El estrógeno de los productos lácteos y la fertilidad masculina

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Las hormonas esteroides sexuales en la carne, huevos, y productos lácteos puede ayudar a explicar la relación entre el consumo de grasas saturadas y la disminución en la concentración de espermatozoides.

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¿Por qué está asociada la alta la ingesta de grasas saturadas con una reducción de la calidad del semen? ¿Cuál es la conexión? Un porcentaje significativo del consumo de grasas saturadas en el estudio se deriva de productos lácteos, y los residuos de productos químicos industriales pueden bioacumularse en la cadena alimenticia en la grasa de vaca, y algunos de estos productos químicos lipofílicos pueden tener habilidades que alteran el equilibrio hormonal.

La “EPA” (Environmental Protection Agency – Agencia de Protección del Medio Ambiente) realizó una medición a nivel nacional de sustancias persistentes, bioacumulables, y contaminantes tóxicos en el suministro de leche de los EE.UU. Ya que la grasa de la leche probablemente se encuentra entre las mayores fuentes dietéticas expuestas a esta contaminación, es importante entender sus niveles. Se analizó la leche de todo el país y se encontró un brebaje de productos químicos. Se estima que los productos lácteos contribuyen del 30% al 50% a nuestra exposición a las dioxinas. Y como la dioxina, otros contaminantes tóxicos tienden a estar extensamente dispersos en el medio ambiente, bioacumulados a través de la cadena alimenticia y finalmente dan como resultado un bajo nivel de contaminación en la mayoría de las grasas de origen animal.
 
Esto puede explicar una mayor concentración de agentes contaminantes en personas que comen pescado. Xenoestrógenos como los PCB están asociados con las grasas de pescado o la carne de animales, y no pueden ser completamente eliminados incluso lavando y cocinando, así que se pueden acumular en nuestra grasa también. Los xenestrógenos son compuestos químicos con efectos desmasculinizantes o feminizantes, pero incluso en un mundo sin contaminación, los alimentos de origen animal contienen estrógenos, no xenoestrógenos, sino estrógenos-estrógenos, que son constituyentes inevitables en la nutrición no vegetariana. Todos los alimentos de origen animal contienen estradiol, que es al menos 10.000 veces más potente que la mayoría de xenestrogenos, y la exposición a través de la dieta -carne, productos lácteos y huevos- a estos esteroides sexuales naturales es, por tanto, sumamente relevante, ya que las hormonas en estos animales son idénticas a las nuestras.
 
Los estrógenos también están presentes en la carne y los huevos, pero las fuentes principales son la leche y los productos lácteos. Con un único vaso de leche, la ingesta de estradiol de un niño es 4000 veces superior a la ingesta de xenoestrógenos, en términos de actividad hormonal. Debemos entender que las vacas lecheras modernas, que han sido modificadas genéticamente, pueden producir leche durante todo el embarazo; el problema es que es entonces cuando los niveles de estrógeno pueden incrementarse hasta 30 veces más.
 
Aunque el consumo de queso ha sido asociado con una menor concentración de espermatozoides, el consumo de alimentos lácteos también se ha asociado con forma y movimiento anormal de los espermatozoides, lo que sugiere que el consumo de productos lácteos puede estar implicado en un daño testicular directo, y no sólo en una posible supresión de la producción de espermatozoides debido a los estrógenos.
 
Mientras que los productos lácteos son la mayor fuente de nuestro consumo de esteroides sexuales femeninos, los huevos son también una fuente considerable, contribuyendo tanto como la carne y el pescado. Supongo que esto sería de esperar, ya que los huevos son producidos directamente en los ovarios de las gallinas.
 
La carne también puede venir “enriquecida” con hormonas. En los EE.UU., esteroides sexuales anabolizantes pueden ser administrados a los animales para promover su crecimiento, práctica prohibida en Europa hace 25 años. Este estudio en Nueva York descubrió una concentración de espermatozoides progresivamente inferior asociada con el consumo de carne procesada, pero estudios similares en Europa después de la prohibición encontraron lo mismo, por lo que puede que no se trate de las hormonas implantadas, sino de una consecuencia de otras cosas en la carne, como la grasa saturada, quizás a través del colesterol. Hemos sabido durante décadas que los hombres con niveles elevados de colesterol muestran anomalías en sus espermiogramas: concentración de espermatozoides reducida, alrededor de un tercio de lo que sería el movimiento normal de los espermatozoides y sólo la mitad de espermatozoides con una forma normal. Veinticinco años después estamos encontrando lo mismo. En el estudio más extenso hasta la fecha, altos niveles de colesterol en la sangre se asociaron con un porcentaje significativamente menor de espermatozoides normales. El colesterol también se asoció con una reducción en el volumen del semen y la concentración de espermatozoides vivos. Estos resultados destacan el papel de las grasas en la sangre en la fertilidad masculina, y deberían ser motivo de preocupación, dado el creciente predominio de obesidad y problemas de colesterol. Aunque una dieta más saludable puede estar asociada con concentraciones más saludables de espermatozoides, las drogas de estatina para bajar el colesterol no parecen ayudar.
 

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Katie Schloer. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Luis Bonifaz y Adrián Bravo López.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Imágenes gracias a B Rosen a través de Flickr.

¿Por qué está asociada la alta la ingesta de grasas saturadas con una reducción de la calidad del semen? ¿Cuál es la conexión? Un porcentaje significativo del consumo de grasas saturadas en el estudio se deriva de productos lácteos, y los residuos de productos químicos industriales pueden bioacumularse en la cadena alimenticia en la grasa de vaca, y algunos de estos productos químicos lipofílicos pueden tener habilidades que alteran el equilibrio hormonal.

La “EPA” (Environmental Protection Agency – Agencia de Protección del Medio Ambiente) realizó una medición a nivel nacional de sustancias persistentes, bioacumulables, y contaminantes tóxicos en el suministro de leche de los EE.UU. Ya que la grasa de la leche probablemente se encuentra entre las mayores fuentes dietéticas expuestas a esta contaminación, es importante entender sus niveles. Se analizó la leche de todo el país y se encontró un brebaje de productos químicos. Se estima que los productos lácteos contribuyen del 30% al 50% a nuestra exposición a las dioxinas. Y como la dioxina, otros contaminantes tóxicos tienden a estar extensamente dispersos en el medio ambiente, bioacumulados a través de la cadena alimenticia y finalmente dan como resultado un bajo nivel de contaminación en la mayoría de las grasas de origen animal.
 
Esto puede explicar una mayor concentración de agentes contaminantes en personas que comen pescado. Xenoestrógenos como los PCB están asociados con las grasas de pescado o la carne de animales, y no pueden ser completamente eliminados incluso lavando y cocinando, así que se pueden acumular en nuestra grasa también. Los xenestrógenos son compuestos químicos con efectos desmasculinizantes o feminizantes, pero incluso en un mundo sin contaminación, los alimentos de origen animal contienen estrógenos, no xenoestrógenos, sino estrógenos-estrógenos, que son constituyentes inevitables en la nutrición no vegetariana. Todos los alimentos de origen animal contienen estradiol, que es al menos 10.000 veces más potente que la mayoría de xenestrogenos, y la exposición a través de la dieta -carne, productos lácteos y huevos- a estos esteroides sexuales naturales es, por tanto, sumamente relevante, ya que las hormonas en estos animales son idénticas a las nuestras.
 
Los estrógenos también están presentes en la carne y los huevos, pero las fuentes principales son la leche y los productos lácteos. Con un único vaso de leche, la ingesta de estradiol de un niño es 4000 veces superior a la ingesta de xenoestrógenos, en términos de actividad hormonal. Debemos entender que las vacas lecheras modernas, que han sido modificadas genéticamente, pueden producir leche durante todo el embarazo; el problema es que es entonces cuando los niveles de estrógeno pueden incrementarse hasta 30 veces más.
 
Aunque el consumo de queso ha sido asociado con una menor concentración de espermatozoides, el consumo de alimentos lácteos también se ha asociado con forma y movimiento anormal de los espermatozoides, lo que sugiere que el consumo de productos lácteos puede estar implicado en un daño testicular directo, y no sólo en una posible supresión de la producción de espermatozoides debido a los estrógenos.
 
Mientras que los productos lácteos son la mayor fuente de nuestro consumo de esteroides sexuales femeninos, los huevos son también una fuente considerable, contribuyendo tanto como la carne y el pescado. Supongo que esto sería de esperar, ya que los huevos son producidos directamente en los ovarios de las gallinas.
 
La carne también puede venir “enriquecida” con hormonas. En los EE.UU., esteroides sexuales anabolizantes pueden ser administrados a los animales para promover su crecimiento, práctica prohibida en Europa hace 25 años. Este estudio en Nueva York descubrió una concentración de espermatozoides progresivamente inferior asociada con el consumo de carne procesada, pero estudios similares en Europa después de la prohibición encontraron lo mismo, por lo que puede que no se trate de las hormonas implantadas, sino de una consecuencia de otras cosas en la carne, como la grasa saturada, quizás a través del colesterol. Hemos sabido durante décadas que los hombres con niveles elevados de colesterol muestran anomalías en sus espermiogramas: concentración de espermatozoides reducida, alrededor de un tercio de lo que sería el movimiento normal de los espermatozoides y sólo la mitad de espermatozoides con una forma normal. Veinticinco años después estamos encontrando lo mismo. En el estudio más extenso hasta la fecha, altos niveles de colesterol en la sangre se asociaron con un porcentaje significativamente menor de espermatozoides normales. El colesterol también se asoció con una reducción en el volumen del semen y la concentración de espermatozoides vivos. Estos resultados destacan el papel de las grasas en la sangre en la fertilidad masculina, y deberían ser motivo de preocupación, dado el creciente predominio de obesidad y problemas de colesterol. Aunque una dieta más saludable puede estar asociada con concentraciones más saludables de espermatozoides, las drogas de estatina para bajar el colesterol no parecen ayudar.
 

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Katie Schloer. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Luis Bonifaz y Adrián Bravo López.

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Nota del Doctor

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