El equilibrio entre fertilidad y longevidad y las causas de la pubertad precoz

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Hace un siglo, la edad de la primera menstruación se situaba, de media, en casi los 17 años. ¿Por qué ahora estamos alcanzando la madurez sexual mucho antes?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Maria del Mar Saumell voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Los miembros vegetarianos y sanos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día pueden ser los más longevos, pero ¿puede que eso tenga un coste? Un análisis de semen realizado en una clínica de fertilidad de Loma Linda (California, Estados Unidos), donde vive una gran población de adventistas, planteó dudas sobre la calidad de su esperma. Aunque todavía dentro del rango normal, los vegetarianos tenían un 25% menos de espermatozoides. Los pocos veganos analizados también tenían una menor concentración de esperma, pero lo compensaban con un volumen de eyaculación un 30% mayor. Sin embargo, los veganos tenían un número significativamente menor de espermatozoides activados, lo que indica una disminución de la fertilidad. Los investigadores sugirieron el consumo de soja como posible mecanismo, ya que los vegetarianos adventistas de California consumen una media ración al día de carnes vegetales, muchas de las cuales contienen soja. Sin embargo, los fitoestrógenos de la soja se han puesto a prueba, y meses de consumo de hasta el equivalente de casi 20 raciones de soja al día no produjeron ningún efecto adverso en los parámetros espermáticos.

Sólo había 5 veganos en el estudio, por lo que los resultados sobre la calidad de la esperma podrían ser sólo una casualidad, pero si se verifican, podrían reflejar un equilibrio evolutivo entre la fertilidad y la esperanza de vida propuesto por primera vez hace casi un siglo. Mediante un láser de precisión, es posible destruir selectivamente células individuales a medida que se desarrolla el diminuto gusano redondo C. elegans, y acabar con las células que dan lugar a la esperma y los óvulos prolonga significativamente la vida. El mismo fenómeno puede demostrarse en moscas de la fruta, lo que podría cambiar las prioridades del organismo, pasando de la reproducción a la supervivencia.

El equilibrio entre fertilidad y longevidad puede ser una de las razones por las que esterilizar a nuestras mascotas puede alargarles la vida. Según un estudio con millones de perros y gatos, los perros esterilizados viven un 20% más que los “intactos”, las gatas castradas un 40% más y los gatos castrados un 60% más.

¿Y los hombres castrados? Los eunucos parecen vivir un 25% más que los hombres no castrados. Hasta la década de 1950 en Estados Unidos, se esterilizaba de forma contraria a su voluntad a los llamados “débiles mentales” en un programa de eugenesia defendido nada menos que por Oliver Wendell Holmes, que escribió para la mayoría del Tribunal Supremo: “La sociedad puede impedir que aquellos que son manifiestamente impropios continúen con su especie. El principio que sustenta la vacunación obligatoria es lo suficientemente amplio como para cubrir el corte de las trompas de Falopio”. Sin embargo, la atroz práctica de la esterilización obligatoria permitió un experimento natural, y una institución mental descubrió que los hombres castrados vivían unos 14 años más que los hombres intactos en el mismo hospital.

Una base de datos genealógica de casi 200.000 hombres y mujeres a lo largo de 3 siglos en 16 países descubrió que los que tenían menos hijos parecían vivir más tiempo. Los centenarios, por ejemplo, tenían menos hijos a edades más avanzadas. Esto no quiere decir que tener menos hijos haga que se viva más, sino que los factores constitucionales que aumentan la esperanza de vida humana pueden producirse a expensas de una reducción del potencial reproductivo, otro ejemplo de la teoría de la pleiotropía antagónica de la que hablaba antes. Por ejemplo, la selección para alargar la vida en organismos modelo puede dar lugar a animales más longevos, pero con una capacidad reproductiva reducida. Tiene sentido intuitivo si se considera el contexto de la escasez de alimentos.

En tiempos de vacas flacas, tiene sentido posponer la reproducción hasta que vuelvan unas condiciones más favorables para garantizar la supervivencia a largo plazo. En el infame Estudio sobre el Hambre de Minnesota, en el que se utilizó a objetores de conciencia como cobayas durante la Segunda Guerra Mundial, los sujetos del estudio perdieron rápidamente la libido después de que su ingesta calórica se redujera a la mitad. Como dijo uno de ellos: “No tengo más sentimiento sexual que una ostra enferma”. La misma restricción calórica que alarga la vida de los animales también puede provocar una reducción del número de progenie. Si has leído mi libro How Not to Age, estarás familiarizado con las vías de envejecimiento sensibles a los nutrientes (IGF-1, mTOR y AMPK), que crean una especie de oscilación entre la aceleración de los tejidos y la reproducción por un lado, y la preservación de los tejidos y el rejuvenecimiento por otro. Afortunadamente, podemos cambiar el peso a un equilibrio más óptimo con la dieta.

Cuanto más tarde empiezan las chicas a menstruar, más longevas suelen ser. Cada año de retraso se asocia a un riesgo significativamente menor de morir por una enfermedad cardiaca o un ictus, y la mortalidad global más baja se registra entre las que no empiezan a menstruar hasta los 15 años. ¿No es un poco tarde a los 15? Antes no lo era. Hace un siglo, la edad media de la primera menstruación era de casi 17 años. Del mismo modo, la edad de desarrollo de los senos ha descendido una media de unos 3 meses por década en el último medio siglo en todo el mundo, hasta los 9 o 10 años en Estados Unidos, lo que ha obligado a cambiar las definiciones de los libros de texto de la pubertad “prematura” entre comillas.

Un desarrollo más precoz de las mamas (antes de los 10 años frente a los 12 o 13) se asocia con un riesgo hasta un 23% mayor de cáncer de mama en etapas posteriores de la vida, y cada año después de que una niña empiece a menstruar se relaciona con un riesgo significativamente menor de cáncer de útero, hígado, piel, vejiga, colon, pulmón y mama. Afortunadamente, la edad de la pubertad es algo sobre lo que tenemos cierto grado de control.

Unos niveles más altos de IGF-1 se asocian con una madurez sexual más temprana, por lo que no sorprende que las niñas que consumen más proteínas animales experimenten la pubertad significativamente antes, un efecto que no se observa con las proteínas de origen vegetal. Un metaanálisis de 16 estudios sobre la dieta y el desarrollo descubrió que la primera menstruación parece empezar 2 meses antes por cada gramo adicional al día de ingesta de proteínas animales en la infancia. Así, por ejemplo, a los 7 años, las niñas que consumían más de 12 raciones de carne a la semana tenían un 75 por ciento más de probabilidades de menstruar en los 5 años siguientes aproximadamente, en comparación con las niñas de esa edad que comían menos de 4 raciones a la semana, y esta relación se observaba tanto para el consumo de carne roja como de ave. Sin embargo, es posible que el IGF-1 y otras vías de envejecimiento no expliquen totalmente estos resultados, ya que los contaminantes persistentes que se acumulan en la carne, como el DDT, también se han relacionado con la pubertad precoz.

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Los miembros vegetarianos y sanos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día pueden ser los más longevos, pero ¿puede que eso tenga un coste? Un análisis de semen realizado en una clínica de fertilidad de Loma Linda (California, Estados Unidos), donde vive una gran población de adventistas, planteó dudas sobre la calidad de su esperma. Aunque todavía dentro del rango normal, los vegetarianos tenían un 25% menos de espermatozoides. Los pocos veganos analizados también tenían una menor concentración de esperma, pero lo compensaban con un volumen de eyaculación un 30% mayor. Sin embargo, los veganos tenían un número significativamente menor de espermatozoides activados, lo que indica una disminución de la fertilidad. Los investigadores sugirieron el consumo de soja como posible mecanismo, ya que los vegetarianos adventistas de California consumen una media ración al día de carnes vegetales, muchas de las cuales contienen soja. Sin embargo, los fitoestrógenos de la soja se han puesto a prueba, y meses de consumo de hasta el equivalente de casi 20 raciones de soja al día no produjeron ningún efecto adverso en los parámetros espermáticos.

Sólo había 5 veganos en el estudio, por lo que los resultados sobre la calidad de la esperma podrían ser sólo una casualidad, pero si se verifican, podrían reflejar un equilibrio evolutivo entre la fertilidad y la esperanza de vida propuesto por primera vez hace casi un siglo. Mediante un láser de precisión, es posible destruir selectivamente células individuales a medida que se desarrolla el diminuto gusano redondo C. elegans, y acabar con las células que dan lugar a la esperma y los óvulos prolonga significativamente la vida. El mismo fenómeno puede demostrarse en moscas de la fruta, lo que podría cambiar las prioridades del organismo, pasando de la reproducción a la supervivencia.

El equilibrio entre fertilidad y longevidad puede ser una de las razones por las que esterilizar a nuestras mascotas puede alargarles la vida. Según un estudio con millones de perros y gatos, los perros esterilizados viven un 20% más que los “intactos”, las gatas castradas un 40% más y los gatos castrados un 60% más.

¿Y los hombres castrados? Los eunucos parecen vivir un 25% más que los hombres no castrados. Hasta la década de 1950 en Estados Unidos, se esterilizaba de forma contraria a su voluntad a los llamados “débiles mentales” en un programa de eugenesia defendido nada menos que por Oliver Wendell Holmes, que escribió para la mayoría del Tribunal Supremo: “La sociedad puede impedir que aquellos que son manifiestamente impropios continúen con su especie. El principio que sustenta la vacunación obligatoria es lo suficientemente amplio como para cubrir el corte de las trompas de Falopio”. Sin embargo, la atroz práctica de la esterilización obligatoria permitió un experimento natural, y una institución mental descubrió que los hombres castrados vivían unos 14 años más que los hombres intactos en el mismo hospital.

Una base de datos genealógica de casi 200.000 hombres y mujeres a lo largo de 3 siglos en 16 países descubrió que los que tenían menos hijos parecían vivir más tiempo. Los centenarios, por ejemplo, tenían menos hijos a edades más avanzadas. Esto no quiere decir que tener menos hijos haga que se viva más, sino que los factores constitucionales que aumentan la esperanza de vida humana pueden producirse a expensas de una reducción del potencial reproductivo, otro ejemplo de la teoría de la pleiotropía antagónica de la que hablaba antes. Por ejemplo, la selección para alargar la vida en organismos modelo puede dar lugar a animales más longevos, pero con una capacidad reproductiva reducida. Tiene sentido intuitivo si se considera el contexto de la escasez de alimentos.

En tiempos de vacas flacas, tiene sentido posponer la reproducción hasta que vuelvan unas condiciones más favorables para garantizar la supervivencia a largo plazo. En el infame Estudio sobre el Hambre de Minnesota, en el que se utilizó a objetores de conciencia como cobayas durante la Segunda Guerra Mundial, los sujetos del estudio perdieron rápidamente la libido después de que su ingesta calórica se redujera a la mitad. Como dijo uno de ellos: “No tengo más sentimiento sexual que una ostra enferma”. La misma restricción calórica que alarga la vida de los animales también puede provocar una reducción del número de progenie. Si has leído mi libro How Not to Age, estarás familiarizado con las vías de envejecimiento sensibles a los nutrientes (IGF-1, mTOR y AMPK), que crean una especie de oscilación entre la aceleración de los tejidos y la reproducción por un lado, y la preservación de los tejidos y el rejuvenecimiento por otro. Afortunadamente, podemos cambiar el peso a un equilibrio más óptimo con la dieta.

Cuanto más tarde empiezan las chicas a menstruar, más longevas suelen ser. Cada año de retraso se asocia a un riesgo significativamente menor de morir por una enfermedad cardiaca o un ictus, y la mortalidad global más baja se registra entre las que no empiezan a menstruar hasta los 15 años. ¿No es un poco tarde a los 15? Antes no lo era. Hace un siglo, la edad media de la primera menstruación era de casi 17 años. Del mismo modo, la edad de desarrollo de los senos ha descendido una media de unos 3 meses por década en el último medio siglo en todo el mundo, hasta los 9 o 10 años en Estados Unidos, lo que ha obligado a cambiar las definiciones de los libros de texto de la pubertad “prematura” entre comillas.

Un desarrollo más precoz de las mamas (antes de los 10 años frente a los 12 o 13) se asocia con un riesgo hasta un 23% mayor de cáncer de mama en etapas posteriores de la vida, y cada año después de que una niña empiece a menstruar se relaciona con un riesgo significativamente menor de cáncer de útero, hígado, piel, vejiga, colon, pulmón y mama. Afortunadamente, la edad de la pubertad es algo sobre lo que tenemos cierto grado de control.

Unos niveles más altos de IGF-1 se asocian con una madurez sexual más temprana, por lo que no sorprende que las niñas que consumen más proteínas animales experimenten la pubertad significativamente antes, un efecto que no se observa con las proteínas de origen vegetal. Un metaanálisis de 16 estudios sobre la dieta y el desarrollo descubrió que la primera menstruación parece empezar 2 meses antes por cada gramo adicional al día de ingesta de proteínas animales en la infancia. Así, por ejemplo, a los 7 años, las niñas que consumían más de 12 raciones de carne a la semana tenían un 75 por ciento más de probabilidades de menstruar en los 5 años siguientes aproximadamente, en comparación con las niñas de esa edad que comían menos de 4 raciones a la semana, y esta relación se observaba tanto para el consumo de carne roja como de ave. Sin embargo, es posible que el IGF-1 y otras vías de envejecimiento no expliquen totalmente estos resultados, ya que los contaminantes persistentes que se acumulan en la carne, como el DDT, también se han relacionado con la pubertad precoz.

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