La exposición al sol se asocia con tasas más bajas de 15 tipos de cáncer y una mejor supervivencia al cáncer. ¿Qué pasa cuando se pone a prueba la suplementación con vitamina D?
¿Reducen los suplementos de vitamina D el riesgo de morir de cáncer?
Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Tamara Amor y Ángela Graña Varela.
Todo comenzó con un famoso estudio publicado en 1980 titulado “¿La luz solar y la vitamina D reducen la probabilidad de cáncer de colon?” (“Do sunlight and vitamin D reduce the likelihood of colon cancer?”) . Unos investigadores de la Universidad de Johns Hopkins intentaron descubrir por qué estados como Nuevo México y Arizona tienen solo la mitad de las tasas de cáncer de colon que otros como Nueva York, Nuevo Hampshire y Vermont. ¿Podría ser porque los primeros tienen mucha más exposición solar? Los investigadores propusieron que quizás la vitamina D, conocida como la vitamina del sol, es un factor de protección contra el cáncer de colon. Desde entonces, la exposición al sol también se ha asociado con tasas más bajas de otros 14 tipos de cáncer.
La vitamina D también puede afectar la supervivencia del cáncer. Niveles sanguíneos altos de vitamina D se asocian a una menor mortalidad de pacientes con cáncer colorrectal; estamos hablando de casi la mitad menos. Además, cuanto más altos son los niveles de vitamina D, más parece reducirse. Esto podría explicar por qué la supervivencia del cáncer de colon puede depender en parte “de la temporada de diagnóstico”. El riesgo de muerte rápida es más bajo si se diagnostica en el otoño después de pasar el verano acumulando reservas de vitamina D. Otros factores de riesgo también podrían ser estacionales. Por ejemplo, tal vez las personas aprovechan la cosecha de otoño y comen de manera más saludable, lo que podría explicar un menor riesgo en esta época. Además, “la ingesta de alcohol es un factor de riesgo y puede ser mayor en la temporada de invierno…”. En cuanto a la actividad física, en el verano es más probable que pasemos más tiempo fuera de casa, no solo tomando más sol, sino también haciendo más ejercicio, lo que puede ser de por sí un factor de protección.
Este tipo de estudios solo proporcionan evidencia circunstancial. Establecer una relación de causa y efecto entre el cáncer de colon y la deficiencia de vitamina D mediante estudios observacionales es un desafío, debido a factores de confusión o variables de acecho, como son en este caso los hábitos de ejercicio. Por ejemplo, puede haber una estrecha correlación entre la venta de helados y las muertes por ahogamiento, pero eso no significa que el consumo de helado las cause. Una explicación más probable es que exista una tercera variable de acecho, como el clima cálido en verano, que explica por qué las muertes por ahogamiento son más altas cuando el consumo de helado también es más alto.
Esto mismo sucedió con la terapia de reemplazo hormonal. Las mujeres que tomaban medicamentos como el Premarin parecían tener un 50% menos de riesgo de enfermedad cardíaca, por lo que era muy común que los médicos lo recetaran. Pero si profundizamos un poco más en los datos, encontramos que las mujeres que tomaban estrógenos tenían efectivamente un 50% menos de riesgo de morir por enfermedad cardíaca, pero a la vez un 50% menos de riesgo de morir por accidentes y homicidios, por lo que es probable que no fuera atribuible al medicamento. La única forma de saberlo con certeza sería realizar un ensayo clínico aleatorizado, en el que la mitad de las mujeres reciban el medicamento. Una década después, se realizó un estudio de este tipo. En los resultados se observó que en lugar de tener una disminución del riesgo del 50%, las tasas de ataque cardíaco y mortalidad aumentaron un 50% a solo un año de recibir las píldoras hormonales. Retrospectivamente, la variable de acecho probablemente era la clase socioeconómica. Las mujeres con menos recursos tienen menor probabilidad de recibir terapia de reemplazo hormonal y mayor probabilidad de ser asesinadas y morir de enfermedad cardíaca. Debido a la variable de acecho, un medicamento que ahora reconocemos como peligroso parecía ser protector.
Además de las variables de acecho, también existe la posibilidad de la causalidad inversa. Quizás los niveles bajos de vitamina D no empeoran el cáncer, sino que este último empeora los niveles de vitamina D. Esto en realidad es poco probable, ya que los tumores no parecen afectar directamente los niveles de la vitamina, pero sí sucede con el tratamiento contra el cáncer. Incluso una cirugía simple de rodilla puede hacer que los niveles de vitamina D disminuyan drásticamente en cuestión de horas, simplemente por el efecto inflamatorio de ser operado. Entonces, tal vez eso podría ayudar a explicar el vínculo entre niveles más bajos de vitamina D y una menor supervivencia. (Los pacientes con cáncer probablemente pasen menos tiempo corriendo por la playa.) Entonces sí, los niveles más altos de vitamina D se asocian a una mayor supervivencia de pacientes con cáncer colorrectal y también de mama. De hecho, hay casi el doble de riesgo de recurrencia y muerte por cáncer de mama en mujeres con niveles bajos de vitamina D. Además, los niveles más altos se asocian con una supervivencia más prolongada de las personas con cáncer de ovarios y con mejores resultados para otros tipos de cáncer, como el linfoma.
La conclusión, como aprendimos con el reemplazo hormonal, es que tenemos que ponerlo a prueba. Sin embargo, no se habían realizado ensayos aleatorizados y con grupos de control sobre suplementos de vitamina D y cáncer. Ahora ya tenemos algunos y los resultados indican que los suplementos de vitamina D parecen reducir el riesgo de morir de cáncer. En cuanto a la dosis óptima, los investigadores sugieren niveles sanguíneos de al menos 75 (o incluso 100) nanomoles por litro. Hasta tres cuartos de las mujeres con cáncer de mama no alcanzan estos niveles y tampoco el 97% de pacientes con cáncer de colon. Llegar a estos niveles podría requerir aproximadamente de 2000 a 4000 UI de vitamina D por día, una dosis que no muestra evidencia alguna de daño. Independientemente de cuál sea el nivel exacto, los hallazgos de este tipo de estudios pueden tener una influencia enorme en el tratamiento del cáncer en un futuro.
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Los imágenes vienen gracias a mahnoorraja a través de flickr y ClkerFreeVectorImages y ClkerFreeVectorImages a través de pixabay.
Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Tamara Amor y Ángela Graña Varela.
Todo comenzó con un famoso estudio publicado en 1980 titulado “¿La luz solar y la vitamina D reducen la probabilidad de cáncer de colon?” (“Do sunlight and vitamin D reduce the likelihood of colon cancer?”) . Unos investigadores de la Universidad de Johns Hopkins intentaron descubrir por qué estados como Nuevo México y Arizona tienen solo la mitad de las tasas de cáncer de colon que otros como Nueva York, Nuevo Hampshire y Vermont. ¿Podría ser porque los primeros tienen mucha más exposición solar? Los investigadores propusieron que quizás la vitamina D, conocida como la vitamina del sol, es un factor de protección contra el cáncer de colon. Desde entonces, la exposición al sol también se ha asociado con tasas más bajas de otros 14 tipos de cáncer.
La vitamina D también puede afectar la supervivencia del cáncer. Niveles sanguíneos altos de vitamina D se asocian a una menor mortalidad de pacientes con cáncer colorrectal; estamos hablando de casi la mitad menos. Además, cuanto más altos son los niveles de vitamina D, más parece reducirse. Esto podría explicar por qué la supervivencia del cáncer de colon puede depender en parte “de la temporada de diagnóstico”. El riesgo de muerte rápida es más bajo si se diagnostica en el otoño después de pasar el verano acumulando reservas de vitamina D. Otros factores de riesgo también podrían ser estacionales. Por ejemplo, tal vez las personas aprovechan la cosecha de otoño y comen de manera más saludable, lo que podría explicar un menor riesgo en esta época. Además, “la ingesta de alcohol es un factor de riesgo y puede ser mayor en la temporada de invierno…”. En cuanto a la actividad física, en el verano es más probable que pasemos más tiempo fuera de casa, no solo tomando más sol, sino también haciendo más ejercicio, lo que puede ser de por sí un factor de protección.
Este tipo de estudios solo proporcionan evidencia circunstancial. Establecer una relación de causa y efecto entre el cáncer de colon y la deficiencia de vitamina D mediante estudios observacionales es un desafío, debido a factores de confusión o variables de acecho, como son en este caso los hábitos de ejercicio. Por ejemplo, puede haber una estrecha correlación entre la venta de helados y las muertes por ahogamiento, pero eso no significa que el consumo de helado las cause. Una explicación más probable es que exista una tercera variable de acecho, como el clima cálido en verano, que explica por qué las muertes por ahogamiento son más altas cuando el consumo de helado también es más alto.
Esto mismo sucedió con la terapia de reemplazo hormonal. Las mujeres que tomaban medicamentos como el Premarin parecían tener un 50% menos de riesgo de enfermedad cardíaca, por lo que era muy común que los médicos lo recetaran. Pero si profundizamos un poco más en los datos, encontramos que las mujeres que tomaban estrógenos tenían efectivamente un 50% menos de riesgo de morir por enfermedad cardíaca, pero a la vez un 50% menos de riesgo de morir por accidentes y homicidios, por lo que es probable que no fuera atribuible al medicamento. La única forma de saberlo con certeza sería realizar un ensayo clínico aleatorizado, en el que la mitad de las mujeres reciban el medicamento. Una década después, se realizó un estudio de este tipo. En los resultados se observó que en lugar de tener una disminución del riesgo del 50%, las tasas de ataque cardíaco y mortalidad aumentaron un 50% a solo un año de recibir las píldoras hormonales. Retrospectivamente, la variable de acecho probablemente era la clase socioeconómica. Las mujeres con menos recursos tienen menor probabilidad de recibir terapia de reemplazo hormonal y mayor probabilidad de ser asesinadas y morir de enfermedad cardíaca. Debido a la variable de acecho, un medicamento que ahora reconocemos como peligroso parecía ser protector.
Además de las variables de acecho, también existe la posibilidad de la causalidad inversa. Quizás los niveles bajos de vitamina D no empeoran el cáncer, sino que este último empeora los niveles de vitamina D. Esto en realidad es poco probable, ya que los tumores no parecen afectar directamente los niveles de la vitamina, pero sí sucede con el tratamiento contra el cáncer. Incluso una cirugía simple de rodilla puede hacer que los niveles de vitamina D disminuyan drásticamente en cuestión de horas, simplemente por el efecto inflamatorio de ser operado. Entonces, tal vez eso podría ayudar a explicar el vínculo entre niveles más bajos de vitamina D y una menor supervivencia. (Los pacientes con cáncer probablemente pasen menos tiempo corriendo por la playa.) Entonces sí, los niveles más altos de vitamina D se asocian a una mayor supervivencia de pacientes con cáncer colorrectal y también de mama. De hecho, hay casi el doble de riesgo de recurrencia y muerte por cáncer de mama en mujeres con niveles bajos de vitamina D. Además, los niveles más altos se asocian con una supervivencia más prolongada de las personas con cáncer de ovarios y con mejores resultados para otros tipos de cáncer, como el linfoma.
La conclusión, como aprendimos con el reemplazo hormonal, es que tenemos que ponerlo a prueba. Sin embargo, no se habían realizado ensayos aleatorizados y con grupos de control sobre suplementos de vitamina D y cáncer. Ahora ya tenemos algunos y los resultados indican que los suplementos de vitamina D parecen reducir el riesgo de morir de cáncer. En cuanto a la dosis óptima, los investigadores sugieren niveles sanguíneos de al menos 75 (o incluso 100) nanomoles por litro. Hasta tres cuartos de las mujeres con cáncer de mama no alcanzan estos niveles y tampoco el 97% de pacientes con cáncer de colon. Llegar a estos niveles podría requerir aproximadamente de 2000 a 4000 UI de vitamina D por día, una dosis que no muestra evidencia alguna de daño. Independientemente de cuál sea el nivel exacto, los hallazgos de este tipo de estudios pueden tener una influencia enorme en el tratamiento del cáncer en un futuro.
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