A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve al video más arriba.
Los estudios que datan de hace casi un siglo observaron un hallazgo sorprendente. Si se toman personas jóvenes y sanas y se dividen en dos grupos—la mitad en una dieta rica en grasas, y la otra mitad en una dieta rica en carbohidratos—en sólo dos días, esto es lo que sucede. La intolerancia a la glucosa se dispara en el grupo de la dieta rica en grasas. En respuesta al mismo reto de agua-azúcar, el grupo que había estado engullendo grasas terminó con el doble de azúcar en la sangre. A medida que la cantidad de grasa en la dieta aumenta, también lo hacen los picos de azúcar en la sangre del individuo. A los científicos les costó casi siete décadas desentrañar este misterio, pero terminaría mostrando la clave para la comprensión actual de la causa de la diabetes tipo 2.
Cuando los atletas hacen una carga de carbohidratos antes de una carrera, están tratando de llenar los depósitos de combustible dentro de sus músculos. El almidón se metaboliza a glucosa en nuestro tracto digestivo. Se circula en forma de glucosa en la sangre—azúcar en la sangre—hasta llegar a nuestros músculos, dónde será almacenado y, posteriormente, quemado para producir energía.
El azúcar en la sangre, sin embargo, es como un vampiro. Necesita una invitación para entrar en nuestras células. Y esa invitación es la insulina. Esto es una célula muscular. Aquí hay un poco de azúcar en la sangre esperando afuera pacientemente para entrar. La insulina es la llave que abre la puerta para permitir que el azúcar en la sangre entre en la célula muscular. Cuando la insulina se une al receptor de insulina, activa una enzima, que activa otra enzima, que activa dos enzimas más, lo que finalmente activa el transporte de la glucosa, que actúa como puerta de entrada para que la glucosa entre en la célula. Por lo tanto, la insulina es la llave que abre la puerta a nuestras células musculares.
¿Qué pasa si no hay nada de insulina? Bueno, ocurre que el azúcar en la sangre se queda “atascado” en el torrente sanguíneo, golpeando la puerta a nuestros músculos, sin ser capaz de entrar al interior. Sin tener a donde ir, los niveles de azúcar aumentarán y aumentarán.
Eso es lo que sucede en la diabetes tipo 1. Las células del páncreas que producen insulina se destruyen y sin la insulina, el azúcar en la sangre no puede llegar entrar a los músculos, por lo que el azúcar en la sangre aumenta.
Pero, hay una segunda forma de alcanzar un alto nivel de azúcar en la sangre. ¿Qué pasa si hay suficiente insulina, pero la insulina no funciona? La llave está ahí, pero algo está taponando la cerradura. Esto se llama resistencia a la insulina. ¿Nuestras células musculares se vuelven resistentes al efecto de la insulina, evitando que la insulina permita la entrada del azúcar? Grasa. Lo que viene a denominarse, lípidos intramiocelulares, grasa dentro de las células musculares.
La grasa en el torrente sanguíneo puede acumularse dentro de la célula muscular, creando productos tóxicos de la degradación de la grasa y radicales libres que pueden bloquear el proceso vía de señalización de la insulina. Así que, no importa la cantidad de insulina que tengamos en nuestra sangre, no es capaz de abrir las puertas de glucosa, y por tanto, los niveles de azúcar se acumulan en la sangre.
Este mecanismo, por el cual la grasa—la grasa saturada en concreto—induce resistencia a la insulina. No se conocía hasta que se desarrollaron técnicas de resonancia magnética para ver lo que estaba sucediendo dentro de los músculos de las personas cuando se inyectaba grasa en el torrente sanguíneo. Así es cómo los científicos se enteraron de que la elevación de los niveles de grasa en la sangre provoca resistencia a la insulina por la inhibición del transporte de glucosa en los músculos.
Y esto puede ocurrir en tan sólo tres horas. Un golpe de grasa puede empezar a causar resistencia a la insulina, inhibiendo la captación de glucosa después de tan sólo 160 minutos.
Lo mismo sucede con los adolescentes. Se les inyecta grasa en el torrente sanguíneo. Se acumula en sus músculos y disminuye su sensibilidad a la insulina, mostrando que el aumento de grasa en la sangre puede ser un importante contribuyente a la resistencia a la insulina.
Y entonces, se puede hacer el experimento opuesto. Minimiza el nivel de grasa en la sangre de las personas y la resistencia a la insulina se revierte. Al elimina la grasa de la sangre, se reducen también los niveles de azúcar en la misma. Eso explica este hallazgo. En una dieta rica en grasas, la dieta cetogénica, la insulina no funciona igual de bien. Nuestros cuerpos son resistentes a la insulina.
A medida que la cantidad de grasa en nuestra dieta se reduce más y más, la insulina funciona mejor y mejor. Esta es una clara demostración de que la tolerancia al azúcar incluso de individuos sanos puede verse afectada mediante la administración de una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas. Pero, podemos disminuir la resistencia a la insulina—la causa de la pre-diabetes, y la causa de la diabetes tipo 2—disminuyendo la ingesta de grasas saturadas.
La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Sonia Ramos y Gabriela Rivera.
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