alimenticios, como frutas y verduras insuficientes o demasiados refrescos o alcohol, o si el ejercicio es bueno, o el sexo seguro o dormir, fumar, la contaminación atmosférica, “ninguna de las recomendaciones actuales en estos problemas estarían respaldadas por pruebas de calidad elevada o incluso moderada” con criterios de ensayos clínicos.
Pero incluso tras ignorar las partes importantes de las pruebas disponibles, todavía encontraron una relación entre el consumo de carne y un aumento en el riesgo de cáncer. Y no solo cáncer. Descubrieron que la adhesión a los hábitos alimenticios con menos consumo de carne roja o procesada puede resultar en un riesgo reducido de muerte prematura, enfermedades cardiometabólicas y mortalidad o el mismo riesgo que contraer y morirse de enfermedades como cardiopatía y diabetes de tipo 2 y el de contraer cáncer y morir de cáncer. Aun así, concluyeron esto en sus recomendaciones para las directrices alimenticias: “Continúen su consumo actual de carne roja”, “continúen su consumo de carne procesada”. Olviden lo de la muerte prematura, el cáncer, la cardiopatía, la diabetes, sigan comiendo hamburguesas y tocino.
Así que existen directrices alimenticias que desarrolló un comité autoproclamado y que equivalen a fomentar el consumo de carne, aunque descubrieran que el consumo elevado es dañino para la salud. ¿Cómo se las ingeniaron para contradecir las pruebas que se crearon con sus propios metaanálisis? Solo hay un conjunto de datos. Encontraron el mismo riesgo que las otras revisiones. Así que no afirman que la carne es menos arriesgada, sino que el riesgo es aceptable.
Bueno, hay que considerar los riesgos y beneficios. Bueno, hemos cubierto los perjuicios. Sus propios datos muestran que una reducción moderada del consumo de carne roja y procesada puede reducir un 13 % la mortalidad total, un 14 % la mortalidad por cardiopatía, un 11 % la mortalidad por cáncer y un 24 % el riesgo de diabetes tipo 2. ¿Cuáles son los beneficios? En resumen, a los omnívoros les gusta comer carne. Eh, bien… Viendo el apego de la gente a comer carne, la reducción del riesgo asociado en las principales enfermedades mortales, como cáncer, cardiopatía y diabetes, no es probable que eso motive bastante para reducir el consumo de carne roja o procesada. Así que, ¡a comer! En verdad, dicen sin rodeos que, en contraste con otras directrices alimenticias que sugieren que limitemos nuestro consumo por eso de lo del cáncer, estas otras directrices no han prestado atención a por qué la gente come carne, mientras que hicieron una revisión sistemática de las preferencias sobre el consumo de carne y la gente que come carne le gusta comer carne. Incluso es posible que lo hagan por eso.
Por lo general, no quieren cambiar su consumo de carne, incluso en respuesta a preocupaciones sanitarias, que es lo que creía el comité, el mismo, que si recuerdan, contaba con el apoyo generoso de un grupo que consigue millones cada año de la industria cárnica, el comité creía que, para la mayoría de individuos, los efectos deseables, como reducir el riesgo de cáncer e infartos devastadores para las familias, que están asociados con reducir el consumo de carne, probablemente no compensan los efectos no deseados, como tener que renunciar a toda esa rica carne. Por eso recomendaron que “continúen con su consumo actual”.
Eso parece algo sacado de la revista Meat Science. ¿Por qué seguimos comiendo carne roja? Porque nos gusta. A la gente también le gusta fumar. Les gusta beber refrescos. Les gusta el sexo sin protección. Es como decir que sabemos que los cascos de motos pueden salvar vidas, pero hay gente que prefiere sentir el viento en el pelo. Así que ¿le decimos a la gente que no lleve casco? Pero luego está este argumento. Obedecer las recomendaciones alimenticias impone un “coste de sabor” al consumidor. ¿Y qué tal unas recomendaciones alimenticias que desee la sociedad y que sean compatibles con las preferencias de los consumidores? Es decir, los mejores beneficios de salud contra el “coste del sabor”.
Así que, si hasta la ciencia nos ha dicho que comer mantequilla no es sano, su sabor justifica seguir usándola.
¿Qué se espera de NutriRECS, el comité colaborador con el sector de la carne que también publicó el artículo que criticaba las directrices del azúcar financiadas por las industrias de refrescos y dulces? Querían producir recomendaciones para directrices alimenticias, basándose en las preferencias de los pacientes. ¿Qué será lo siguiente? ¿Decir a la gente que coma donas y helado todo el día? Pero Annals publicó los artículos de la carne con un comunicado de prensa que decía: “No hay que consumir menos carne roja o procesada para tener buena salud”. Usando la misma metodología y razonamiento, podrían haber dicho: “No hay que dejar de fumar para tener buena salud” o “no hace falta hacer ejercicio para tener buena salud”. Como afirma el Dr. Katz, el director del Centro de Yale de la Investigación para la Prevención: “Las directrices que se oponen a los datos que pretenden estar basados no son ciencia, sino anticiencia”.
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Gráficos de Avo Media
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Los riesgos en la salud en comparación con los beneficios del consumo de carne
LicenciaCreative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International (CC BY-NC 4.0)
URLNota del Doctor
¿Qué significan los números de riesgo relativos? Véase, como ejemplo, ¿Cuánto cáncer causa la carne procesada?
Este es el sexto video de una serie de ocho sobre cómo los sectores afectan las directrices dietéticas y de salud.
Los primeros cinco videos son:
- Cómo la industria del azúcar socaba a las recomendaciones dietéticas
- Cómo la industria del azúcar manipuló la ciencia para las recomendaciones dietéticas
- Los estudios obervacionales muestran resultados similares a los ensayos aleatorizados controlados
- Los estudios sobre la carne de los Annals of Internal Medicine no pasan el GRADE
- Existe un conflicto de intereses en los estudios sobre la carne de los Annals of Internal Medicine
Los últimos dos serán:
- Cómo la industria de la carne manipula la ciencia
- ¿Cuánto afecta a la longevidad el consumo de carne?
Échale un vistazo a la página de información sobre los recursos traducidos.