El papel de los pesticidas y la contaminación en el autismo

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Los efectos en el riesgo de autismo de fumar, los pesticidas, el mercurio de las vacunas y la contaminación.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Daniela Wiegrebe y Ángela Graña Varela voluntarios activos en NutritionFacts.org.

La prevalencia del autismo ha aumentado dramáticamente en los Estados Unidos. No estamos seguros de exactamente cuán prevalente solía ser, pero ahora cerca de 1 de cada 68 niños nacidos en los Estados Unidos lo tendrán. A pesar de la afluencia masiva de fondos para investigación, aún no sabemos cuál es la causa de este marcado aumento en la prevalencia, que aún no se ha resuelto. Sí, cambios en la conciencia y el diagnóstico pueden explicar parte del aumento, pero también podría ser algo a lo que estamos expuestos ambientalmente.

Por ejemplo, todos los químicos a los que ahora estamos expuestos. De 80000 agentes que la industria química ha creado, tenemos evidencia de que por lo menos 1000 podrían tener propiedades neurotóxicas, y aun así solo una pequeña fracción ha sido estudiada en humanos durante los periodos críticos de desarrollo. El enfoque actual de evaluación del riesgo químico se suele basar en la toxicidad causada por un solo químico, sin reconocer los efectos de su mezcla con otros químicos. Hay cientos de químicos actualmente permitidos en los alimentos que podrían tener un efecto dañino en los cerebros en desarrollo. Un componente químico podría no tener efectos tóxicos por sí mismo, pero no sabemos nada acerca de los efectos de su acumulación en el cerebro.

Si realmente queremos proteger los cerebros de los niños de los químicos, primero debemos reconocer y lidiar con la gran escasez de información básica sobre los riesgos y peligros de la exposición a químicos ambientales. Mucha de esta información, sin embargo, proviene de estudios preclínicos, es decir, estudios en tubos de ensayo y con animales; no es tan sencillo exponer a personas a propósito. Ahí es cuando entrarían en juego los estudios epidemiológicos, analizando la exposición en distintas poblaciones. Así es como aprendimos sobre el peligro del benceno y del amianto. Éticamente, no puedes forzar a personas a fumar para un estudio, pero sí puedes observar cuántas personas expuestas al humo del tabaco todos los días acaban con cáncer de pulmón, en comparación con los no fumadores.

Las industrias que están arrojando veneno tienden a tratar al público con condescendencia, diciéndole que no hay nada de lo que preocuparse, pero, ¿qué es lo que dice la ciencia? ¿Qué es lo que la evidencia epidemiológica nos dice acerca de la exposición a químicos ambientales y el autismo?

Por ejemplo, aquí tienes estudios sobre los efectos sobre las tasas de autismo de fumar durante el embarazo. He hablado antes de estas llamadas “parcelas forestales”, donde los valores mayores a 1 sugieren una tendencia hacia un riesgo elevado, mientras que valores menores a 1 sugieren una asociación menos relevante estadísticamente. Esto permite, con un rápido vistazo, interpretar una gran cantidad de datos de múltiples estudios.

Entonces, con respecto a este dato, ¿parece que fumar durante el embarazo tiene algún efecto en las tasas de autismo? No, cerca de la mitad estaban hacia un lado, y la otra mitad de los resultados difícilmente alcanzaron relevancia estadística, lo que significa que podrían ser resultados azarosos.

Lo mismo sucede con la exposición al tiomersal, el conservante con mercurio utilizado en las vacunas. Sí, un estudio encontró un aumento significativo en el riesgo de autismo, pero otros tres estudios encontraron que aquellos más expuestos al mercurio de las vacunas tenían un menor riesgo de autismo. Aunque mayormente no se encontró ninguna relación, que no es que importe mucho ahora, ya que el tiomersal ha sido eliminado de la mayoría de las vacunas.

Pero fíjate en los datos sobre la contaminación aérea. Aquí vemos la exposición a escapes de automóviles y humo del diésel durante el embarazo y la lactancia. Podemos ver como los datos se inclinan hacia la derecha, con la mitad de los hallazgos alcanzando relevancia estadística, lo que quiere decir que existe una correlación significativa entre la contaminación y el autismo, pero correlación no significa necesariamente causa. Esto podría ser una relación verdadera de causa y efecto, o quizás es que las personas con menos recursos viven cerca de autopistas contaminantes, o el ruido de tráfico les causa estrés, o algún otro factor posible.

El otro factor sospechoso es la exposición a pesticidas. De nuevo, un simple vistazo a la tabla y ya podemos ver hacia dónde va la evidencia. Muchos tóxicos ambientales se han relacionado con el autismo, como los químicos de los plásticos, PCB, solventes, lugares de desperdicios tóxicos y los metales pesados, pero la evidencia más fuerte se encontró en los contaminantes del aire y los pesticidas.

Sí, los médicos pueden aconsejar a las mujeres embarazadas y padres que traten de evitar la exposición a sustancias dañinas en el ambiente. Pero en lugar de simplemente aconsejar a los pacientes individualmente, una estrategia más poderosa sería que, como médicos, nos uniéramos y tomáramos la iniciativa de abogar por un ambiente más saludable y por acciones que incluyan a toda la sociedad, para ayudar a todo el mundo.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Crédito de la imagen: JC Gellidon vía Unsplash. La imagen ha sido modificada.

Gráficos de Avocado Video

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Daniela Wiegrebe y Ángela Graña Varela voluntarios activos en NutritionFacts.org.

La prevalencia del autismo ha aumentado dramáticamente en los Estados Unidos. No estamos seguros de exactamente cuán prevalente solía ser, pero ahora cerca de 1 de cada 68 niños nacidos en los Estados Unidos lo tendrán. A pesar de la afluencia masiva de fondos para investigación, aún no sabemos cuál es la causa de este marcado aumento en la prevalencia, que aún no se ha resuelto. Sí, cambios en la conciencia y el diagnóstico pueden explicar parte del aumento, pero también podría ser algo a lo que estamos expuestos ambientalmente.

Por ejemplo, todos los químicos a los que ahora estamos expuestos. De 80000 agentes que la industria química ha creado, tenemos evidencia de que por lo menos 1000 podrían tener propiedades neurotóxicas, y aun así solo una pequeña fracción ha sido estudiada en humanos durante los periodos críticos de desarrollo. El enfoque actual de evaluación del riesgo químico se suele basar en la toxicidad causada por un solo químico, sin reconocer los efectos de su mezcla con otros químicos. Hay cientos de químicos actualmente permitidos en los alimentos que podrían tener un efecto dañino en los cerebros en desarrollo. Un componente químico podría no tener efectos tóxicos por sí mismo, pero no sabemos nada acerca de los efectos de su acumulación en el cerebro.

Si realmente queremos proteger los cerebros de los niños de los químicos, primero debemos reconocer y lidiar con la gran escasez de información básica sobre los riesgos y peligros de la exposición a químicos ambientales. Mucha de esta información, sin embargo, proviene de estudios preclínicos, es decir, estudios en tubos de ensayo y con animales; no es tan sencillo exponer a personas a propósito. Ahí es cuando entrarían en juego los estudios epidemiológicos, analizando la exposición en distintas poblaciones. Así es como aprendimos sobre el peligro del benceno y del amianto. Éticamente, no puedes forzar a personas a fumar para un estudio, pero sí puedes observar cuántas personas expuestas al humo del tabaco todos los días acaban con cáncer de pulmón, en comparación con los no fumadores.

Las industrias que están arrojando veneno tienden a tratar al público con condescendencia, diciéndole que no hay nada de lo que preocuparse, pero, ¿qué es lo que dice la ciencia? ¿Qué es lo que la evidencia epidemiológica nos dice acerca de la exposición a químicos ambientales y el autismo?

Por ejemplo, aquí tienes estudios sobre los efectos sobre las tasas de autismo de fumar durante el embarazo. He hablado antes de estas llamadas “parcelas forestales”, donde los valores mayores a 1 sugieren una tendencia hacia un riesgo elevado, mientras que valores menores a 1 sugieren una asociación menos relevante estadísticamente. Esto permite, con un rápido vistazo, interpretar una gran cantidad de datos de múltiples estudios.

Entonces, con respecto a este dato, ¿parece que fumar durante el embarazo tiene algún efecto en las tasas de autismo? No, cerca de la mitad estaban hacia un lado, y la otra mitad de los resultados difícilmente alcanzaron relevancia estadística, lo que significa que podrían ser resultados azarosos.

Lo mismo sucede con la exposición al tiomersal, el conservante con mercurio utilizado en las vacunas. Sí, un estudio encontró un aumento significativo en el riesgo de autismo, pero otros tres estudios encontraron que aquellos más expuestos al mercurio de las vacunas tenían un menor riesgo de autismo. Aunque mayormente no se encontró ninguna relación, que no es que importe mucho ahora, ya que el tiomersal ha sido eliminado de la mayoría de las vacunas.

Pero fíjate en los datos sobre la contaminación aérea. Aquí vemos la exposición a escapes de automóviles y humo del diésel durante el embarazo y la lactancia. Podemos ver como los datos se inclinan hacia la derecha, con la mitad de los hallazgos alcanzando relevancia estadística, lo que quiere decir que existe una correlación significativa entre la contaminación y el autismo, pero correlación no significa necesariamente causa. Esto podría ser una relación verdadera de causa y efecto, o quizás es que las personas con menos recursos viven cerca de autopistas contaminantes, o el ruido de tráfico les causa estrés, o algún otro factor posible.

El otro factor sospechoso es la exposición a pesticidas. De nuevo, un simple vistazo a la tabla y ya podemos ver hacia dónde va la evidencia. Muchos tóxicos ambientales se han relacionado con el autismo, como los químicos de los plásticos, PCB, solventes, lugares de desperdicios tóxicos y los metales pesados, pero la evidencia más fuerte se encontró en los contaminantes del aire y los pesticidas.

Sí, los médicos pueden aconsejar a las mujeres embarazadas y padres que traten de evitar la exposición a sustancias dañinas en el ambiente. Pero en lugar de simplemente aconsejar a los pacientes individualmente, una estrategia más poderosa sería que, como médicos, nos uniéramos y tomáramos la iniciativa de abogar por un ambiente más saludable y por acciones que incluyan a toda la sociedad, para ayudar a todo el mundo.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Crédito de la imagen: JC Gellidon vía Unsplash. La imagen ha sido modificada.

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Nota del Doctor

Antes que nada, ¿está realmente en alza el autismo? Este fue el tema de mi último video. ¿Qué podemos hacer acerca de la contaminación del aire además de mudarnos a un lugar con aire más limpio? Te sorprenderías. Puedes ver mi video El mejor alimento para contrarrestar los efectos de la contaminación atmosférica. ¿Qué se puede hacer sobre la exposición a pesticidas? Las personas con más riesgo son aquellas cuya exposición viene de su trabajo, pero tengo algunos videos sobre cómo reducir la exposición a los residuos de los pesticidas:

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