¿Causa cáncer el hierro hemo?

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Los modelos de laboratorio sugieren que las dosis extremas de hierro hemo pueden ser perjudiciales, pero ¿qué pasa con los efectos de las dosis nutricionales en los seres humanos? Una mirada a los efectos cancerígenos del hemo.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Jon Aske voluntaria activa en NutritionFacts.org.

En la carne muscular hay una hemoproteína o proteína del tipo hemo que contribuye al gusto a carne de la carne. También existe una hemoproteína en las raíces de las plantas de soya que es capaz de reproducir un gusto y aroma similares en la “carne” hecha a base de plantas, que es lo que hace posible la llamada “hamburguesa imposible” (de la compañía “Impossible Foods” que produce sustitutos de carne hechos de plantas). La pregunta es: ¿tiene esta hemoproteína algún inconveniente?

Cuando la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria estudiaba el riesgo potencial de añadir hierro hemo a los alimentos, su preocupación principal era el aumento potencial de cáncer de colon. Sabemos que la carne causa cáncer. La carne procesada (como el tocino, el jamón, los embutidos y las salchichas) es un agente cancerígeno del Grupo 1, lo que significa que sabemos que causa cáncer en las personas, con la misma certeza que sabemos que por ejemplo el fumar causa cáncer. De las hamburguesas, por otro lado, sabemos que es posible que causen cáncer en las personas, como el DDT. Pero ¿qué papel juega en todo esto el hierro hemo?

Y es que hay todo tipo de mecanismos que potencialmente explican el riesgo de cáncer. La carne tiene ácido araquidónico, un ácido graso omega-6 de cadena larga que causa inflamación; tiene metionina en exceso, que está asociada con el envejecimiento y el cáncer; tiene grasa trans y hormonas endógenas tales como IGF-1 [factor de crecimiento insulínico tipo 1] y no digamos las que se les da a los animales para promover el crecimiento. Luego están también todos los agentes contaminantes tóxicos que se crecen en la cadena alimentaria, tales como los pesticidas y uno que ni conocía, el formaldehído.

Según el prestigioso CIRC, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, hay evidencia sólida de que las aminas heterocíclicas aromáticas contribuyen al mecanismo que causa el cáncer. Estos compuestos que dañan el ADN se forman cuando se expone el tejido muscular a altas temperaturas secas (al asar a la parrilla o en el horno), pero no cuando se cuece al vapor o se guisa en líquido. También la evidencia es clara de que la formación de compuestos N-nitrosos contribuyen al mecanismo cancerígeno. Estos compuestos cancerígenos se pueden formar en el intestino cuando comemos carne. Además, también hay evidencia sólida según el CIRC de que el hierro hemo contribuye al mecanismo cancerígeno. Normalmente yo lo dejaría ahí y no añadiría nada más, pero es que hay organismos fidedignos que yo respeto, tales como el American Institute for Cancer Research y el World Cancer Research Fund que no están convencidos del todo. Aunque sí concuerdan que existe alguna evidencia de que el consumo de alimentos que contienen hierro hemo pudieran aumentar el riesgo de cáncer de colon, consideran que la evidencia de dicha conexión es más bien limitada.

Gran parte de la evidencia disponible está basada en datos de animales como este mismo, que descubre que el hemo en la dieta perturba la flora intestinal, empeora la inflamación y potencia el desarrollo de tumores intestinales en ratones. Pero es imprescindible reparar en el hecho de que en todos los modelos de animales de laboratorio que se han usado, los roedores ingirieron carne (hemo) equivalente a la ingestión de más de 18 000 kg de carne al día en seres humanos. Hasta la dosis más pequeña sería equivalente a ingerir una docena de “Hamburguesas de Impossible” al día.

Es fácil ver cómo esto pudiera causar confusión en un lector inexperto. En este otro estudio, al atribuir un papel fundamental al hierro hemo asociado con la carne en el desarrollo de cáncer de colon, los autores alegan que su intención era determinar las dosis alimentarias, lo cual era el factor principal responsable de la promoción del cáncer. Así que se utilizaron dosis de hemo que imitan el consumo de carne roja y… ¡bum! Un aumento considerable en la carga del tumor. Los investigadores concluyen que sus hallazgos sólidamente “indican que en concentraciones que son del mismo nivel que en el consumo humano de carne, el hierro hemo está asociado con la promoción del [desarrollo del cáncer de] colon”. Pero si analizamos la dieta que les dieron y hacemos los cálculos, es el mismo nivel que se encuentra en dietas normales multiplicado por 500, más de 32 kilos de carne al día. Además, aunque utilizaran las dosis correctas, los datos son sobre una especie animal distinta a la nuestra, lo cual nos lleva a las investigaciones clínicas que veremos a continuación.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Video producción Glass Entertainment

Gráficos de Avocado Video

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En la carne muscular hay una hemoproteína o proteína del tipo hemo que contribuye al gusto a carne de la carne. También existe una hemoproteína en las raíces de las plantas de soya que es capaz de reproducir un gusto y aroma similares en la “carne” hecha a base de plantas, que es lo que hace posible la llamada “hamburguesa imposible” (de la compañía “Impossible Foods” que produce sustitutos de carne hechos de plantas). La pregunta es: ¿tiene esta hemoproteína algún inconveniente?

Cuando la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria estudiaba el riesgo potencial de añadir hierro hemo a los alimentos, su preocupación principal era el aumento potencial de cáncer de colon. Sabemos que la carne causa cáncer. La carne procesada (como el tocino, el jamón, los embutidos y las salchichas) es un agente cancerígeno del Grupo 1, lo que significa que sabemos que causa cáncer en las personas, con la misma certeza que sabemos que por ejemplo el fumar causa cáncer. De las hamburguesas, por otro lado, sabemos que es posible que causen cáncer en las personas, como el DDT. Pero ¿qué papel juega en todo esto el hierro hemo?

Y es que hay todo tipo de mecanismos que potencialmente explican el riesgo de cáncer. La carne tiene ácido araquidónico, un ácido graso omega-6 de cadena larga que causa inflamación; tiene metionina en exceso, que está asociada con el envejecimiento y el cáncer; tiene grasa trans y hormonas endógenas tales como IGF-1 [factor de crecimiento insulínico tipo 1] y no digamos las que se les da a los animales para promover el crecimiento. Luego están también todos los agentes contaminantes tóxicos que se crecen en la cadena alimentaria, tales como los pesticidas y uno que ni conocía, el formaldehído.

Según el prestigioso CIRC, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, hay evidencia sólida de que las aminas heterocíclicas aromáticas contribuyen al mecanismo que causa el cáncer. Estos compuestos que dañan el ADN se forman cuando se expone el tejido muscular a altas temperaturas secas (al asar a la parrilla o en el horno), pero no cuando se cuece al vapor o se guisa en líquido. También la evidencia es clara de que la formación de compuestos N-nitrosos contribuyen al mecanismo cancerígeno. Estos compuestos cancerígenos se pueden formar en el intestino cuando comemos carne. Además, también hay evidencia sólida según el CIRC de que el hierro hemo contribuye al mecanismo cancerígeno. Normalmente yo lo dejaría ahí y no añadiría nada más, pero es que hay organismos fidedignos que yo respeto, tales como el American Institute for Cancer Research y el World Cancer Research Fund que no están convencidos del todo. Aunque sí concuerdan que existe alguna evidencia de que el consumo de alimentos que contienen hierro hemo pudieran aumentar el riesgo de cáncer de colon, consideran que la evidencia de dicha conexión es más bien limitada.

Gran parte de la evidencia disponible está basada en datos de animales como este mismo, que descubre que el hemo en la dieta perturba la flora intestinal, empeora la inflamación y potencia el desarrollo de tumores intestinales en ratones. Pero es imprescindible reparar en el hecho de que en todos los modelos de animales de laboratorio que se han usado, los roedores ingirieron carne (hemo) equivalente a la ingestión de más de 18 000 kg de carne al día en seres humanos. Hasta la dosis más pequeña sería equivalente a ingerir una docena de “Hamburguesas de Impossible” al día.

Es fácil ver cómo esto pudiera causar confusión en un lector inexperto. En este otro estudio, al atribuir un papel fundamental al hierro hemo asociado con la carne en el desarrollo de cáncer de colon, los autores alegan que su intención era determinar las dosis alimentarias, lo cual era el factor principal responsable de la promoción del cáncer. Así que se utilizaron dosis de hemo que imitan el consumo de carne roja y… ¡bum! Un aumento considerable en la carga del tumor. Los investigadores concluyen que sus hallazgos sólidamente “indican que en concentraciones que son del mismo nivel que en el consumo humano de carne, el hierro hemo está asociado con la promoción del [desarrollo del cáncer de] colon”. Pero si analizamos la dieta que les dieron y hacemos los cálculos, es el mismo nivel que se encuentra en dietas normales multiplicado por 500, más de 32 kilos de carne al día. Además, aunque utilizaran las dosis correctas, los datos son sobre una especie animal distinta a la nuestra, lo cual nos lleva a las investigaciones clínicas que veremos a continuación.

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