La International Life Sciences Organization, una organización sin ánimo de lucro, ha sido acusada de ser una tapadera para Coca-Cola y otras empresas de comida basura.
Cómo la industria del azúcar socaba a las recomendaciones dietéticas
A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Daniel González voluntaria activa en NutritionFacts.org.
Introducción: El contenido de los próximos ocho videos lo mencioné por primera vez en mi webinar “¿Cuánta carne deberíamos comer?”. Esta serie explora cómo los sectores del azúcar y la carne han seguido los pasos del tabaquero para deformar el proceso científico. Veamos qué dicen en verdad los estudios y qué pagan las empresas para manipularlos.
En 2019, unos análisis se publicaron en Annals of Internal Medicine que concluyeron lo mismo que análisis anteriores: la adhesión a hábitos alimenticios de menor consumo de carne roja o procesada puede llevar a un riesgo reducido de muerte prematura, enfermedades cardiometabólicas y muerte. Es decir, el riesgo de contagiarse y morir de enfermedades como cardiopatía o diabetes de tipo 2, al igual que el riesgo de contraer cáncer y morir de cáncer. Por lo tanto, concluyeron lo siguiente en sus Directrices de Recomendaciones Dietéticas: “continúen con su consumo actual de carne roja” y “continúen con su consumo de carne procesada”. Espera, ¿qué? Sí, muerte prematura, cáncer, cardiopatía, diabetes, pero sigue comiendo hamburguesas y tocino.
Para entender qué ha pasado, hay que remontarse a 2015. La Directriz Dietética acaba de tener la osadía de recomendar a la gente que reduzca su consumo de azúcar. Imagina que trabajas para el sector del azúcar. Hay muchísimas pruebas en tu contra. ¿Qué haces? Bueno, ¿qué hizo el sector del tabaco? Un método estaba relacionado con la financiación y la participación del sector del tabaco en grupos que no parecían sesgados para manipular el debate científico sobre el tabaco y la salud. Grupos como el ILSI, el International Life Sciences Institute, que ha gozado de una larga y seria colaboración con el sector del tabaco, ese mismo sector industrial moldea la política alimentaria en todo el mundo.
El International Life Sciences Institute (ILSI), técnicamente sin ánimo de lucro y con un nombre inocuo, “se ha infiltrado con discreción en organismos gubernamentales de salud y nutrición en todo el mundo”. La creó un alto ejecutivo de Coca-Cola y está “casi financiada por gigantes del sector agrario, alimentario y farmacéutico”. “Tras décadas trabajando principalmente en secreto, el Institute está recibiendo cada vez más vigilancia de defensores de salud en Estados Unidos y el extranjero que dicen que es una organización fachada que fomenta los intereses de los 400 miembros corporativos”, entre ellos Coca-Cola y Pepsi.
Por eso, cuando las directrices nutritivas de 2015 recomendaron consumir menos azúcar, el International Life Sciences Institute, financiado por compañías de refrescos, respaldó un análisis que concluía que las directrices del azúcar no eran de confianza. ¿A quién eligieron para esta crítica feroz? A Bradley Johnston. Y aquí está, publicado en el Annals of Internal Medicine: “La base científica de las directrices del consumo de azúcar”. Y concluyeron que no la había. “Las directrices para el azúcar dietético no cumplen los criterios para las recomendaciones de confianza, puesto que están basadas en pruebas de baja calidad”.
“Esto es una estrategia del sector del tabaco: poner la ciencia en entredicho”, dijo el profesor Marion Nestle. “Este es un ejemplo clásico (vergonzoso) de cómo la financiación a la industria sesga la opinión”. Sí, el artículo lo pagó empresas como Coca-Cola, Hershley, Red Bull y los fabricantes de Oreos. Pero los autores juraron que escribieron el protocolo y que dirigieron el estudio de forma independiente. Resultó ser una mentira y la revista se vio obligada a publicar una versión corregida tras la Associated Press obtuviera correos electrónicos que mostraban las “revisiones solicitadas” de la organización fachada. También se descubrió que a un coautor se le olvidó mencionar, convenientemente, una beca de 25 000 dólares que recibió directamente de Coca-Cola.
Es malo cuando las empresas de chocolatinas critican un artículo sobre el azúcar financiado por los sectores. Los fabricantes de Snickers, Skittles y M&M se desentendieron de otras compañías alimenticias y denunciaron el artículo financiado por la industria. Eran miembros del ILSI, pero, vamos a ver, ¿decir a la gente que desoiga directrices para reducir el azúcar? Eso hace que todos quedemos mal.
Si miras la relación entre la fuente de la financiación y las conclusiones en artículos científicos de nutrición, es siete u ocho veces más probable que la conclusión sea favorable en comparación con estudios sin financiación de la industria. Para estudios de intervención, la proporción de estudios que paga la industria y que han alcanzado conclusiones desfavorables sobre sus propios productos era de un 0 por ciento redondo, que no debería sorprender a nadie.
Así que, ¿qué pueden hacer las revistas para contrarrestar las tácticas que suele usar la industria para defender la seguridad de productos peligrosos o cuestionarse la integridad de la ciencia que cuestiona sus productos? Para combatir la influencia del sector del tabaco en la conversación científica, los editores de renombre han rechazado ser instrumentos pasivos de artículos financiados por el sector del tabaco. No aceptan estudios financiados por el sector del tabaco. Punto. Por eso, las revistas de calidad podrían no publicar estudios sobre los efectos sanitarios de los azúcares añadidos financiados por empresas de refrescos y galletas. Pero no lo hacen. Esto se publicó en Annals of Internal Medicine.
Y, tras cuatro años, estando de camino las siguientes directrices dietéticas y el último informe científico del comité de las directrices que anima a que la gente haga dietas no solo con menos azúcar sino también con menos carne. El sector de la carne decidió seguir los pasos del sector del azúcar. Misma revista, mismo tío, mismo científico contratado, Bradley Johnson, como autor principal, y el resto es historia. Profundizaremos más adelante sobre cómo lo consiguió exactamente.
Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.
Gráficos de Avo Media
A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Daniel González voluntaria activa en NutritionFacts.org.
Introducción: El contenido de los próximos ocho videos lo mencioné por primera vez en mi webinar “¿Cuánta carne deberíamos comer?”. Esta serie explora cómo los sectores del azúcar y la carne han seguido los pasos del tabaquero para deformar el proceso científico. Veamos qué dicen en verdad los estudios y qué pagan las empresas para manipularlos.
En 2019, unos análisis se publicaron en Annals of Internal Medicine que concluyeron lo mismo que análisis anteriores: la adhesión a hábitos alimenticios de menor consumo de carne roja o procesada puede llevar a un riesgo reducido de muerte prematura, enfermedades cardiometabólicas y muerte. Es decir, el riesgo de contagiarse y morir de enfermedades como cardiopatía o diabetes de tipo 2, al igual que el riesgo de contraer cáncer y morir de cáncer. Por lo tanto, concluyeron lo siguiente en sus Directrices de Recomendaciones Dietéticas: “continúen con su consumo actual de carne roja” y “continúen con su consumo de carne procesada”. Espera, ¿qué? Sí, muerte prematura, cáncer, cardiopatía, diabetes, pero sigue comiendo hamburguesas y tocino.
Para entender qué ha pasado, hay que remontarse a 2015. La Directriz Dietética acaba de tener la osadía de recomendar a la gente que reduzca su consumo de azúcar. Imagina que trabajas para el sector del azúcar. Hay muchísimas pruebas en tu contra. ¿Qué haces? Bueno, ¿qué hizo el sector del tabaco? Un método estaba relacionado con la financiación y la participación del sector del tabaco en grupos que no parecían sesgados para manipular el debate científico sobre el tabaco y la salud. Grupos como el ILSI, el International Life Sciences Institute, que ha gozado de una larga y seria colaboración con el sector del tabaco, ese mismo sector industrial moldea la política alimentaria en todo el mundo.
El International Life Sciences Institute (ILSI), técnicamente sin ánimo de lucro y con un nombre inocuo, “se ha infiltrado con discreción en organismos gubernamentales de salud y nutrición en todo el mundo”. La creó un alto ejecutivo de Coca-Cola y está “casi financiada por gigantes del sector agrario, alimentario y farmacéutico”. “Tras décadas trabajando principalmente en secreto, el Institute está recibiendo cada vez más vigilancia de defensores de salud en Estados Unidos y el extranjero que dicen que es una organización fachada que fomenta los intereses de los 400 miembros corporativos”, entre ellos Coca-Cola y Pepsi.
Por eso, cuando las directrices nutritivas de 2015 recomendaron consumir menos azúcar, el International Life Sciences Institute, financiado por compañías de refrescos, respaldó un análisis que concluía que las directrices del azúcar no eran de confianza. ¿A quién eligieron para esta crítica feroz? A Bradley Johnston. Y aquí está, publicado en el Annals of Internal Medicine: “La base científica de las directrices del consumo de azúcar”. Y concluyeron que no la había. “Las directrices para el azúcar dietético no cumplen los criterios para las recomendaciones de confianza, puesto que están basadas en pruebas de baja calidad”.
“Esto es una estrategia del sector del tabaco: poner la ciencia en entredicho”, dijo el profesor Marion Nestle. “Este es un ejemplo clásico (vergonzoso) de cómo la financiación a la industria sesga la opinión”. Sí, el artículo lo pagó empresas como Coca-Cola, Hershley, Red Bull y los fabricantes de Oreos. Pero los autores juraron que escribieron el protocolo y que dirigieron el estudio de forma independiente. Resultó ser una mentira y la revista se vio obligada a publicar una versión corregida tras la Associated Press obtuviera correos electrónicos que mostraban las “revisiones solicitadas” de la organización fachada. También se descubrió que a un coautor se le olvidó mencionar, convenientemente, una beca de 25 000 dólares que recibió directamente de Coca-Cola.
Es malo cuando las empresas de chocolatinas critican un artículo sobre el azúcar financiado por los sectores. Los fabricantes de Snickers, Skittles y M&M se desentendieron de otras compañías alimenticias y denunciaron el artículo financiado por la industria. Eran miembros del ILSI, pero, vamos a ver, ¿decir a la gente que desoiga directrices para reducir el azúcar? Eso hace que todos quedemos mal.
Si miras la relación entre la fuente de la financiación y las conclusiones en artículos científicos de nutrición, es siete u ocho veces más probable que la conclusión sea favorable en comparación con estudios sin financiación de la industria. Para estudios de intervención, la proporción de estudios que paga la industria y que han alcanzado conclusiones desfavorables sobre sus propios productos era de un 0 por ciento redondo, que no debería sorprender a nadie.
Así que, ¿qué pueden hacer las revistas para contrarrestar las tácticas que suele usar la industria para defender la seguridad de productos peligrosos o cuestionarse la integridad de la ciencia que cuestiona sus productos? Para combatir la influencia del sector del tabaco en la conversación científica, los editores de renombre han rechazado ser instrumentos pasivos de artículos financiados por el sector del tabaco. No aceptan estudios financiados por el sector del tabaco. Punto. Por eso, las revistas de calidad podrían no publicar estudios sobre los efectos sanitarios de los azúcares añadidos financiados por empresas de refrescos y galletas. Pero no lo hacen. Esto se publicó en Annals of Internal Medicine.
Y, tras cuatro años, estando de camino las siguientes directrices dietéticas y el último informe científico del comité de las directrices que anima a que la gente haga dietas no solo con menos azúcar sino también con menos carne. El sector de la carne decidió seguir los pasos del sector del azúcar. Misma revista, mismo tío, mismo científico contratado, Bradley Johnson, como autor principal, y el resto es historia. Profundizaremos más adelante sobre cómo lo consiguió exactamente.
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Cómo la industria del azúcar socaba a las recomendaciones dietéticas
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URLNota del Doctor
Este es el primer video en una serie de ocho sobre cómo la industria afecta las directrices dietéticas y sanitarias.
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