Sensaciones intestinales: probióticos y la salud mental

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Sabemos que nuestro estado mental puede afectar nuestra flora intestinal, pero, ¿podrían nuestras bacterias buenas afectar nuestro estado mental?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este vídeo. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba.

Antes de que se inventara la torazina en 1950, la enfermedad mental se trataba a menudo quirúrgicamente. De hecho, en 1949, el inventor de la lobotomía fue galardonado con el Premio Nobel. Pero antes de someter a decenas de miles de personas a la lobotomía, era la colectomía la que causaba más furor. Había una teoría según la cual las bacterias malas en el intestino, ”putrefacción intestinal”, eran la causa de la enfermedad mental, por lo que la cura era simplemente extirpar el colon quirúrgicamente. Sí, es cierto que la cirugía mató a uno de cada tres, pero cuando los pacientes no morían, los cirujanos alardeaban de que, por ejemplo, cuando reseccionó el colon de los niños en edad escolar como medida preventiva, hubo un ”cese de prácticas sexuales anormales, como la masturbación”, lo cual era visto en su momento como un precursor de las enfermedades mentales que aparecerían posteriormente en la vida.

Había otros, sin embargo, que apuntaban a métodos menos drásticos, al sugerir que se podría tratar esta putrefacción intestinal cambiando la flora intestinal. Así, hace más de un siglo, hubo informes sobre el tratamiento exitoso de enfermedades psiquiátricas, como la depresión, con un régimen alimentario que incluía probióticos. Los médicos percibieron una conexión entre la depresión y la ”deficiencia de las heces en cantidad y humedad y con un olor muy putrefacto”, por lo cual les administraron probióticos a los pacientes y las personas no solo se sintieron mejor psicológicamente, sino que sus ”heces aumentaron en cantidad, tenían una consistencia más suave y la frecuencia era más regular, y el olor putrefacto disminuyó”. Sin embargo, al mismo tiempo que comenzaron con los probióticos, todos los pacientes iniciaron una alimentación vegetariana, por lo que puede ser que el resultado no se deba a los probióticos.

Este campo de investigación se mantuvo sin actividad durante unos cien años, pero una nueva disciplina ha surgido recientemente, conocida como ”neurociencia entérica, es decir intestinal”. Nuestro sistema nervioso entérico, el conjunto de nervios ligados a nuestro intestino, al que se le ha denominado como nuestro “segundo cerebro”, dado su ”tamaño, complejidad y semejanza”. Tenemos tantos nervios en nuestro intestino, como en nuestra médula espinal. Y esto tiene sentido. El tamaño y la complejidad de nuestro cerebro intestinal no es sorprendente cuando consideramos los desafíos planteados por la interrelación con ”nuestra mayor superficie corporal”. Tenemos un centenar de veces más contacto con el mundo exterior a través de nuestro intestino, que a través de nuestra piel. Y también tenemos que lidiar con nuestros cien billones de pequeños amigos allí abajo. Por lo que se necesita una gran capacidad de procesamiento.

Cualquier persona que haya sentido mariposas en el estómago sabe que nuestro estado mental puede afectar nuestro intestino. De hecho, el estrés de cada día puede afectar la integridad de nuestra flora intestinal. Este innovador estudio observó las heces raspando el papel higiénico usado por estudiantes universitarios durante la semana de exámenes. Esta es la cantidad de bacterias que tenían en sus heces antes del examen, pero mira lo que sucedió el día del examen y, de hecho, se prolongó durante toda la semana. Así que nuestro estado mental puede afectar nuestro intestino, pero, ¿puede nuestro intestino afectar nuestro estado mental? No lo sabíamos hasta hace poco.

Por ejemplo, muchas de las personas que sufren del síndrome de fatiga crónica se ”quejan de disfunción intestinal”, por lo que los investigadores intentaron darles probióticos para ver si su estado mental y emocional se podía mejorar y, de hecho, pareció ayudar.

Pero, ¿qué pasa con las personas sanas? Este es el estudio que sacudió realmente a la comunidad científica; ”una evaluación de las propiedades psicotrópicas” de los probióticos. Se encontró que, tras un mes con probióticos, se redujeron significativamente los síntomas de la ansiedad, la depresión, la ira y la hostilidad. ¿Cómo es posible? Pues bien, se han propuesto una variedad de mecanismos de cómo las bacterias intestinales pueden estar comunicándose con nuestro cerebro.

Sin embargo, hasta que ese estudio se publicó, la idea de que las bacterias probióticas, administradas al intestino, podrían influir en nuestro cerebro parecía casi surrealista. Como ciencia ficción. La ciencia, sí, pero ficción no. “Probablemente, los organismos que ya están dentro de nosotros, llevan a cabo un cierto grado de influencia en nuestro bienestar mental”.

Por lo que, ¿podrían las personas que sufren de ciertos problemas de salud mental beneficiarse de un trasplante fecal de alguien con bacterias intestinales más felices? No lo sabemos, pero esta capacidad de los probióticos para afectar los procesos cerebrales ”es quizás, uno de los descubrimientos recientes más emocionantes en la investigación sobre los probióticos.”

La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Verónica Núñez Romero y Viviana Garcia.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este vídeo. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba.

Antes de que se inventara la torazina en 1950, la enfermedad mental se trataba a menudo quirúrgicamente. De hecho, en 1949, el inventor de la lobotomía fue galardonado con el Premio Nobel. Pero antes de someter a decenas de miles de personas a la lobotomía, era la colectomía la que causaba más furor. Había una teoría según la cual las bacterias malas en el intestino, ”putrefacción intestinal”, eran la causa de la enfermedad mental, por lo que la cura era simplemente extirpar el colon quirúrgicamente. Sí, es cierto que la cirugía mató a uno de cada tres, pero cuando los pacientes no morían, los cirujanos alardeaban de que, por ejemplo, cuando reseccionó el colon de los niños en edad escolar como medida preventiva, hubo un ”cese de prácticas sexuales anormales, como la masturbación”, lo cual era visto en su momento como un precursor de las enfermedades mentales que aparecerían posteriormente en la vida.

Había otros, sin embargo, que apuntaban a métodos menos drásticos, al sugerir que se podría tratar esta putrefacción intestinal cambiando la flora intestinal. Así, hace más de un siglo, hubo informes sobre el tratamiento exitoso de enfermedades psiquiátricas, como la depresión, con un régimen alimentario que incluía probióticos. Los médicos percibieron una conexión entre la depresión y la ”deficiencia de las heces en cantidad y humedad y con un olor muy putrefacto”, por lo cual les administraron probióticos a los pacientes y las personas no solo se sintieron mejor psicológicamente, sino que sus ”heces aumentaron en cantidad, tenían una consistencia más suave y la frecuencia era más regular, y el olor putrefacto disminuyó”. Sin embargo, al mismo tiempo que comenzaron con los probióticos, todos los pacientes iniciaron una alimentación vegetariana, por lo que puede ser que el resultado no se deba a los probióticos.

Este campo de investigación se mantuvo sin actividad durante unos cien años, pero una nueva disciplina ha surgido recientemente, conocida como ”neurociencia entérica, es decir intestinal”. Nuestro sistema nervioso entérico, el conjunto de nervios ligados a nuestro intestino, al que se le ha denominado como nuestro “segundo cerebro”, dado su ”tamaño, complejidad y semejanza”. Tenemos tantos nervios en nuestro intestino, como en nuestra médula espinal. Y esto tiene sentido. El tamaño y la complejidad de nuestro cerebro intestinal no es sorprendente cuando consideramos los desafíos planteados por la interrelación con ”nuestra mayor superficie corporal”. Tenemos un centenar de veces más contacto con el mundo exterior a través de nuestro intestino, que a través de nuestra piel. Y también tenemos que lidiar con nuestros cien billones de pequeños amigos allí abajo. Por lo que se necesita una gran capacidad de procesamiento.

Cualquier persona que haya sentido mariposas en el estómago sabe que nuestro estado mental puede afectar nuestro intestino. De hecho, el estrés de cada día puede afectar la integridad de nuestra flora intestinal. Este innovador estudio observó las heces raspando el papel higiénico usado por estudiantes universitarios durante la semana de exámenes. Esta es la cantidad de bacterias que tenían en sus heces antes del examen, pero mira lo que sucedió el día del examen y, de hecho, se prolongó durante toda la semana. Así que nuestro estado mental puede afectar nuestro intestino, pero, ¿puede nuestro intestino afectar nuestro estado mental? No lo sabíamos hasta hace poco.

Por ejemplo, muchas de las personas que sufren del síndrome de fatiga crónica se ”quejan de disfunción intestinal”, por lo que los investigadores intentaron darles probióticos para ver si su estado mental y emocional se podía mejorar y, de hecho, pareció ayudar.

Pero, ¿qué pasa con las personas sanas? Este es el estudio que sacudió realmente a la comunidad científica; ”una evaluación de las propiedades psicotrópicas” de los probióticos. Se encontró que, tras un mes con probióticos, se redujeron significativamente los síntomas de la ansiedad, la depresión, la ira y la hostilidad. ¿Cómo es posible? Pues bien, se han propuesto una variedad de mecanismos de cómo las bacterias intestinales pueden estar comunicándose con nuestro cerebro.

Sin embargo, hasta que ese estudio se publicó, la idea de que las bacterias probióticas, administradas al intestino, podrían influir en nuestro cerebro parecía casi surrealista. Como ciencia ficción. La ciencia, sí, pero ficción no. “Probablemente, los organismos que ya están dentro de nosotros, llevan a cabo un cierto grado de influencia en nuestro bienestar mental”.

Por lo que, ¿podrían las personas que sufren de ciertos problemas de salud mental beneficiarse de un trasplante fecal de alguien con bacterias intestinales más felices? No lo sabemos, pero esta capacidad de los probióticos para afectar los procesos cerebrales ”es quizás, uno de los descubrimientos recientes más emocionantes en la investigación sobre los probióticos.”

La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Verónica Núñez Romero y Viviana Garcia.

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Imágenes gracias a KayVee.INCPère Ubu y NaustvikPhotography.com vía Flickr y www.bonkersinstitute.org.

Nota del Doctor

Con este vídeo concluyo mi serie de cuatro episodios acerca de lo último sobre la ciencia de los probióticos. Comencé con las dos indicaciones más consolidadas para su uso en Prevenir y tratar la diarrea con probióticos, luego pasé a un uso más especulativo en el vídeo ¿Prevenir el resfriado común con probióticos? y, por último, ofrecí consejos prácticos sobre la mejor manera de tomar probióticos en ¿Se deberían tomar los probióticos antes, durante o después de las comidas?

La historia de la extirpación del colon me recuerda las mastectomías que se hacían para el dolor de mama (Dietas a base de plantas para el dolor de mama).

¿Por qué con solo una dieta vegetariana se puede mejorar el estado de ánimo? Ve Alimentación a base de plantas y el estado de ánimo y la continuación Mejorar el estado de ánimo a través de la alimentación, así como mi serie de vídeos sobre la serotonina que comienza con Neurotransmisores humanos en plantas.

Más información sobre el tratamiento del síndrome de fatiga crónica en:

¿Qué más pueden nuestras bacterias buenas estar haciendo por nosotros? Pueden ayudarnos a controlar nuestro peso (Cultivar la flora intestinal); y ¡nos proveen compuestos anticancerígenos! Ve Linaza y la flora fecal y Algunas veces el “mito de la enzima” no es un mito.

Para un mayor contexto mira mis entradas de blog sobre el tema: Probióticos y diarrea¿Cómo debería tomar los probióticos?Cómo afectan los probióticos la salud mental y Los 10 videos más populares del año 2013.

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