¿La fibra realmente previene la diverticulosis?

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La parábola del pequeño paracaídas explica el estudio que no encontró relación entre la ingesta de fibra dietética y la diverticulosis.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.

Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte no encontró ninguna asociación entre la ingesta de fibra dietética y la diverticulosis al comparar el grupo que comió la cantidad más alta, 25 gramos, tres veces la cantidad del grupo de ingesta de fibra más bajo. Llegaron a la conclusión de que una dieta baja en fibra no está asociada con la diverticulosis. La universidad envió un comunicado de prensa: “Las dietas altas en fibra no protegen contra la diverticulosis” La prensa escuchó. “Un estudio halla que la dieta alta en fibra puede no proteger contra la diverticulosis.” Se divulgó en los blogs Paleo, e incluso en las revistas médicas: un artículo importante poniendo en duda la teoría de la fibra en el desarrollo de la diverticulosis. Otras editoriales, sin embargo, captaron la falla crítica. Para entender esto, pasemos a otra enfermedad relacionada a una deficiencia en la dieta, el escorbuto.

Experimentos médicos con prisioneros en la Penitenciaría Estatal de Iowa demostraron que los síntomas clínicos de escorbuto comienzan a aparecer tan sólo 29 días después sin vitamina C. Experimentos en los pacifistas durante la Segunda Guerra Mundial mostraron lo mismo, se necesitan alrededor de 10 mg de vitamina C al día para prevenir el escorbuto. Así que imaginemos regresar unos cuantos siglos atrás, cuando todavía estaban tratando de comprender al escorbuto. El Dr. James Linde tuvo una teoría radical de que los cítricos podrían curar el escorbuto. ¿Qué pasaría si se diseñara un experimento para probar esta teoría loca, en la que a marineros se les diese una rodaja de limón al día, y a otros tres rodajas al día. Si un mes más tarde en alta mar no hubiese diferencias en las tasas de escorbuto, uno podría ver titulares como este. La prensa estaría publicitando el hallazgo de un estudio que encontró que una dieta baja en vitamina C no está asociada con el escorbuto.

De hecho, una rodaja de limón sólo contiene alrededor de 2 mg de vitamina C, y se necesitan 10 para prevenir el escorbuto. Por lo que habrían estado comparando 2 mg al día contra el triple, 6 o 7 mg – es decir, una dosis deficiente de vitamina C en comparación con otra dosis deficiente de vitamina C. No es extraño que no hubiese ninguna diferencia en las tasas de escorbuto. Hemos evolucionado comiendo tantas plantas que es probable que comiéramos un promedio cercano a 600 mg de vitamina C al día. Eso es lo que nuestros cuerpos están biológicamente acostumbrados a recibir. ¿Qué hay de la fibra? ¿Qué cantidad de fibra estamos acostumbrados a recibir? Más de cien gramos al día. El grupo de “alto” consumo de fibra en el estudio de Carolina del Norte solamente estaba consumiendo 25 g, inferior a la cantidad mínima recomendada al día, que es de unos 32 gramos. Ni siquiera llegaban al mínimo. Así que compararon una dieta deficiente en fibra contra otra dieta deficiente en fibra. No es de extrañar que no hubo diferencias en las tasas de diverticulosis.

Las poblaciones africanas, donde esencialmente no existía la diverticulosis, comían dietas que consisten en parte de grandes platos llenos de verduras de hoja, quizás similar a lo que estábamos comiendo hace unos pocos millones de años. Estaban comiendo dietas basadas en plantas que contienen de 70 a 90 gramos de fibra al día.

La mayoría de los vegetarianos ni siquiera comen tantos alimentos vegetales enteros, aunque algunos lo hacen. Al menos llegan al requerimiento mínimo, y ​​tenían menos diverticulosis como muestra de ello. Sin embargo, este fue un estudio relativamente pequeño. 35 años después, 47.000 personas fueron estudiadas, confirmando que el consumo de una dieta vegetariana y un alto consumo de fibra dietética fueron ambos asociados con un menor riesgo de hospitalización y muerte de la enfermedad diverticular. Y tenían suficientes personas para probarlo. En comparación con los que comían una sola porción de carne al día o más, aquellos que consumían menos de media porción parecían tener un 16% de menor riesgo; los pesco-vegetarianos – nada de carne, excepto un poco de pescado – 23% menos riesgo, aunque ninguno estadísticamente significativo. Sin embargo, comer vegetariano representaba: 35% menor riesgo. Y aquellos alimentándose estrictamente a base de plantas parecían tener un riesgo 78% menor.

Al igual que con todas las modificaciones del estilo de vida, sólo funciona si lo haces. Las dietas altas en fibra sólo funcionan si son realmente altas en fibra.

La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Juan Andrade.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web. 

Imágenes gracias a peace.love.quilt a través de Flickr.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.

Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte no encontró ninguna asociación entre la ingesta de fibra dietética y la diverticulosis al comparar el grupo que comió la cantidad más alta, 25 gramos, tres veces la cantidad del grupo de ingesta de fibra más bajo. Llegaron a la conclusión de que una dieta baja en fibra no está asociada con la diverticulosis. La universidad envió un comunicado de prensa: “Las dietas altas en fibra no protegen contra la diverticulosis” La prensa escuchó. “Un estudio halla que la dieta alta en fibra puede no proteger contra la diverticulosis.” Se divulgó en los blogs Paleo, e incluso en las revistas médicas: un artículo importante poniendo en duda la teoría de la fibra en el desarrollo de la diverticulosis. Otras editoriales, sin embargo, captaron la falla crítica. Para entender esto, pasemos a otra enfermedad relacionada a una deficiencia en la dieta, el escorbuto.

Experimentos médicos con prisioneros en la Penitenciaría Estatal de Iowa demostraron que los síntomas clínicos de escorbuto comienzan a aparecer tan sólo 29 días después sin vitamina C. Experimentos en los pacifistas durante la Segunda Guerra Mundial mostraron lo mismo, se necesitan alrededor de 10 mg de vitamina C al día para prevenir el escorbuto. Así que imaginemos regresar unos cuantos siglos atrás, cuando todavía estaban tratando de comprender al escorbuto. El Dr. James Linde tuvo una teoría radical de que los cítricos podrían curar el escorbuto. ¿Qué pasaría si se diseñara un experimento para probar esta teoría loca, en la que a marineros se les diese una rodaja de limón al día, y a otros tres rodajas al día. Si un mes más tarde en alta mar no hubiese diferencias en las tasas de escorbuto, uno podría ver titulares como este. La prensa estaría publicitando el hallazgo de un estudio que encontró que una dieta baja en vitamina C no está asociada con el escorbuto.

De hecho, una rodaja de limón sólo contiene alrededor de 2 mg de vitamina C, y se necesitan 10 para prevenir el escorbuto. Por lo que habrían estado comparando 2 mg al día contra el triple, 6 o 7 mg – es decir, una dosis deficiente de vitamina C en comparación con otra dosis deficiente de vitamina C. No es extraño que no hubiese ninguna diferencia en las tasas de escorbuto. Hemos evolucionado comiendo tantas plantas que es probable que comiéramos un promedio cercano a 600 mg de vitamina C al día. Eso es lo que nuestros cuerpos están biológicamente acostumbrados a recibir. ¿Qué hay de la fibra? ¿Qué cantidad de fibra estamos acostumbrados a recibir? Más de cien gramos al día. El grupo de “alto” consumo de fibra en el estudio de Carolina del Norte solamente estaba consumiendo 25 g, inferior a la cantidad mínima recomendada al día, que es de unos 32 gramos. Ni siquiera llegaban al mínimo. Así que compararon una dieta deficiente en fibra contra otra dieta deficiente en fibra. No es de extrañar que no hubo diferencias en las tasas de diverticulosis.

Las poblaciones africanas, donde esencialmente no existía la diverticulosis, comían dietas que consisten en parte de grandes platos llenos de verduras de hoja, quizás similar a lo que estábamos comiendo hace unos pocos millones de años. Estaban comiendo dietas basadas en plantas que contienen de 70 a 90 gramos de fibra al día.

La mayoría de los vegetarianos ni siquiera comen tantos alimentos vegetales enteros, aunque algunos lo hacen. Al menos llegan al requerimiento mínimo, y ​​tenían menos diverticulosis como muestra de ello. Sin embargo, este fue un estudio relativamente pequeño. 35 años después, 47.000 personas fueron estudiadas, confirmando que el consumo de una dieta vegetariana y un alto consumo de fibra dietética fueron ambos asociados con un menor riesgo de hospitalización y muerte de la enfermedad diverticular. Y tenían suficientes personas para probarlo. En comparación con los que comían una sola porción de carne al día o más, aquellos que consumían menos de media porción parecían tener un 16% de menor riesgo; los pesco-vegetarianos – nada de carne, excepto un poco de pescado – 23% menos riesgo, aunque ninguno estadísticamente significativo. Sin embargo, comer vegetariano representaba: 35% menor riesgo. Y aquellos alimentándose estrictamente a base de plantas parecían tener un riesgo 78% menor.

Al igual que con todas las modificaciones del estilo de vida, sólo funciona si lo haces. Las dietas altas en fibra sólo funcionan si son realmente altas en fibra.

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Nota del Doctor

¿Qué rayos es la parábola de la que hablo? Lee el brillante artículo del Dr. Katz (en inglés)Medicina del Estilo de Vida y la Parábola del Pequeño Paracaídas. 

Este es una continuación de mi último video: Diverticulosis: Cuando nuestro trastorno intestinal más común apenas existía . Asegúrate de ver esta “precuela”.

Esto me recuerda a un antiguo video que hice: Interpretación errónea de un estudio .

La gente suele preguntarse, ¿Los vegetarianos obtienen suficiente proteína? — pero quizás deberían estar más preocupados por saber de dónde están obteniendo su fibra todos los demás. 97% de los estadounidenses ni siquiera alcanzan el mínimo diario recomendado.

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