Cómo retrasar la menopausia con la alimentación y el estilo de vida

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La mitad de la variabilidad en la edad de la menopausia puede explicarse con la genética. ¿Qué comportamientos o circunstancias nos ayudan a explicar el resto?

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Mariana Alejandra Guerra voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Desde 1970, la proporción de las mujeres que tienen su primer hijo luego de los 35 años aumentó casi diez veces. Este hecho puede imponer una “pena de longevidad” en ellos, ya que aquellos nacidos con madres mayores tienden a vivir menos, pero las madres que tienen hijos más tarde, tienden a vivir más. Por ejemplo, se descubrió que las mujeres centenarias eran casi cuatro veces más propensas a tener hijos después de los 40 años que aquellas que fallecieron a los 70.

Sin embargo, esto no significa necesariamente que retrasar la maternidad alargue la vida. Fumar, por ejemplo, podría ser un factor de confusión, debido a que puede provocar tanto la menopausia temprana como una muerte prematura. También, quizá el retraso del envejecimiento reproductivo sea solo una señal de envejecimiento más lento en general. Sin embargo, se ha sugerido que los cambios biológicos del embarazo podrían tener un efecto rejuvenecedor, incluso sugieren un mecanismo de parabiosis: transfusión de sangre de recién nacidos, aunque no de la manera de la Condesa Báthory.  Para clasificar estas posibilidades, los investigadores estudiaron tanto la longevidad de los hermanos de las mujeres que dieron a luz después de los 45 años, como también la de sus esposas. Los hermanos de las mujeres con fertilidad tardía vivían más, pero sus esposas no. Esto sugiere una causa de robustez genética en lugar de un efecto de rejuvenecimiento. Además, el hecho de que el beneficio de longevidad no se transmita a sus esposas sugiere que no se debe a un factor de confusión como el estrato socioeconómico.

Por otro lado, las mujeres que experimentan una menopausia extremadamente temprana (el 1 % que dejó de menstruar a la edad de 39 años) quizá corran el riesgo de una menor longevidad y, por lo tanto, se les debería aconsejar que adopten una dieta y un estilo de vida particularmente saludables. Alrededor de la mitad de la variabilidad en la menopausia en las mujeres se atribuye a factores genéticos. Aparte del tabaquismo, ¿qué otros comportamientos o circunstancias pueden explicar la otra mitad?

Algunos factores que no parecen afectar la menopausia son el ejercicio, la obesidad, el alcohol, el café o el nivel de vitamina D. Curiosamente, las mujeres casadas suelen alcanzar la menopausia más tarde. Algunos investigadores sugieren que podría deberse a la influencia de la feromona masculina (dado que la exposición al olor de las axilas masculinas hace que los ciclos de las mujeres se regularicen), pero resulta que la cohabitación masculina por sí sola no parece importar. Podrían ser las relaciones sexuales, ya que las parejas casadas de mayor edad tienden a tener más relaciones sexuales. De hecho, las mujeres premenopáusicas y perimenopáusicas, con una edad promedio de 46 años, que informaron tener relaciones semanalmente, tenían un 28 % menos de probabilidades de experimentar la menopausia en la siguiente década que aquellas que declararon mantener relaciones sexuales menos de una vez al mes. Sin embargo, es posible que esto sea el resultado de una causalidad inversa. En lugar de que una mayor actividad sexual se relacione con una menopausia más tardía, esta podría impulsar un mayor compromiso sexual.

Se cree que la relación entre el consumo de tabaco y la menopausia temprana se relaciona con los efectos tóxicos, que afectan a los ovarios, producidos por los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) presentes en el humo, siendo la exposición a estos principalmente a través de alimentos para los no fumadores, especialmente carnes a la parrilla, barbacoa y ahumadas. ¿Explicaría esto por qué se asoció en el Estudio de la Salud de las Enfermeras II de Harvard (NHS II) un mayor consumo de proteína vegetal con un riesgo significativamente menor de la menopausia temprana? Al alimentar a las hembras de mono con una dieta alta en proteína animal, no solo desarrollaron más aterosclerosis, sino también un envejecimiento ovárico acelerado. Ahora bien, en la investigación original del Estudio de la Salud de las Enfermeras de Harvard, se relacionó el consumo de proteína animal con infertilidad, al punto de que sustituir tan solo el 5 % de su ingesta por la vegetal podría reducir, de manera potencial, a la mitad el riesgo de infertilidad. Sin embargo, en el Estudio II, mientras que la proteína vegetal parecía retrasar la menopausia, el consumo de proteína animal no se asoció, de ninguna manera, con la menopausia. Además, en el Estudio de Cohortes de Mujeres del Reino Unido, aquellas mujeres que consumían más proteína animal tenían un 6 % más de probabilidades de sufrir una menopausia más tardía. En las vegetarianas, los resultados son contradictorios. 

En algunos estudios no se han encontrado diferencias o edad avanzada de la menopausia en el caso de las vegetarianas, pero sí se mostró en otros estudios una edad más temprana en comparación con las no vegetarianas. Por ejemplo, en el estudio más completo, se observó que las vegetarianas alcanzaron la menopausia a una edad promedio de 50.1 años en comparación con las no vegetarianas que la alcanzaron a los 50.7 años. Como ya he señalado, la menopausia prematura, antes de los 40 años, puede ser perjudicial para la longevidad, pero llegar un poco antes, dentro del rango de lo normal, podría ser beneficioso para el riesgo de cáncer.

A la misma edad, el riesgo de cáncer de mama es casi un 40 % mayor en las mujeres premenopáusicas, en comparación con las posmenopáusicas, posiblemente debido a una mayor exposición a la hormona “mal necesaria”, el estrógeno. El riesgo de cáncer de mama es un 3 % más alto por cada año de retraso en el inicio de la menopausia y un 5 % mayor por cada año de adelanto en el inicio de la menstruación. (En promedio, las mujeres cuyo periodo se retrasa hasta los 15 años, suelen vivir más tiempo). Las mujeres vegetarianas suelen tener niveles de estrógeno más bajos, posiblemente por el alto consumo de fibra. Además, se ha demostrado en los estudios de intervención que al cambiar a una dieta más orientada a base de plantas se pueden reducir los niveles de estrógeno circulante en más del 40 %.

Este factor podría explicar por qué las niñas vegetarianas pueden alcanzar la pubertad a una edad tardía y por qué aquellas que siguen una dieta estrictamente vegetariana no solo tienen menos riesgo de padecer cáncer en general, sino también menos riesgo, en particular, de sufrir de cánceres relacionados específicamente a la mujer. No obstante, la edad en que las mujeres entran en la menopausia podría no sea un factor determinante, según los resultados de un ensayo de intervención en el que se asignó al azar a las mujeres al borde de la menopausia (con una edad promedio de 49 años) para que sigan una dieta baja en grasas durante dos años con el objetivo de reducir el riesgo de cáncer de mama. El resultado fue que el grupo de intervención ingirió más fibra (por lo tanto, consumió una dieta más orientada a base de plantas). Aunque experimentaron mejoras en los resultados de las mamografías, el cambio de dieta no tuvo efecto en el momento de la menopausia.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Mariana Alejandra Guerra voluntaria activa en NutritionFacts.org.

Desde 1970, la proporción de las mujeres que tienen su primer hijo luego de los 35 años aumentó casi diez veces. Este hecho puede imponer una “pena de longevidad” en ellos, ya que aquellos nacidos con madres mayores tienden a vivir menos, pero las madres que tienen hijos más tarde, tienden a vivir más. Por ejemplo, se descubrió que las mujeres centenarias eran casi cuatro veces más propensas a tener hijos después de los 40 años que aquellas que fallecieron a los 70.

Sin embargo, esto no significa necesariamente que retrasar la maternidad alargue la vida. Fumar, por ejemplo, podría ser un factor de confusión, debido a que puede provocar tanto la menopausia temprana como una muerte prematura. También, quizá el retraso del envejecimiento reproductivo sea solo una señal de envejecimiento más lento en general. Sin embargo, se ha sugerido que los cambios biológicos del embarazo podrían tener un efecto rejuvenecedor, incluso sugieren un mecanismo de parabiosis: transfusión de sangre de recién nacidos, aunque no de la manera de la Condesa Báthory.  Para clasificar estas posibilidades, los investigadores estudiaron tanto la longevidad de los hermanos de las mujeres que dieron a luz después de los 45 años, como también la de sus esposas. Los hermanos de las mujeres con fertilidad tardía vivían más, pero sus esposas no. Esto sugiere una causa de robustez genética en lugar de un efecto de rejuvenecimiento. Además, el hecho de que el beneficio de longevidad no se transmita a sus esposas sugiere que no se debe a un factor de confusión como el estrato socioeconómico.

Por otro lado, las mujeres que experimentan una menopausia extremadamente temprana (el 1 % que dejó de menstruar a la edad de 39 años) quizá corran el riesgo de una menor longevidad y, por lo tanto, se les debería aconsejar que adopten una dieta y un estilo de vida particularmente saludables. Alrededor de la mitad de la variabilidad en la menopausia en las mujeres se atribuye a factores genéticos. Aparte del tabaquismo, ¿qué otros comportamientos o circunstancias pueden explicar la otra mitad?

Algunos factores que no parecen afectar la menopausia son el ejercicio, la obesidad, el alcohol, el café o el nivel de vitamina D. Curiosamente, las mujeres casadas suelen alcanzar la menopausia más tarde. Algunos investigadores sugieren que podría deberse a la influencia de la feromona masculina (dado que la exposición al olor de las axilas masculinas hace que los ciclos de las mujeres se regularicen), pero resulta que la cohabitación masculina por sí sola no parece importar. Podrían ser las relaciones sexuales, ya que las parejas casadas de mayor edad tienden a tener más relaciones sexuales. De hecho, las mujeres premenopáusicas y perimenopáusicas, con una edad promedio de 46 años, que informaron tener relaciones semanalmente, tenían un 28 % menos de probabilidades de experimentar la menopausia en la siguiente década que aquellas que declararon mantener relaciones sexuales menos de una vez al mes. Sin embargo, es posible que esto sea el resultado de una causalidad inversa. En lugar de que una mayor actividad sexual se relacione con una menopausia más tardía, esta podría impulsar un mayor compromiso sexual.

Se cree que la relación entre el consumo de tabaco y la menopausia temprana se relaciona con los efectos tóxicos, que afectan a los ovarios, producidos por los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) presentes en el humo, siendo la exposición a estos principalmente a través de alimentos para los no fumadores, especialmente carnes a la parrilla, barbacoa y ahumadas. ¿Explicaría esto por qué se asoció en el Estudio de la Salud de las Enfermeras II de Harvard (NHS II) un mayor consumo de proteína vegetal con un riesgo significativamente menor de la menopausia temprana? Al alimentar a las hembras de mono con una dieta alta en proteína animal, no solo desarrollaron más aterosclerosis, sino también un envejecimiento ovárico acelerado. Ahora bien, en la investigación original del Estudio de la Salud de las Enfermeras de Harvard, se relacionó el consumo de proteína animal con infertilidad, al punto de que sustituir tan solo el 5 % de su ingesta por la vegetal podría reducir, de manera potencial, a la mitad el riesgo de infertilidad. Sin embargo, en el Estudio II, mientras que la proteína vegetal parecía retrasar la menopausia, el consumo de proteína animal no se asoció, de ninguna manera, con la menopausia. Además, en el Estudio de Cohortes de Mujeres del Reino Unido, aquellas mujeres que consumían más proteína animal tenían un 6 % más de probabilidades de sufrir una menopausia más tardía. En las vegetarianas, los resultados son contradictorios. 

En algunos estudios no se han encontrado diferencias o edad avanzada de la menopausia en el caso de las vegetarianas, pero sí se mostró en otros estudios una edad más temprana en comparación con las no vegetarianas. Por ejemplo, en el estudio más completo, se observó que las vegetarianas alcanzaron la menopausia a una edad promedio de 50.1 años en comparación con las no vegetarianas que la alcanzaron a los 50.7 años. Como ya he señalado, la menopausia prematura, antes de los 40 años, puede ser perjudicial para la longevidad, pero llegar un poco antes, dentro del rango de lo normal, podría ser beneficioso para el riesgo de cáncer.

A la misma edad, el riesgo de cáncer de mama es casi un 40 % mayor en las mujeres premenopáusicas, en comparación con las posmenopáusicas, posiblemente debido a una mayor exposición a la hormona “mal necesaria”, el estrógeno. El riesgo de cáncer de mama es un 3 % más alto por cada año de retraso en el inicio de la menopausia y un 5 % mayor por cada año de adelanto en el inicio de la menstruación. (En promedio, las mujeres cuyo periodo se retrasa hasta los 15 años, suelen vivir más tiempo). Las mujeres vegetarianas suelen tener niveles de estrógeno más bajos, posiblemente por el alto consumo de fibra. Además, se ha demostrado en los estudios de intervención que al cambiar a una dieta más orientada a base de plantas se pueden reducir los niveles de estrógeno circulante en más del 40 %.

Este factor podría explicar por qué las niñas vegetarianas pueden alcanzar la pubertad a una edad tardía y por qué aquellas que siguen una dieta estrictamente vegetariana no solo tienen menos riesgo de padecer cáncer en general, sino también menos riesgo, en particular, de sufrir de cánceres relacionados específicamente a la mujer. No obstante, la edad en que las mujeres entran en la menopausia podría no sea un factor determinante, según los resultados de un ensayo de intervención en el que se asignó al azar a las mujeres al borde de la menopausia (con una edad promedio de 49 años) para que sigan una dieta baja en grasas durante dos años con el objetivo de reducir el riesgo de cáncer de mama. El resultado fue que el grupo de intervención ingirió más fibra (por lo tanto, consumió una dieta más orientada a base de plantas). Aunque experimentaron mejoras en los resultados de las mamografías, el cambio de dieta no tuvo efecto en el momento de la menopausia.

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