El papel de los anuncios de comida en la epidemia de obesidad

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Todos queremos pensar que tomamos buenas decisiones en lo que verdaderamente importa, como qué comer, pero si fuera así no tendríamos una epidemia de obesidad.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Verónica Nuñez y Jesica Miotti voluntarios activos en NutritionFacts.org.

Las palabras con las que comienza el informe del Instituto de Medicina sobre la amenaza potencial que representan los anuncios de alimentos fueron: “El marketing funciona”. Sí, hay un gran número de buenos estudios aleatorizados que podría mostrar en los que se demuestra que la exposición a anuncios y otras técnicas de marketing puede cambiar tu conducta alimentaria y hacerte comer más, pero lo que necesitas saber por encima de todo es que la industria gasta decenas de miles de millones de dólares cada año en ello. Para hacer que la gente se beba su agua azucarada de color marrón, ¿Acaso crees que Coca-Cola se gastaría más de un centavo de lo que deberían? Es como cuando mis compañeros médicos aceptan “almuerzos de las farmacéuticas” de sus representantes y se ofenden si sugiero que eso puede afectar qué recetan. ¿Acaso creen que las farmacéuticas están en el negocio de dar cosas gratis sin recibir nada a cambio? No lo harían si no funcionase.

Para darte una perspectiva de la naturaleza perniciosa del marketing, déjame que te cuente una parte interesante de una investigación publicada en una de las revistas científicas más importantes: “La música que suena en las tiendas afecta la elección de productos”. Se documenta un experimento en el cual se reprodujo música con un acordeón francés o música típica alemana en días alternos en la sección de vino de una tienda de alimentos. En los días en que la música francesa sonaba de fondo, las personas tenían 3 veces más posibilidades de elegir vino francés, y en los días de la música alemana, los clientes tenían 3 veces más posibilidades de comprar el vino alemán. A pesar del drástico efecto (no un pequeño porcentaje de diferencia, sino el triple) cuando se lo comentaron a posteriori, la inmensa mayoría de los clientes negaron que la música tuviera cualquier tipo de influencia en su elección.

A todos nos gusta pensar que tomamos decisiones importantes en la vida, como qué comer, de forma consciente y racional. Sin embargo, si ese fuera el caso, no estaríamos en medio de una epidemia de obesidad. La mayor parte de nuestro comportamiento cotidiano no parece estar dictado por deliberaciones cuidadas y muy consideradas. Por el contrario, tendemos a tomar decisiones automáticas e impulsivas desencadenadas por indicaciones inconscientes o patrones habituales, especialmente cuando estamos cansados, estresados o distraídos. La parte inconsciente de nuestro cerebro está diseñada para guiar el comportamiento humano el 95% del tiempo. Este es el campo donde las manipulaciones del marketing hacen la mayor parte del trabajo sucio.

La parte de nuestro cerebro que gobierna la consciencia solo puede procesar unos 50 bits de información por segundo, lo que equivale apenas a un pequeño tuit. Nuestra completa capacidad cognitiva, por otro lado, se estima que puede procesar más de 10 millones de bits por segundo. Debido a que somos capaces de procesar a propósito una limitada cantidad de información a la vez, si nos distraemos o somos incapaces de concentrarnos, nuestras decisiones pueden volverse incluso más impulsivas. Una ilustración elegante de este efecto de “carga cognitiva” lo podemos ver en un experimento sobre ensalada de frutas y pastel de chocolate.

Antes de que se pudieran hacer llamadas con solo tocar un botón o el sonido de nuestra voz, la extensión de siete dígitos de los números de teléfono se basó en parte en la secuencia más larga que la mayoría de las personas puede recordar sobre la marcha. Parece que solo podemos mantener aproximadamente siete fragmentos de información (o hasta dos más o dos menos) en nuestra memoria inmediata a corto plazo. Se hizo lo siguiente: se aleatorizó a las personas para que memorizaran un número de siete dígitos o un número de dos dígitos que debían recordar en otra habitación del pasillo. En el camino, se les ofreció la opción de una ensalada de frutas o un trozo de pastel de chocolate. Memorizar un número de dos dígitos es fácil y presumiblemente requiere pocos recursos cognitivos. Bajo la condición de dos dígitos, la mayoría eligió la ensalada de frutas. Enfrentados con la misma decisión, la mayoría de los que intentaron mantener los siete dígitos en sus cabezas simplemente fueron a por el pastel.

Esto puede desarrollarse en el mundo real al potenciar el efecto de la publicidad. Hagan que las personas vean un programa de televisión con anuncios de bocadillos poco saludables y, no sorprende, comen más bocadillos poco saludables (en comparación con los expuestos a anuncios no alimentarios). O tal vez eso sea una sorpresa. A todos nos gusta pensar que tenemos el control y que no somos tan fácil de manipular. Sin embargo, lo importante es que podemos ser aún más susceptibles cuanta menos atención prestemos. Si a aleatoriza a las personas a la misma tarea de memorización de dos o siete dígitos durante el espectáculo, el efecto de ataque al refrigerador se incrementa entre aquellos que están más distraídos. ¿Cuántos de nosotros tenemos el televisor encendido en segundo plano o realizamos varias tareas a la vez durante los anuncios publicitarios? Esta investigación sugiere que esto puede hacernos aún más susceptibles a la subversión de nuestro buen criterio.

Hay una ironía en todo esto. Las pedidos de restricciones en el marketing a menudo se resisten invocando la bandera de la libertad. ¿Qué significa eso incluso en este contexto, cuando la investigación muestra cuán fácilmente pueden influirse nuestras elecciones libres sin nuestro control consciente? Uno de los principales investigadores de las polìticas en la corporación RAND llegó incluso a sugerir que, dadas las graves consecuencias para la salud de nuestros hábitos alimenticios poco saludables, las manipulaciones insidiosas de marketing “deberían considerarse bajo la misma luz que los carcinógenos invisibles y las toxinas en el aire y el agua que pueden envenenarnos sin que los sepamos”.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Video producción de Glass Entertainment

Gráficos de Avocado Video

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Verónica Nuñez y Jesica Miotti voluntarios activos en NutritionFacts.org.

Las palabras con las que comienza el informe del Instituto de Medicina sobre la amenaza potencial que representan los anuncios de alimentos fueron: “El marketing funciona”. Sí, hay un gran número de buenos estudios aleatorizados que podría mostrar en los que se demuestra que la exposición a anuncios y otras técnicas de marketing puede cambiar tu conducta alimentaria y hacerte comer más, pero lo que necesitas saber por encima de todo es que la industria gasta decenas de miles de millones de dólares cada año en ello. Para hacer que la gente se beba su agua azucarada de color marrón, ¿Acaso crees que Coca-Cola se gastaría más de un centavo de lo que deberían? Es como cuando mis compañeros médicos aceptan “almuerzos de las farmacéuticas” de sus representantes y se ofenden si sugiero que eso puede afectar qué recetan. ¿Acaso creen que las farmacéuticas están en el negocio de dar cosas gratis sin recibir nada a cambio? No lo harían si no funcionase.

Para darte una perspectiva de la naturaleza perniciosa del marketing, déjame que te cuente una parte interesante de una investigación publicada en una de las revistas científicas más importantes: “La música que suena en las tiendas afecta la elección de productos”. Se documenta un experimento en el cual se reprodujo música con un acordeón francés o música típica alemana en días alternos en la sección de vino de una tienda de alimentos. En los días en que la música francesa sonaba de fondo, las personas tenían 3 veces más posibilidades de elegir vino francés, y en los días de la música alemana, los clientes tenían 3 veces más posibilidades de comprar el vino alemán. A pesar del drástico efecto (no un pequeño porcentaje de diferencia, sino el triple) cuando se lo comentaron a posteriori, la inmensa mayoría de los clientes negaron que la música tuviera cualquier tipo de influencia en su elección.

A todos nos gusta pensar que tomamos decisiones importantes en la vida, como qué comer, de forma consciente y racional. Sin embargo, si ese fuera el caso, no estaríamos en medio de una epidemia de obesidad. La mayor parte de nuestro comportamiento cotidiano no parece estar dictado por deliberaciones cuidadas y muy consideradas. Por el contrario, tendemos a tomar decisiones automáticas e impulsivas desencadenadas por indicaciones inconscientes o patrones habituales, especialmente cuando estamos cansados, estresados o distraídos. La parte inconsciente de nuestro cerebro está diseñada para guiar el comportamiento humano el 95% del tiempo. Este es el campo donde las manipulaciones del marketing hacen la mayor parte del trabajo sucio.

La parte de nuestro cerebro que gobierna la consciencia solo puede procesar unos 50 bits de información por segundo, lo que equivale apenas a un pequeño tuit. Nuestra completa capacidad cognitiva, por otro lado, se estima que puede procesar más de 10 millones de bits por segundo. Debido a que somos capaces de procesar a propósito una limitada cantidad de información a la vez, si nos distraemos o somos incapaces de concentrarnos, nuestras decisiones pueden volverse incluso más impulsivas. Una ilustración elegante de este efecto de “carga cognitiva” lo podemos ver en un experimento sobre ensalada de frutas y pastel de chocolate.

Antes de que se pudieran hacer llamadas con solo tocar un botón o el sonido de nuestra voz, la extensión de siete dígitos de los números de teléfono se basó en parte en la secuencia más larga que la mayoría de las personas puede recordar sobre la marcha. Parece que solo podemos mantener aproximadamente siete fragmentos de información (o hasta dos más o dos menos) en nuestra memoria inmediata a corto plazo. Se hizo lo siguiente: se aleatorizó a las personas para que memorizaran un número de siete dígitos o un número de dos dígitos que debían recordar en otra habitación del pasillo. En el camino, se les ofreció la opción de una ensalada de frutas o un trozo de pastel de chocolate. Memorizar un número de dos dígitos es fácil y presumiblemente requiere pocos recursos cognitivos. Bajo la condición de dos dígitos, la mayoría eligió la ensalada de frutas. Enfrentados con la misma decisión, la mayoría de los que intentaron mantener los siete dígitos en sus cabezas simplemente fueron a por el pastel.

Esto puede desarrollarse en el mundo real al potenciar el efecto de la publicidad. Hagan que las personas vean un programa de televisión con anuncios de bocadillos poco saludables y, no sorprende, comen más bocadillos poco saludables (en comparación con los expuestos a anuncios no alimentarios). O tal vez eso sea una sorpresa. A todos nos gusta pensar que tenemos el control y que no somos tan fácil de manipular. Sin embargo, lo importante es que podemos ser aún más susceptibles cuanta menos atención prestemos. Si a aleatoriza a las personas a la misma tarea de memorización de dos o siete dígitos durante el espectáculo, el efecto de ataque al refrigerador se incrementa entre aquellos que están más distraídos. ¿Cuántos de nosotros tenemos el televisor encendido en segundo plano o realizamos varias tareas a la vez durante los anuncios publicitarios? Esta investigación sugiere que esto puede hacernos aún más susceptibles a la subversión de nuestro buen criterio.

Hay una ironía en todo esto. Las pedidos de restricciones en el marketing a menudo se resisten invocando la bandera de la libertad. ¿Qué significa eso incluso en este contexto, cuando la investigación muestra cuán fácilmente pueden influirse nuestras elecciones libres sin nuestro control consciente? Uno de los principales investigadores de las polìticas en la corporación RAND llegó incluso a sugerir que, dadas las graves consecuencias para la salud de nuestros hábitos alimenticios poco saludables, las manipulaciones insidiosas de marketing “deberían considerarse bajo la misma luz que los carcinógenos invisibles y las toxinas en el aire y el agua que pueden envenenarnos sin que los sepamos”.

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Nota del Doctor

Dado el papel que el marketing puede desempeñar en nosotros, incluso cuando menos lo sospechamos, ¿cuál es el papel de la responsabilidad personal en la epidemia de obesidad? Ese es el tema de mi siguiente video.

Estamos poniendo fin a esta serie sobre la obesidad, con tres videos restantes:

Si te has perdido alguno de mis videos previos, aquí los tienes:

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